— Entiendo. Hemos escuchado que a veces han dejado rastro... ¿hay alguna zona en dónde haya sucedido más de una? y ¿han sucedido varias desapariciones por noche? ¿o solo una a la vez?

Kinumi paró en seco de escribir y miró a la nada un segundo, pensando en qué momento le había parecido bien dejar a Toshio al mando, pero no interrumpió, ella era una becaria, él una eminencia. Fue la desconocida, porque ni siquiera le había preguntado el nombre, quien corrigió al pelirrojo.

— Creo que no han dejado ningún rastro, de ahí el misterio, ¿no? Eso es lo que yo he oído, por lo menos. Aunque una noche hubo un fuerte desprendimiento por aquí cerca, pero poco puede tener eso que ver con las desapariciones... A no ser que se los esté tragando la tierra.

Podría haber parecido una broma, pero la mujer puso gesto pensativo como si de verdad se lo plantease.

— Desapariciones suelen haber un par cada varias noches. A veces con espacios de hasta una semana entre ellas. La primera, de hecho, hace una estación más o menos que sucedió, desde entonces estamos así. ¿Qué creen ustedes que es? ¿Un fantasma? ¿Un espiritu? ¿Algún tipo de bestia?

La mujer parecía más interesada que asustada por aquel tema.

— Creo que no han dejado ningún rastro, de ahí el misterio, ¿no? Eso es lo que yo he oído, por lo menos. Aunque una noche hubo un fuerte desprendimiento por aquí cerca, pero poco puede tener eso que ver con las desapariciones... A no ser que se los esté tragando la tierra.

Toshio se llevó una mano a la barbilla, pensativo. Estaba seguro de haber leído que no todas las personas habían desaparecido sin dejar rastro, pero quizás simplemente le estaba preguntando a la persona equivocada.

— Desapariciones suelen haber un par cada varias noches. A veces con espacios de hasta una semana entre ellas. La primera, de hecho, hace una estación más o menos que sucedió, desde entonces estamos así. ¿Qué creen ustedes que es? ¿Un fantasma? ¿Un espiritu? ¿Algún tipo de bestia?

— Quizá este sea nuestro primer caso de espíritus. ¿Tú que piensas, Kinumi-chan? —Dijo, metiéndose de lleno en su papel—. Pero volviendo al tema. ¿Dice que llevan una estación entera en esta situación? —Añadió, sorprendido.

Eso le parecía extraño, pues hacía unos momentos le había dicho que la primera desaparición fue un mes atrás.

» Oh ¿y conoce a alguno de los desaparecidos? ¿Podría hablarnos de ellos?

— Quizá este sea nuestro primer caso de espíritus. ¿Tú que piensas, Kinumi-chan?Pero volviendo al tema. ¿Dice que llevan una estación entera en esta situación?

La mujer se puso visiblemente más nerviosa ante su propia contradicción e intentó explicarse.

— Sí, bueno, no. Es que hace una estación se fue una chica, de noche, sin avisar a nadie. Sin embargo, poco después se empezó a rumorear que se había ido con el amante y abandonado a su prometido aquí. La gente habla y dicen que estas desapariciones, que empezaron hace un mes, tienen que ver con esa chica.

Hizo una pausa antes de seguir, bajando la voz levemente.

— Dicen que nunca se fue, que se perdió en el bosque y que su prometido la creyó fugada. Ahora ha vuelto en forma fantasmal para vengarse de los aldeanos que la dejaron morir. Pero yo no me lo creo, es decir, ¿para qué esperarte tanto tiempo? Seguro que la mujer está por ahí teniendo niños y siendo feliz por Tane-Shigai.

» Oh ¿y conoce a alguno de los desaparecidos? ¿Podría hablarnos de ellos?

Se llevó un dedo al mentón.

— Bueno, solo conocía a los vecinos. Sobre todo a Mishi, su marido igual que Kichi se pasaba el día en los campos así que casi ni le veía. Vivían justo en la casa de aquí enfrente. Un día salí a hacer los recados de siempre y ya no había nadie. La casa está tal cual la dejaron. No se oyó ni un ruido esa noche. Ni un suspiro fuera de lo habitual.

No tardó en volver a la carga.

— Si fuera un fantasma vengativo, ¿no debería haber gritos y sangre por todas partes?

La mujer pareció haberse puesto más nerviosa al darse cuenta de su contradicción.

