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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
La señora Kobayashi asintió ante la petición de Kisame, pero en su rostro expresaba una evidente sorpresa. Parecía claro que la veterana empresaria nunca había esperado recibir una petición así de parte de los ninjas; al fin y al cabo, ¿no estaban encargados de purgar la presencia del espíritu de su casa? ¿En qué iba a ayudarles hablar con el servicio? Sea como fuere, Kobayashi Koe estaba lo bastante desesperada con aquel asunto como para no plantearse muchas preguntas. Dio dos sonoras palmadas.

Sí, sí, claro... ¡Yamato! ¡Yamato!

El hombre que antes había aparecido por el umbral de la puerta y al que Koe le había encargado preparar las habitaciones de invitados para los genin, volvió a hacer sobrio acto de presencia, diligente como nadie. La señora Kobayashi le miró con suficiencia y luego le ordenó que trajese al servicio. El otro asintió y desapareció tras el umbral de la puerta.

Cinco minutos después entraron en perfecta y ordenada fila, en la sala, los empleados del servicio doméstico de la mansión Kobayashi. Se colocaron frente a su jefa y a los genin, y tras realizar una reverencia, fueron presentándose uno a uno. Empezó el llamado Yamato.

Yamato, jefe del servicio.

Le siguió una mujer alta y corpulenta, con brazos como yunques, pelo castaño recogido en un moño y mirada boba.

Sakura, cocinera.

Por último, se presentó un muchacho jovencito y que parecía estar muy nervioso ante la inquisitiva mirada de la señora Kobayashi. Debía rondar los dieciséis o diecisiete años, tenía el pelo negro muy corto y en general parecía bastante novato y poco acostumbrado a la situación.

K... Keisuke, Hirata Keisuke —balbuceó—. Encargado de limpieza.

La señora Kobayashi bufó, molesta.

¿Cuántas veces te lo tengo que decir, Keisuke? ¡A nadie le importa el nombre de tu familia! Aquí te presentarás con tu nombre de pila, y punto. ¿Lo has entendido o te lo voy a tener que repetir ochocientas veces más, niño de los cojones?

El aludido se limitó a bajar la mirada y asentir varias veces.
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#32
La sorpresa de Kisame frente al despotismo con el que la señora Kobayashi trataba a sus empleados fue difícil de ocultar, sin embargo, unos instantes después resolvió que eso era algo que no le concernía, así que se mantendría al margen y trataría de ser un profesional, como siempre le había aconsejado la anciana Kata. Se los quedó mirando unos instantes intentando estudiarlos. En primer lugar, era claro que la cocinera quizás no fuese demasiado avispada, por lo que pensó que la principal fuente de información sería el llamado Yamato y quizás el chico nervioso. Era de su edad y seguramente les costase menos tratar con él.

-Taka Kisame, para servirles, por orden de la Arashikhage -Se presentó Kisame mientras hacía una educada reverencia -Kobayashi-senpai, le agradezco su colaboración -Dijo el amejin mientras seguía estudiando a los empleados. Momentos después, carraspeó y les preguntó directamente -Estoy totalmente seguro de que están al corriente de el mal que está molestando a su señora, por lo que, me gustaría saber si a alguno de ustedes les ha pasado lo mismo en los últimos días, y si es así, que se nos proporcionara todos los detalles necesarios -Concluyó el amejin, para después dedicarle una rápida mirada a Karamaru y luego volverse hacia ellos, esperando respuesta.

-Vale, ahora sabremos si la persona o cosa que está haciendo esto solo está interesada en la mujer, o también en los empleados. Estate atento, quizás alguno oculte información por miedo a lo que la señora Kobayashi pueda decirle, en tal caso, más tarde intentaremos reunirnos con la persona en cuestión, qué te parece? -Pensó el delgado shinobi sin apartar la mirada de los miembros del servicio, para disimular lo máximo posible.
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#33
Iba a tener que hacer un esfuerzo de más, nunca había intentado hacer ese tipo de conexión con tantas personas pero su teoría decía que era posible. Solo era cuestión de intentarlo. Karamaru se quedó varios pasos detrás de su compañero solamente como oyente y sin ser parte de momento de la conversación con la mujer.

Los empleados entraron uno detrás del otro y a medida que tomaban sus lugares Karamaru iba intentando formar una conexión mental que le permitiese escuchar que pensaban sin siquiera que lo supieran.

«Vos mandale que cualqui te aviso, vamo' a ver si no falla que medio tardé en decirlo pero la posta que nunca intenté esto. Pero bue... que salga lo que salga, vos hablá que yo me quedo tranqui.»

