30/12/2022, 17:33
"Ranko..."
Agitó la cabeza. El sentimiento de querer salir de allí le volvió cuando el barco se rompió, aunque le llegó con gran duda. No. No valía la pena, ya todo había acabado. Pero no podían desperdiciar tal oportunidad. El eco de los tambores que habían marcado su paso en los arrozales resonaba en ella como un terrible recuerdo lejano, como un recordatorio de sus malas decisiones, de un sueño desperdiciado, de Lyndis...
—Hana... —susurró para sí en el más leve de los suspiros. Sí. No podía desperdiciar esa chispa de esperanza.
Se levantó y fue donde Toshio había golpeado.
—Te sacaré de aquí en brazos... —repitió al pelirrojo.
"Madre... Violet-senpai... Lyndis... Denme su fuerza, por favor..."
Ruhara o los suyos le habían quitado la mayoría de las armas, pero habían cometido un pequeño error: las armas más potentes de Ranko estaban pegadas a su cadera.
Concentrando toda la energía de su cuerpo en la pierna que le doliera menos, Ranko se ancló al suelo y le lanzó la patada más fuerte que su convaleciente cuerpo pudiera lanzar, justo a donde Toshio había intentado. Y si su cuerpo seguía de pie, lanzaría una más, y otra, hasta que pudiera abrirla.
Sí, tal vez era algo estúpido, pero tenía que intentarlo. Si un milagro había abierto un boquete en el barco, tal vez otro abriese la jaula.
Agitó la cabeza. El sentimiento de querer salir de allí le volvió cuando el barco se rompió, aunque le llegó con gran duda. No. No valía la pena, ya todo había acabado. Pero no podían desperdiciar tal oportunidad. El eco de los tambores que habían marcado su paso en los arrozales resonaba en ella como un terrible recuerdo lejano, como un recordatorio de sus malas decisiones, de un sueño desperdiciado, de Lyndis...
—Hana... —susurró para sí en el más leve de los suspiros. Sí. No podía desperdiciar esa chispa de esperanza.
Se levantó y fue donde Toshio había golpeado.
—Te sacaré de aquí en brazos... —repitió al pelirrojo.
"Madre... Violet-senpai... Lyndis... Denme su fuerza, por favor..."
Ruhara o los suyos le habían quitado la mayoría de las armas, pero habían cometido un pequeño error: las armas más potentes de Ranko estaban pegadas a su cadera.
Concentrando toda la energía de su cuerpo en la pierna que le doliera menos, Ranko se ancló al suelo y le lanzó la patada más fuerte que su convaleciente cuerpo pudiera lanzar, justo a donde Toshio había intentado. Y si su cuerpo seguía de pie, lanzaría una más, y otra, hasta que pudiera abrirla.
Sí, tal vez era algo estúpido, pero tenía que intentarlo. Si un milagro había abierto un boquete en el barco, tal vez otro abriese la jaula.
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