No necesitaba ninguna explicación de por qué las hachas pesaban tanto y si la persona que daba esa charla hubiese sido cualquier otra aparte de Ren, hubiese protestado todo lo protestable. Pero como era ella, simplemente calló.

No era justo que solo por medir metro cincuenta y tener el mismo músculo que un calamar no pudiese blandir un hacha de metro cincuenta que pesaba más que un bijuu. No era nada justo. Ella quería hacerlo y encontraría la manera.

— Claro, para ti es fácil decirlo. Hay cientos de espadas por ahí y en cuanto hagas un poco de ejercicio te volverán a salir esos músculos enormes y ya no tendrás problema. — se puso la mano sobre el brazo para simular un músculo que ella no tenía pero que Ren podía o no haber llegado a tener.

Aún inflaba los mofletes y los desinflaba con molestia de vez en cuando, quejándose internamente por lo injusta que era la vida.

Se sentía como si el paso del tiempo y aquella separación, jamas hubiera erosionado su relación. La morena solto una pequeña carcajada ante la respuesta de Hana, mientras apoyaba su cabeza sobre la mano que tenia apoyada en la mesa.

— ¡Pero es que fuiste a por la mas grande de todas! ¡Ni si quiera te paraste a mirar las hachas de mano o más pequeñas! — Y es que como habia predicho, el contraste con su tamaño fue de lo más divertido—. Si que hay espadas de muchos tamaños, pero aun asi eso no significa que vaya a buscar la espada más grande que exista, tiene que ser extremadamente incomodo de blandir.

— ¡Pero es que fuiste a por la mas grande de todas! ¡Ni si quiera te paraste a mirar las hachas de mano o más pequeñas!

Que Ren estuviese riéndose de ella solo la ofendía más.

— Obvio, tú no te paras a mirar los kunais o los tantos, porque estás buscando una espada de verdad, no un cuchillito para untar mantequilla. Claro que voy a las grandes, para coger un hacha de mano ya tengo mi Kodachi. Quiero algo grande e intimidante para que la gente me tome en serio. Soy una kunoichi y soy peligrosa.

Dicho eso, volvió a inflar las mejillas y a cruzarse de brazos apartando la mirada. Por lo roja que se estaba poniendo podía verse que estaba molesta, o quedándose sin aire. Puede que ambas.

— Oh si, eres la kunoichi más amenazante e intimidante de todo el continente — respondió mirandola atontada. Después deslizo sus manos, cogiendo una carta para ver que había en el menú, habían venido a comer algo, no estaban en un banco o en la mesa de casa de cualquiera de las dos —. Uhm... Creo que yo voy a pedir uno de pato, o tal vez de pollo. Pero creo que con un par de huevos de más.

Siguió observando la carta, pues quería buscar algo que pedir para las dos de lo que fueran poco a poco cogiendo. Los postres también se veian apetecibles, pero sonaba mejor parar en aquel sitio con gatitos que dijo Hana.

— Oh si, eres la kunoichi más amenazante e intimidante de todo el continente

Hana hinchó el pecho, orgullosa.

— Si, lo soy. Y te gané en un combate legal y oficial así que a partir de ahora tienes que llamarme Hana-sama. — apenas recordaba nada de ese combate más allá de que ganó.

El combate de Reiji ocupaba gran parte de sus pensamientos en cuanto al torneo se refería. Aún tenía vivida la imagen de su bunshin siendo apuñalado sin piedad por la katana del herrero. Podría haber sido ella.

— Uhm... Creo que yo voy a pedir uno de pato, o tal vez de pollo. Pero creo que con un par de huevos de más.

— Si comes de más después tendremos que hacer ejercicio para bajarlo, no puedes pasarte sin quemarlo después. Yo me pediré uno de pollo con un huevo supongo.

Esta vez el sermón de madre le había salido natural, ni siquiera lo había pensado ni procesado.

— Llevo entrenando desde que volví del lago, creo que puedo permitírmelo sin problemas — dijo soltando una vergonzosa carcajada.

