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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Y entonces sintió que se ahogaba.

¡Aaaahhh! —chilló la kunoichi, incorporándose de golpe. Tenía la cara empapada y Daruu mirándola de cerca, expectante.

¡Vamos! ¡Cambiate al menos, y luego duermes tranquilamente, joder! ¡Que hemos quedado esta noche con Shanise-senpai!

¡¡Joooooo!! —aulló Ayame, dejándose caer de espaldas de nuevo contra el suelo y estampándose sendas manos contra los ojos y restregándoselas por la cara con desesperación—. ¡Estoy muy cansada, jolín!

Aún seguía quejándose y blasfemando entre ininteligibles balbuceos cuando reunió la suficiente entereza para levantarse y avanzar entre débiles trompicones hacia el baño. De mala gana se encerró de un portazo, tiró la ropa manchada de barro sobre el lavabo y se metió en la ducha. Ya se preocuparía de lavarla más tarde. Casi fue un milagro que no se durmiera allí mismo, de pie bajo el agua caliente. Una media hora después, completamente limpia y ataviada con un kimono ligero de color azul, la muchacha salió del cuarto de baño y, sin mediar palabra alguna, se dejó caer sobre la cama.

Volvió a dormirse prácticamente al instante.
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Ayame se quejó vociferando y se levantó al rato, con un Daruu que ya estaba de nuevo tumbado en la cama con los brazos detrás de la cabeza. Se quedó mirando al techo, con sueño, pero esperando a Ayame mientras le daba vueltas a todo lo que había sucedido, y estaba por suceder. Decidió que ya que podría, perfectamente, quedarse dormido más allá de las doce de la noche, lo mejor sería ponerse un despertador. Volvió a tumbarse.

Cuando la muchacha salió del baño, cerró los ojos. Sonrió cuando volvió a oír el suave ronquido de la muchacha casi al momento de haberse tumbado, y se dio la vuelta hacia ella, abrazándola por la espalda.


· · ·


El viejo despertador de la habitación del hotel sonó, un cuarto de hora antes de la reunión. Se dio cuenta de que tenía mucha hambre y de que apenas habían comido. Daruu despertó a Ayame y tomaron una sobria y rápida cena con la compra que habían hecho hacía un par de días. Minutos más tarde estaban sentados con las piernas cruzadas en el colchón, formulando los sellos del Gentoushin no Jutsu y preparándose para recibir a Shanise, a Yui, o a quienquiera que contactase con ellos como había solicitado el propio Daruu.
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Tras un día entero de descanso, tras lo que fue la primera batalla de una guerra que se antojaba aún lejos de terminar; el equipo de caza de Amekoro Yui hizo contacto a la hora en la que habían quedado inicialmente con la Arashikage. Alrededor de las doce de la noche, con la oscuridad haciéndoles de compañía y esas luciérnagas iluminándolo todo allá afuera, una turbia figura apareció en forma de holograma frente a Daruu y Ayame. Era Shanise.

—Buenas noches —dijo la Hozuki, rompiendo el silencio—. buen trabajo capturando a la Montaña.

. . . .

16 horas antes, en algún lugar desconocido

¿Qué pasa? esto... ¿qué cojones?

Cállate. Sube al puto carruaje, ah...
frrrsh frsrhsfh, el eco de la transmisión pareció romperse en el típico sonido que hace una radio al perder su señal de emisión. La mujer enjuta de lóbulos agujereados y cabello corto palpitaba el chascarro, tratando de hacerlo funcionar. No obstante, pronto se dio cuenta de que no era el suyo el que tenía problemas, sino el...

Jyudan Shannako abandonó pronto la habitación en la que se encontraba, y se tambaleó entre oscuros pasillos apenas iluminados con vetustos candelabros de épocas pasadas. La náyade se movía casi a ciegas, tomando cruces laberínticos que acabaron, finalmente, en una cámara de antesala con forma oval, compuesta de fachadas rústicas de concreto negro, con adornos de un estilo barroco tradicional. La habitación estaba lo suficientemente oscura como para que allí, a la distancia, sólo la silueta de una mujer esbelta, de piernas largas, pálidas y seductoras se asomaran sobre la fría piedra, acariciando la roca caliza con sus finos pies desnudos. Shannako cerró el enorme portón tras sí, rompiendo el gutural silencio de la fría habitación, y habló dirigiéndose a la nada.

