29/12/2022, 01:25
Tras las palabras del Shukaku, la mayoría de ninjas se estremecieron. Sus palabras resonaban con un volumen especial, con un timbre diferente a la de los seres humanos. Sin embargo, algunos de ellos habían escuchado voces peores. Y todos recordaban las intenciones de su general antes de caer.
Ya estaban evacuando antes de que el Shukaku lo dijese y siguieron haciendolo después. Algunos parecían en tensión, a punto de hacer alguna locura, pero una figura apareció abriendose paso entre la muchedumbre que estaba ya en la costa. Era un espadachín calvo con una placa dorada en su chaleco. El Shukaku podría reconocerlo, era el Jounin que lo había detectado. Detrás iba la misma variopinta panda que lo había acompañado, a excepción del peliverde.
— Ya habéis oido, compañeros y compañeras, retroceded y todo saldrá bien. — ordenó a los suyos para que retrocedieran del acantilado.
Se llevó una mano a su katana y la desenvainó mientras una fuerte corriente de aire se arremolinaba alrededor de la hoja. Un instante después, trazó un corte en el aire en dirección al barco en diagonal, llevandose por delante madera y metal. Al mismo tiempo, el peliverde que faltaba hizo lo mismo con sus dedos, haciendo un corte de futon en el lado opuesto del barco.
— ¡Empujad el barco a mar abierto! — gritó antes de saltar a cubierta. — ¡Los que quedeis en él saltad de una puta vez!
El resto de sus compañeros lo siguieron a cubierta. Estaban los tres Chunin y el Jounin, igual que cuando había llegado. Y parecían ser algún tipo de equipo especial, porque el resto los siguieron sin cuestionarselo. La mayoría de técnicas que utilizaron fueron las más basicas que uno pudiese imaginar, pero la suma de todas ellas no solo había destrozado esa parte del barco, sino que lo empujaban hacia el mar.
— Como bien te dijo, Marrow-sama. No saldrás de este barco victorioso. — le dijo amenazante apuntandole con su katana.
A su lado estaba el Chunnin musculoso y el del tupé, ambos preparados para actuar. Parecían estar esperando algo.
__________________________________________
Toshio habló, Jun habló, y sus palabras parecieron importantes hasta que escucharon un sonoro crujido en el lateral del barco que daba a tierra. De repente, se abrió una enorme grieta en la pared, como si alguien hubiese hecho un corte con una espada gigante. La luz les cegó de nuevo, esta vez, luz natural. Podían ver el acantilado. Pudieron ver a los prisioneros que estaban en esa celda apartarse de golpe de la pared solo para saltar a traves de la grieta apenas un segundo después de que se creara.
— ¡Hijos de puta! ¡No nos dejeis aquí! — gritó uno que estaba en la celda de la pared opuesta.
El hombre que estaba con ellas en la celda se pegó a sus barrotes, observando esa via de escape. Sin embargo, pronto más técnicas empezaron a golpear ese costado, alejandolos de la costa y carcomiendo las estructuras del barco. Los choques hicieron que el barco se balancease ligeramente. Por desgracia, la celda central estaba intacta. Gran parte de la celda del lateral que había sido atacado ya no estaba. Todo el navio parecía estar en un equilibrio momentaneo después del vaiven de los golpes. A la espera de una ola minimamente fuerte para desequilibrarlo por completo.
________________________________________
Hana vio, en shock, como lanzaban toda clase de técnicas al barco donde estaba prisionera Ranko. Primero, cortaron las cadenas de las anclas, llevandose parte del casco. Qué demonios, el espadachin había dejado al descubierto los pisos inferiores con su corte. El otro solo hizo una magulladura en el casco aparte de cortar la cadena del ancla posterior.
Y después, todos los que aún podían tenerse en pie se dedicaron a bombardear el costado con técnicas. Fuego, agua, aire, tierra, rayo, todo de técnicas basicas. Suficiente para hacer un daño irreversible y para empujar el navio mar adentro. Su mano soltó la de Tiki antes de lanzarse a correr hacia la costa.
— ¡No! ¡Ranko! — Hana corrió con lagrimas en los ojos, desesperada por volver a subirse al barco.
Para cuando llegó al borde del acantilado y se dispuso a saltar, el barco ya estaba demasiado lejos. Quiso acumular chakra para dar el salto, pero el chakra no le respondía. Y alguien la agarró del brazo.
— ¡Cuidado! — le dijo el hombre que la había parado.
— ¡Sueltame! ¡Van a morir! — se revolvió para deshacerse de su agarre, pero no tenía la fuerza para hacerlo y pronto, más personas se sumaron para detenerla.
— ¡Si vas también morirás tú!
Iba a responderle, pero simplemente se quedó en el sitio al ver que el hombre tenía lagrimas en los ojos. ¿Qué iba a ser de Ranko? ¿Del resto de prisioneros? ¿Tendría el Shukaku un plan? De nuevo, ella no podía hacer nada.
