29/12/2022, 19:54
El cobarde barril aguantó, aguantó y aguantó. Tal y como hizo el lobo al soplar las casas de los tres cerditos, pero en ésta ocasión el protagonista no quería una buena cena, si no sobrevivir. Quizás esa pequeña e insignificante diferencia marcó de manera distinta la historia. Pues a base de mantenerse firme e ininmutable, aguantó escondido Hayato lo suficiente como para que todo el tablero del ajedrez se volcase, haciendo muy difícil averiguar en favor de qué bando quedaban la mayor parte de las piezas, o el juego.
Lo único seguro ahora, era que se estaba librando una batalla fuera, y que tenía la oportunidad perfecta para moverse y escapar, o lo que decidiese. Pero si o si, debía ser en ese preciso instante.
Sin perder un solo segundo, el chico deshizo la tecnica de transformación, volviendo a retomar su propia apariencia. Se encontraba en el habitáculo de los sollados, el de las camas, el que había ensuciado y posteriormente habían limpiado. Eso si, estaba solo. Miró a su alrededor para asegurarse de ello, y tras el vistazo preliminar, avanzó corriendo hacia la puerta, abriéndola de golpe. El tambaleo en el barco se notó casi como un terremoto desde debajo de una mesa. El chico casi pierde el equilibrio y todo, teniendo que agarrarse por un instante a la pared más cercana. Parecía que estuviesen tratando de hundir el barco. Quizás el bando aliado había llegado hasta allí gracias a Hana, e intentaban hundir el medio de huida del enemigo sin saber sobre los presos. A saber...
Rápidamente corrió hacia la salida, tratando de no destacar demasiado, avanzando semi agachado para ocultar relativamente su presencia. Tras salir, buscaría la siguiente puerta que encontrase del barco, su objetivo era encontrar a los prisioneros. Así mismo, aprovecharía para echar un ojo a qué estaba pasando allí fuera. Pero sin duda alguna, su objetivo primario era ese, los prisioneros.
Lo único seguro ahora, era que se estaba librando una batalla fuera, y que tenía la oportunidad perfecta para moverse y escapar, o lo que decidiese. Pero si o si, debía ser en ese preciso instante.
Sin perder un solo segundo, el chico deshizo la tecnica de transformación, volviendo a retomar su propia apariencia. Se encontraba en el habitáculo de los sollados, el de las camas, el que había ensuciado y posteriormente habían limpiado. Eso si, estaba solo. Miró a su alrededor para asegurarse de ello, y tras el vistazo preliminar, avanzó corriendo hacia la puerta, abriéndola de golpe. El tambaleo en el barco se notó casi como un terremoto desde debajo de una mesa. El chico casi pierde el equilibrio y todo, teniendo que agarrarse por un instante a la pared más cercana. Parecía que estuviesen tratando de hundir el barco. Quizás el bando aliado había llegado hasta allí gracias a Hana, e intentaban hundir el medio de huida del enemigo sin saber sobre los presos. A saber...
Rápidamente corrió hacia la salida, tratando de no destacar demasiado, avanzando semi agachado para ocultar relativamente su presencia. Tras salir, buscaría la siguiente puerta que encontrase del barco, su objetivo era encontrar a los prisioneros. Así mismo, aprovecharía para echar un ojo a qué estaba pasando allí fuera. Pero sin duda alguna, su objetivo primario era ese, los prisioneros.