Ha ocurrido algo —soltó—. hemos perdido contacto con Nioka. El comunicador dejó de funcionar de repente, pero antes he oído que estaba teniendo algún inconveniente con el despacho. ¿Qué quieres que hagamos?

Una lacia cascada de mechones dorados caía sobre su sugerente busto escotado, tallado con una túnica blanquecina que se amoldaba perfectamente a su perfecta estructura ósea. Un siseo estridente se hizo de la habitación, y entre aquellos cabellos, reptó de pronto a la luz una seductora cobra real con su capucha desplegaba, danzando al ritmo del dedo de su dueña que acariciaba los últimos resquicios de su cola antes de que la serpiente se escabullera por el suelo.

—Trata de averiguar qué pasó, pero sin exponerte tú sola. Usa nuestros contactos. Y si no están aquí en dos horas, ya sabes qué hacer.

Entendido, jefa. Volveré con novedades...
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Tras una sobria y rápida cena de apenas quince minutos, durante los cuales Ayame no podía dejar de pensar que tenía más sueño que hambre, tanto Daruu como ella misma tomaron sus posiciones para la comunicación.

Los minutos pasaron endemoniadamente lentos. Tanto, que entre bostezos de hipopótamo Ayame llegó a pensar que las dos mujeres no llegarían a presentarse.

Y entonces una titilante sombra difuminada se apareció en la habitación.

Buenas noches —fue la voz de Shanise la que rompió el silencio—. Buen trabajo capturando a la Montaña.

Ayame inclinó pesadamente la cabeza.

Daruu es un shinobi ejemplar —sonrió Ayame—. Si... Si se me permite la pregunta, Shanise-senpai... ¿Dónde está Arashikage-sama?
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Cuando la silueta de Shanise hizo acto de aparición, Daruu sufrió un sobresalto. Siempre sufría un sobresalto con aquella técnica, por mucho que técnicamente el contacto fuera buscado. Lo primero que hizo la segunda al cargo fue felicitarles por la captura de Nioka. Ayame despejó todo el mérito hacia él, que se puso todo rojo y sacudió una negativa con la cabeza.

Fue un trabajo en equipo —dijo, sin acostumbrarse al ser el foco de atención aunque últimamente por desgracia lo era siempre, y no siempre por un buen motivo.

Ayame se interesó por la ubicación de Yui. Daruu hizo rodar sus ojos. «Ocupándose de su vieja amiga, seguro. Tan sólo espero que...»

Disculpa mi brusquedad, Shanise-senpai —intervino Daruu—. Pero Yui-sama dijo que sería mejor que actuásemos cuanto antes, y soy de su misma opinión. Teníamos que tomar un descanso, pero hemos dormido suficiente, quizás sería conveniente continuar esta misma noche.

»No obstante antes de hacerlo quería hablar contigo. Creo que tus consejos y tu forma de proceder son irrenunciables, Shanise-senpai. No es por adular. —Hizo una corta reverencia—. ¿Se ha podido extraer algo de información de los prisioneros?
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Un trabajo en equipo, cierto. Bien ejecutado. Con alguno que otro desperfecto en la ejecución, pero con el resultado deseado: una de las Náyades capturada, y una posible fuente de información que les vendría de perlas para cerrar con broche de oro la cacería.

—Está saldando cuentas pendientes, Ayame-chan —contestó, justificando la ausencia de la máxima líder de Amegakure. Luego torció el cogote hacia Daruu y explayó los resultados de las averiguaciones.

