8/04/2023, 00:14
Todos debían huir en lo que el Uzukage les conseguía tiempo, al menos esa debía ser la intención. Pero antes de darse cuenta, Datsue pareció haber vencido al general. No es que no se fiase de las capacidades de su superior, pero los súbditos del zorro habían demostrado ser auténticos fanáticos, capaces de dar su vida por su "Dios" sin pestañear siquiera. Y eso precisamente los hacía realmente peligrosos. No sabías por dónde podían salir, pues no temían a nada.
Pero el verdadero peligro se quitó su disfraz de oveja, y mostró sus verdaderas orejas. Ranko.
Con lo mal que estaba la kunoichi, su fatales y dantescas heridas, la kunoichi tomó lo que le quedaba de fuerzas y se arrojó a enormes zancadas dirección a la orilla más próxima a la pelea. Afirmaba haber visto a Hana, y no dudó un solo segundo en ir a por ella para tomarla, ignorando todo peligro restante. Valerosa o insensata, no había quien se interpusiese en su camino. No había quien se interpusiese en su objetivo.
—¡Mierda! —Chasqueó.
Por otro lado, Jun le pidió algún arma arrojadiza. No tenía demasiado que ofrecerle, la verdad. Pero dada la situación, tomó de su portaobjetos varias estrellas metálicas. Cuatro concretamente. Se las entregaría a Jun, y tras ello saldría corriendo tras la chica morena. No le gustaba un pelo, era un mal negocio... pero hoy día, ¿qué negocio salía bueno?.
—¡Mantened las distancias el resto! ¡Esperad a que la traigamos! —Advirtió al grupo. —y esperemos no morir hoy... —dijo para sí mismo.
Y evidentemente, no dejaría que una kunoichi de Kusa malherida se llevase todos los méritos de salvar a una kunoichi de Uzu. Ese negocio era incluso peor que el de arriesgar la vida. Sin demora, correría para auxiliar a Ranko, y entre ambos llevarían aunque fuese a cuestas a la kunoichi con el grupo. Nadie debía quedar atrás.
Pero el verdadero peligro se quitó su disfraz de oveja, y mostró sus verdaderas orejas. Ranko.
Con lo mal que estaba la kunoichi, su fatales y dantescas heridas, la kunoichi tomó lo que le quedaba de fuerzas y se arrojó a enormes zancadas dirección a la orilla más próxima a la pelea. Afirmaba haber visto a Hana, y no dudó un solo segundo en ir a por ella para tomarla, ignorando todo peligro restante. Valerosa o insensata, no había quien se interpusiese en su camino. No había quien se interpusiese en su objetivo.
—¡Mierda! —Chasqueó.
Por otro lado, Jun le pidió algún arma arrojadiza. No tenía demasiado que ofrecerle, la verdad. Pero dada la situación, tomó de su portaobjetos varias estrellas metálicas. Cuatro concretamente. Se las entregaría a Jun, y tras ello saldría corriendo tras la chica morena. No le gustaba un pelo, era un mal negocio... pero hoy día, ¿qué negocio salía bueno?.
—¡Mantened las distancias el resto! ¡Esperad a que la traigamos! —Advirtió al grupo. —y esperemos no morir hoy... —dijo para sí mismo.
Y evidentemente, no dejaría que una kunoichi de Kusa malherida se llevase todos los méritos de salvar a una kunoichi de Uzu. Ese negocio era incluso peor que el de arriesgar la vida. Sin demora, correría para auxiliar a Ranko, y entre ambos llevarían aunque fuese a cuestas a la kunoichi con el grupo. Nadie debía quedar atrás.