Y así haría, de oyente y observador desde el fondo, con pena por el nuevo de limpieza pero entendiendo que tenía que aprender los modales que la mujer le pedía. Era su trabajo, lo que le tocaba, y tendría que estar agradecido de tener tantas oportunidades porque probablemente con Yui no correría la misma suerte.

«A ver que sale...»
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#34
El trío de empleados de la señora Kobayashi negó al unísono ante la primera pregunta de Kisame: a ninguno de ellos le había pasado cosa semejante a oír voces fantasmales en su cabeza, voces que sólo la víctima pudiera escuchar. No, quien quiera que fuese que estaba haciendo eso a su señora, no les había atormentado a ellos. Incluso el nervioso y poco experimentado Keisuke parecía bastante seguro de su respuesta a esa pregunta, aunque seguía mirando a la señora Kobayashi por el rabillo del ojo... Temeroso, quizás, de incumplir sin saberlo alguna de las muchas normas que la empresaria imponía a sus empleados.

Por su parte, Karamaru trataba de leer las mentes de los empleados del servicio; por desgracia para él y para Kisame, no era así como funcionaba su técnica Yamanaka. Aquella habilidad le permitía conversar con quienes estuvieran consciente y voluntariamente dispuestos a hacerlo, no espiar los pensamientos ajenos.
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#35
Kisame observó a los empleados con calma. Su desconocimiento de las técnicas de su compañero le había hecho fracasar en su idea, sin embargo, dado que le gustaban los desafíos, no iba a desistir en su búsqueda de la verdad, volvió su mirada a Karamaru y luego a los empleados una vez más, paseando lentamente delante de ellos.

-Muchísimas gracias a todos por su colaboración, y una vez más, a Kobayashi-senpai por hacer todo lo que esté en su mano, por el momento con eso es suficiente -Dijo en voz alta para todos.

-Bueno, has descubierto algo? De no ser así, creo que deberíamos de darnos una vuelta por el jardín, o incluso esperar a la noche, no se muy bien que hacer, tienes alguna idea? -Pens el amejin mientras hacía una educada reverencia a los miembros del servicio y luego a la anfitriona de la casa.

Estaba pensativo, quizás ahora sin saber muy bien como salir de la encrucijada en la que se encontraba. Si esperabana la noche estarían perdiendo el día, y así todo, no sabía muy bien como manejar la situación de hacerlo ya que, tampoco tenía un plan para después de esto. Habría que esperar a ver qué pensaba su compañero al respecto.
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#36
Karamaru estaba preparado para el ruido en su cabeza, para comenzar a escuchar voces, reconocerlas, seguirlas, recordar las palabras y sentirse un dios del interrogatorio aunque no le convenciese el método. Pero el silencio reinó en su cabeza, los sonidos brillaron por su ausencia y al final solo sonó la voz de su compañero preguntando por todo eso que su mente había captado.

«No capo, no escuché una verga. No sé que onda, o la cague en algo o tiene la mente re en blanco estos chabones. Me va esa, esperemos a ver que onda, paseemos por la casa y cuando haya bardo nos ponemos las pilas y vemo' que hacemos. Si vos decís que hasta llegamo' por ahora, hasta acá llegamos.»

Y así simplemente en la frustración Karamaru entendía que lo mejor, lo más fructífero, era esperar al mejor momento para actuar. El momento en el que sucedían los problemas y desde allí intentar resolverlo. Información previa siempre era buena tenerla pero si toda la gente de aquella casa no podía decir nada solo les quedaba averiguar por si mismos.
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#37
La señora Kobayashi no tardó en interpretar las palabras de Kisame como una invitación para concluir el —brevísimo— interrogatorio, de modo que con un gesto de su mano, cargado de suficiencia, despachó al servicio. Estos se retiraron tras una protocolaria referencia, desapareciendo tras el umbral de la puerta para volver a sus quehaceres. La cliente, brazos en jarra y ceja arqueada, miró primero a Kisame y luego al mudito de su compañero.

¿Y bien? —quiso saber, tamborileando con los dedos de su mano diestra en señal de impaciencia. Parecía que la buena disposición empezaba a diluirse en el jarabe de lo inmediato. Quería una solución a su particular problema, y como toda persona con poder, no estaba acostumbrada a que el servicio la hiciese esperar—. ¿Es todo lo que necesitas de estos inútiles? Realmente, genin-san, no sé por qué te molestas en hablar con ellos. Estos pazguatos no sabrían ni encontrarse el trasero si no lo llevaran pegado a la espalda. Les hago un favor dándoles trabajo, sin mi estarían en la puta calle partiéndose el espinazo por cuatro duros.
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#38
Comprendió entonces lo que podría estar pasando en aquella casa. Aquella mujer era una déspota altanera y con un ego tan grande que podría taparse con él por las noches. Cualquiera de los miembros del servicio perfectamente podría estar tocándole la moral por las noches solo para desahogarse. Volvió a recordar las enseñanzas de su padre y respiró hondo sin disimulo antes de dirigirse a ella, intentando tener un tono educado como siempre, pero sin disimular su frialdad, no vaya a ser que la señora se pensara que estaba disfrutando de la misión.

