12/11/2022, 02:44
Tras el problema inicial con el cocinero, el dúo de Uzu comenzó a andar rápidamente por el campamento, buscando ir directamente al barco en lo que daban de lado al resto del mundo. Por desgracia, el mundo no les daría de lado a ellos, al menos no por el momento. Apenas habían cruzado la mitad del campamento, se encontraron en mitad de todo el bullicio del desmontaje. Algunos gritaban nombres buscando ayuda por parte de otra persona, otros directamente tomaban iniciativa, y otros... agarraban a las personas que llamaban con ahínco, sobre todo cuando éstas no contestaban.
En realidad, no era extraño que no contestasen a la llamada. No sabían ni el nombre de las apariencias que habían robado, era técnicamente imposible saber cuándo las ordenes iban para ellos. Pero, en ese momento ya no hubo escapatoria. Un chunin había tomado por el hombro a Hana, llamándola Akiko, y recriminó que no le hiciese caso cuando la llamó. Ésta delegó la responsabilidad en la lesión de su compañero, y trató de explicar que lo acompañaba hasta el barco, pero el chunin parecía tenerle un asco severo a Hayato. En realidad no a Hayato, si no más bien al tipo del que había tomado la apariencia. Escupió que tenía pensamiento de que había salido impune.
Aún con el brazo derecho agarrado por la zurda, y con la ayuda de Hana para mantenerse en pie, Hayato soltó un bufido de dolor. Sabía que si hablaba demasiado terminarían pillándolo, y más si éste era un superior que le tenía tirria. Ya se la había jugado antes, con el cocinero. Jugarsela ahora, con éste tipo... la verdad es que no podía permitirse ese lujo, por bien que hubiese ido la anterior actuación.
—Creo... que está... roto... —Soltó a duras penas, con una voz partida y baja. Casi parecía a punto de llorar, como si el dolor fuese realmente atroz.
En su cabeza, la verdad es que rondaba una idea que le asomaba a tener los ojos vidriosos: Si los pillaban ahí, eran carne de cuervos. Pudo aprovechar esa énfasis, ese impulso, para increparlo a su actuación. Unas lágrimas tan reales como esas, hacían de la actuación una auténtica obra de arte. Si llegaban a sobrevivir, quizás se dedicase un tiempo a eso: El teatro.
En realidad, no era extraño que no contestasen a la llamada. No sabían ni el nombre de las apariencias que habían robado, era técnicamente imposible saber cuándo las ordenes iban para ellos. Pero, en ese momento ya no hubo escapatoria. Un chunin había tomado por el hombro a Hana, llamándola Akiko, y recriminó que no le hiciese caso cuando la llamó. Ésta delegó la responsabilidad en la lesión de su compañero, y trató de explicar que lo acompañaba hasta el barco, pero el chunin parecía tenerle un asco severo a Hayato. En realidad no a Hayato, si no más bien al tipo del que había tomado la apariencia. Escupió que tenía pensamiento de que había salido impune.
Aún con el brazo derecho agarrado por la zurda, y con la ayuda de Hana para mantenerse en pie, Hayato soltó un bufido de dolor. Sabía que si hablaba demasiado terminarían pillándolo, y más si éste era un superior que le tenía tirria. Ya se la había jugado antes, con el cocinero. Jugarsela ahora, con éste tipo... la verdad es que no podía permitirse ese lujo, por bien que hubiese ido la anterior actuación.
—Creo... que está... roto... —Soltó a duras penas, con una voz partida y baja. Casi parecía a punto de llorar, como si el dolor fuese realmente atroz.
En su cabeza, la verdad es que rondaba una idea que le asomaba a tener los ojos vidriosos: Si los pillaban ahí, eran carne de cuervos. Pudo aprovechar esa énfasis, ese impulso, para increparlo a su actuación. Unas lágrimas tan reales como esas, hacían de la actuación una auténtica obra de arte. Si llegaban a sobrevivir, quizás se dedicase un tiempo a eso: El teatro.