Pudimos, sí. Aunque no todo lo que hubiéramos querido —alegó, un tanto decepcionada—. del mafioso y el carruajero, poco y nada. Cantaron como un gallo mañanero y no se dejaron ningún detalle, pero sus conocimientos acerca del negocio de las Náyades era tan superficial como cabía de esperar: solo transportaban, de aquí a allá, y recibían el pago tras la entrega de los distintos cargamentos. Luego nos enfocamos en la Montaña. Primero usamos algunos métodos convencionales —tortura—. para lograr que hablase después de romper el sello de su lengua pero resultó ser hueso duro de roer. Se la mordió y la arrancó de un tajo con tal de no revelar nada. No nos quedó más remedio que pedir la colaboración de los padres de Reika-san para navegar su mente y encontrar algo que os pueda ser de ayuda.

»Lamentablemente, han tenido la audacia de resguardar sus memorias más importantes con el Shinkyou Kabe no Jutsu. Obra de Naia, intuimos
—el nítido holograma llevó su mano hasta la frente, sobándosela con gesto cansino. Incluso a través de esa silueta se podía entrever que Shanise, a diferencia de ellos, no había dormido demasiado que digamos—. De Nioka pudimos obtener importantes retazos de información. Uno, que quizás no está bloqueado de forma deliberada; y que creemos que está dirigido a una única persona. A ti, Daruu. Es un recuerdo vívido de la última vez que la Náyade tuvo contacto con Naia... y con tus ojos. Los tienen a resguardo en una habitación oval de estilo medieval, protegido por un numeroso nido de serpientes. Tras analizar detenidamente los detalles del recuerdo, he llegado a la conclusión de que esa habitación se encuentra a un buen puñado de metros bajo el suelo. Shinogi-To está plagado de infraestructuras con túneles secretos bajo sus cimientos, rutas construidas en antaño por los comerciantes para evitar requisas y pagar impuestos. He pedido a un arquitecto que analizase los viejos croquis de la ciudad hasta veinte años atrás y descubrimos que Mal de Ojo no siempre fue una taberna de mala muerte. Debajo del bar, existe aún un antiguo búnker. En algún momento estuvo conectado con otras mazmorras en distintos sectores de la Capital, pero no podemos confiar en que no las han bloqueado. De cualquier forma, si logramos encontrar aunque fuese uno de esos enlaces subterráneos, podríais infiltraros por donde ellas menos se lo esperan.
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Está saldando cuentas pendientes, Ayame-chan —respondió Shanise.

Y Ayame no pudo evitar sentir un desagradable escalofrío. No tenía ninguna duda de que Nioka, al igual que el resto de las Náyades, se merecía todo lo que le pasara y más, pero también conocía a Yui (ella misma había sufrido su ira en más de una ocasión), y ni aún así llegaba siquiera a poder imaginar lo que sería capaz de hacer con una criminal como ella.

Después de aquello, Shanise procedió a responder a Daruu y explicar lo que habían obtenido: no mucho más de lo que ya conocían, por desgracia. De los dos hombres que había conseguido apresar Ayame no sacaron nada nuevo. Pero de Nioka, tras varios arduos intentos (entre los que se contaban leerle la mente y otros métodos menos ortodoxos), sí sacaron una buena y jugosa información: el Byakugan robado estaba en una cámara subterránea, bien protegido por un nido de serpientes... Ayame volvió a estremecerse, con el vívido recuerdo de lo que ocurrió en aquel fatídico laberinto. Ya habían pasado unos dos años, pero aún podía sentir en sus peores pesadillas los colmillos de aquellos reptiles atravesándola sin piedad, su ardiente veneno en sus venas.

Pero no podía permitirse el lujo de amedrentarse por aquellos recuerdos, y había ciertas cosas que a Ayame le escamaban.

Si han dejado una información tan importante como esa desprotegida, me hace pensar que no es más que un cebo para atraer a cualquiera que pudiera estar interesado en recuperar tus ojos. Es decir: tu madre —meditó, mirando a Daruu fijamente—. Puede que no estuviera en sus planes que fuéramos nosotros los que accediéramos a esa información, pero con más razón debemos andarnos con muchísimo cuidado.

