22/11/2022, 20:28
El shinobi pudo denotar dónde se encontraba gracias a su olfato. No es que fuese un gran sabueso, cualquier otro también lo habría averiguando al instante, tras semejante golpe de olores en su nariz. La gente iba y venía, la puerta casi que se mantuvo abierta en lo que el genin avanzaba. Bajó unas escaleras, y allí se topó con otra decisión: comedor, o riesgo.
De normal hubiera lanzado su moneda de plata, pero la situación no se lo permitía. Un auténtico chasco.
Tras unos segundos de deliberación, y el Senju dejó de lado lo fácil, y tomó el camino más central. A la derecha dejaba el comedor, y a la izquierda otro habitáculo cuyas funciones aún no tenía claras. Realmente era un rezagado, un turista en pleno territorio enemigo. A cada segundo que corría o paso que daba, se adentraba más y más en la boca del lobo.
De normal hubiera lanzado su moneda de plata, pero la situación no se lo permitía. Un auténtico chasco.
Tras unos segundos de deliberación, y el Senju dejó de lado lo fácil, y tomó el camino más central. A la derecha dejaba el comedor, y a la izquierda otro habitáculo cuyas funciones aún no tenía claras. Realmente era un rezagado, un turista en pleno territorio enemigo. A cada segundo que corría o paso que daba, se adentraba más y más en la boca del lobo.