— Sí, bueno, no. Es que hace una estación se fue una chica, de noche, sin avisar a nadie. Sin embargo, poco después se empezó a rumorear que se había ido con el amante y abandonado a su prometido aquí. La gente habla y dicen que estas desapariciones, que empezaron hace un mes, tienen que ver con esa chica.

Toshio asintió, haciendo su mejor esfuerzo en parecer interesado por la historia.

— Dicen que nunca se fue, que se perdió en el bosque y que su prometido la creyó fugada. Ahora ha vuelto en forma fantasmal para vengarse de los aldeanos que la dejaron morir. Pero yo no me lo creo, es decir, ¿para qué esperarte tanto tiempo? Seguro que la mujer está por ahí teniendo niños y siendo feliz por Tane-Shigai.

El chico esperaba que fuera así y que no se tratase de la verdadera primera víctima, cosa que, aunque improbable, sería horrible.

— Bueno, solo conocía a los vecinos. Sobre todo a Mishi, su marido igual que Kichi se pasaba el día en los campos así que casi ni le veía. Vivían justo en la casa de aquí enfrente. Un día salí a hacer los recados de siempre y ya no había nadie. La casa está tal cual la dejaron. No se oyó ni un ruido esa noche. Ni un suspiro fuera de lo habitual. —Dijo ella, llevándose una mano al mentón y volvió a la carga—. [/sub=darkkhaki]Si fuera un fantasma vengativo, ¿no debería haber gritos y sangre por todas partes?[/sub]

Toshio se cruzó de brazos y asintió un par de veces.

—Efectivamente. A los fantasmas vengativos y a los monstruos les gusta matar de la forma más sangrienta posible. —Se inventó—. Creo que eso es todo por el momento, pero antes de terminar ¿nos podría decir su nombre? ¿O prefiere que lo mantengamos en el anonimato?

—Efectivamente. A los fantasmas vengativos y a los monstruos les gusta matar de la forma más sangrienta posible. Creo que eso es todo por el momento, pero antes de terminar ¿nos podría decir su nombre? ¿O prefiere que lo mantengamos en el anonimato?

— El anonimato suena mucho más misterioso ¿no? Seguro que así ganáis más lectores. — dijo con una sonrisa.

Kinumi apuntó sin decir palabra, extremadamente seria. La mujer esperó a que los ninjas desalojaran.

— Si quereis más información deberíais hablar con el alcalde, Bōku-san. Su casa es la más grande de la aldea, la del centro. La veréis solo salir si la buscáis.

Y sí, si salían, verían en mitad de los campos y del resto de casas, una que era de dos pisos en vez de uno solo. Un autentico lujo en un sitio como ese.

— El anonimato suena mucho más misterioso ¿no? Seguro que así ganáis más lectores.

Toshio sonrió, igual que la mujer.

— Sí. A nuestros lectores les encanta el misterio casi tanto como a nosotros.

El chico se levantó mientras Kinumi terminaba de apuntar, preparado para salir de la casa.

— Si quereis más información deberíais hablar con el alcalde, Bōku-san. Su casa es la más grande de la aldea, la del centro. La veréis solo salir si la buscáis.

— Iremos a hablar con él. ¡Gracias por todo! —Dijo antes de salir.

No fue difícil encontrar la casa, de hecho ni siquiera tuvieron que preguntar por él y la identificaron de un simple vistazo. Con algo de suerte el alcalde tendría mucha más información que aquella señorita.

— ¿Vamos? —Le ofreció a su compañera—. Podemos revisar las notas por el camino.

«Maldita sea. Si esto lleva un mes así...» pensó Toshio, recordando lo que le había dicho la mujer, que trataba todo aquello con sorprendente normalidad. «Tendrían que habernos llamado antes».

La mujer les acompañó a la puerta y la cerró tras ellos, después de despedirles.

— ¿Vamos? Podemos revisar las notas por el camino.

Entonces Kinumi se giró a Toshio, con los brazos cruzados, una vez estuvieron de camino al gran edificio.

— Ah, ¿ahora me preguntas? Porque ahí dentro lo has dado por acabado sin preguntarme si tenía algo que decir. ¡Te habrás quedado a gusto! Un momento en que te dejo coger las riendas y anda que te acuerdas de que estoy aquí. Ahora te apañas solito.

Le echó una buena bronca por haberla ignorado. Igual ella sí tenía preguntas, jamás lo sabrían.

