23/02/2023, 02:55
Como un libro abierto y con letras en negrita y mayúsculas, Shukaku leyó el sello de Marrow gracias al Sharingan: Carnero, Shunshin. El General de Kurama iba a atacarle con todo lo que tenía, y él se defendería con todo lo que le quedaba. Existía una razón por la que no había desactivado el Sharingan. O más bien dos. La primera, porque ser capaz de predecir los movimientos del enemigo valía el sacrificio del desgaste que ello conllevaba. Incluso cuando andaba tan escaso de energía. La segunda… Bueno, la segunda era porque era su mejor defensa.
Marrow apareció a su lado en un letal parpadeo, como el que provocaría el relámpago antes de caer. Los huesos del Kaguya viajaron en su dirección, afilados y contundentes. Había escuchado cosas de aquel clan, a través de Datsue. Cosas sobre su conducta que le hacían torcer la boca en una sonrisa aprobatoria. Sin embargo, decían que sus huesos no tenían rival, que llegaban a ser más resistentes que el acero. Y ahí... se equivocaban.
Si algo había aprendido del mundo ninja en los últimos años, es que aquellos malditos ojos rojos no tenían parangón. Las costillas de Susano’o se materializaron justo a tiempo para repeler el golpe, hueso divino contra hueso mortal, con la sangre brotando del Mangekyō de Shukaku. Su rostro se torció en un gesto enfurecido.
—Te doy la oportunidad de rematarme… ¿y así respondes? ¡¿Con un ataque tan flojo?! —le espetó, fuera de sí.
Creía que ya no contaba con ninguna posibilidad de ganar aquel combate, pero acababa de cambiar de parecer. Quizá tan solo le quedase una gota de chakra. Quizá no le daba ni para ejecutar un triste Bunshin. Pero por Rikudō, iba a luchar hasta el jodido final contra aquel desgraciado. Y si volvía a caer en el error de subestimarle simplemente porque no le quedaban dientes con los que morder, le haría pagar el precio de semejante osadía.
Empezó a retroceder con rápidos saltos, manteniendo la vista hacia Marrow, para tratar de llegar a tierra firme, donde se encontraba parte de su ejército inconsciente. ¿Le seguiría el General, o perseguiría a los pobres diablos que trataban de huir del barco? Pasase lo que pasase, Shukaku tenía claro su próximo movimiento: sería el mismo en ambos casos.
Marrow apareció a su lado en un letal parpadeo, como el que provocaría el relámpago antes de caer. Los huesos del Kaguya viajaron en su dirección, afilados y contundentes. Había escuchado cosas de aquel clan, a través de Datsue. Cosas sobre su conducta que le hacían torcer la boca en una sonrisa aprobatoria. Sin embargo, decían que sus huesos no tenían rival, que llegaban a ser más resistentes que el acero. Y ahí... se equivocaban.
Si algo había aprendido del mundo ninja en los últimos años, es que aquellos malditos ojos rojos no tenían parangón. Las costillas de Susano’o se materializaron justo a tiempo para repeler el golpe, hueso divino contra hueso mortal, con la sangre brotando del Mangekyō de Shukaku. Su rostro se torció en un gesto enfurecido.
—Te doy la oportunidad de rematarme… ¿y así respondes? ¡¿Con un ataque tan flojo?! —le espetó, fuera de sí.
Creía que ya no contaba con ninguna posibilidad de ganar aquel combate, pero acababa de cambiar de parecer. Quizá tan solo le quedase una gota de chakra. Quizá no le daba ni para ejecutar un triste Bunshin. Pero por Rikudō, iba a luchar hasta el jodido final contra aquel desgraciado. Y si volvía a caer en el error de subestimarle simplemente porque no le quedaban dientes con los que morder, le haría pagar el precio de semejante osadía.
Empezó a retroceder con rápidos saltos, manteniendo la vista hacia Marrow, para tratar de llegar a tierra firme, donde se encontraba parte de su ejército inconsciente. ¿Le seguiría el General, o perseguiría a los pobres diablos que trataban de huir del barco? Pasase lo que pasase, Shukaku tenía claro su próximo movimiento: sería el mismo en ambos casos.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado