3/12/2022, 01:17
Hana siguió quitandole vendas mientras la otra chica se encargaba de limpiarle las heridas a Ranko, apenas reaccionaba y parecía que ni podía moverse. Cuando le habían dicho que iba a curar a los prisioneros esperaba poder soltarlos de alguna forma y que ellos se encargasen. Ahora estaba claro que eso no iba a suceder.
¿Tenía plan B?
— ¡Eh! Traete a esas aquí, hay que limpiar un camarote.
— ¿Qué? Ruhara me ha dicho que las pusiese a curar a los prisioneros.
— Ya, pero alguien ha vertido... algo en un camarote y Ruhara no quiere que se acerque nadie que no sean ellas.
El hombre suspiró y se acarició el puente de la nariz, agotado. Ahora tendría que llevarlas arriba y después volver a bajar ahí para que siguiesen con las curas. Ambas chicas se habían apresurado en acabar la cura de Ranko mientras los hombres hablaban, para no dejarla a medias.
— Está bien, está bien. Vamos, ya habéis oido.
Una vez habían acabado de curar a Ranko, ambas empezaron a recoger las cosas para salir de la celda por ahora.
— Volveremos. — les prometió Hana en un murmullo antes de salir de la celda.
Y todos se fueron y los prisioneros volvieron a quedarse solos con sus pensamientos. Las chicas subieron de nuevo, una con las vendas sucias y otra con el barreño con agua sucia. Con un guardia delante y otro detrás, acabaron por llegar al camarote en cuestión, que estaba convenientemente cerca de la salida.
Hana se asomó para ver un liquido raro empapando todo el suelo del lugar. ¿Qué demonios era eso? Desprendía un olor extraño.
— ¿Qué ha pasado?
— Ni idea, solo hemos vuelto y nos lo hemos encontrado así.
Mientras Hana miraba el techo para ver si estaba goteando o algo. Si no sabían de donde había salido, tenía que ser cosa de Hayato, ¿no? Pero no veía qué iba a aportar ese liquido a... nada. Cuando se volteó pudo ver a su compañera pelirroja recibiendo indicaciones sobre donde estaban los utensilios de limpieza y de donde podían sacar agua. Así que Hana se unió a la charla mientras pensaba qué hacer ahora.
_____________________________
De repente, el más poderoso de los ninjas que estaban con el Shukaku guardó su arma.
— Se ha ido, chicos. Volvamos al barco y debemos partir de inmediato, antes de que vuelva.
O el ninja de Kurama era especialmente bueno en el arte del engaño, o entre que él se había alejado y el Shukaku se había hundido había salido de su rango de percepción. Fuese cual fuese el caso, todos se replegaron rápidamente mientras comentaban qué clase de criatura podía haber sido.
¿Tenía plan B?
— ¡Eh! Traete a esas aquí, hay que limpiar un camarote.
— ¿Qué? Ruhara me ha dicho que las pusiese a curar a los prisioneros.
— Ya, pero alguien ha vertido... algo en un camarote y Ruhara no quiere que se acerque nadie que no sean ellas.
El hombre suspiró y se acarició el puente de la nariz, agotado. Ahora tendría que llevarlas arriba y después volver a bajar ahí para que siguiesen con las curas. Ambas chicas se habían apresurado en acabar la cura de Ranko mientras los hombres hablaban, para no dejarla a medias.
— Está bien, está bien. Vamos, ya habéis oido.
Una vez habían acabado de curar a Ranko, ambas empezaron a recoger las cosas para salir de la celda por ahora.
— Volveremos. — les prometió Hana en un murmullo antes de salir de la celda.
Y todos se fueron y los prisioneros volvieron a quedarse solos con sus pensamientos. Las chicas subieron de nuevo, una con las vendas sucias y otra con el barreño con agua sucia. Con un guardia delante y otro detrás, acabaron por llegar al camarote en cuestión, que estaba convenientemente cerca de la salida.
Hana se asomó para ver un liquido raro empapando todo el suelo del lugar. ¿Qué demonios era eso? Desprendía un olor extraño.
— ¿Qué ha pasado?
— Ni idea, solo hemos vuelto y nos lo hemos encontrado así.
Mientras Hana miraba el techo para ver si estaba goteando o algo. Si no sabían de donde había salido, tenía que ser cosa de Hayato, ¿no? Pero no veía qué iba a aportar ese liquido a... nada. Cuando se volteó pudo ver a su compañera pelirroja recibiendo indicaciones sobre donde estaban los utensilios de limpieza y de donde podían sacar agua. Así que Hana se unió a la charla mientras pensaba qué hacer ahora.
_____________________________
De repente, el más poderoso de los ninjas que estaban con el Shukaku guardó su arma.
— Se ha ido, chicos. Volvamos al barco y debemos partir de inmediato, antes de que vuelva.
O el ninja de Kurama era especialmente bueno en el arte del engaño, o entre que él se había alejado y el Shukaku se había hundido había salido de su rango de percepción. Fuese cual fuese el caso, todos se replegaron rápidamente mientras comentaban qué clase de criatura podía haber sido.