Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
27/07/2020, 22:48 (Última modificación: 28/07/2020, 02:06 por Kurogane Toshio. Editado 1 vez en total.)
Allí estaba él, de pie frente al edificio de la Morikage como otras tantas veces lo había estado en el pasado, con la muy ligera diferencia de que la última vez que había entrado allí era a otra persona a la que le pertenecía el asiento el asiento que se encontraba casi en lo más alto del edificio.
El joven temblaba un poco de miedo y emoción. No, prácticamente solo de miedo mientras recordaba todo lo que había sucedido desde la última vez que el puso un pie en aquel edificio. Lo que le había sucedido a él, a Yuki, a su familia, a toda la aldea... y ahora él se metería en todo eso de nuevo.
Negó con la cabeza. No. Nada de eso tenía por qué volver a suceder ¿no? Solo tenía que volver a ponerse en ello y pronto volvería a ser un héroe como lo solía y todo estaría bien, porque Yuki lo necesitaba. Todo estaría bien ¿verdad?
«Todo estará bien» se dijo. «Solo tienes que empezar de cero y dentro de nada volverás a ser el de antes. Ya lo dijo Tamao».
Tomó aire y se relajó antes de abrir la puerta del edificio y pasar.
Era tarde, no muy tarde, pero pasado el mediodía. Dentro del edificio de la Morikage solo estaba el encargado, literalmente. No había una sola alma más en todo el campo de visión del genin. Bueno, un alma más sí, pero no una persona más, sino un can al lado del puesto del encargado, que estaba ocupado por un niño.
Y ya está. Estaban el niño, el can y Toshio. El chico tenía el pelo marrón totalmente despeinado y tenía los ojos clavados en un documento que estaba releyendo por tercera vez.
— ¿Por qué ha rellenado la solicitud 103c si esto claramente es una 24b? ¡Ni siquiera son del mismo campo administrativo! — echó el papel sobre el mostrador y le estampó un sello, para entonces mirar al recién llegado con brillo en los ojos. — ¡Hey! ¿Quien eres? ¿Qué quieres? ¿Qué haces por aquí? Es la primera vez que te veo. ¿Recién graduado?
Se irguió en la silla al mismo tiempo que el perro que dormía en su propia cama de perro al lado del mostrador se levantó, casi como si estuviesen perfectamente sincronizados. Se oyó un ligero estruendo procedente de las partes traseras del can que ,después de aligerar su carga en el aire del edificio, dio dos vueltas sobre la cama y volvió a tumbarse exactamente en la misma posición.
Inuzuka Paddo ni se inmutó ante lo que acababa de ocurrir, su atención centrada en Toshio.
El joven se sorprendió al comprobar que dentro del edificio no había ni una sola persona aparte del encargado y su ayudante, que eran... un niño y un perro, respectivamente.
Quizá no debería haberse sorprendido de lo vacío que estaba el lugar. Al fin y al cabo sabía que casi todo el mundo en la aldea se encontraba Valle de los Dojos animando a sus compañeros mientras traían la victoria a casa.
El chico se inclinó hacia atrás, sorprendido por la emoción de Paddo, a quien le brillaban los ojos mientras lanzaba una lluvia de preguntas al pobre genin.
—Eh...
Su perro también parecía emocionado. Tanto que literalmente no pudo contenerse.
«Esto no puede ser verdad...
Suspiró antes de devolver su atención al Inuzuka, con una sonrisa.
—Kurogane Toshio, vine a solicitar una misión y... no exactamente —respondió las preguntas una a una—. ¿Tienes algo para mí?
—Kurogane Toshio, vine a solicitar una misión y... no exactamente¿Tienes algo para mí?
Paddo ni siquiera reprimió su descontento y su disconformidad con las respuestas que le había dado el muchacho. Frunció el ceño y le miró fijamente, intentando descubrir por sí mismo por qué le mentía aquel desconocido.
— Reviso a diario todos los informes de misiones que entran y no he visto ningún Toshio ni en misiones fallidas ni completadas. Así que o eres un recien graduado o no has completado una sola misión en... ¿cuanto? ¿Un año? ¿Qué clase de shinobi no completa ni una sola misión tras graduarse? Si lo primero que te dicen en la academia es que solo graduarte vengas a por una D.
Justamente lo decía el que no lo había hecho y en vez de eso había entrado directamente a trabajar como encargado.
El joven pestañeó varias veces, desconcertado por la respuesta del Inuzuka.
—Lo sé. Lo sé —respondió el Kurogane haciendo un ademán con la mano, restándole importancia.
La verdad es que en cierto modo Paddo tenía razón. Aunque Toshio no era precisamente ningún novato, hacía mucho que el chico podría haber venido a solicitar una misión de nuevo y en cambio no había decidido hacerlo hasta ahora.
»Mi última misión fue en Despedida y... hubieron complicaciones —dijo, apartando la mirada. Realmente no quería recordarlo—. Supongo que puedes comprobarlo, si quieres.