»Por otra parte, cuando estuvimos en El Mal del Ojo pude ver una especie de bodega subterránea... Quizás la otra Náyade se escabuyó por ella, quizás esa bodega conduce precisamente a esos túneles...
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Pudimos, sí. Aunque no todo lo que hubiéramos querido —alegó, un tanto decepcionada—. del mafioso y el carruajero, poco y nada. Cantaron como un gallo mañanero y no se dejaron ningún detalle, pero sus conocimientos acerca del negocio de las Náyades era tan superficial como cabía de esperar: solo transportaban, de aquí a allá, y recibían el pago tras la entrega de los distintos cargamentos. Luego nos enfocamos en la Montaña. Primero usamos algunos métodos convencionales —tortura—. para lograr que hablase después de romper el sello de su lengua pero resultó ser hueso duro de roer. Se la mordió y la arrancó de un tajo con tal de no revelar nada. No nos quedó más remedio que pedir la colaboración de los padres de Reika-san para navegar su mente y encontrar algo que os pueda ser de ayuda.

Daruu suspiró, abatido. «Es decir, que algo hemos averiguado, pero no lo suficiente.» Es lo que esperaba. Después de que Shanise les informara de que a Watanabe le habían colocado un Fuuinjutsu especial para evitar que hablase, Daruu se imaginaba que sobretodo las demás Náyades debían tener muchas más medidas para protegerse de fugas de información.

»Lamentablemente, han tenido la audacia de resguardar sus memorias más importantes con el Shinkyou Kabe no Jutsu. Obra de Naia, intuimos —el nítido holograma llevó su mano hasta la frente, sobándosela con gesto cansino. Incluso a través de esa silueta se podía entrever que Shanise, a diferencia de ellos, no había dormido demasiado que digamos—. De Nioka pudimos obtener importantes retazos de información. Uno, que quizás no está bloqueado de forma deliberada; y que creemos que está dirigido a una única persona. A ti, Daruu.

Daruu prácticamente negó con la cabeza, poniendo la mano en la barbilla, pensativo. «No, Shanise-senpai. Las Náyades no habrían dejado algo así para mi. Lo han dejado para mi madre.»

»Los tienen a resguardo en una habitación oval de estilo medieval, protegido por un numeroso nido de serpientes —siguió Shanise.

Daruu miró de soslayo a Ayame, que no pudo evitar poner cierta cara de angustia. Todavía recordaba aquél puto laberinto, en el que un pasillo lleno de serpientes había conseguido contaminar a la kunoichi. «Rodeado por un nido de serpientes, ¿eh? ¡Qué halagueño!»

]Tras analizar detenidamente los detalles del recuerdo, he llegado a la conclusión de que esa habitación se encuentra a un buen puñado de metros bajo el suelo. Shinogi-To está plagado de infraestructuras con túneles secretos bajo sus cimientos, rutas construidas en antaño por los comerciantes para evitar requisas y pagar impuestos. He pedido a un arquitecto que analizase los viejos croquis de la ciudad hasta veinte años atrás y descubrimos que Mal de Ojo no siempre fue una taberna de mala muerte. Debajo del bar, existe aún un antiguo búnker. En algún momento estuvo conectado con otras mazmorras en distintos sectores de la Capital, pero no podemos confiar en que no las han bloqueado. De cualquier forma, si logramos encontrar aunque fuese uno de esos enlaces subterráneos, podríais infiltraros por donde ellas menos se lo esperan.

Mmh. —O, si hubiera tenido su Byakugan, podría haber rastreado con exactitud el lugar, gracias a la descripción que había proporcionado Shanise. «¡Me cago en... todo sería más fácil con el Byakugan!» Claro que, estaba el pequeño detalle de que precisamente recuperarlos era uno de sus objetivos. Suspiró.

Si han dejado una información tan importante como esa desprotegida, me hace pensar que no es más que un cebo para atraer a cualquiera que pudiera estar interesado en recuperar tus ojos. Es decir: tu madre —meditó Ayame, haciéndose eco de sus propios pensamientos—. Puede que no estuviera en sus planes que fuéramos nosotros los que accediéramos a esa información, pero con más razón debemos andarnos con muchísimo cuidado.