Obviamente en una semana solo de entrenamiento, era imposible que se notara ninguna mejoria, pero ya era algún avance. Pese a que Nanashi acepto a enseñarle usar la espada de nuevo, ambos coincidieron en que necesitaba algo de fondo, sobre todo este último quien se hacía alguna idea de lo mucho que iban a tener que trabajar en ello. No tardarían en ser interrumpidas por alguien del servicio que les tomaría nota; era una chica un poco más alta que Ren, de cabellos rojizos y ojos verdes.

— ¿Saben ya lo que van a tomar? — dijo con un pequeño bloc de notas entre sus manos

— Yo quiero un ramen de pato, con varios huevos, por favor — respondió señalando la carta donde estaba su opción.

— Llevo entrenando desde que volví del lago, creo que puedo permitírmelo sin problemas

— ¿Uh? Sabes que eso es solo una semana, ¿verdad? — lo dijo de inmediato viendo como Ren presuponía que una semana de calentamiento le daba derecho a algo.

Hana volvió a coger el brazo de Ren y a apretujarlo un poco, solo para evidenciar lo blandito que era. Nada comparable a los músculos que tenía hace seis meses. Sin embargo, no iba a volver a mencionarlo.

— Yo un ramen de pollo con un solo huevo, por favor.

Le dijo a la mesera cuando vino a tomarles nota.

— De acuerdo, en cuanto este listo se lo traigo — apuntó un poco en su bloc, y después se marcharía al interior en dirección a

— ¡Y-Ya está bien, ya lo he pillado! — dijo retirándole el brazo, e inflando los carrillos sonrojados por la vergüenza de que se lo hubiera vuelto a mencionar. — E-Estoy trabajando en ello ¿V-Vale? Es ponerse en forma, pero lo es más si quieres volver recuperar la fuerza perdida

No tenía ni idea de si realmente era así, pero en su cabeza sonaba realmente bien. Pasó a abrazarse así misma, avergonzada por el hecho mientras se frotaba los brazos con las manos contrarias.

— A-Aunque no tenga fuerza ahora, al menos sí que tengo algo nuevo — respondió intentando recuperar su orgullo de alguna forma.

— ¡Y-Ya está bien, ya lo he pillado! E-Estoy trabajando en ello ¿V-Vale? Es ponerse en forma, pero lo es más si quieres volver recuperar la fuerza perdida

— Vale, vale, ya dejo de tocarte los flanes más blanditos de todo Onindo, no te preocupes. Toma nota de mí, sigo con exactamente la misma fuerza de siempre. Insuficiente para levantar un hacha. — dijo con una sonrisa, esperando rebajar un poco el tono.

No es que se preocupase por su fuerza física, prefería entender mejor el Fuinjutsu para llegar a utilizar el sello mágico de comunicación. Eso sería todo un desarrollo tanto para sus habilidades de shinobi, haciendo que fuese la mejor ninja infiltradora de la historia. Incluso podía imitar algunas voces a la perfección ya.

— A-Aunque no tenga fuerza ahora, al menos sí que tengo algo nuevo

— ¿Qué? ¿Qué tienes? — ¿Algo nuevo? ¿Cómo qué? ¿Y por qué no se lo había dicho hasta ahora?

— Vale, vale, ya dejo de tocarte los flanes más blandidos de todo Onindo, no te preocupes. Toma nota de mí, sigo con exactamente la misma fuerza de siempre. Insuficiente para levantar un hacha.

Mantuvo sus mofletes inflados y sonrojados por los venideros comentarios, pero se armó de valor para que dejara de menospreciarla y reírse de ella, aunque fuera con ninguna malicia en sus palabras. Buscó en uno de sus bolsillos un par de papeles, que no eran más grandes que su palma. Después, sostuvo uno en cada mano, cogida solo por su dedo índice y corazón de cada una de sus manos.

Frunció el ceño, concentrándose en la punta de sus dedos sin levantar la mirada. El de la derecha, ardió brevemente hasta deshacerse y no dejar rastro, aquello fue la parte fácil, pues llevaba más tiempo estando en sintonía con el elemento del fuego. Después, giró la cabeza para centrarse en el otro.

— Espera... Tan solo un poco más... — Pero una pequeña llama brotó de este en una de las esquinas, y Ren respondió buscando apagarlo con los dedos de la mano contraria —. ¡No, no, no te quemes! ¡Se supone que te tienes que cortar! ¡Ay!