— Ah, ¿ahora me preguntas? Porque ahí dentro lo has dado por acabado sin preguntarme si tenía algo que decir. ¡Te habrás quedado a gusto! Un momento en que te dejo coger las riendas y anda que te acuerdas de que estoy aquí. Ahora te apañas solito.

Con los ojos abiertos como platos, Toshio no pudo hacer más que quedarse callado y levantar ambas palmas a la altura de sus hombros, sin estar del todo seguro de si intentaba calmarla, o solo tener las manos cerca de la cara por si le soltaba un puñetazo.

— Joder, Kinumi-chan, pero si tenías más preguntas podrías haberlo dicho y ya. —Protestó, pero rápidamente se dio cuenta de que sí había cometido un error.

El chico suspiró y apartó la mirada. No se le daba genial disculparse, pero con lo lento que era para la mayoría de cosas, al menos era rápido para aceptar cuando la liaba.

» Lo siento. Supongo que estaba tan seguro de que lo había preguntado todo que quizás no pensé que podrías pensar en algo más. —Se disculpó con sinceridad—. Te prometo que no volverá a suceder.

— Joder, Kinumi-chan, pero si tenías más preguntas podrías haberlo dicho y ya.

Encima, Toshio se puso a la defensiva, como si ella, que lo único que había hecho era seguir los roles que se habían repartido, tuviese la culpa. ¡Ella era una pobre becaria bajo el mando de un excelentisimo periodista de renombre! ¿Cómo iba a contradecirle delante de un interrogado, digo, entrevistado? Y Toshio levantó las manos de nuevo como si fuese a pegarle. Ella era una buena compañera, no le pegaría al pelirrojo, aunque ganas no le faltaban.

— Estaba siguiendo el plan, tú como jefe, tendrías que haberme dado pie a preguntar. ¡No iba a interrumpirte!

» Lo siento. Supongo que estaba tan seguro de que lo había preguntado todo que quizás no pensé que podrías pensar en algo más. Te prometo que no volverá a suceder.

— No, si no tenía más preguntas. Esa mujer nos hubiese liado más que lo que nos hubiese resuelto. ¡Pero podrías haberme preguntado!

Se cruzó de brazos. Si la olvidaba durante una estúpida entrevista, ¿quien le aseguraba que no lo hiciese ahí fuera?

— No, si no tenía más preguntas. Esa mujer nos hubiese liado más que lo que nos hubiese resuelto. ¡Pero podrías haberme preguntado!

Kinumi se cruzó de brazos, dejando claro que todavía estaba enfadada.

— Lo sé. Lo sé... —repitió, llevándose una mano a la nuca, apenado—. A partir de ahora te preguntaré estas cosas, como tendría que haber hecho desde un inicio ¿vale?

Esperó un par de segundos antes de continuar.

» Entonces ¿quieres ir ya a ver a Miniku-san o prefieres hacer algo antes?

Kinumi asintió brevemente ante la promesa de Toshio, la cual creía que el creía de verdad. Otra cosa sería llegado el momento, qué hacía. No dudaba de su corazón, dudaba de su memoria.

» Entonces ¿quieres ir ya a ver a Miniku-san o prefieres hacer algo antes?

— ¿Crees que deberíamos ir a hablar con alguien más aparte de con Miniku-san? Creo que mejor hablar con él directamente y si nos dice algo que no nos encaja preguntamos por el lugar. Total, la fachada de periodistas no nos ha servido con Kichi-kun.

Parecía realmente triste por no haber podido hablar con Kichi.

Toshio sonrió al ver a Kinumi aceptar su promesa, aunque no parecía confiar demasiado en su palabra.

— ¿Crees que deberíamos ir a hablar con alguien más aparte de con Miniku-san? Creo que mejor hablar con él directamente y si nos dice algo que no nos encaja preguntamos por el lugar. Total, la fachada de periodistas no nos ha servido con Kichi-kun.

El chico no pudo evitar reírse un poco.

— Seguro que luego podemos ir a hablar con él, tranqui. —Dijo—. Y tampoco creo que nadie nos pueda decir nada interesante ahora mismo.

Al menos no sin que Bōku les diese más información antes.

— ¿Vamos?

— ¿Vamos?

Kinumi decidió ignorar la forma de hablar de Toshio, cada vez más barriobajera con ella, supuso que era simbolo de que estaba ganandose su confianza. Aunque no era capaz de ver eso como algo del todo bueno.

— Claro.

Llegaron al edificio sin problemas, la entrada era amplia y tradicional, como el resto de casas del lugar y como en Kusagakure, así que a los genins no les resultaría nada demasiado nuevo. Además, la planta baja era parecida a la del edificio de la Morikage, había un gran mostrador enfrente de ellos, partiendo el edificio en dos y lleno de papeles, archivadores y esas cosas de encargados.

A ambos lados del mostrador, subían unas escaleras de madera, seguramente al segundo piso, que ya sería la residencia del señor Bōku. Detrás del mostrador, un señor mayor vestido con kimono negro discutía con una mujer también mayor en un kimono de color verde claro.

— ¡Te he dicho cien veces que no!

— Más terco que una mula terca que eres. ¡Que no tiene ningún sentido! Solo vas a conseguir que te peguen una patada en tu viejo culo de ninja.

— ¡Es lo más lógico y punto! ¡Nos hará más fuertes!

— Sí, sí. Lo que tú digas.

— ¡Eh! Mujer, vuelve aquí. ¡No he acabado de hablar! — le ordenó mientras la mujer abandonaba la zona de detrás del mostrador y salía por la puerta, cruzandose con los ninjas y dandoles los buenos días con una sonrisa.

Kinumi entró al edificio y se dirigió al anciano, en aras de no perder más tiempo.

— Perdone, ¿Boku-san?

El anciano se giró, aún con clara expresión de ira y suspiró bruscamente.

— Y ahora una cría, ¿qué pasa, niña?

Entonces, Toshio y Kinumi se darían cuenta de que no habían vuelto a sacar las bandanas, por lo que no les reconocería como ninjas. Claro que la Uchiha estaba buscando en su fuerza interior alguna forma de no lanzar un Katon y hacer arder aquella maldita mansión. ¿La acababa de llamar cria y niña en la misma oración? Y encima con un tono de menosprecio brutal.

Los chicos pronto llegaron a un edificio tradicional que era más grande que el resto de casas del lugar, pero nada a lo que no estuvieran ya acostumbrados los genin.

Al entrar a casa de Bōku, los genin se encontraron con una sala en la que había un gran mostrador lleno de papeles y dos escaleras. Tras el mostrador encontraron a su cliente, Miniku Bōku, que discutía con una mujer.

— ¡Te he dicho cien veces que no!

— Más terco que una mula terca que eres. ¡Que no tiene ningún sentido! Solo vas a conseguir que te peguen una patada en tu viejo culo de ninja.

— ¡Es lo más lógico y punto! ¡Nos hará más fuertes!

— Sí, sí. Lo que tú digas.

— ¡Eh! Mujer, vuelve aquí. ¡No he acabado de hablar!

Pero ella lo ignoró por completo, saliendo del edificio y dándole los buenos días a los chicos en el proceso.

«Vaya. Parece que Miniku-san solía ser ninja». Pensó Toshio sin estar seguro de esa información sería importante.

Los genin entraron el edificio, donde Kinumi fue la primera en hablar con el cliente.

— Perdone, ¿Boku-san?

El viejo se giró, todavía claramente enfadado.

— Y ahora una cría, ¿qué pasa, niña?

Tanto Toshio como Kinumi tuvieron que controlarse tan bien como pudieron para no acabar golpeando a su cliente justo en ese momento.

El herrero sacó su bandana de su portaobjetos y empezó a atársela en la frente. El joven detestaba cuando la gente mayor lo menospreciaba por edad, pero justo era a esa clase de gente a la que debía demostrarle que él también podía ser profesional.

— Somos los ninjas que pidió para encargarnos de las desapariciones. —Dijo, e hizo una leve reverencia—. Kurogane Toshio, a su servicio.

— Somos los ninjas que pidió para encargarnos de las desapariciones. Kurogane Toshio, a su servicio.

Kinumi dio un paso atrás, dejando que Toshio se encargase de la conversación mientras ella también sacaba el protector que la acreditaba como genin y se lo ataba. Si abría la boca solo sería para insultar a aquel viejo desgraciado, lo cual no ayudaría demasiado a la misión, así que mejor se quedaba atrás por ahora.

— ¿Qué? ¡¿Vosotros?! ¡Les dije que mandasen ninjas de verdad! Qué obsesión con mandar genins para todo. ¡Pero si aún tenéis dientes de leche! ¡En mis tiempos tenías que saber algo para que te diesen la bandana! Hoy en día haces un par de cabriolas con ninjutsu y hala, ninja.

El viejo se giró y siguió con sus cosas mientras murmuraba más quejas, ignorando a los ninjas de forma muy poco sutil.