16/11/2022, 10:05
No hubo más demora para que la chica le entregase al Senju las vendas medio mojadas. Nuevamente, tenía una coartada para marcarse un Leroy Jenkins. Y precisamente Hayato no era de esas personas a las que le guste meterse en la boca del lobo. Podía ser aficionado a la adrenalina, inteligente, amante de las películas de bajo presupuesto, podía gustarle el rap improvisado, o ser de esas personas a las que les gusta meterse en la boca del lobo... ¡Pero Hayato nunca será Kuseño!.
En fin, que ahora tenía la decisión en sus manos. Podía buscar a su compañera, que a saber dónde andaba, o bien podía seguir con el plan inicial e intentar colarse en el barco. La cosa era que todo jugaba en su contra, hasta podía toparse por error con las personas a quienes habían robado la identidad. Si no lograba encontrar a Hana, ni tan siquiera podría informar a Datsue sobre lo que pasaba. Y eso significaba que esa infiltración, habría sido en vano. Además de que si lo pillaban, habría sido en vano y encima habría perdido la vida. Seguro que no todos los shinobis que se enfrentaban a éste ejercito tenían la suerte o la desgracia de seguir vivos. El arrozal que habían dejado atrás así lo aclaraba.
Así que sin más, sacó la moneda de plata que siempre tenía en el bolsillo. La lanzó al aire, con el pensamiento de: Cara, al barco; y cruz, busco a Hana. La moneda voló girando sobre sí misma por escasos segundos, tras lo cuál el chico la atrapó. Abrió la mano, y pudo ver el resultado, la moneda tenía el rostro de una chica mirando al cielo.
Dejó caer un suspiro, y puso rumbo al barco. Tan solo esperaba no tener mayores problemas en el camino. La suerte estaba echada, y Fortuna le había aconsejado a tomar un camino.
En fin, que ahora tenía la decisión en sus manos. Podía buscar a su compañera, que a saber dónde andaba, o bien podía seguir con el plan inicial e intentar colarse en el barco. La cosa era que todo jugaba en su contra, hasta podía toparse por error con las personas a quienes habían robado la identidad. Si no lograba encontrar a Hana, ni tan siquiera podría informar a Datsue sobre lo que pasaba. Y eso significaba que esa infiltración, habría sido en vano. Además de que si lo pillaban, habría sido en vano y encima habría perdido la vida. Seguro que no todos los shinobis que se enfrentaban a éste ejercito tenían la suerte o la desgracia de seguir vivos. El arrozal que habían dejado atrás así lo aclaraba.
Así que sin más, sacó la moneda de plata que siempre tenía en el bolsillo. La lanzó al aire, con el pensamiento de: Cara, al barco; y cruz, busco a Hana. La moneda voló girando sobre sí misma por escasos segundos, tras lo cuál el chico la atrapó. Abrió la mano, y pudo ver el resultado, la moneda tenía el rostro de una chica mirando al cielo.
Dejó caer un suspiro, y puso rumbo al barco. Tan solo esperaba no tener mayores problemas en el camino. La suerte estaba echada, y Fortuna le había aconsejado a tomar un camino.