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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#91
Si bien Juro estaba más curado en espanto que las mujeres que tenía al lado, nada le había prevenido sobre lo que estaba a punto de ocurrir a continuación. Observó el cambio de Datsue.

Escuchó aquella voz, aquella expresión, aquellos ojos, aquella... posesión.

Juro sintió un profundo escalofrío. No. Nunca se acostumbraría a escuchar a un bijuu hablar en el cuerpo de un humano.

« ¡Mierda, mierda, mierda! » — ¿El bijuu había estado libre todo el tiempo? ¿Se había escapado en ese mismo momento? Entonces podrían darse por muertos. Los pulverizaría a todos. Él solo no iba a poder pararle.

Mientras preparaba un plan de acción, todo se terminó. Tan repentino como había surgido. Datsue cayó y de repente, su mirada y su cuerpo parecían haber vuelto. Juro vio entonces la estupefacción en sus ojos: ni si quiera él mismo había esperado lo que había estado a punto de pasar. Le vio ejecutar una técnica...

... y el cabrón ya no estaba. Les había dejado tirados.

Juro observó a las chicas, gritando, aterradas, y escapando del lugar tan rápido como podían. Con un suspiro, agarró a su alumno y dos juntos escaparon del local. No se preocupó por Datsue, puesto que no había tenido ningún problema en largarse. Nada más salir por la puerta, condujo a Kazuma al lugar más recondito que pudieran encontrar, atravesando varias callejuelas en el proceso.

Solo cuando se sintió a salvo, paró.

— No creo que nos persigan, pero siempre es mejor prevenir que curar — suspiró Juro. Se sentía muy cansado de pronto —. En fin. Ya pasó. Esperó que Datsue, esté donde esté, haya controlado a...bueno, su pequeño conflicto interior..

» Kazuma-kun, ¿Qué sabes de los bijuu?

¿De verdad era el mejor momento para hablarle de eso a su alumno? Pues no, la verdad, pero Datsue parecía haberse propuesto el acelerar todas las cosas que pudiera y más en su programa didáctico. Al menos, le había dado una excusa: nunca había sabido como afrontar algo cómo explicarle que su maestro tiene a una bestia legendaria en su interior.

Otra vez, esperó que, pasara lo que pasara con el Shukaku y Datsue, la criatura siguiera de su parte. No había mostrado ninguna conducta agresiva. Simplemente, se había ofendido un poco. Esperó que el chico lo hubiera apaciguado.

« ¿Lo ha llamado... "hijo"? » — La relación entre el bijuu y el Uchiha parecía ser más profunda de lo que él hubiera imaginado.
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#92
Saltando entre los tejados de locales y viviendas, Datsue seguía maldiciendo por lo bajo.

Joder, Shukaku, ¡me cago en todo! ¡Quedamos en que no volverías a hacerlo!

«¡JAAAAAJIAJIAJIAJIA! No pensarías que me quedaría callado ante semejantes insultos, ¿no, Hijo? Además, si realmente hubiese pensado que ibas a ligar con alguna me hubiese contenido…»

El Uchiha frunció el ceño, extrañado.

«… solo para ver cómo te las veías luego con Urami. ¡JIA JIA JIA! O quizá te flagelarías con tu diario sin decirle nada, ¿eh? Pero no, te conozco. Sé que no ibas a darme esa diversión. Así que corté por lo sano.»

Datsue volvió a negar con la cabeza.

De verdad te lo digo, no haces más que darme disgustos.


Sigan roleando sin mí, caballeros. Estaré atento para cuando me toque volver... imagino que para la siguiente prueba jaja
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#93
No creo que nos persigan, pero siempre es mejor prevenir que curar — suspiró Juro. Se sentía muy cansado de pronto —. En fin. Ya pasó. Esperó que Datsue, esté donde esté, haya controlado a... bueno, su pequeño conflicto interior…

Eso fue… aterrador —reconoció mientras trataba de recuperar el aliento—. ¿Que pudo haber molestado a Datsue-san tanto como para reaccionar así?

El miedo y la confusión se iban disipando de apoco, permitiendo que en los cielos de su mente hubiese una tentativa a una respuesta lógica. Y ahora que estaba más tranquilo, lo más racional era pensar que el amigo de su sensei se sintió ofendido de forma suprema y no pudo contener su ira; mostrando el perturbador teatro del que fue testigo.