Pero precisamente también es algo que juega a nuestro favor —explicó Daruu, ayudándose de sus manos—. Gran parte del miedo que vi en los ojos de Nioka fue porque se notaba su incertidumbre. No sabía el quién ni el por qué la estaban cazando.

Por otra parte, cuando estuvimos en El Mal del Ojo pude ver una especie de bodega subterránea... Quizás la otra Náyade se escabuyó por ella, quizás esa bodega conduce precisamente a esos túneles...

Sí, eso está claro. Lo que dice Shanise es que quizás pudieramos entrar por otro lado y así pillarlas un poco más por sorpresa.

»A ver, Shanise-senpai... lo que está claro es que esa sala rodeada de serpientes... está ahí como una trampa. Habría que tener cuidado a la hora de entrar. Quizás incluso deberíamos de ocuparnos de Naia mucho antes de recuperarlos. Quizás están esperando a que alguien vaya a por los ojos, pero no a que alguien vaya a por ellas. O, si vamos a por ellas, no sabrán quién es el peligro. Si vamos a por los ojos... ya pueden imaginarse algo más. Y prepararse para ello.
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Pero precisamente también es algo que juega a nuestro favor —explicó Daruu, ayudándose de sus manos—. Gran parte del miedo que vi en los ojos de Nioka fue porque se notaba su incertidumbre. No sabía el quién ni el por qué la estaban cazando.

—Quizás predijeron que sería Kiroe-san quien mordiera el anzuelo. Que su hijo no iba a prevalecer después de perder sus ojos, ni mucho menos que fueras tú el que fuera a por ellas —añadió dentro de la tormenta de ideas que se suscitaban entre Daruu y Ayame.

Por otra parte, cuando estuvimos en El Mal del Ojo pude ver una especie de bodega subterránea... Quizás la otra Náyade se escabuyó por ella, quizás esa bodega conduce precisamente a esos túneles...

Sí, eso está claro. Lo que dice Shanise es que quizás pudieramos entrar por otro lado y así pillarlas un poco más por sorpresa.


—Exactamente.

»A ver, Shanise-senpai... lo que está claro es que esa sala rodeada de serpientes... está ahí como una trampa. Habría que tener cuidado a la hora de entrar. Quizás incluso deberíamos de ocuparnos de Naia mucho antes de recuperarlos. Quizás están esperando a que alguien vaya a por los ojos, pero no a que alguien vaya a por ellas. O, si vamos a por ellas, no sabrán quién es el peligro. Si vamos a por los ojos... ya pueden imaginarse algo más. Y prepararse para ello.

—Sí. Lo que está claro es que no lograrás una cosa sin la otra. Nosotros lo sabemos. Ellas lo saben. Esos ojos no saldrán de ahí sin que ella caiga, pues no lo va a permitir. Después de todo, como tú lo dijiste: su motivación es la venganza, y si realmente esperaba a que tu madre fuera a por ella, en las condiciones que fuese, debemos suponer que va a estar preparada para ello. Los bloqueos mentales son una muestra de ello, y ese recuerdo a la deriva, en particular, lo certifica.

»Entonces, pensemos. ¿Qué juega a nuestro favor? ¿qué tenemos sobre la mesa que las Náyades no puedan controlar? ¿Los mapados? ¿Las rutas subterráneas? Uhm...
—los ojos de la Hozuki lucían apaciguados, aunque expectantes. Se podía decir que tenía toda la mirada de un instructor que aguarda paciente la respuesta de sus alumnos.
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Sí, eso está claro —respondió Daruu—. Lo que dice Shanise es que quizás pudieramos entrar por otro lado y así pillarlas un poco más por sorpresa.

Exactamente —corroboró la mano derecha de la Arashikage.

