No era la respuesta que Ren esperaba, pero tampoco sabia que era la que necesitaban ambas. Asintió levemente, y subió las manos hasta la parte superior de la espalda de Hana, mientras miraba al techo sin pensar en mucho más, dejando que Hana decidiera que hacer. Recoloco un poco sus piernas para estar más cómoda, y respiro profundo.

La nata y el sirope irian deshaciéndose en el contenido del batid poco a poco, mientras pasaba el tiempo que la rubia consierara necesario.

Su vida era un camino recto. Siempre lo había sido. Lo único es que ella misma había ido poniendo rotondas en las que se quedaba dando vueltas. Bueno, ella misma no, más bien la vida. Vale, la vida puso la primera, con la muerte de sus padres. Se quedó dando vueltas en ella, siempre evitando avanzar.

Hasta el día en que decidió avanzar. Lo hizo por su propia bondad, porque quería ayudar a la gente de su villa. A ella no le quedaba nada, así que si moría por ellos, habría mejorado el mundo un poco. O eso pensaba. Tal vez fuera por culpa de Ren, pero en el momento en que tuvo que arriesgarse... falló. Eso hizo que se girase a ver el camino que había hecho y la decisión que había tomado y darse cuenta de que eran mentira. No había avanzado nada.

Esta vez fue ella la que hizo la rotonda en la que se quedó girando, incapaz de seguir adelante. Habiendo fallado a Ren, habiendose fallado a sí misma y habiendole fallado a la villa. Pero volvió a seguir adelante, porque no podía dejar que el resto se jugasen la vida mientras ella lloriqueaba como una niña.

Y ahora se abría otro camino en la primera rotonda, una segunda salida. Pero ella estaba ya muy lejos de eso, ¿no? ¿Cómo iba a volver? ¿Qué pasaría si volvía? ¿Cual era siquiera el camino que estaba tomando? ¿Donde acababa? ¿Acaso era mejor ese camino que el que le pudiese dar su padre? ¿Era su padre? ¿Y si no?

Toda esa tensión no le dejaba abrir los ojos, no la dejaba levantarse, no sabía qué hacer.

La morena suspiró sin deshacerse del abrazo, pero aflojándolo ahora un poco. Había perdido demasiado el tiempo en aquellos meses sin hacer nada. Ni dormia bien, ni comía bien, no salía de su habitación y ni siquiera leía sus propios mangas. Se pasaba los días tumbada mirando las gotas de lluvia, golpear en su ventana, comiendo comida basura.

El atentado de los Dojos le había afectado, como a todo el mundo, ¿pero realmente había sido eso lo que la había dejado así? Ya sabía que no fue solo aquello, que a ello se le juntó el hecho del desconocimiento de que había pasado con la chica que tanto quería. Nanashi incluso intentó animarla cuando se ofreció a instruirla. Dudó unos segundos, pero después rechazo la petición y no se volvió a mencionar el tema. Debía de estar realmente mal si ni siquiera su obsesión por el manejo de la espada y su camino la sacaban de aquella espiral de sufrimiento.

Pero ahora todo había vuelto a cambiar, y volvía a sonreír de la misma forma que lo hizo en antaño, aunque esta vez fuera un poco más débil.

Por otra parte, se avecinaba una guerra, y cuando iba a estallar era todo un misterio. Apenas tendría margen para prepararse, por lo que seguramente sería un estorbo en el frente de batalla o de las primeras en morir. Hace una semana y poco, no le habría importado mucho ser otro de los cadáveres que se apilaran en la guerra. Pero ahora no podía permitirse algo así, y tampoco quería perder la vida en ello. Si lo hacía, seguro que Hana la odiaría por siempre, la buscaría en la otra vida y la volvería a matar por haberse matado ella antes.

Debía de entrenar duramente, como fuera posible. Por lo que dijo del actual Kage, seguramente le había inspirado confianza de sobra para pensar en participar en ello. La simple idea de perderla, le aterraba. De recorrer el campo de batalla y encontrar su cuerpo, a punto de perder la vida o ya inmóvil ¿Se sentiría Hana igual de dolorida por ese pensamiento sobre ella? Apretó su agarre, y paso la lengua por sus labios, así como apretó con sus dientes.

Pero si no hacia algo, si la dejaba ir al frente de batalla sin haber intentado hacer todo lo posible, jamás se lo perdonaría. Ni en esta vida, ni en cualquiera de las siguientes.

Su mirada seguía anclada en el techo, de la misma forma que su mente estaba ahogada en sus pensamientos.

Hana, o más bien su mente, decidió combatir la tristeza y la ansiedad como lo había hecho hasta ahora. Con un absurdo capricho nacido de la nada, esta vez en algo que ni veía ni se había mencionado, pero que se le antojaba.

— Quiero chocolate. — espetó contra el pecho de Ren.