Kazuma-kun, ¿Qué sabes de los bijuu? —pregunto de pronto Juro, confundiendo al joven.

He leído un poco sobre ellos en un libro de mitología comparada: se cree que son figuras que simbolizan catástrofes naturales, y que su forma bestial es una manera de permitir que la gente común pueda comprenderles —respondió, como si fuese una pregunta teórica de una evaluación académica—. Creo que tiene sentido, pues es más razonable creer que las antiguas villas desaparecieron por un gran desastre natural. También en más tranquilizador: pensar que existen criaturas que pueden arrasar ciudades enteras y que hay gente capaz de utilizarlas para ellos es… Eso sí es aterrador.

«Porque un terremoto o un huracán jamás serán sometidos a la ignorancia e indiferencia humanas, pero una bestia con cola…»
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#94
Juro alzó las cejas, claramente decepcionado.

— Kazuma-kun... ¿Es que has estado viviendo debajo de la piedra durante estos últimos tiempos? — suspiró para sí. Quizá estaba siendo demasiado duro con su alumno, pero aun así... ¿Cómo no podía saber absolutamente nada de lo que había pasado? Siempre había confiado en que, con lo reservado que solía ser, había decidido callarse y no decir nada hasta que Juro se lo contara —. Escúchame bien, porque esto que te voy a decir es un asunto de extrema importancia

Juro miró a los lados, para asegurarse de que no había nadie. Aun así, se acercó a su alumno y se lo susurró. Toda precaución era poca.

— Los Bijuus existen. Son criaturas gigantes con colas llenas de chakra. Su poder va más allá de la imaginación humana y fue el que lo destruyó todo. Fueron asesinados por los antiguos Kages al finalizar la catástrofe de las villas —le dijo, rápidamente , aunque realmente eso ya debería saberlo—. Sin embargo, son criaturas inmortales. Una vez que reúnen sus fuerzas otra vez, son capaces de resurgir . Ya lo han hecho. Que yo sepa, cuatro de esas bestias han vuelto a este mundo.

Se encogió de hombros, esperando una reacción. ¿Qué los bijuu simbolizaban la catastrofe? Pues sí, ahí su alumno tenía razón. Pero no de manera figurada. De manera jodidamente literal. Supuso que Kazuma no habría oído hablar del accidente que hubo en el examen chunin. Pero aun así...

Cuando toda la aldea ya sabía de su condición de guardían del bijuu, ¿Su alumno había permanecido en la extrema ignorancia? Entonces se iba a llevar una gran noticia ese mismo día.
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#95
Los ojos de Kazuma se abrieron de par en par. No todos los días tenía la oportunidad de escuchar una verdad tan trascendente; una verdad que echaba por el suelo muchas de las cosas que creía saber. Se separó un momento de Juro y comenzó a hacer gestos con sus dedos, como si estuviera haciendo cuentas o deshilachando una madeja de lana.

Eso está muy loco —alcanzo a decir, sorprendido—. Pero si esas criaturas han vuelto a existir y aún no lo han destruido todo debe haber algo que las detenga… Eso quiere decir que las historias que hablan de jinchurikis son verdaderas, ¿No?
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#96
« ¿Las historias de jinchurikis? Este niño es tonto » — se lamentó no haber tenido esta conversación antes. Cualquiera que le hablara del tema, pensaría que en Kusagakure no se enseñaban cosas tan básicas.

— Pues claro que son verdaderas, tontin. Las aldeas se enfrentaron a cada una de las bestias que han aparecido, la han subyugado utilizando sellados complejos, y la han encerrado en el cuerpo de un ser humano. Eso es lo que se conoce como Jinchuriki, la unión entre un ser humano, que guarda el poder del bijuu — explicó Juro —. Pero no es algo perfecto. El bijuu sigue en tu interior. Te observa. Trata de romperte en cuanto tiene la menor oportunidad para escapar, matándote en el proceso.

Eso era un ejemplo de lo que había ocurrido con Ayame durante el examen. Tenía que sentirse feliz de que a él no le hubiera pasado nada así. El bijuu que tenía, además de amenazarle, no había tratado de hacerle nada grave. Supuso que era mejor, o al menos, no tan manipulador. Quizá solo estaba esperando el momento.

