13/11/2022, 16:53
Por desgracia para ellos, la enfermería iba a ser lo último en recogerse. La excusa, el pretexto que habían diseñado para llegar hasta el barco, se hundió incluso más rápido de lo que se había mantenido a flote. Y no solo eso, si no que ahora encima estaban viéndose obligados a separarse, pues el chunin quería hablar con aquella mujer. Dichosa fuese la suerte, y dichosa la diosa Fortuna.
«¡Maldita sea!»
Su compañera intentó negarse, o poner otro pretexto, pero el hombre ni tan siquiera se molestó en mirarlos en lo que sentenciaba una mala acción de esos a los que le habían robado la identidad. Inquirió que si no le hacían caso, terminaría informando a Ruhara. No era la primera vez que escuchaban ese nombre, y por el trato que parecían tener con esa persona, incluso podía tratarse de un general. Si llegaban a llamar la atención de ese monstruo, no iban a escapar ni de coña.
Su compañera terminó aceptando la orden. No tenían muchas más opciones. Y antes de irse en otro camino, hizo por darle unas últimas instrucciones. No sabía ni qué decir, o qué hacer en ese instante. Solo pudo agachar la mirada, y gesticular un sí con un movimiento de cabeza en vertical.
«Tuvimos que quedarnos transformados como animales... al final nos van a pillar por culpa de éstos estúpidos escaqueados.»
Conforme su compañera se marchaba dirección contraria, el Senju tomaría dirección hacia la tienda donde viese una cruz médica. Buscarla no sería difícil, y más dado que la mayoría de tiendas estaban desmontadas, o en proceso. Evidentemente, no entraría en ella, pues el dolor del brazo era puro teatro. Lo que menos deseaba en ese instante era llamar más la atención, encontrándose con más gente a la que debiese tiempo o esfuerzo. Así pues, rodearía la tienda para perderse de vistas no deseadas, y buscaría cajas o algún tipo de suministro que tomar. La idea era sencilla, buscaría algo que "debiese llevar al barco, por orden de Ruhara."
Nadie se atrevería a contradecirle.
¿No...?
«¡Maldita sea!»
Su compañera intentó negarse, o poner otro pretexto, pero el hombre ni tan siquiera se molestó en mirarlos en lo que sentenciaba una mala acción de esos a los que le habían robado la identidad. Inquirió que si no le hacían caso, terminaría informando a Ruhara. No era la primera vez que escuchaban ese nombre, y por el trato que parecían tener con esa persona, incluso podía tratarse de un general. Si llegaban a llamar la atención de ese monstruo, no iban a escapar ni de coña.
Su compañera terminó aceptando la orden. No tenían muchas más opciones. Y antes de irse en otro camino, hizo por darle unas últimas instrucciones. No sabía ni qué decir, o qué hacer en ese instante. Solo pudo agachar la mirada, y gesticular un sí con un movimiento de cabeza en vertical.
«Tuvimos que quedarnos transformados como animales... al final nos van a pillar por culpa de éstos estúpidos escaqueados.»
Conforme su compañera se marchaba dirección contraria, el Senju tomaría dirección hacia la tienda donde viese una cruz médica. Buscarla no sería difícil, y más dado que la mayoría de tiendas estaban desmontadas, o en proceso. Evidentemente, no entraría en ella, pues el dolor del brazo era puro teatro. Lo que menos deseaba en ese instante era llamar más la atención, encontrándose con más gente a la que debiese tiempo o esfuerzo. Así pues, rodearía la tienda para perderse de vistas no deseadas, y buscaría cajas o algún tipo de suministro que tomar. La idea era sencilla, buscaría algo que "debiese llevar al barco, por orden de Ruhara."
Nadie se atrevería a contradecirle.
¿No...?