22/12/2022, 13:55
—¿Marrow? ¿El General? Oh, sí.. ¡Oh, sí! ¡¡Llamadle!! ¡QUE VENGA A MÍ!
No podía decir que no confiase en el Shukaku, lo hacía, cada vez de forma más ligera. Cuando lo había visto, había sido su pico de confianza y de ahí, con cada palabra y acción de la criatura bajaba un tercio. Le vio saltar al borde de la cubierta y su confianza en él ya estaba bajo una centesima parte de la original. Fuese cual fuese su plan, no le iba a gustar.
Ruhara había clavado su mirada en él y ni siquiera había dicho una sola palabra. Como había pasado antes, todos retrocedieron dejando un pequeño vacio alrededor del Shukaku.
— ¡Capitana! ¡Danos alguna orden!
Aquel grito sacó a Ruhara de su ensimismamiento momentaneamente.
— ¡Todos quietos! ¿Quieres hablar con Marrow-sama? Como desees, pero si intentas algo contra mi gente o el barco, morirán todos los supervivientes de la guerra. Además serán los primeros en ahogarse si nos hundes, así...
Una bala de cañón apareció de la estancia de la que había salido Ruhara en dirección al Shukaku. No había habido ninguna señal, solo la enorme bala destruyendo la pared de la cabina y yendo a toda velocidad a por el clon anomalo de Datsue (100 PV). La bala reventó sin piedad la pared del camarote, su suelo y el techo del inferior, sin embargo, su trayectoria era casi perfecta. Se llevaría por delante al Shukaku dejando el pasamanos casi intacto.
El boquete dejaría ver a Marrow, quieto, observando la situación desde la nueva ventana que había creado en su propia habitación. Parecía expectante, sabía perfectamente que eso no iba a ser suficiente para acabar con el Uzukage y esperaba su contaataque.
Ruhara, ahora abrazada a la barandilla del balcón sin suelo donde apoyarse, vociferó:
— ¡Moved el culo! ¡No dejeis que se recupere!
Todos los ninjas procedieron a mirarse entre ellos un segundo antes de fijar su atención en la barandilla y esperar a que algo surgiese del polvo y las astillas.
Hana había observado la escena tan sorprendida como cualquier otro antes de que el grito de Ruhara la sacase de su cabilación. Agarró a su nueva compañera y empezó a correr al lado contrario del barco, intentó parecer tan aterrorizada como fuese posible.
— ¡Nos va a matar! — por suerte, estaba de los nervios, así que ayudaba bastante a su interpretación.
Esperaría a ver si el Shukaku tenía algún as bajo la manga para mantener la distracción, sino no tendría el valor de intentar escapar.
_________________________
Incluso en la prisión, que era la zona más alejada de donde estaba ocurriendo la destrucción, sentirían una violenta vibración en la madera del barco. Cómo si acabasen de pegarles un cañonazo. Sentirían el meneo del barco durante unos segundos antes de volver al silencio habitual.
No podía decir que no confiase en el Shukaku, lo hacía, cada vez de forma más ligera. Cuando lo había visto, había sido su pico de confianza y de ahí, con cada palabra y acción de la criatura bajaba un tercio. Le vio saltar al borde de la cubierta y su confianza en él ya estaba bajo una centesima parte de la original. Fuese cual fuese su plan, no le iba a gustar.
Ruhara había clavado su mirada en él y ni siquiera había dicho una sola palabra. Como había pasado antes, todos retrocedieron dejando un pequeño vacio alrededor del Shukaku.
— ¡Capitana! ¡Danos alguna orden!
Aquel grito sacó a Ruhara de su ensimismamiento momentaneamente.
— ¡Todos quietos! ¿Quieres hablar con Marrow-sama? Como desees, pero si intentas algo contra mi gente o el barco, morirán todos los supervivientes de la guerra. Además serán los primeros en ahogarse si nos hundes, así...
Una bala de cañón apareció de la estancia de la que había salido Ruhara en dirección al Shukaku. No había habido ninguna señal, solo la enorme bala destruyendo la pared de la cabina y yendo a toda velocidad a por el clon anomalo de Datsue (100 PV). La bala reventó sin piedad la pared del camarote, su suelo y el techo del inferior, sin embargo, su trayectoria era casi perfecta. Se llevaría por delante al Shukaku dejando el pasamanos casi intacto.
El boquete dejaría ver a Marrow, quieto, observando la situación desde la nueva ventana que había creado en su propia habitación. Parecía expectante, sabía perfectamente que eso no iba a ser suficiente para acabar con el Uzukage y esperaba su contaataque.
Ruhara, ahora abrazada a la barandilla del balcón sin suelo donde apoyarse, vociferó:
— ¡Moved el culo! ¡No dejeis que se recupere!
Todos los ninjas procedieron a mirarse entre ellos un segundo antes de fijar su atención en la barandilla y esperar a que algo surgiese del polvo y las astillas.
Hana había observado la escena tan sorprendida como cualquier otro antes de que el grito de Ruhara la sacase de su cabilación. Agarró a su nueva compañera y empezó a correr al lado contrario del barco, intentó parecer tan aterrorizada como fuese posible.
— ¡Nos va a matar! — por suerte, estaba de los nervios, así que ayudaba bastante a su interpretación.
Esperaría a ver si el Shukaku tenía algún as bajo la manga para mantener la distracción, sino no tendría el valor de intentar escapar.
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Incluso en la prisión, que era la zona más alejada de donde estaba ocurriendo la destrucción, sentirían una violenta vibración en la madera del barco. Cómo si acabasen de pegarles un cañonazo. Sentirían el meneo del barco durante unos segundos antes de volver al silencio habitual.