— Debes saber que estas criaturas no son monstruos sin sentimientos o máquinas de matar. Tienen una conciencia y una personalidad. Son seres racionales, que piensan y hablan como nosotros.
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#97
Pues claro que son verdaderas, tontin. Las aldeas se enfrentaron a cada una de las bestias que han aparecido, la han subyugado utilizando sellados complejos, y la han encerrado en el cuerpo de un ser humano. Eso es lo que se conoce como Jinchuriki, la unión entre un ser humano, que guarda el poder del bijuu —explicó Juro—. Pero no es algo perfecto. El bijuu sigue en tu interior. Te observa. Trata de romperte en cuanto tiene la menor oportunidad para escapar, matándote en el proceso.

Aquello sonaba como una historia de terror bastante descabellada, algo que podría servir para entretener la mente durante un rato de lectura, y luego disiparse de los pensamientos sin más. Sin embargo, su sensei era la fuente más confiable que conocía, y parecía está hablando con toda la seriedad posible… Eso hacía que fuese más aterrador, porque no podía cerrar el libro y olvidarse de ello; era algo que estaba ahí afuera y que era real.

Debes saber que estas criaturas no son monstruos sin sentimientos o máquinas de matar. Tienen una conciencia y una personalidad. Son seres racionales, que piensan y hablan como nosotros.

¡¿Qué?! —pregunto sorprendido ante aquello de que eran seres inteligentes y no meras hecatombes con forma física—. Espere, espere… Si son seres racionales, que no pueden ser vencidos o controlados de forma definitiva, ¿Cómo es que no se ha querido o podido negociar una suerte de paz con ellos?
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#98
Esta vez y de manera genuina, el sorprendido de verdad fue Juro. Kazuma llegó a una conclusión que él mismo no hubiera esperado nunca: la paz entre los bandos. ¿Que por qué no? Esa era una buena pregunta. Quizá se debiera, en parte, al gran odio que había entre los dos bandos, a la falta de información, y, en su mayoría, al pasado y a la desconfianza. Pero era algo que había supuesto tras mucho tiempo.

Él mismo no había pensado más que unas pocas veces esa posibililidad. Después de todo, se sentía en tensión. Y cuando uno se siente en tensión, generalmente, no piensas en hacer las paces, sino en sobrevivir, sea como sea.

« Quizá es por eso. Todos se sienten así » — reflexionó, para sí.

— Es complicado, Kazuma-kun. Casi nadie sabe esto, y aunque lo supiera, existe una gran desconfianza. Y, aunque esto es mucho suponer, puesto que ni entiendo ni aspiro a entender una mente tan compleja como la de esas criaturas, diría que a ellos les debe de pasar igual. Ha habido muchas bajas, muchas muertes. Es como una guerra que se prolonga en el tiempo. Cuanto más tiempo pasa y más bajas hay, se hace aún peor — se encogió de hombros —. Quizá te preguntes a qué viene a cuento esto. Pues bien,actualmente, todas las aldeas poseen a un jinchuriki.

» Datsue-san es el de Uzushiogakure. Sospecho que esa es la cosa que escuchamos. No sé cómo, pero tomó su cuerpo por unos segundos.
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#99
Datsue-san es el de Uzushiogakure. Sospecho que esa es la cosa que escuchamos. No sé cómo, pero tomó su cuerpo por unos segundos.

Kazuma sintió nauseas, y luego pudo sentir como el color abandonaba su rostro y sus piernas temblaban un poco. Aquello era lo que temía: era fácil hablar de algo aterradoramente peligroso cuando se trataba de una ficción; pero cuando lo tenía cerca, cuando estaba justo al lado, las cosas eran diferente.

Ya… Datsue-san… —dijo, como buscando palabras para expresar la sorpresa y confusión que sentía—. Es decir, ¿estuvimos al borde de una catástrofe de proporciones míticas hace un momento? No, no puede ser… Porque seguro que Datsue-san controla perfectamente su bestia interior, ¿cierto?

»¡Espere un momento, sensei! —pidió de pronto, como si en su mente varias pieza de un gran rompecabezas se estuviesen armando—. Si todas las aldeas tienen un guardián, ¿Cuál es el nuestro?
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Juro le quitó hierro al asunto, con un despreocupado gesto de mano.