A ver, Shanise-senpai... lo que está claro es que esa sala rodeada de serpientes... está ahí como una trampa. Habría que tener cuidado a la hora de entrar. Quizás incluso deberíamos de ocuparnos de Naia mucho antes de recuperarlos. Quizás están esperando a que alguien vaya a por los ojos, pero no a que alguien vaya a por ellas. O, si vamos a por ellas, no sabrán quién es el peligro. Si vamos a por los ojos... ya pueden imaginarse algo más. Y prepararse para ello.

Sí. Lo que está claro es que no lograrás una cosa sin la otra. Nosotros lo sabemos. Ellas lo saben. Esos ojos no saldrán de ahí sin que ella caiga, pues no lo va a permitir. Después de todo, como tú lo dijiste: su motivación es la venganza, y si realmente esperaba a que tu madre fuera a por ella, en las condiciones que fuese, debemos suponer que va a estar preparada para ello. Los bloqueos mentales son una muestra de ello, y ese recuerdo a la deriva, en particular, lo certifica. Entonces, pensemos. ¿Qué juega a nuestro favor? ¿qué tenemos sobre la mesa que las Náyades no puedan controlar? ¿Los mapados? ¿Las rutas subterráneas? Uhm...

Ayame se había mantenido en silencio hasta el momento, con la mano en el mentón y los ojos cerrados con fuerza. Escuchaba con suma atención las palabras de Shanise y de Daruu, y al mismo tiempo su cerebro trabajaba a toda velocidad, como un gran complejo de engranajes. De nuevo, se encontraban ante un complicado puzzle, y las piezas no ponían de su parte por encajar adecuadamente. Pero no podía darse por vencida, tenía que seguir pensando sobre las preguntas que había plantado Shanise sobre la mesa. Y entonces, tras varios laxos segundos...

Las alcantarillas... —respondió, abriendo de nuevo los ojos y gesticulando con la palma de la mano hacia arriba—. Supuestamente conocemos una de las entradas al nido de esas víboras: la bodega del Mal de Ojo, pero es más que obvio que no podremos colarnos por ahí. Si de verdad es una caverna subterránea, es posible que no sólo comunique con la posada, es posible que conecte con otro entramado subterráneo similar y no sólo sean esas rutas mercantiles... y ese entramado puede ser las alcantarillas. Dudo mucho que las tengan vigiladas, y es un punto relativamente fácil de acceso al subterráneo.
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¿Qué tenían ellos que no tenían las Náyades? ¿Qué tenían las Náyades que no tuvieran ellos? Daruu inclinó un poco la espalda, bajó la mirada y se rascó la barbilla, estrujando bien el cerebro, y tomándose un tiempo antes de contestar. Tardó en hablar aún más que Ayame, que aún así también forjó un pequeño silencio.

Las alcantarillas... —respondió, abriendo de nuevo los ojos y gesticulando con la palma de la mano hacia arriba—. Supuestamente conocemos una de las entradas al nido de esas víboras: la bodega del Mal de Ojo, pero es más que obvio que no podremos colarnos por ahí. Si de verdad es una caverna subterránea, es posible que no sólo comunique con la posada, es posible que conecte con otro entramado subterráneo similar y no sólo sean esas rutas mercantiles... y ese entramado puede ser las alcantarillas. Dudo mucho que las tengan vigiladas, y es un punto relativamente fácil de acceso al subterráneo.

Las alcantarillas. Sí, las alcantarillas. Era un buen comienzo, pero necesitaban algo más. Algo que les llevaría tiempo. Como Shanise había dicho, había complejos subterráneos que quizás pudieran llevar a la guarida de las Náyades, y las alcantarillas podrían conectar con dichos complejos. Ellos podrían entrar por ahí, sí, pero siempre y cuando supieran en qué punto dichos complejos coincidían con el alcantarillado.

Meditó sobre todo lo que había sucedido hasta ahora un poco más. Sobre sus aciertos. Sobre sus errores.

«Hay que aprender de los errores del pasado», se dijo, «y quizás no todas las cagadas son inútiles para el futuro, al fin y al cabo.» Sonrió.