»Mi última misión fue en Despedida y... hubieron complicacionesSupongo que puedes comprobarlo, si quieres.
¿Despedida? Dios, de eso hacia trilenios para Paddo, para un chaval de su edad, esa cantidad de tiempo era casi veinte años.
— No hace falta, te creo. Nadie mentiría tan descaradamente. ¿Despedida? Madre mía, estás más verde que el sombrero de la Morikage. — soltó más pancho que ancho.
Dicho lo cual se fue a un cajón y empezó a rebuscar entre los pergaminos.
— Aburrido, aburrido, demasiado divertido... — miró con el rabillo del ojo a Toshio y volvió a sus pergaminos. — Esta servira para que entres en calor.
Le pasó el pergamino y volvió a lo suyo, dejando que Toshio lo abriese y descubriese el pastel solito. Justo al final del pergamino venía escrita la dirección a la que debería dirigirse, como siemrpe.
(D) Acompañante discreto
Publicada en: Kusagakure Solicitante: Uchiha Kinumi Lugar: Calles de la Aldea (Kusagakure)
Todos mis compañeros de la Academia van a hacer una fiesta de graduación y les he prometido que llevaría a mi novio, que se graduó hace tiempo ya y por eso nadie le conoce. Si no fuese porque es todo una gran mentira. Necesito a un genin, guapo, fuerte y sobre todo, que no tenga novia ni conozca a ningún alumno que se gradué justo ahora de la Academia. Durante la misión se tendrá que acostumbrar a ir cogido de mi mano constantemente y, en caso de requerirse, besos en la mejilla. Solo necesito que me acompañe, sonría y confirme cualquier cosa que diga, ¡que no se pase de listo! Por favor.
Una cena palpitaba en su frente mientras intentaba disimular con una sonrisa. Es verdad que chico tenía razón en lo que decía ¡pero no por eso tenía que soltárselo así como así!
Toshio esperó de brazos cruzados mientras Paddo rebuscaba entre varios pergaminos.
—Aburrido, aburrido, demasiado divertido... —¿Demasiado divertido? ¡Él quería esa!—. Esta servira para que entres en calor.
El chico tomó el pergamino y lo leyó con detenimiento. La misión debería ser sencilla, pues solo tenía que acompañar a una chica y pretender que era su novio durante un día. Lo difícil fue tener que recordar que no le había pedido salir a Yuki ni una sola vez.
El lado positivo es que por eso cumplía sin problemas con toda la parte de "que no tenga novia".
—Perfecto. Yo me encargo —dijo Toshio antes de girarse y despedirse con la mano—. Nos vemos.
Alegre por no tener que volver a limpiar retretes, Toshio saldría del edificio para dirigirse directamente hacia su casa. Si quería que todo saliera bien, primero tenía que vestir apropiadamente.
Paddo había perdido todo el interés en el muchacho tan rápido como lo había obtenido. El can ni lo había tenido ni lo había perdido, estaba frito. Ni siquiera levantaron la mirada cuando Toshio se despidió, bien podría haber hecho un triple mortal inverso y no hubiesen ni parpadeado ninguno de los dos.
Toshio saldría del edificio directo a su casa y tardaría exactamente lo mismo que había tardado en su camino de ida de su casa al edificio. Una vez allí, tendría que decidir qué ponerse.
Describela bien, por favor. Ahora que has hecho todo el camino para cambiarte, qué mínimo que una descripción detallada.
Toshio pasó todo el camino de vuelta a casa preguntándose cómo debería vestirse para su "cita". Solo se trataba de una simple fiesta de graduación,así que no debería ir excesivamente formal, aunque siendo Kinumi del importantísmo clan Uchiha quizás esperaba algo más de su pareja.
¿Qué podía hacer? Había pasado tanto tiempo concentrado en su vida ninja que prácticamente se había olvidado del resto. Además ¿cómo es que ahora los chicos hacían fiestas de graduación? ¡Cuando él se graduó nadie hizo nada parecido!
—Ya estoy en... —empezó Toshio al llegar a casa, pero bajó la mirada al recordar que nadie estaría allí para responderle.
—¡Hola, Toshio! Estaba pensando... —nadie excepto un joven bajito y con gafas. El mejor amigo del Kurogane.
—¡Tamao! —Exclamó Toshio—. Me viene genial que estés aquí. Sígueme
—¿Eh? —El chico ni siquiera pudo reaccionar antes de que Toshio se lo llevara a su habitación—. —To-Toshio ¿¡Qué haces!?
—Necesito tu ayuda.
A la fuerza, Tamao ayudó a Toshio a escoger su atuendo: una camisa roja de mangas cortas y botones blancos, además de unos pantalones negros cerrados por un cinturón del mismo color y un par de zapatos negros de vestir.
Luego de haberse preparado, el herrero revisó su peinado una vez más antes de tomar el pergamino y salir a casa de Kinumi.
Toshio, después de haberse arreglado, caminaría un buen trecho hasta llegar al barrio rico de Kusagakure. Tras otro rato de camino encontraría la dirección que había en el pergamino.
Ante él se alzaba una enorme mansión de aspecto tradicional, detrás de un enorme jardín, claro. Entre la puerta principal y la mansión en sí habría unos veinte metros sin exagerar. El camino que unía la puerta principal con la de la mansión estaba rodeado de setos recortados en diferentes figuras. Había un caballo, una luna, ...
Obviamente, la puerta principal era una verja metalica que estaba cerrada a cal y canto. Al lado de esa misma verja había un hombre, alto y corpulento, que guardaba la puerta. Vestía una camiseta verde de manga corta y pantalones de un verde más oscuro cortos también. Tenía una melena marrón recogida en una cola de caballo y una cinta verde en la frente.
— ¡Eh, tú! ¿Qué te pica?
Toshio ni siquiera estaba tan cerca como para ser sospechoso y el hombre ya le estaba señalando con un dedo y acercándose a él.
«Lo sabía» se dijo Toshio cuando se dio cuenta de que estaba entrando en el barrio rico de la aldea.
Al llegar a la enorme mansión que era la casa de Kinumi, el joven tuvo que comprobar dos veces la dirección que estaba escrita en el pergamino. Sabía que esa chica probablemente vendría de buena familia, pero...
«¿¡Tanto!?»
Un hombre, grande y fuerte, que guardaba la puerta de la casa dio con Toshio y se acercó a él de forma peligrosa.
—Esto... —intentó empezar a hablar sin ponerse nervioso. Estaba seguro de que se desmontaría de recibir un golpe de aquel hombretón—. ¿Vive aquí Uchiha Kinumi-san? Estoy aquí por la misión que solicitó.
— ¿Vive aquí Uchiha Kinumi-san? Estoy aquí por la misión que solicitó.
El hombre literalmente gruñó en respuesta, como diciendole que no le vacilara o le abriría la cabeza contra la verga de un manotazo. Todo eso venía implicito en el gruñido, aún así, decidió ampliar la información verbalmente.
— No se me ha informado de que se haya solicitado ninguna misión. Además, Kinumi-sama tiene más de dos cientos sirvientes en la casa. ¿Para qué iba a necesitar un niño para hacer nada?
Estaba claro que no iban a hacer buenas migas el guardia y Toshio, ahora faltaba descubrir si hacían buenas migas la cabeza de Toshio y la verja como se pasase de la ralla.
Toshio se quedó totalmente quieto durante unos segundos cuando el guardia le respondió.
«Eres tontísimo» se dijo a sí mismo.
El chico se echó a reír. Pretendía hacerlo como si hubiese estado bromeando o algo por el estilo, pero en su lugar solo le salió algo más parecido a una risa nerviosa.
—Solo bromeaba, te estaba... ¡poniendo a prueba! Soy su cita para la fiesta de graduación —mantuvo la sonrisa durante unos tres segundos antes de volver a abrir la boca—. ¿Podrías avisarle de que estoy aquí, por favor?
Contra más hablaba el chico su voz empezaba a disminuir más y más en volumen. Claramente no le daba nada de confianza hablar con el guardia, especialmente cuando sus manos estaban tan cerca.
«¿Que estabas bromeando?» se dijo. «Eres tontísimo, pero tontísimo, tío».
Su nerviosa sonrisa seguía, pero la verdad es que Toshio no sabía exactamente qué esperaba conseguir con ella...
—Solo bromeaba, te estaba... ¡poniendo a prueba! Soy su cita para la fiesta de graduación. ¿Podrías avisarle de que estoy aquí, por favor?
— No me gustan las bromas. — puntualizó por si no había quedado claro.
Sin embargo, se giró a la verja y le dio dos golpes. Al cabo de unos segundos salió una sirvienta del edificio principal. Sin embargo, cuando llevaba la mitad del camino se oyó una voz desde el fondo.
— ¡Dejadle pasar! ¡Que espere en la casa de invitados!
Finalmente, el guardia abriría la verja y la sirvienta le indicaría que le siguiese. En vez de ir a la mansión principal, le llevaría por un camino secundario, rodeado de más esculturas de setos. Hasta que llegasen a una casa mucho más pequeña y aún así bastante grande.
Solo entrar había una enorme sala con una mesa baja en medio y varios cojines alrededor.
— Enseguida viene la señorita. — dicho eso, la sirvienta cerraría, una vez Toshio estuviese dentro, y se iría.
—Claro, entendido: nada de bromas —respondió el genin, recto como un palo.
Y luego, contra todo pronóstico, el guardia se giró hacia la verja para que poco después le permitieran pasar al edificio.
«¿Ha funcionado?»
El guardia abrió la verja para que una sirvienta le guiase no hacía el edificio principal de la mansión, sino a una casa mucho más pequeña, que aún seguía siendo más grande que la casa del joven herrero.
—Enseguida viene la señorita —dijo la sirvienta.
—De acuerdo.
Una vez él estuvo dentro de la habitación, el chico se sentó en uno de los cojines que habían alrededor de la mesa.