— No lo creo. Entre tu y yo, el Shukaku parece ser un poco egocéntrico. Creo que se sintió ofendido y quiso remarcar su poder — Se encogió de hombros. ¿Tendría algún complejo? —. Datsue me prometió que tienen una buena relación en este mismo momento, así que no debería haber problema que nos ponga en peligro. De momento, al menos. El problema es que nuestros enemigos hayan detectado la presencia del bijuu. Entonces, sí que estaríamos jodidos.

Aunque, tras las nuevas palabras de Datsue, algo nuevo había cobrado sentido para Juro. Si Kurama había detectado a Ayame debido a las reuniones de bijuu, ¿Eso quería decir que, en realidad, no podía detectarlos? No. Juro pensaba que sí que podía, pero probablemente, más limitadamente de lo que había imaginado en primer lugar.

Esperó que, con suerte, Kurama no pusiera su punto de mira sobre ellos. No en ese momento, con su alumno y una competición en la que había tantos inocentes.

« Por fin te da por pensar eh » — Juro sonrió. Ya era hora de que su alumno se hiciera la pregunta.

— ¿Tú qué crees, Kazuma-kun? ¿Crees que la información que te estoy contando la sabe cualquiera? Me halagas, pero ni si quiera un jounin sabe estas cosas. Uno que no tenga vinculación con el tema — se encogió de hombros —. Pues claro. El guardián de la Aldea soy yo. Desde hace un año, aproximadamente
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¿Tú qué crees, Kazuma-kun? ¿Crees que la información que te estoy contando la sabe cualquiera? Me halagas, pero ni si quiera un jounin sabe estas cosas. Uno que no tenga vinculación con el tema —se encogió de hombros—. Pues claro. El guardián de la Aldea soy yo. Desde hace un año, aproximadamente.

Kazuma miro a Juro con los ojos completamente abiertos. De alguna manera aquello era tan increible como lógico: pensar que todo este tiempo su maestro mantuvo encerrado dentro de sí una bestia cuya ira era considerada una catástrofe natural, era casi demasiado como para concebir que un humano pudiera con ello. Por otra parte, si la aldea tuviese que hacer la elección, ¿Quién mejor? ¿Quién más amable? ¿Quién más fuerte y confiable?

«Al final, creo que esto hace a sensei aún más genial de lo que era antes», pensó mientras dejaba escapar una sonrisa de cansancio.

No estoy seguro de que decirle ahora, sensei —admitió con cierta incomodidad—. Digo que no se si darle mis felicitaciones o condolencias: creo que es un gran honor y un gran reconocimiento a su lealtad y habilidades; pero, por otra parte, también creo que es una carga inmensa y una sensación desagradable el que utilicen su ser a manera de cárcel o recipiente.
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Juro no se sorprendió cuando vio como Kazuma le miraba con otros ojos. Lo que sí que le sorprendió ver la reacción de su alumno, quién parecía haber llegado a una conclusión bastante compleja.

No estoy seguro de que decirle ahora, sensei —admitió con cierta incomodidad—. Digo que no se si darle mis felicitaciones o condolencias: creo que es un gran honor y un gran reconocimiento a su lealtad y habilidades; pero, por otra parte, también creo que es una carga inmensa y una sensación desagradable el que utilicen su ser a manera de cárcel o recipiente.

— No tienes que decir nada, Kazuma-kun. Cuando recibí este "honor", me acababan de ascender. Era un niño y nadie me preguntó primero. Pero con el tiempo, supongo que he aprendido a entender ciertas cosas. No hubo otra opción y el Morikage hizo lo que pudo — Aunque, a decir verdad, nunca le creyó ni le apoyó en el sentido en el que le hubiera gustado —. La gente me ha tratado bastante mal, ¿sabes? Me tienen miedo. Por eso, me extraña mucho que no te hayas fijado en la manera en la que todo el mundo actúa cuando estas junto a mi. Solo espero que eso no te afecte a ti de ninguna manera.

Se encogió de hombros. Había una cosa más que no le había contado. Ya que estaban debía saberlo todo. La amenaza que se cernía sobre ellos. Especificamente, sobre Juro y Datsue, y como no, sobre el pobre genin, que podría verse involucrado en esta lucha desigual simplemente por estar a su lado.

