30/11/2022, 19:51
Poco tiempo transcurrio desde que Siete preparó su estratagema hasta que abrieron de nuevo la puerta del camarote. Para cuando entraron en el sollado, hablando de sus cosas, ambos quedaron perplejos ante el panorama. El primero alertó de que algo no andaba bien, y era más que obvio a simple vista. Poco después, inquirió a su compañero que buscase ayuda, pues eso había sido cosa de los infiltrados seguro. No se equivocaban. El segundo salió corriendo del lugar, en lo que el primero se quitaba la sandalia, pues la había manchado de ese liquido color azabache.
Entre tanto, Hayato permaneció quieto como un cadáver, y callado como esa mujer que alquila su cuerpo a desconocidos en algunas esquinas. Esperaba paciente, cual zorro atisba un gallinero desde la seguridad de la distancia.
Entre tanto, Hayato permaneció quieto como un cadáver, y callado como esa mujer que alquila su cuerpo a desconocidos en algunas esquinas. Esperaba paciente, cual zorro atisba un gallinero desde la seguridad de la distancia.