-Le ruego que tenga paciencia, Kobayashi-senpai. Posiblemente nos lleve horas o incluso hasta mañana dar con el problema. Es posible que necesite hablar con ellos más tarde, pero, si usted me lo permite, quizás fuera mejor que lo hiciéramos en privado. -Hizo una breve pausa y la miró a los ojos, esperando que se tranquilizara -Personalmente, tengo varias teorías y quiero descartar todas las que pueda. Si usted nos da permiso, nos daremos un paseo por el jardín, por si alguien estuviese entrando en su propiedad por las noches. Otra cosa que querría saber es si esa voz la escucha siempre en el mismo lugar o da exactamente igual el sitio en concreto. Si la hora es siempre la misma o si varía un poco, y también saber la hora a la que los miembros de su servicio quedan libres para cenar y acostarse -Soltó el genin intentando encontrar alguna respuesta en aquella mujer y, sobre todo intentando hacerla entender que estaban trabajando en ello.

-Espero equivocarme, pero sospecho que puede ser un mimbro de su servicio que esté resentido con ella. Solo hay que ver como los trata... Aun así no podemos descartar más posibilidades. Las ideas son bienvenidas, intento analizar la situación, pero puede que se me escape algo. -Pensó después, para informar a Karamaru de lo que realmente pretendía.

Metió sus manos entre las mangas de su túnica y miró a la anfitriona esperando una respuesta, obviamente no miraría a su compañero para que no sospechase que puede comunicarse con él sin hablar. También esperaría por si el propio Karamaru tuviera algo que añadir. Estaba tomando las riendas de la misión y el propio liderazgo de la misma, y, francamente, le estaba gustando muy poco tener que hacer de mediador con alguien tan déspota, y mas aún hablando él solo. No era algo que debiera reprocharle a su compañero, pues era su propio problema, pero el hecho estaba ahí.
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#39
«Vieja de mierda, todo piola hasta que te vas de mambo»

Karamaru no se sintió del nada cómodo con la reacción de la mujer sobre sus propios empleados. El amejin podía ir de tranquilo, podía tragarse esa actitud si fuese la Arashikage, pero de una señora cualquiera realmente lo molestaba. Dio un paso al frente, un paso detrás de su compañero y no tardo en finalmente ser parte de la conversación.

Esos inútiles y pazguatos como vos decís son los que nos pueden ayudar, mejor dicho, los que te pueden ayudar a terminar con tu problema. Así que mejor...«...cerrá el orto...»...sea paciente y dejanos movernos tranquilos. Como mi compa dice. Vamo' a necesitar un poco de tiempo, vamo' a ser más efectivo cuando el bardo arranque. Todo lo que hagamos antes ni siquiera es tan importante, ¿okey? Mientras tanto tomate unos mates y relájate.— terminó por agregar a lo dicho por su compañero en un tono calmo que no iba nada acorde con su contenido.

«Puede ser, va a ser mejor agarrarlos uno por uno sin la vieja esta de mierda al lado. Si podemos hablar con todos ante de que arranque la actuación de la mina sería un golazo. Pero sí, primero como decis hay que ir al jardín y al resto de lugares de la casa. Estaría bueno que tan fácil o difícil es poder entrar a esta casa.»
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#40
Pareció evidente que la señora Kobayashi no se esperaba que dos genin recién salidos de la Academia se le fueran a subir a las barbas tan pronto, recriminándole veladamente su actitud para con sus propios empleados y aconsejándole que tuviera más paciencia. Conforme los muchachos hablaban se podía ver cómo una gruesa vena en la frente de la empresaria se iba hinchando más y más, hasta que parecía a punto de estallar. Cuando Karamaru terminó de hablar, la señora se abalanzó sobre ambos dedo en ristre, profiriendo improperios.