— También debes saber que no estamos solos. Hay 3 jinchurikis, pero antes te he dicho que hay 4 bijuus sueltos, ¿recuerdas? Kurama, el nueve colas, es el restante. Sabemos que se ha liberado y ahora mismo, busca formar un imperio. Ha contratado a nueve humanos y les ha dado parte de su poder, convirtiéndoles en sus generales. Marionetas poderosas a su voluntad — le explicó, bajando aún más el tono. Nadie podía escuchar eso. Nadie —. Ellos nos persiguen a nosotros, los jinchurikis. Por eso suelo ser tan precavido cuando vamos juntos. El bijuu quiere liberar a sus hermanos, al parecer, con una extraña técnica de sellado, que le da el control del cuerpo humano al Bijuu. Sospecho que él ya lo ha hecho con su propio jinchuriki.
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…La gente me ha tratado bastante mal, ¿sabes? Me tienen miedo. Por eso, me extraña mucho que no te hayas fijado en la manera en la que todo el mundo actúa cuando estas junto a mí. Solo espero que eso no te afecte a ti de ninguna manera.

Sí, bueno… De hecho, pensaba que era algo normal —admitió, como si fuese algo sin mucha importancia—. No soy muy popular que digamos entre la gente de la villa; ya sabe, por ser del campo y por ignorar muchas de sus costumbres. La mayoría me ve como si fuese un ermitaño caníbal o algo semejante. Que loco, ¿no? Pero supongo que así somos todos cuando no conocemos o comprendemos algo.

También debes saber que no estamos solos. Hay 3 jinchurikis, pero antes te he dicho que hay 4 bijuus sueltos, ¿recuerdas? Kurama, el nueve colas, es el restante. Sabemos que se ha liberado y ahora mismo, busca formar un imperio. Ha contratado a nueve humanos y les ha dado parte de su poder, convirtiéndoles en sus generales. Marionetas poderosas a su voluntad —le explicó, bajando aún más el tono. Nadie podía escuchar eso. Nadie—. Ellos nos persiguen a nosotros, los jinchurikis. Por eso suelo ser tan precavido cuando vamos juntos. El bijuu quiere liberar a sus hermanos, al parecer, con una extraña técnica de sellado, que le da el control del cuerpo humano al Bijuu. Sospecho que él ya lo ha hecho con su propio jinchuriki.

¿Qué me dice? —pregunto, pálido por lo que acababa de escuchar—. Pero no hay problema, ¿cierto? Digo, seguramente usted también domina a su bestia interior y puede enfrentarse a cualquier poseído que se le oponga… ¿No?
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— A la gente le encanta juzgar... — suspiró Juro. Nunca pensó que estaría hablando de algo así delante de su alumno. Quería consolarle un poco, pero... al fin y al cabo, él también estaba en la misma maldita situación. A los dos les habían tratado mal por algo que no era su culpa. ¿Podía ser más injusto?

Kazuma estaba aprendiendo más y más y la situación no le parecía alentadora. Pero tenía que saberlo. Si era lo suficientemente adulto como para entrar a un prostibulo, también lo era para saber que su cuello peligraba.

— Bueno... no es tan fácil. Cho...Chomei no ha mostrado mucho interés por conversar conmigo, además de para aclarar que quiere despedazarme. E-estoy seguro de que cuando llegué el momento, hablaremos. Pero de momento, tenemos que procurar que Kurama no nos detecte — explicó Juro —. Quizá venir aquí no ha sido lo más inteligente del mundo, pero confío en que si mantengo un perfil bajo y no hago nada que pueda llamar su radar, estaremos bien.

Se cruzó de brazos. ¿Sonaba confiado? Pues no. De hecho, no lo estaba para nada.

— P-pero bueno, yo esto no te lo digo para que te asustes, hombre. Todo va a ir bien y la siguiente prueba de la competición irá genial — murmuró. Miró a los lados —. Mira, la gente ya se ha ido. Es seguro que continuemos. Al final no hemos comido nada. Estoy reventado, ¿sabes? Mañana nos espera otro largo día.
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Bueno... no es tan fácil. Cho...Chomei no ha mostrado mucho interés por conversar conmigo, además de para aclarar que quiere despedazarme. E-estoy seguro de que cuando llegué el momento, hablaremos. Pero de momento, tenemos que procurar que Kurama no nos detecte — explicó Juro —. Quizá venir aquí no ha sido lo más inteligente del mundo, pero confío en que si mantengo un perfil bajo y no hago nada que pueda llamar su radar, estaremos bien.

«Chomei… Kurama», repitió mentalmente, grabándose aquellos nombres.