Ahora tenia una pequeña quemadura en la yema del índice, que no dudó en llevarse a la boca para aliviar su dolor. El rubor volvió, al haber fallado en lo que quería enseñarle a Hana, quedando como una completa estúpida.

Ren quería enseñarle algo y ella le prestó el cien por cien de su atención. Vale, estaba quemando un papel, lógico, era su elemento. Parecía estar muy orgullosa de poder quemar el papel así que Hana aplaudió un par de veces, entonces sacó otro papel.

A partir de ese punto era evidente lo que quería enseñarle. Tenía otro elemento. Ahora la curiosidad venía de cuál sería. Pero el papel solo ardió.

— ¡No, no, no te quemes! ¡Se supone que te tienes que cortar! ¡Ay!


Hana soltó una breve carcajada antes de ir a consolar a su hermana. Sin embargo, una mano le dio un par de golpecitos en el hombro.

— Pe-Perdona, ¿eres Himura Hana?

Hana se giró, completamente sorprendida porque alguien la conociese fuera de la villa. Era una chica más joven que ella, vestía en ropas casuales y no parecía tener ningún rasgo ninja.

— Sí, soy yo. ¿Quién...?

No le dio tiempo a acabar porque esa chica se giró a avisar a otras que estaban esperando a una distancia prudencial.

— ¡CHICAS SÍ QUE ES ELLA! Perdona que te moleste, ¿podemos pedirte un autógrafo?

Pronto, cuatro chicas habían rodeado a Hana y cotorreaban cosas como, está incluso más guapa, se nota que es una kunoichi... Mientras Hana asentía tímidamente a la que le había pedido el autógrafo, aún completamente desorientada. ¿Qué estaba pasando?

Finalmente, el papel se cortó por la mitad, tras un gran esfuerzo. Ren sonrió completamente orgullosa.

— ¿¡Lo has visto!? ¡He cort-!

Pero que hubiera podido verlo era imposible entre la gente que ahora la rodeaba. Ren hizo una mueca de preocupación en su rostro, arqueando una ceja y desdoblando su sonrisa desde la distancia que las separaba la mesa.

— ¿P-Pasa algo? — Tragó saliva dubitativa, desviando la mirada entre unas y otras, sin saber muy bien que hacer, y arrugando en su mano los dos trozos en los que se había separado el papel buscando ocultarlo avergonzada.

— ¿P-Pasa algo?

— No lo sé. — le respondió Hana avergonzada tras hacer un tercer autógrafo.

— ¿Está Shizuka también por aquí? — preguntó una de las chicas mirando a los alrededores y fijándose en Ren — ¿Y ésta?

Imprimió tanto asco en su tono que casi se podía palpar en el aire.

— ¡Es mi hermana! — contesto Hana de inmediato — Y Shizuka no está aquí, ¿no tenía un concierto hoy en Tane-shigai?

Varias de las chicas asintieron, confirmando lo que había dicho Hana.

— Íbamos a comer, así que si no necesitáis nada más... — les gesticuló con una sonrisa que se fuesen a tomar por culo.

Y lo hicieron, dejando a Ren y Hana solas de nuevo.

La morena le devolvió la misma cara de asco a aquella chica, y posteriormente, cuando se marcharon, le sacó la lengua mientras bajaba uno de los parados de sus ojos con el índice.

Cuando Hana se girara a prestarle atención, está solo desviaría la atención sonrojada y torciendo la boca mientras se cruzaba de brazos. ¿Qué había sido exactamente eso? ¿Hana tenía un club de fans que le seguían los pasos? En cualquier caso, los celos se habían apoderado de Ren, quien ponía morros y mala cara mirando al interior del local deseando que llegara la comida.

Hana esperó a que Ren dijese algo. Preguntase o se quejase. Pero nada vino de la morena. Así que tomó la decisión de ser ella la que hablase primero. Carraspeó un poco antes de hacerlo:

— Bueno, ¿y qué es eso que querías enseñarme? — le preguntó con una leve sonrisa.

A Ren no le sería dificil ver al grupo de chicas que aún estaba a la vuelta de la esquina, espiandolas y cuchicheando desde lejos.