18/10/2022, 18:42
«¿Barco?»
El combo de malestares generales no iba a impedirle estar de pie y caminar. Una advertencia de Ruhara hacia uno de los presos le hizo desviar su vista del suelo, solo hacia unos metros más adelante. El tipo que estaba "durmiendo" ya no daba signos alguno de estar consciente y menos vivo. Bastó que la comandante con un movimiento confirme que estaba muerto.
Soltó aire por la boca, ya ni siquiera asqueada por la situación, sino cansada. Había visto morir una gran cantidad de personas en tiempo record y solo parecía que la cifra iba en aumento.
Sin prestarle demasiada atención, de un momento para otro se dio cuenta que tenía una especie de correa, como si fuese un perro. Fue la primera de la fila de los presos, solo adelantada por la pelirroja que era la que tenía en poder la cuerda. La cual, por cierto, no le resultaba molesta. Parecía estar bastante suelta y no le apretaba el cuello.
Luego de revisar al muerto y de un tirón de cuerda, la mujer comenzaría a caminar. Solo con la dificultad de andar con las manos atadas en la espalda, siguió a la cabecilla al mismo ritmo, intentando no hacer ningún movimiento que afecte a los demás en la fila. Parecía que quería decir algo pero, cuando salieron de ahí, la luz le molestó bastante a los ojos. Cuando ya pudo ver mejor, se había sorprendido bastante de todo el movimiento que había. No pensaba que todo en ese campamento estaba tan intacto. Aunque, viendo las vendas y ropas con sangre, se notaba que no estaban del todo ilesos. O, tal vez, había muchos presos como ella.
Al alejarse de las tiendas y estar ya cerca de ese barco, Jun dirigió la mirada hacia Ruhara.
—¿Hacia dónde va ese barco? — Preguntó mucho más calma y sin prepotencia, bastante diferente a la última vez que hablaron.
El combo de malestares generales no iba a impedirle estar de pie y caminar. Una advertencia de Ruhara hacia uno de los presos le hizo desviar su vista del suelo, solo hacia unos metros más adelante. El tipo que estaba "durmiendo" ya no daba signos alguno de estar consciente y menos vivo. Bastó que la comandante con un movimiento confirme que estaba muerto.
Soltó aire por la boca, ya ni siquiera asqueada por la situación, sino cansada. Había visto morir una gran cantidad de personas en tiempo record y solo parecía que la cifra iba en aumento.
Sin prestarle demasiada atención, de un momento para otro se dio cuenta que tenía una especie de correa, como si fuese un perro. Fue la primera de la fila de los presos, solo adelantada por la pelirroja que era la que tenía en poder la cuerda. La cual, por cierto, no le resultaba molesta. Parecía estar bastante suelta y no le apretaba el cuello.
Luego de revisar al muerto y de un tirón de cuerda, la mujer comenzaría a caminar. Solo con la dificultad de andar con las manos atadas en la espalda, siguió a la cabecilla al mismo ritmo, intentando no hacer ningún movimiento que afecte a los demás en la fila. Parecía que quería decir algo pero, cuando salieron de ahí, la luz le molestó bastante a los ojos. Cuando ya pudo ver mejor, se había sorprendido bastante de todo el movimiento que había. No pensaba que todo en ese campamento estaba tan intacto. Aunque, viendo las vendas y ropas con sangre, se notaba que no estaban del todo ilesos. O, tal vez, había muchos presos como ella.
Al alejarse de las tiendas y estar ya cerca de ese barco, Jun dirigió la mirada hacia Ruhara.
—¿Hacia dónde va ese barco? — Preguntó mucho más calma y sin prepotencia, bastante diferente a la última vez que hablaron.