P-pero bueno, yo esto no te lo digo para que te asustes, hombre. Todo va a ir bien y la siguiente prueba de la competición irá genial — murmuró. Miró a los lados —. Mira, la gente ya se ha ido. Es seguro que continuemos. Al final no hemos comido nada. Estoy reventado, ¿sabes? Mañana nos espera otro largo día.

Sí, ha sido un día bastante largo… Sera mejor que vayamos a descansar. —Aunque en el fondo sabía que sería poco lo que podría dormir.

La ruta hasta el hospedaje no le tomaría mucho tiempo, aunque el camino era lo suficientemente largo como para encontrar algún puesto que vendiese aquellos panes rellenos de carne que tan famosos eran en aquella ciudad. Kazuma pidió unos seis, que en principio parecían demasiado; pero pronto demostraron ser apenas suficiente para el hambre que cargaban consigo.

Buenas noches, sensei —dijo Kazuma antes de marcharse a su habitación—. Y gracias por lo de hoy..., por contarme aquello.

Kazuma se arrojó sobre la cama y se quedó quieto allí, mirando el oscuro techo, como si el peso de todo lo revelado le aplastase más allá de la necesidad de dormir. Su mente era una tormenta de preguntas; pero había una en particular que se repetía constantemente: “¿Dónde estaría Datsue-san?” Y pensar que la respuesta implicaba una gran soledad, interrumpida únicamente por la bestia que había en su interior, le hacía sentirse un poco mal, casi culpable por agradecer que dicha carga no estuviese sobre él.

***

Las agitaciones de la noche anterior debieron fatigar su cuerpo, pues cuando despertó por el ruido ya era avanzada la mañana. Tan tarde era que apenas les daría tiempo a ambos de lavarse la cara y correr al sitio donde se realizaría la prueba, y eso si no desayunaban. Se suponía que sería más tarde, que por lo menos tendrían 24 horas para descansar; pero al juez le pareció que todo herrero que se precie debía saber trabajar efectivamente a pesar del cansancio y lo inoportuno de un pedido, negar la holgazanería (según palabras textuales). Aquello había enloquecido a la ciudad desde temprano.

Además, en esta ocasión celebrarían la prueba en un lugar distinto, la gran plaza noreste. Luego de atravesar un mar de personas, podrían conseguir un par de asientos en las tribunas levantadas durante la madrugada. En el centro de la plaza podrían ver gran cantidad equipo, herramientas mecánicas, correas y engranajes de todo tipo que escapaban de la comprensión de la persona promedio. Lo que si era bastante familiar eran aquellas fraguas, que permanecían meramente como familiares puesto que eran de la más alta tecnología disponible (una generosa donación para el evento).

¿No son demasiados puestos? —pregunto en cuanto vio el escenario.

Y ciertamente, en la primera ronda muchos se habían quedado fuera por considerar la selección de material como algo fuera de sus facultades; pero aquello, cuando realmente comenzabas a utilizar el fuego y el yunque era el punto fuerte de la mayoría, por lo que aquella ocasión pudieron contarse 28 de los 56 participantes totales.

Buenos días, público y participantes —dijo un hombre que se encontraba en la tarima de los jueces, con una voz demasiado modulada, mecánica—. Soy Kadomura Kichio, juez de esta prueba. Estoy aquí en representación de la academia de estudios metalúrgicos del País de la Tormenta, institución que hizo los donativos de equipo para esta prueba.

Estaba vestido con una ancha túnica blanca, típica de los investigadores. Además, su postura era exageradamente recta, su cabello estaba simétricamente acomodado y a través de los gruesos y redondos lentes que portaba de veían unos ojos azules y acerados.

Suponiendo que ya todos tienen su material, la prueba consistirá en hacer una palanquilla —explico lacónicamente, como si estuviese impartiendo una clase en un día cualquiera—. Pueden hacer uso de todo lo que aquí tienen para conseguirlo… Tienen tres horas.

Y con aquello se retiró al estrado, no sin antes girarse y dedicarles algunas palabras:

Por cierto, si dañan alguno de los equipos... los matare —sentencio con frialdad, ajustandose los lentes para luego sentarse y entrecruzar sus manos, a la espera de que decidiesen comenzar.

La estación de cada participante constaba de tres elementos: un martillo pilón, una fragua a gas con graduación y una mesa de trabajo con herramientas varias… Lo único que no había era algún manual de instrucciones.
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