Cayó al suelo de rodillas y la mayoría de agarres se aflojaron, ahora que parecía estar más consciente de sus acciones. Al borde del barranco como estaba, pudo ver cómo sacaban a Ruhara del agua en la parte baja del acantilado.
Ya estaban evacuando antes de que el Shukaku lo dijese y siguieron haciendolo después. Algunos parecían en tensión, a punto de hacer alguna locura, pero una figura apareció abriendose paso entre la muchedumbre que estaba ya en la costa. Era un espadachín calvo con una placa dorada en su chaleco. El Shukaku podría reconocerlo, era el Jounin que lo había detectado. Detrás iba la misma variopinta panda que lo había acompañado, a excepción del peliverde.
— Ya habéis oido, compañeros y compañeras, retroceded y todo saldrá bien. — ordenó a los suyos para que retrocedieran del acantilado.
Se llevó una mano a su katana y la desenvainó mientras una fuerte corriente de aire se arremolinaba alrededor de la hoja. Un instante después, trazó un corte en el aire en dirección al barco en diagonal, llevandose por delante madera y metal. Al mismo tiempo, el peliverde que faltaba hizo lo mismo con sus dedos, haciendo un corte de futon en el lado opuesto del barco.
— ¡Empujad el barco a mar abierto! — gritó antes de saltar a cubierta. — ¡Los que quedeis en él saltad de una puta vez!
El resto de sus compañeros lo siguieron a cubierta. Estaban los tres Chunin y el Jounin, igual que cuando había llegado. Y parecían ser algún tipo de equipo especial, porque el resto los siguieron sin cuestionarselo. La mayoría de técnicas que utilizaron fueron las más basicas que uno pudiese imaginar, pero la suma de todas ellas no solo había destrozado esa parte del barco, sino que lo empujaban hacia el mar.
— Como bien te dijo, Marrow-sama. No saldrás de este barco victorioso. — le dijo amenazante apuntandole con su katana.
A su lado estaba el Chunnin musculoso y el del tupé, ambos preparados para actuar. Parecían estar esperando algo.
__________________________________________
Toshio habló, Jun habló, y sus palabras parecieron importantes hasta que escucharon un sonoro crujido en el lateral del barco que daba a tierra. De repente, se abrió una enorme grieta en la pared, como si alguien hubiese hecho un corte con una espada gigante. La luz les cegó de nuevo, esta vez, luz natural. Podían ver el acantilado. Pudieron ver a los prisioneros que estaban en esa celda apartarse de golpe de la pared solo para saltar a traves de la grieta apenas un segundo después de que se creara.
— ¡Hijos de puta! ¡No nos dejeis aquí! — gritó uno que estaba en la celda de la pared opuesta.
El hombre que estaba con ellas en la celda se pegó a sus barrotes, observando esa via de escape. Sin embargo, pronto más técnicas empezaron a golpear ese costado, alejandolos de la costa y carcomiendo las estructuras del barco. Los choques hicieron que el barco se balancease ligeramente. Por desgracia, la celda central estaba intacta. Gran parte de la celda del lateral que había sido atacado ya no estaba. Todo el navio parecía estar en un equilibrio momentaneo después del vaiven de los golpes. A la espera de una ola minimamente fuerte para desequilibrarlo por completo.
________________________________________
Hana vio, en shock, como lanzaban toda clase de técnicas al barco donde estaba prisionera Ranko. Primero, cortaron las cadenas de las anclas, llevandose parte del casco. Qué demonios, el espadachin había dejado al descubierto los pisos inferiores con su corte. El otro solo hizo una magulladura en el casco aparte de cortar la cadena del ancla posterior.
Y después, todos los que aún podían tenerse en pie se dedicaron a bombardear el costado con técnicas. Fuego, agua, aire, tierra, rayo, todo de técnicas basicas. Suficiente para hacer un daño irreversible y para empujar el navio mar adentro. Su mano soltó la de Tiki antes de lanzarse a correr hacia la costa.
— ¡No! ¡Ranko! — Hana corrió con lagrimas en los ojos, desesperada por volver a subirse al barco.
Para cuando llegó al borde del acantilado y se dispuso a saltar, el barco ya estaba demasiado lejos. Quiso acumular chakra para dar el salto, pero el chakra no le respondía. Y alguien la agarró del brazo.
— ¡Cuidado! — le dijo el hombre que la había parado.
— ¡Sueltame! ¡Van a morir! — se revolvió para deshacerse de su agarre, pero no tenía la fuerza para hacerlo y pronto, más personas se sumaron para detenerla.
— ¡Si vas también morirás tú!
Iba a responderle, pero simplemente se quedó en el sitio al ver que el hombre tenía lagrimas en los ojos. ¿Qué iba a ser de Ranko? ¿Del resto de prisioneros? ¿Tendría el Shukaku un plan? De nuevo, ella no podía hacer nada.
Cayó al suelo de rodillas y la mayoría de agarres se aflojaron, ahora que parecía estar más consciente de sus acciones. Al borde del barranco como estaba, pudo ver cómo sacaban a Ruhara del agua en la parte baja del acantilado.