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En efecto, la kunoichi que tenía delante suya era la mismísima hija de aquella celebridad local, quien pudiese tener la suerte de la médica de poder trabajar juntas. Era un privilegio que no estaba dispuesta a rechazar.
—¡Por favor, faltaría más!
Se apresuraría a contestar a las palabras de agradecimiento de la muchacha al permitirle leer el pergamino para todos.
La misión era de lo más mundana, otro encargo básico para ninjas que recién arrancaban la carrera. La médica de a poco se iba a acostumbrando a que le tocasen esa clase de trabajos, ya había asistido en hospitales y herrerías, ahora tocaba un rubro un poco más cercano, al menos en lo que a delivery se trataba.
Era poesía para sus oídos escuchar la invitación de la bien llevada señorita que iba a ser su compañera ese día.
—Si te parece bien. Yo estoy más que lista. Podemos pasar por la armería en caso de que consideres necesario.
Sería entonces cuando atendería a las advertencias del encargado de las misiones. Los míticos cocodrilos de las alcantarillas. Un ligero escalofríos bajó por su espalda al recordar la experiencia cercana que había tenido con estas en el pasado. Prefería mantener las distancia en la medida de lo posible.
—¡Tendremos el debido cuidado!
Seguidamente no podría evitar acomodarse los lentes para disimular la incomodidad de revivir el recuerdo de la expedición.
—¡Por favor, faltaría más!
Se apresuraría a contestar a las palabras de agradecimiento de la muchacha al permitirle leer el pergamino para todos.
La misión era de lo más mundana, otro encargo básico para ninjas que recién arrancaban la carrera. La médica de a poco se iba a acostumbrando a que le tocasen esa clase de trabajos, ya había asistido en hospitales y herrerías, ahora tocaba un rubro un poco más cercano, al menos en lo que a delivery se trataba.
Era poesía para sus oídos escuchar la invitación de la bien llevada señorita que iba a ser su compañera ese día.
—Si te parece bien. Yo estoy más que lista. Podemos pasar por la armería en caso de que consideres necesario.
Sería entonces cuando atendería a las advertencias del encargado de las misiones. Los míticos cocodrilos de las alcantarillas. Un ligero escalofríos bajó por su espalda al recordar la experiencia cercana que había tenido con estas en el pasado. Prefería mantener las distancia en la medida de lo posible.
—¡Tendremos el debido cuidado!
Seguidamente no podría evitar acomodarse los lentes para disimular la incomodidad de revivir el recuerdo de la expedición.