2/11/2022, 14:40
A regañadientes, pero sin al parecer otra idea en mente, la chica aceptó la estrategia del Senju y elaboró su misma secuencia de sellos. El resultado sería parecido, pero no el mismo. En lugar de transformarse en un perro, o incluso un gato, la chica se transformó en un zorro. La verdad, de los animales que se le hubiesen podido ocurrir, quizás ese era el que menos encajaba con el entorno... Al menos eso pensó Siete en primera instancia, pero bueno. La verdad sea dicha, tampoco entendía demasiado de ecología en arrozales. No podía decirle mucho más.
Sin demora, prosiguieron la senda que recorrían los soldados. El amanecer se echaba sobre ellos, cual cazador se cierne sobre su presa. El tiempo no jugaba a favor de ellos, y la luz ambiental también comenzaba a jugar en contra de los genins. Hayato comenzó a separarse un poco de Hana, lo justo y necesario como para que no sospechasen. Ver a un perro abandonado, podía pasar. Ver a un zorro que acecha posibles restos de comida, podía pasar. Pero ver a un perro fisgando con un zorro de acompañante... No, ni hablar, eso no iba a colar ni por asomo.
Era de cajón, no podía perderla de vista, pero tampoco podía estar a su lado dado el animal que había elegido como transformación. Así pues, con algo de distancia entre ellos, continuaron la persecución hasta topar con algo más o menos esperado: Un campamento. Al parecer, no se habían equivocado demasiado, el enemigo había retrocedido para reorganizarse. Seguramente, también para curar a heridos, reaprovisionarse, y a saber qué más. En lo que no habían caído, es en la posibilidad de una retirada total. El enemigo parecía estar recogiendo con prisas aquél asentamiento, como si se fuesen a algún lado. Podía significar dos cosas: Una, que habían cumplido su función y volvían a "casa"; y dos, que habían cumplido su función, y se dirigían a otro frente.
Quizás esa información era la que valía la pena.
Miró a su compañera, y ella le miró a él. Parecían estar en un punto crítico, pero ninguno parecía decidirse a qué hacer. Lo más sensato sería informar con lo que ya sabían, y retirarse. Pero por otro lado, informar de que habían visto un campamento a medio desmontar y no saber hacia dónde iban, o si de verdad habían hecho rehenes. Era como hacerle una paja a un muerto.
«Ojalá supiese alguna técnica para camuflarme mejor... ¡Manda huevos ser un ninja y no saber apenas técnicas de sigilo!.»
Se adelantó un poco, y comenzó a olisquear el suelo, como perro que va siguiendo algún rastro. Seguro que allí tenían comida, y que algún animal con el estómago vacío terminase por allí no era descabellado. Tenían que adentrarse un poco más, no podían volverse con las manos vacías. Al menos eso pensaba el Senju. Si habían llegado hasta allí, podían avanzar un poco más. Podían no, más bien DEBÍAN.
Sin demora, prosiguieron la senda que recorrían los soldados. El amanecer se echaba sobre ellos, cual cazador se cierne sobre su presa. El tiempo no jugaba a favor de ellos, y la luz ambiental también comenzaba a jugar en contra de los genins. Hayato comenzó a separarse un poco de Hana, lo justo y necesario como para que no sospechasen. Ver a un perro abandonado, podía pasar. Ver a un zorro que acecha posibles restos de comida, podía pasar. Pero ver a un perro fisgando con un zorro de acompañante... No, ni hablar, eso no iba a colar ni por asomo.
Era de cajón, no podía perderla de vista, pero tampoco podía estar a su lado dado el animal que había elegido como transformación. Así pues, con algo de distancia entre ellos, continuaron la persecución hasta topar con algo más o menos esperado: Un campamento. Al parecer, no se habían equivocado demasiado, el enemigo había retrocedido para reorganizarse. Seguramente, también para curar a heridos, reaprovisionarse, y a saber qué más. En lo que no habían caído, es en la posibilidad de una retirada total. El enemigo parecía estar recogiendo con prisas aquél asentamiento, como si se fuesen a algún lado. Podía significar dos cosas: Una, que habían cumplido su función y volvían a "casa"; y dos, que habían cumplido su función, y se dirigían a otro frente.
Quizás esa información era la que valía la pena.
Miró a su compañera, y ella le miró a él. Parecían estar en un punto crítico, pero ninguno parecía decidirse a qué hacer. Lo más sensato sería informar con lo que ya sabían, y retirarse. Pero por otro lado, informar de que habían visto un campamento a medio desmontar y no saber hacia dónde iban, o si de verdad habían hecho rehenes. Era como hacerle una paja a un muerto.
«Ojalá supiese alguna técnica para camuflarme mejor... ¡Manda huevos ser un ninja y no saber apenas técnicas de sigilo!.»
Se adelantó un poco, y comenzó a olisquear el suelo, como perro que va siguiendo algún rastro. Seguro que allí tenían comida, y que algún animal con el estómago vacío terminase por allí no era descabellado. Tenían que adentrarse un poco más, no podían volverse con las manos vacías. Al menos eso pensaba el Senju. Si habían llegado hasta allí, podían avanzar un poco más. Podían no, más bien DEBÍAN.