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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
Las horas fueron pasando y el cambio de turno había llegado, Keisuke cubriría el puesto de Karamaru y por un momento él tomaría el lugar de Keisuke.

El monje finalmente se enfriaría y los parpados le pesarían, entonces sería el momento de hacer un cambio con Mogura. Pero para eso tendría que despertarlo.

El calvo sacudió al joven médico de cabello azabache, pero este no se despertó. No había que ser ningún genio para darse cuenta de que Mogura tenía el sueño pesado, muy pesado.
Hablo - Pienso

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#47
Finalmente el calvo decidió hacer acto de presencia en el lugar que habíamos definido como el campamento de esa noche, expresó lo necesario con una voz de pocos amigos, mi respuesta fue el silencio. Saqué de mi mochila un paquete compacto y luego lo abrí, una bolsa para dormir surgió e introduje mi cuerpo en su seguridad.

Pasaron varios minutos antes de que quedara totalmente rendido, no podía seguir lidiando mentalmente sí debía confinar en Karamaru, sería toda su responsabilidad de ahora en adelante. El cansancio venció mi cuerpo y todo estrés fue cediendo lentamente mientras mi cuerpo recuperaba las fuerzas agotadas

Debió pasar el tiempo necesario para que el turno del cenobita se terminase y correspondiera al mío, pero como había advertido, tenía el sueño pesado... Muy pesado. Debía haber un gran estruendo para poder despertarme.
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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#48
Karamaru se acurrucó contra las piedras y se tapó con la túnica de viaje negra que llevaba en su mochila. Intentaba no cerrar sus ojos hasta asegurarse de que su compañero se levantase a hacer su turno, pero el cansancio empezó a dominar al completo cada uno de sus músculos y su visión se iba haciendo cada vez menor.

Sin saber si alguno de ellos se despertaría durante la noche, si Mogura ocuparía el turno de guardia que le correspondía, el calvo se relajó, apoyó la cabeza contra las piedras y cerró los ojos para internarse en sueños hasta que un turno de guardia, o el Sol mismo, lo despertase.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


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#49
El trio de shinobis se durmió y la noche pasó. El último en dormirse, sería el primero al que la luz matinal despertara. ¿Cuanto habían dormido? Desde luego, el sol no acababa de salir, llevaba ahí un rato y ninguno de sus dos compañeros parecía siquiera estar inquieto por aquella enorme esfera de fuego que los bombardeaba con luz.

Pero Karamaru notó en su subconsciente que tanta luz no podía ser buena y se despertó alarmado. ¡Si estaban en una misión! ¿Qué hacían ahí tan panchos? Tenían un viaje que seguir y parecía que les daba igual con tal de seguir retozando en sus sueños un poco más. Si no hacía nada podría ser que se levantasen a la hora de comer por el hambre, más que por su sentido del deber.


Sé que tienes una ausencia Karamaru, pero es que los otros dos tienen sueño profundo así que te toca hacer de heroe.

Turno: Karamaru primero y despues Mogura o Keisuke en el orden que prefirais.
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#50
Así como sus ojos se cerraron lentamente adentrando al calvo en sueños raros y psicodélicos, en medio de unos de ellos comenzaron a abrirse. La luz del día lo forzó a taparse el rostro con la mano, achinando los ojos, para luego desperezarse una vez se acostumbrase a la luz. Se encontraba tirado en el suelo, usando su mochila como almohada.

Tras un bostezo se levantó del suelo y se dio cuenta de algo bastante extraño y que lo alarmó. El Sol no se encontraba en el horizonte, se había quedado dormido y si lo pensaba un poco más se daría cuenta que en ningún momento lo habían despertado durante la noche para hacer un segundo turno de guardia.

¡¡LA PUTA MADRE!!

Se frotó los ojos rápido, se colgó su mochila a los hombros y comenzó a sacudir a sus dos compañeros que seguían con los ojos cerrados. Incluso se atrevió, aprovechando la ocasión, a darle un fuerte cachetazo al pelirrojo.

Despiértense, ¿Qué clase de shinobi son? ¡DESPIÉRTENSE DE UNA PUTA VEZ!

Con tanto tiempo perdido llegarían al lugar de la misión sin nada para hacer, a ese ritmo todo terminaría en un simple viaje de ida y vuelta con una buena reprimenda de por medio.
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#51
Su turno de guardia nunca llegaría. Por una u otra razón sus compañeros resultarían ser sumamente imprácticos aquel día y se olvidarían que para realizar un cambio de guardia, el relevo tenía que estar despierto. Mogura no solo no se despertaría en ningún punto de la noche sino que tendría que esperar hasta que el primer sonido del día retumbase en su tímpano como el estruendo de los relámpagos de los taiko de Raijin.

¡¡LA PUTA MADRE!!

Aquello, sumado al empujon que le propisiaba el calvo, sería mas que suficiente para que el joven médico de cabello azabache abriese los ojos de par en par. No tardaría mucho más en ponerse de pie y admirar el paisaje, había llegado la luz del día. Y todavia no habían llegado al lugar de la misión.

Despiértense, ¿Qué clase de shinobi son? ¡DESPIÉRTENSE DE UNA PUTA VEZ!

Hizo un esfuerzo sobrehumano por ocultar el enojo que sentía en aquel momento, Mogura se había ido a dormir esperando que sus compañeros no fuesen mediocres en su trabajo y le avisaran cuando fuese preciso. Después de todo ese era el objetivo de los turnos de guardia.

Dejó escapar un profundo suspiro y dedicó un par de segundos a pensar en el recorrido. Seguidamente lo explicaría a todos, el ritmo al que marcharían sería la velocidad más rápida del miembro más lento del grupo, de esa forma nadie podría quedar atrás.
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#52
Y lo que debió ser minutos de placer se convirtió en horas, horas en las cuales pude disfrutar de un descanso rejuvenecedor que recargó mis baterías en su totalidad. Me moví en mi colcha para cambiar de posición y seguir con aquella plácida actividad, sin embargo, el arrullo cariñoso de la naturaleza se vio alterado por la voz de un monstruo, una bestia que descargaría toda su arrechera en un quejido que se escucharía varios metros a la redonda.

¡¡LA PUTA MADRE!!

Moví mi boca sintiendo el mal sabor en ella, el calor se hizo presente y cada vez más molesto, entonces varios movimientos bruscos empezaron a sacudir mi cuerpo de un lado a otro con cierta urgencia, entonces fue cuando abrí mis ojos y lo vi...

SPLASH!

Justo en la cara, en la mejilla izquierda, lo pillé en el acto y sí no lo hubiera visto hubiera sabido que habría sido él quien se había tomado tal atrevimiento, mis ojos lo fulminaron con la mirada mientras llevaba mi siniestra a la cara, acaricié suavemente el área enrojecida, no obstante, mi furia no tardaría en estallar.

Despiértense, ¿Qué clase de shinobi son? ¡DESPIÉRTENSE DE UNA PUTA VEZ!

Me levanté como un rayo y miré fijamente al calvo, sí las miradas mataran... —¿¡¡QUÉ CLASE DE SHINOBI NO ES CAPAZ DE DESPERTAR A ALGUIEN PARA HACER CAMBIO DE GUARDIA!!?— Vociferé con tono de indignación mientras mis ámbares le taladraban sin intención de ocultar el enojo.

Comencé a recoger mi cómoda bolsa de viajero y a guardarla en la mochila de mala manera. "INUTIL DE MIERDA NO SIRVE PARA NADA BUENO NO SÉ PORQUE TENGO QUE HACER MISIÓN CON ALGUIEN COMO ÉL" una vez hubiera guardado el saco, daría un trago de agua a la botella de agua, el mal sabor seguía ahí pero no podía cepillarme, no había traído la pasta...

—Veamos sí alguna vez te preocupas por hacer más ejercicio.— Dije sin ningún tipo de tapujo, nuevamente el lento de Mogura volvía a retrasarnos por su ineptitud física.
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#53
Después de gritos, empujones, y un cachetazo muy bien dado, los compañeros de viaje y misión de Karamaru por fin decidieron a abrir los ojos. Al menos uno mantuvo la cordura y supo callarse y entender que había que seguir y recuperar el tiempo perdido, el otro, sin embargo, decidió responder tal como el monje se lo esperaba.

¿¡¡QUÉ CLASE DE SHINOBI NO ES CAPAZ DE DESPERTAR A ALGUIEN PARA HACER CAMBIO DE GUARDIA!!?

Vos te callas.- replicó apuntándole con el dedo y una mirada seria.

Sin esperar mucho tiempo Karamaru empezó a caminar para que los otros dos lo siguieran. En los siguientes metros Mogura se encargaría de marcar el camino a seguir haciendo que los tres viajasen a la par. Aunque nunca podían faltar las críticas del pelirrojo.

***

Ya a lo lejos, varios minutos antes de llegar, se podía divisar una desconocida torre de meditación gigante que el calvo no había visto en su vida. Era de suponer que los estarían esperando allí y no en el medio del bosque o las montañas, por lo que Karamaru siguió sin preguntar por la dirección en la que iban.

«Al fin»
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#54
Keisuke seguía siendo Keisuke, mostrándose siempre sumamente inmaduro y poco dispuesto a pensar lo que decía. El comportamiento que mostraba no le sorprendía en lo absoluto al otro médico del grupo. Karamaru sin embargo no tenía muchos ánimos de soportar su palabrerio y directamente opto por decirle que se calle.

La marcha se llevaría a cabo, la formación avanzaría a un ritmo que todos pudiesen seguir, gustase o no. Momentos más tarde llegarían a la torre de meditación, lugar donde tendrían que haberse reunido al atardecer del día anterior con su superior.

Mogura esperaba que el superior fuese práctico y no perdiera mucho tiempo sermoneandoles por haberse demorado en llegar, era consciente de lo que perder el tiempo de esa manera significaba, pero si aún había una misión que cumplir tenían que empezar ni bien llegaran.
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#55
Vos te callas.

"Vis ti cillis" Repetí mentalmente, todo este asunto me había puesto de mal humor.

Simplemente caminé, ignoraría al calvo, solo le diría lo necesario y sí era realmente necesario, sino podía irse donde mayuya... Mientras nos dirigíamos a la dichosa torre saqué otro pan de mi mochila y fue masticandodolo mientras observaba el desolado relieve.

***

"Espero que lleguemos a tiempo" Me dije cuando la silueta del edificio se manifestó. ¿Qué justificación tendríamos? ¿Seguirían esperándonos?

Bebí nuevamente de la botella, el calor estaba pegando ya, y el sudor me hacía sentir sucio, nada como la humedad de la villa...

Una vez en la torre, miré a mis alrededores en busca de la presencia de alguien más.
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#56
El trio de genins llegó a la torre más dividido que nunca, y mira que eso estaba díficil. Karamaru les culpaba por dormir como perezosos, Keisuke se había discutido con él y Mogura sencillamente los ignoraba.

Cuando llegasen a la base de la torre verían a una mujer pelirroja apoyada en una de las patas de la misma, tenía el pelo mayormente recogido en un moño aunque algunos mechones la caian libres por ambos lados de la cara. Llevaba el famoso chaleco que confirmaba su posición en la jerarquia ninja así como su bandana atada en la frente.

Bajo el chaleco llevaba una camiseta de tirantes blanca que parecía estar rota a proposito para enseñar el ombligo. Las piernas las tenía totalmente cubiertas por unas finas medias negras y la única prenda que llevaba por encima era un pantalon negro ceñido que le tapaba lo justo. De calzado, unas sandalias shinobi, por supuesto.

Su rostro estaba ligeramente enrojecido como cuando se tiene fiebre, pero sus ojos estaban perfectamente lucidos. En cuanto los vio aparecer agarró con una mano una Uchigatana que estaba apoyada en la cara perpendicular de la pata en la que ella estaba apoyada y les apuntó con ella.

Teneis cinco segundos para enseñarme el pergamino.

Keisuke tenía razón, sí que hacía calor, y parecía ir en aumento. Tal vez fueran sus hormonas al ver a una joven tan poco vestida o tal vez fuera otra cosa.


Postead los tres en el orden que querais.
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#57
Fueron pocos los minutos que duramos en llegar a la base de la torre, lugar en donde yacía la presencia de una chica pelirroja que tenía el chaleco y el protector de la villa, por un momento me alivié de saber que aún no estaban esperando; una vez me hubiera acercado lo suficiente pude observar su rostro enrojecido y mirada un tanto brillante, su chaleco cubría parte de su torso pero estaba abierto y una franela rasgada dejaba descubierto su abdomen, unas medias negras y un pantaloncillo era lo único que cubría su parte inferior. Repentinamente la kunoichi blandió su mano desenfundando su espada y la apuntó amenazadoramente hacia nosotros.

Abrí los ojos de par en par dejando ver mi sorpresa. "Se dio cuenta de que la estaba viendo idiota, deja de ser tan descarado!" Me recriminé mentalmente antes de que ella se expresara.

Afortunadamente exigió el pergamino que nos acreditaba como lo shinobis delegados para esa misión. —Mogura, tú lo tienes, ¿no?— Me volteé a verle, la última vez o vi lo tenía mi homólogo, incluso fue entregado en sus manos por ende él debía tenerlo.

Esperé a que Manase mostrara el rollo de papel para luego esperar las indicaciones.
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#58
Teneis cinco segundos para enseñarme el pergamino.

No hubo reverencia, no hubo saludo ni hubo presentación. Una Chuunin les apuntaba con una Uchigatana y parecía que había tenido suficiente de la vida en los últimos días que habían transcurrido.

Las palabras de Inoue Keisuke escaparon de sus labios al mismo tiempo que el joven médico de cabello azabache estiraba sus manos hasta el portaobjetos para desenfundar el pergamino requerido. Sin pensarlo dos veces, tomó con una mano una de las puntas y abrió de par en par el pergamino para que la fémina pudiese leerlo con claridad. Aunque juzgando el estado de salud en el que parecía encontrarse, probablemente solo observaría algunos puntos clave del rollo.

Manase Mogura, shinobi médico de Amegakure reportándose al servicio.

Se presentaría y seguidamente realizaría una marcada reverencia.

Humildemente le pido disculpas por la demora.

Expresó entonces lo que consideraba correcto. El grupo habría perdido al menos medio día de viaje, no consideraba que fuese realmente su culpa pero alguien tenía que hacerse cargo de lo ocurrido. No podía esperar realmente que Keisuke hiciese algo como y ciertamente no tenía demasiado conocimiento de las maneras de Karamaru.
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#59
Viaje incómodo, como ya venía siendo desde antes, fue el que tuvieron los tres genin hasta su llegada a la torre de destino. No parecía haber ningún tipo de afección ni buenos tratos entre ellos, a uno lo odiaba, con el otro parecían ignorarse mutuamente y entre ellos hablaban lo justo y necesario para continuar con la misión.

«Aunque debe de ser por Mogura...» pensando en la efusiva personalidad del tercer miembro del grupo.

Cuando finalmente se acercaron a la torre el trío divisó a una mujer que no tardó tiempo en marcarse como la destinataria del pergamino de la misión. Les apuntó con su espada y dejó palabras claras, órdenes claras, en sus oídos para que actúen. Menos mal que el calvo no era el que tenía el pergamino, porque se quedó unos pasos más atrás de sus compañeros contemplando el cuerpo de aquella mujer de alto rango.

«Si tan solo hubiese estado en esa revista»

Después de conocer el secreto mundo de las cosas que se ocultan tras las ropas de una fémina, se le hacía imposible al monje en la mayoría de ocasiones no generarse una imagen mental, desnudarla con la mirada. Y vaya cuerpazo que tenía la pelirroja en su mente.

Fue culpa del pelirrojo de aquí al lado- se adelantó por entre medio de sus compañeros para ser el que más cerca estaba de la mujer- Karamaru, del clan Habaki- se presentó apuntándose a si mismo con el pulgar.

¿Vos nos vas a acompañar en la misión?
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#60
Dos cosas, única y exclusivamente había dos cosas en este mundo que no soportaba. La impuntualidad y irresponsabilidad. Y como casi siempre esas dos cosas iban ligadas cuando se cabreaba siempre lo hacía de forma extrema.

La mujer bajaría el arma y la mirada, Keisuke vería que murmuraba algo para sí, Mogura podría intuir que decía algo que contenía un "lo siento" y Karamaru tendría suerte si podía verle los labios desde donde estaba.

Acto seguido les dio la espalda y empezó a andar en dirección contraria. Antes de que pudiesen siquiera sacar una conclusión de qué estaba pasando Keisuke y Karamaru verían a esa misma mujer aparecer tras Mogura espada en mano. Mogura solo sentiría el filo atravesandole el pecho lentamente.

Cuando sus compañeros comprendiensen lo que estaba pasando dos clones aparecerían por sus laterales y con la misma arma les clavarían un pie en el suelo a cada uno. El dolor que sentían los tres era algo inimaginable, muchisimo más punzante y ardiente del que habían sentido nunca. Especialmente Mogura, que le estaba saliendo la katana por la parte delantera del pecho.

¡Un médico que llega tarde es un médico inutil!

Las tres hablarían al mismo tiempo y acto seguido sacarían las katanas, dejando al trio de genin sin respiración y de vuelta en la realidad, donde nadie se había movido de su sitio y la katana estaba impoluta. La única diferencia es que ahora el pergamino estaba en manos de la desconocida y sus ojos de un color anaranjado, que recordaba al fuego e incluso parecía tener chispas en el propio iris, estaban clavados con fiereza en Mogura.

Seguidme ¡y rapidito que hay un montón de heridos!

Se dio la vuelta y empezó a andar en dirección contraria a donde habían aparecido los genins, igual eso les traia malos recuerdos pero deberían espabilarse porque si la hacían pararse a esperar... bueno, acababan de vivir lo que iba a pasar.

Keisuke y Karamaru sentirían una incomodidad fuerte en el pie izquierdo y derecho respectivamente. Sin embargo, el que peor lo llevaría era Mogura que necesitaria unos segundos para volver a respirar y pensar con normalidad. Por suerte para él, era daño psicologico y ese lo manejaba mejor que el daño físico.
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