Shanise-senpai, creo que... tengo un plan —dijo, atreviéndose a levantar la mirada—. ¿Sabes qué es lo que no tienen ellas que nosotros sí tenemos bajo nuestro control? El quién, y el cuándo. Y podemos falsear el dónde. —explicó, valiéndose de sus manos como apoyo—. Las Náyades, tarde o temprano, averiguarán que alguien ha cazado a Nioka. Alguien peligroso, sin ninguna duda. Podrían pensar en mi madre, o quizás en la propia Arashikage-sama. ¿Pero sabéis lo que hace tan terrorífico un ruido en medio de un bosque, en la noche?

»El silencio que lo precede. a terrible sensación de ser una presa en mitad de un lugar lleno de depredadores. Las Náyades esperarán más movimientos, pero no saben todavía la identidad del atacante. Tampoco saben cuándo van a producirse. Deberíamos confundirlas, desviar la atención de nuestro punto de entrada y de nosotros mismos mientras sus hombres nos consiguen la información sobre esos subterráneos. Y mientras, quizás, podríamos investigar cómo está conectado el alcantarillado de la ciudad, familiarizarnos con él —dijo, mirando a Ayame un momento—. Tengo una sugerencia: cuando matamos a Watanabe, estábamos transformados en dos identidades falsas llamadas Eien y Kinaara, que se reunieron con él para hacer negocios. Mi propuesta es que Amegakure envíe a nombre de esos dos un rastro identificable de Nioka. Atribuyéndose su muerte por represalias.

»Fue en Notsuba donde vimos a esas dos Náyades. Podríamos inventarnos que Eien y Kinaara manejan una organización similar en el País de la Tierra, y dar a entender la falsa información de que están vengándose por actuar en su territorio. Eso nos permitiría incrementar nuestro factor sorpresa y ganar algo de tiempo mientras ellas envían a alguien a investigar.

»Además de dividirlas, y dar a entender también que conocemos que la taberna es su tapadera. Centrarán toda la protección en la entrada de ese tugurio. Nosotros entraremos de tapadillo por el alcantarillado o los subterráneos una vez tengamos la información, y seremos una fuerza que les desconcertará. No se lo esperarán.

Suspiró y miró a Shanise a los ojos. O a lo que parecían sus ojos en aquél holograma. Bajó la mirada, abatido.

Por supuesto, si Amegakure tiene recursos para montar esa farsa.
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La primera en hablar fue Ayame. Shanise alzó una ceja y miró el rostro contempló los gestos de la guardiana con interés, dispuesta a escuchar lo que tenía que decir. Que trajera a mención una posible red de alcantarillado que se fungiera paralelamente con estos tramos subterráneos fue, desde luego, una sugerencia remarcable. Luego oyó un inspirado Daruu, que había elaborado un plan inmaculado en apenas unos minutos de introspección.

De aquél holograma no se podía decir mucho. Igual también Shanise sabía guardar las apariencias, y no era un libro abierto para todo el mundo. Aunque daba igual. Su opinión no tardaría en salir a flote.

Sugeriré a nuestros maquetadores que averigüen sobre las redes de alcantarillados —le dijo a Ayame—. e indudablemente, Amegakure tiene los recursos para todo eso y más, Daruu. De lo que carecemos es de paciencia. No es una virtud intrínseca de nuestra gente. Menos de Yui-sama.

»Filtrar información a ese nivel de profundidad conlleva tiempo, y esfuerzo. Hay que considerar también que existe una alta probabilidad de que las Náyades no respondan a estas sugestiones de la forma en que pensamos. Puede que al sentirse acorraladas, y al haber perdido una pieza importante de su grupo de arpías decidan volver a la clandestinidad y posponer su venganza para otra ocasión. ¿Y si se nos escabullen en el proceso? ¿O el orgullo de Naia le impedirá admitir la derrota ante este enemigo aún desconocido para ellas?
—Shanise le miró a ambos, e imperó un silencio que les permitió a todo repasar el plan—. es tu decisión, Daruu-kun. Eres el líder de la misión. Yui-sama ha confiado en vosotros. Si es lo que quieres hacer, procederemos de inmediato.
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Mmh... —Daruu volvió a bajar la vista y a llevarse la mano en la barbilla. Cerró los ojos con fuerza y siseó con la lengua. «Maldita sea, me acaba de decir básicamente que quizás Yui no admita todo este plan». Inconscientemente, se puso a caminar de un lado a otro de la sala, hablando incoherencias para sí mismo. Al cabo de un largo minuto se detuvo, y sin mirarlas a ninguna de las dos, se puso a elucubrar:

»Claro, si las alarmamos demasiado podrían marcharse de la guarida o retirarse a otra. No podemos hacerles sentir que son presa, porque huirían. De modo que lo mejor será que hagamos sentir que son las depredadoras. Pero con una pista falsa, lo suficientemente falsa, un cebo. Uno que piensen que no es muy peligroso, o al menos sí lo suficientemente peligroso para haber matado a Nioka pero no para enfrentarse a todas ellas. Un objetivo para que ellas se venguen, y desvíen la atención de las entradas y la guarida.
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Sugeriré a nuestros maquetadores que averigüen sobre las redes de alcantarillados —respondió Shanise a la idea proporcionada por Ayame. En cuanto al intrincado plan de Daruu, la respuesta fue diferente—: E indudablemente, Amegakure tiene los recursos para todo eso y más, Daruu. De lo que carecemos es de paciencia. No es una virtud intrínseca de nuestra gente. Menos de Yui-sama —No. Desde luego, entre las muchas cualidades de la Arashikage no se encontraba la paciencia—. Filtrar información a ese nivel de profundidad conlleva tiempo, y esfuerzo. Hay que considerar también que existe una alta probabilidad de que las Náyades no respondan a estas sugestiones de la forma en que pensamos. Puede que al sentirse acorraladas, y al haber perdido una pieza importante de su grupo de arpías decidan volver a la clandestinidad y posponer su venganza para otra ocasión. ¿Y si se nos escabullen en el proceso? ¿O el orgullo de Naia le impedirá admitir la derrota ante este enemigo aún desconocido para ellas? —Shanise calló, y la habitación se sumió en un tenso silencio cargado de expectación—. Es tu decisión, Daruu-kun. Eres el líder de la misión. Yui-sama ha confiado en vosotros. Si es lo que quieres hacer, procederemos de inmediato.

Ayame miró de reojo a Daruu, esperando su respuesta. El chunin, por su parte, se había puesto a dar vueltas por la habitación, absorbido por sus propios pensamientos. No fue hasta pasado un largo minuto cuando habló, exponiendo lo que pasaba por su mente:

Claro, si las alarmamos demasiado podrían marcharse de la guarida o retirarse a otra. No podemos hacerles sentir que son presa, porque huirían. De modo que lo mejor será que hagamos sentir que son las depredadoras. Pero con una pista falsa, lo suficientemente falsa, un cebo. Uno que piensen que no es muy peligroso, o al menos sí lo suficientemente peligroso para haber matado a Nioka pero no para enfrentarse a todas ellas. Un objetivo para que ellas se venguen, y desvíen la atención de las entradas y la guarida.

Ayame se volvió extrañada hacia él.

¿Un cebo? ¿A qué te refieres? —preguntó, incapaz de desentrañar los planes de su compañero—. No estarás planteando que uno de nosotros...
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Daruu negó enfáticamente con manos y cabeza.

Sospecho que necesitaremos colaborar para infiltrarnos y dar caza a Naia. No, lo que sugiero es que en lugar de señalar a alguien inexistente de Notsuba —dijo—, Arashikage-sama nos preste algún apoyo. ANBU, otro chūnin, da igual. Y que cree cierta desviación de atención de nosotros mientras entramos en la guarida. Pero lo suficientemente sutil como para que no se asusten y huyan.

»Podemos incluso coordinarlo con nuestra entrada. Que algo haga a Naia mandar algún efectivo fuera. Y nosotros entraremos por otro lado. No sé...
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