Entonces empezó la cuenta atrás. Si Ren no le traía el chocolate empezaría a quejarse y a repetirse lo hasta que se lo trajese. Y tampoco quería dejar de abrazarla, ni tenía ninguna intención de hacerlo. Era su almohada.

Ahí estaba, y sinceramente ya había tardado muchísimo en aparecer la faceta de niña caprichosa y principesca. Ren se acomodo nuevamente, aunque fuera tan solo flexionar un poco algunas articulaciones, pues estar tanto tiempo en la misma posición era algo engorroso, y más cuando no tenía mucha libertad de movimiento debido a que la rubia estaba tumbada encima suya.

— ¿Quieres algo en concreto? — Todavía sostenía la mirada sobre el techo, pero tras la respuesta de Hana intentaría levantarse sin éxito, pues esta no quería despegarse de ella. Sonrió débilmente, con un gesto de preocupación infundado—. H-Hana... S-Si no te quitas, no puedo ir a por el chocolate...

— ¿Quieres algo en concreto? H-Hana... S-Si no te quitas, no puedo ir a por el chocolate...

— Nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnno.

Se aferró con más impetu a su hermana, totalmente convencida de no dejarla ir en ningún momento.

— Quiero mi chocolate y lo quiero sin que te vayas.

Hundió su cabeza en el pecho de su hermana para quedar totalmente oculta. Tendría que soltarla en algún momento, pero no sería ahora. Y también quería chocolate. No había ninguna forma de equilibrar sus preferencias.

Pues no era uno, sino que eran dos caprichos ahora presentes y a la vez. ¿Eso podía ocurrir? ¿Era capaz de encapricharse de dos cosas a la vez? ¿Podría llegar a hacerlo con una tercera a la vez? Apoyándose con las manos, encorbandose como mal podía hacia delante, la morena fue capaz de quedarse sentada con Hana medio tirada por encima suya.

— S-Sera solo un momento ¿porque no vienes conmigo y buscamos de paso algo para leer? — con un poco de suerte accedería, aunque tal vez necesitaba algo más propio de un milagro para que la rubia accediera cuando se ponía de esa forma.

De cualquier forma, los llantos habían cesado por parte de las dos, y ese largo abrazo se sintio más sanador en su corazón de lo que podría llegar a imaginarse

— S-Sera solo un momento ¿porque no vienes conmigo y buscamos de paso algo para leer?

Se revolvió contra su hermana, quejandose y estirandose para intentar convencerse a sí misma de moverse. No quería acceder. No quería levantarse. Quería quedarse allí y que hubiese una lluvia de chocolate espontanea. Pero eso no iba a pasar.

Separó la cabeza lo justo para poder hablar de nuevo, aún con los mofletes inflados.

— Está bien, te acompaño. Vamos va. — aunque accederia, no dejaría de abrazar a Ren.

La seguiría y se levantaría con ella, pero sin quitarle los brazos de alrededor. Incluso si les costaba maniobrar, Hana no aflojaría ni negociaría.

Quiso levantarse, pero Hana no aflojaba lo más mínimo su agarre. Intentó apoyarse en la pared, sin exito, mientras intentaba levantar a su vez a Hana.

— ¡Oye, pero suéltame! — Protestó avergonzada al ver que no se apartaba de ella; no es que le disgustase, pero le resultaba imposible alzarse en aquella posición. Con algo más de fuerza, hubiera sido capaz de levantarla en brazos.

Finalmente, su cuerpo cedió ante la falta de fuerza, pero sobre todo ante la dificultad que le estaba suponiendo, el que Hana no pusiera nada de esfuerzo tampoco por su parte. Cayó sobre ella, y por lo menos consiguió evitar caer con su peso encima de Hana. Quedo con los brazos flexionados a cada lado de la cara de la rubia, a escasos centímetros de distancia entre ellas. Casi podían llegar a rozar sus narices, y el pelo de la morena, caído hacia delante, tapaba bastante la vista periferia de Hana. Si hubiera pulsado en su caída uno de los botones de la pared, ahora estarían bajo una luz rojiza, por si no era lo suficientemente incómodo ya de por sí.

A Ren le temblaban los labios, tenía los ojos abiertos como platos y su corazón estaba empezando a bombear más sangre de la necesaria.

— ¡Oye, pero suéltame!

— ¡He dicho que no!

Entre Hana tirando y Ren intentando levantarse, pasó lo que tenía que pasar. La morena acabó por caerse encima de ella, consiguiendo apoyar los brazos a tiempo para no aplastarla.

Se quedaron terriblemente cerca, activando los sistemas de defensa de Hana, que se sonrojó violentamente.

— ¿Qué haces, idiota? A-aparta. — la apartó con toda su fuerza, tirándola del sofá. — ¡Esto no hubiese pasado si tuviese la fuerza de antes! Ahora tengo que hacerlo yo todo.

Se levantó de inmediato y se sacudió un poco la ropa, ofreciendole la mano a Ren para ayudarla a levantarse

— Vamos a por el chocolate, tonta, floja, y después a entrenar. — no la miraba directamente intentando disimular su sonrojo.

Casi la besa la muy patosa.

¿Qué había sido aquello? ¿Por un momento Hana dudo? No, seguro que simplemente se lo había imaginado, pensó mientras se acariciaba una mejilla, sentada de piernas cruzadas al lado de la rubia mientras la insultaba de pie. Tomó su mano, y ella tampoco intentó mirarla a la cara debido a la vergüenza y sonrojo que estaba aguantando. Las bebidas que habían comprado, seguían allí, ahora con una temperatura más templada, aunque todavía podrían aguantar algo de frescor por varios minutos.

Tras salir de la habitación, cerraría la puerta con la llave que le habian dado anteriormente, y avanzarían hasta el lugar donde Ren había comprado las bebidas anteriormente. Podría comprobar que los precios eran algo caros, pero era lo normal en aquellos sitios, pues es donde realmente hacían caja. Mientras Hana tomaba su pedido, Ren estaría mirando en las estanterías de los alrededores no muy alejada de ella buscando que manga leer. Aunque en su cabeza solo habia espacio en aquel momento para lo que habia pasado hace un par de minutos atras.

Ren ni siquiera dijo nada, molestando ligeramente a Hana. Ni un perdón, ni un gracias, nada. Simplemente se levantó y se dirigió a la puerta sin mirarla. ¿Y ahora qué le pasaba?

Se cruzó de brazos, molesta por más cosas de las que iba a admitir. Siguió a Ren en silencio y si ésta osaba girarse, le apartaría la mirada con un bufido. Encima que la había hecho levantarse para ir a por el chocolate, la trataba así.

Pero la cosa no hizo sino empeorar. Cuando llegaron al lugar de pedir, dónde Ren le dejó tirada para irse a mirar manga sin decirle media palabra de nuevo. Eso ya era la gota que colmaba el vaso. Pidió un batido de chocolate con extra de chocolate y nata y sirope y todas las chocolatinas que podía cargar. Tras pagarlo todo, lo cogió y se volvió a la habitación sin decir nada.

Obviamente, no podía entrar porque la llave la tenía Ren, pero esperaría en la puerta bebiendo de su batido, tremendamente molesta.

Tan solo fue un momento, pero Hana desapareció prácticamente. Llevaba entre sus manos un par de libros, a la vez que andaba por uno de los pasillos centrales mirando, parando un par de segundos en cada intersección para mirar en los laterales. Pero no la encontraba. Tal vez había ido directa a la habitación, pero ni le había dirigido una sola palabra en todo el camino. Se sintió mal por no haberla esperado, pero cuando la vio en la entrada no quiso darle mucha importancia.

— Pero haberme avisado, que soy yo la que tiene la llave — respondió sosteniendo los libros contra su pecho un momento, mientras abría con una mano libre la mano—. W-Wow... ¿Y-Y todo eso? — añadió al ver la gran cantidad de chocolatinas que llevaba encima.

Desde luego tenía mono de aquel dulce, pero no podía imaginarse que tanto. Ren dejó algunos varios de los libros, entre los que Hana podría verlos sin problemas y seguramente reconocerlos sin mucho problema. "Magical Words" era el que estaba arriba del todo, "Blooming Lotuses" era el segundo, y el resto también si que parecían algún tipo de shonen. Pero las dos primeras no se acercaban ni lo más mínimo, de hecho la primera era una bastante subida de tono que debería haber estado en la zona de adultos.

— Pero haberme avisado, que soy yo la que tiene la llave

Hana acabo de dar un largo sorbo a su batido a través de su pajita antes de contestar.

— ¿Como me has esperado tú? Que te has separado de mi en cuanto has podido. ¡Y sin decirme nada!

— W-Wow... ¿Y-Y todo eso?

— ¡Para llenar el vacío en mi corazón! Que mi hermana ya no quiere saber nada de mí.

En cuanto entraron en la habitación, Hana fue a sentarse tan lejos como fuese posible. Ignorando de nuevo a Ren y sus mangas. ¡Si tanto le gustaban que fuesen su hermana!

Ren arqueó una ceja, y bufó sus mofletes como Hana hizo anteriormente para sentarse enfrente de la mesa donde estaban los dos que había traído ella antes. Aunque ahora, ya toda la nata montada que tenían se había disuelto en su interior.

— ¡Si estaba al lado tuya, solo quería ojear unos pocos para ver si había alguno que me interesara! — respondió y tras ello bebió del suyo. Conservaba algo del frío, por lo que lo hizo mucho más agradable de lo esperado al gusto —. ¡¿Que no quiero saber nada de tí?! ¡Eres ahora mismo lo más importante de mi vida!

Seguramente Hana lo había dicho únicamente por molestarla y poco más, pero a Ren le afecto mucho. Sus ojos se vieron vidriosos nuevamente y gritó con bastante pasión aquellas palabras, aunque posteriormente ocultó un poco su rostro, ladeando la cabeza y volviendo a su bebida.