28/12/2022, 17:03
La boca de Shukaku se convirtió en un tajo torcido que alguien podría interpretar como una sonrisa. Se produjo un cambio sutil en sus ojos. Los cuatro círculos alrededor del rombo estrellado que eran sus pupilas desaparecieron, dejando el lugar a tres aspas. El fondo de su iris, en cambio, se mantuvo igual. El suyo era un Sharingan dorado, más discreto y difícil de identificar en comparación al de los Uchihas.
—No son mis heridos. —introdujo a Marrow en su Genjutsu —. Ni siquiera soy el Uzukage.
Y ahora, comprobaría si su mentalidad era tan inamovible como se creía. Su inteligencia subyugaría a su voluntad, ordenando a su cuerpo a dormirse.
—Que tengas dulces, pequeño Marrow —se mofó, cuando el General cayó inconsciente. Shukaku saltó, posicionándose sobre su cuerpo. Le tomó de la cabellera y le alzó con una mano, para que todos sus ninjas lo viesen—. Salid todos de este barco, ya, o vuestro General morirá aquí y ahora. Lanzaré su cuerpo inconsciente al mar cuando el último de vosotros haya saltado por la borda, o le enviaré directo al Yomi si tan solo uno de vosotros decide quedarse.
No lo había dicho en tono amenazante. Ni tan siquiera había gritado. Su voz había resonado calmada, pero inamovible, como el juez que dicta sentencia. Su palabra era la ley. No podías evadirla, ni esconderte de ella. No existía tercera opción, ni truco que te salvase de su condena. Los peones tenían que decidir: sacrificar a su General; o salvarle para luchar junto a él otro día.
—No son mis heridos. —introdujo a Marrow en su Genjutsu —. Ni siquiera soy el Uzukage.
Y ahora, comprobaría si su mentalidad era tan inamovible como se creía. Su inteligencia subyugaría a su voluntad, ordenando a su cuerpo a dormirse.
—Que tengas dulces, pequeño Marrow —se mofó, cuando el General cayó inconsciente. Shukaku saltó, posicionándose sobre su cuerpo. Le tomó de la cabellera y le alzó con una mano, para que todos sus ninjas lo viesen—. Salid todos de este barco, ya, o vuestro General morirá aquí y ahora. Lanzaré su cuerpo inconsciente al mar cuando el último de vosotros haya saltado por la borda, o le enviaré directo al Yomi si tan solo uno de vosotros decide quedarse.
No lo había dicho en tono amenazante. Ni tan siquiera había gritado. Su voz había resonado calmada, pero inamovible, como el juez que dicta sentencia. Su palabra era la ley. No podías evadirla, ni esconderte de ella. No existía tercera opción, ni truco que te salvase de su condena. Los peones tenían que decidir: sacrificar a su General; o salvarle para luchar junto a él otro día.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado