21/12/2022, 03:07
Hana y la otra chica estaban yendo a la cabina del capitan, o de la subcapitana, a ver a Ruhara, que las había mandado llamar por algún motivo. Hana sospechaba el motivo y su compañera parecía estar tensa también, siendo conocedora de que Hana era una infiltrada. Aunque técnicamente estaba tan prisionera como ella.
Cuando estaban pasando por cubierta para llegar hasta donde Ruhara, una persona saltó desde tierra hasta el barco, justo delante de la pareja de prisioneras. Una era una chica pelirroja con el pelo por los hombros y de ojos dorados y a su lado una chica algo más alta de rubios cabellos y ojos ambar, que era Hana.
— ¿Shukaku-sama? — preguntó Hana en cuanto apareció, tapandose la boca de inmediato, habiendo desvelado su identidad al reconocerlo.
—¡Bienaventurada sea mi dicha! ¡Hallar un barco sin puerto, en mitad de mi peregrinación! ¿Puedo preguntar hacia dónde se dirige, Pelo Vómito?
¿Pelo Vomito? Aún seguía enfadado por llamarle Ichibi-san. O tal vez sí se veía así su pelo. En cualquier caso, el alboroto que había provocado el Shukaku pronto fue al máximo. Hana se adelantó a su compañera, protegiendola por si acaso. Quería soltarle la información que tenía ahí mismo, pero eso pondría en riesgo toda su operación y ni siquiera sabía donde estaba Hayato.
Todos los shinobis que había alrededor dieron un paso hacia atrás, muchos reconociendo el poder de aquella persona, otros por instinto.
— ¡Es el Uzukage! ¡Llamad a Marrow-sama! ¡A Ruhara! ¡¡A TODOS LOS QUE HAY EN EL BARCO!! — pronto esa no fue la única voz, el caos se originó de inmediato con multitud de personas gritando que llamasen a otras personas.
Estaban rodeados, pero ninguno parecía tener el valor para lanzar la primera piedra.
— ¿Qué demonios es este jaleo? — como si sus plegarias hubiesen sido oidas, Ruhara se asomó desde lo alto de su camarote, directamente encima de Shukaku y la pareja de kunoichis.
Era cuestión de decimas de segundo antes de que Ruhara reconociese al Shukaku y reaccionase. Decimas que el subkage tendría que aprovechar si quería salir de ahí con vida.
Cuando estaban pasando por cubierta para llegar hasta donde Ruhara, una persona saltó desde tierra hasta el barco, justo delante de la pareja de prisioneras. Una era una chica pelirroja con el pelo por los hombros y de ojos dorados y a su lado una chica algo más alta de rubios cabellos y ojos ambar, que era Hana.
— ¿Shukaku-sama? — preguntó Hana en cuanto apareció, tapandose la boca de inmediato, habiendo desvelado su identidad al reconocerlo.
—¡Bienaventurada sea mi dicha! ¡Hallar un barco sin puerto, en mitad de mi peregrinación! ¿Puedo preguntar hacia dónde se dirige, Pelo Vómito?
¿Pelo Vomito? Aún seguía enfadado por llamarle Ichibi-san. O tal vez sí se veía así su pelo. En cualquier caso, el alboroto que había provocado el Shukaku pronto fue al máximo. Hana se adelantó a su compañera, protegiendola por si acaso. Quería soltarle la información que tenía ahí mismo, pero eso pondría en riesgo toda su operación y ni siquiera sabía donde estaba Hayato.
Todos los shinobis que había alrededor dieron un paso hacia atrás, muchos reconociendo el poder de aquella persona, otros por instinto.
— ¡Es el Uzukage! ¡Llamad a Marrow-sama! ¡A Ruhara! ¡¡A TODOS LOS QUE HAY EN EL BARCO!! — pronto esa no fue la única voz, el caos se originó de inmediato con multitud de personas gritando que llamasen a otras personas.
Estaban rodeados, pero ninguno parecía tener el valor para lanzar la primera piedra.
— ¿Qué demonios es este jaleo? — como si sus plegarias hubiesen sido oidas, Ruhara se asomó desde lo alto de su camarote, directamente encima de Shukaku y la pareja de kunoichis.
Era cuestión de decimas de segundo antes de que Ruhara reconociese al Shukaku y reaccionase. Decimas que el subkage tendría que aprovechar si quería salir de ahí con vida.