¿¡Pero quién mierda os habéis creído que sois, niñatos de los cojones!? ¡Menudo atrevimiento, ¿decirme cómo tengo que tratar a mis propios empleados?! ¡Atendedme bien, enanos, porque no lo voy a repetir! —anunció, y mientras gritaba, le salían espumarajos de la boca que salpicaban ligeramente a los genin—. Esta es mi casa, y aquí se hace lo que mando yo. Esos son mis empleados, que les pago yo, así que hacen lo que mando yo. Y vosotros, ¡vosotros, niños maleducados!, sois los ninjas que yo he contratado, ¡¡así que haréis lo que os he pedido y os ahorraréis vuestras impertinencias, o me aseguraré de que la Arashikage en persona se entere de vuestra falta de modales!!

Después de meterles semejante bronca, Kobayashi Koe pareció quedarse más agusto. Aun así seguía teniendo una expresión de gran descontento en su rostro.

Las putas voces —contestó al poco—, comienzan por la noche, sobre la hora de después de cenar. Ya te lo he dicho antes, coño. Y la hora, pues no sé, no me he parado a mirar el reloj mientras un diabólico espíritu me acosa, la verdad —agregó, taladrando a Kisame con la mirada—. ¿Hablar en privado con mi servicio? ¿Y eso por qué es necesario, eh? ¿Acaso me están ocultando algo? Me gustaría que me explicaras esas teorías tuyas.

Parecía que en aquella primera misión les había tocado un cliente difícil. ¡Mala suerte!
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#41
A judgar por como los estaba tratando, pensó que quizás ya no sería necesario tener tanto tacto. Se limitaría a ser profesional y dejaría de ocultarle cosas. Si de verdad quería saber qué estaba pensando, se lo diría sin problema. En su habitual tono e intentando no inmutarse lo más mínimo. Tras la bronca terrible que recibieron, Kisame se limpió la cara de las babas y comenzó a contarle.

-No lo sé, eso es lo que quiero comprobar -Comentó el amejin ante la pregunta de su clienta mientras se encogía de hombros -Por otro lado, quiero asegurarme de que esas voces no provienen de algún extraño que se cuele en la casa de noche. Una vez lo haga, intentaré asegurarme de que el servicio no oculta nada. Mi principal teoría es que las voces provienen de alguien que quiere molestarla por alguna razón. Si mi teoría falla, comenzaré con el plan B, pero por el momento creo firmemente eso -Le comentó sin callarse nada, si lo quería saber se lo diría.

Con el tono educado que estaba utilizando y el aire profesional que estaba dándole a su trato, esperaba que no se tomara a mal que no la creyera. Y si lo hacía, sinceramente le daba igual, el había venido a resolver una misión, no a hacer amigos, así que, esperó para ver si las otras personas que había en la sala tenían algo que decir antes de irse a revisar el jardín y comenzar su investigación.
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#42
No, boludo— se apresuró a contestar primero luego de su compañero— Nuestro plan A es encontrar al espítiru, el resto de letras van por si no es uno de esos.

Lo decía con la máxima seriedad que podía entendiendo que si la señora estaba enojada mejor era no enojarla más no creyendo su loca idea. Karamaru siguió hablando complementando las explicaciones de Kisame.

Si se llegara a dar el caso que no es un espitiru, tenemos que barajar otras opciones, como que es algún... humano que tiene ganas de meter bardo y hacerte la cabeza. Hablar con sus empleados a solas, sin sus compañeros y sin su jefa, puede ayudar a que si saben algo o se imaginan algo o sospechan algo o lo que se sea nos lo digan. Imaginate que tienen idea que mierda pasa de hace tiempo y nunca dijeron nada, ¿eh? Alto cagaso en decirlo ahora y comerse un hermoso despido de tu humilde y buena actitud. Danos tiempo, dejanos patear la casa, dejanos charlar con los vagos y vamos a terminar solucionando el problema. Se lo vuelvo a repetir, usted despreocúpese.

Él estaba satisfecho ya con su intervención en la conversación, con eso quedaba zanjado y tenían libre para comenzar a trabajar. Había sido respetuoso, se había explicado, y no esperaba más líos. Dio un paso atrás indicando que no tenía nada más para decir, agacho la mirada y la volvió a levantarla al recordar que le faltaba algo.

Ah, y que usted nos haya contratado no significa que estamos a sus órdenes. Si usted nos contrató, y la Arashikage nos asignó, significa que debería de confiar en nuestro juicio. Sino consiga esclavos, que seguro que le salen más barato.
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#43
La señora Kobayashi Koe estaba enfadada; eso no había que ser un lince para verlo. La réplica de Kisame casi había conseguido agriar todavía más su carácter —pues en efecto la señora no se tomó nada a bien que el genin insinuara que lo de los espíritus era una historieta de mentira—, pero la rápida intervención de Karamaru consiguió templar los ánimos. Todavía desconfiada, Koe asintió mientras cavilaba, alternando su mirada que irradiaba arrogancia entre un ninja y el otro.

Está bien, está bien. Haced lo que queráis, pero encontrad al responsable y libradme de esta maldición —cedió al final la cliente—. Avisaré a Yamato para que disponga una estancia adecuada para estas... reuniones vuestras.

Kobayashi Koe les lanzó una última mirada, entre inquieta y amenazadora.

No creo que haga falta que os recuerde lo fácil que sería para mí hablar con la Arashikage y asegurarme de que os pasáis el resto de vuestra vida limpiando retretes. Soy una fiel cliente de la Aldea desde hace años y los ninjas habéis ganado mucho dinero a mis expensas. Así que espero que se me corresponda con la eficacia que exijo.

Tras aquellas palabras, la señora Kobayashi cumplió con sus palabras. Hizo llamar otra vez a Yamato, el jefe del servicio, dándole las indicaciones pertinentes. Un rato después el hombre llevaría a los dos genin hasta una habitación situada en la segunda planta, una amplia sala de estar que daba la sensación de estar ligeramente vacía. Aun así, había una mesa, tres sillas —dos a un lado y una al otro— y sobre la misma tres vasos y una jarra de zumo de naranja.

El propio Yamato fue el primero en tomar asiento para el interrogatorio privado. Por primera vez los genin tuvieron la sensación de que estaba más relajado sin sentir la mirada inquisitiva de su jefa en el cogote; había sido una buena idea entrevistar a los empleados por separado. El hombre se sirvió un vaso de zumo, bebió un trago y luego se quedó mirando a los dos genin.

¿En qué puedo ayudarles? Ya les he dicho todo lo que sé.
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#44
Siguió al empleado con suma diligencia hasta el cuarto y tomó asiento una vez se había asegurado de que todos lo habían hecho o lo estaban haciendo. Observó con detenimiento al hombre. Era evidente que estaba más tranquilo, pero incluso el propio Kisame lo estaba. Aquella mujer tenía bastante carácter y mucho ego, era difícil de tratar. Era consciente de que le había sentado mal su sinceridad, pero si finalmente su teoría era cierta, no dudaría en arreglarlo y posteriormente decirle la causa. Ante todo, intentaba ser profesional. Personalmente, le parecía más ético decir la verdad, que mentir a alguien para mantenerle feliz...

-Bueno, sé que no debí decirle lo que pensaba de verdad, pero sinceramente me parece mucho más profesional serle sincero. Es obvio que si me equivoco le pediré unas disculpas. Pero si estoy en lo cierto también se lo diré. Por lo pronto, creo que le preguntaré directamente, a ver cómo reacciona -Pensó Kisame mirando a su compañero brevemente, para luego dirigirse al jefe del servicio.

-Una vez más, gracias de antemano por colaborar con nosotros -Hizo una breve pausa para ver su reacción y luego proseguir -Disculpe si suena desconfiado, pero yo creo que eso no es cierto. Mire, nosotros hemos venido a cumplir nuestro trabajo, y sé que usted también hace eso cada día. Creo que para ambos sería más cómodo ayudarnos, no? He visto que tienen una jefa con mucho carácter, y creo suponer que si mi compañero y yo logramos resolver su entuerto, estará más tranquila... -Sermoneó Kisame, jugando una carta arriesgada para ver qué podía sacar de aquel hombre. Estaba seguro de que algo tenía que saber...
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#45
Karamaru entró a aquella sala del segundo piso con cierta duda que le picaba en la cabeza, aunque todavía no podía descubrir bien qué. Caminó lentamente en la cola del grupo de tres observando cada rincón de la casi vacía habitación hasta tomar asiento junto a su compañero. Yamato habló primero, Kisame siguió, y el amejin aún en sus propios pensamientos tardó en acotar.

Básicamente que si la vieja no relaja el orto las papas se van a poner que pelan acá. La vamo' a ligar nosotros, y seguramente también ustedes. Nosotros con ustedes acá la mejor onda, nada, eso, sabelo. Nosotros, musa.— terminó pasando los dedos por sus labios cerrando un cierre imaginario.

«Che...»

El morocho encontró que era lo raro que veía en el lugar. Podría ser algo normal, podría tener otra función, pero a él le gustaba a veces comerse la cabeza con estúpidos detalles mínimos. A veces por diversión, a veces por aburrimiento, otras simplemente porque su mente lo ordenaba y él no era quién para cuestionarla.

«¿No te parece como medio raro- no sé, me parece a mí, tal vez la esté re flasheando- que ya tuvieran este lugar así todo como está, ya todo preparado?»
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