27/10/2022, 21:49
»Y si, mejor que no nos pillen... Pelee contra una kunoichi del copo, y no son moco de pavo. Si nos encontramos con un general... no creo que lo contemos...
Hana asintió. Le alegraba saber que Hayato era consciente del peligro. Sin embargo, su alegría no duró demasiado. Escuchó algo en la lejanía. Fue apenas un murmullo, pero le puso el brazo delante a Hayato de inmediato. En el silencio pudo discernir que eran voces... acompañadas de pasos en su dirección.
— ¡Viene alguien! Quitate del camino y al suelo, vamos. — le susurró alarmada, corriendo a uno de los laterales del camino y tumbandose bocarriba.
Seguía con la mirada puesta en el horizonte pero apenas se veían unas siluetas cuando las voces empezaron a oirse con más nitidez. Aún era de noche, aunque no quedaba mucho para el amanecer. Por ahora la oscuridad les ocultaría, pero era cuestión de tiempo que la luz les revelase. ¿Qué podían hacer si seguían caminando? ¿Pasarían antes de que les viesen? ¿Debían atacarles cuando estuviesen cerca? ¿Qué probabilidades tenían de noquearlos antes de que pidiesen refuerzos?
Todas las posibilidades se le acumularon en la mente a Hana mientras los ninjas de Kurama paseaban y hablaban.
— No es para tanto, solo han pasado cinco minutos. Ayudame a buscar y volveremos antes.
— Cinco de ida y ahora otros cincos de vuelta. Como se entere Ruhara nos va a matar.
— Le diremos que estabamos patrullando.
— Ah, ya veo, quieres que nos corte los huevos antes de matarnos.
— Me dijiste que me ayudarías a buscarlo, no que estarias cagandote encima mientras yo lo busco.
— Sí, te lo dije, ¡porque pensaba que lo habías perdido entre tus cosas! No a cinco kilometros del campamento.
— Se me tuvo que caer cerca, fue cuando uno de los prisioneros casi se cae del carro. Es una pulsera de plata, si la pierdo mi mujer me dejara y mis hijos tendrán que crecer sin padre.
Aún estaban bastante lejos, pero a diferencia de ellos, hablaban libremente en el silencio de los arrozales, así que se les oía sin problema desde donde estaban. ¿Qué iban a hacer?
Hana asintió. Le alegraba saber que Hayato era consciente del peligro. Sin embargo, su alegría no duró demasiado. Escuchó algo en la lejanía. Fue apenas un murmullo, pero le puso el brazo delante a Hayato de inmediato. En el silencio pudo discernir que eran voces... acompañadas de pasos en su dirección.
— ¡Viene alguien! Quitate del camino y al suelo, vamos. — le susurró alarmada, corriendo a uno de los laterales del camino y tumbandose bocarriba.
Seguía con la mirada puesta en el horizonte pero apenas se veían unas siluetas cuando las voces empezaron a oirse con más nitidez. Aún era de noche, aunque no quedaba mucho para el amanecer. Por ahora la oscuridad les ocultaría, pero era cuestión de tiempo que la luz les revelase. ¿Qué podían hacer si seguían caminando? ¿Pasarían antes de que les viesen? ¿Debían atacarles cuando estuviesen cerca? ¿Qué probabilidades tenían de noquearlos antes de que pidiesen refuerzos?
Todas las posibilidades se le acumularon en la mente a Hana mientras los ninjas de Kurama paseaban y hablaban.
— No es para tanto, solo han pasado cinco minutos. Ayudame a buscar y volveremos antes.
— Cinco de ida y ahora otros cincos de vuelta. Como se entere Ruhara nos va a matar.
— Le diremos que estabamos patrullando.
— Ah, ya veo, quieres que nos corte los huevos antes de matarnos.
— Me dijiste que me ayudarías a buscarlo, no que estarias cagandote encima mientras yo lo busco.
— Sí, te lo dije, ¡porque pensaba que lo habías perdido entre tus cosas! No a cinco kilometros del campamento.
— Se me tuvo que caer cerca, fue cuando uno de los prisioneros casi se cae del carro. Es una pulsera de plata, si la pierdo mi mujer me dejara y mis hijos tendrán que crecer sin padre.
Aún estaban bastante lejos, pero a diferencia de ellos, hablaban libremente en el silencio de los arrozales, así que se les oía sin problema desde donde estaban. ¿Qué iban a hacer?