Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Tras el pequeño atrevimiento de Riko de elegir en primer lugar donde se iba a colocar, Eri le siguió, y, por descarte, el rubio fue el que se colocaría detrás del rebaño, evitando que se parara, y, como consecuencia, era el encargado de sacar al ejército ovino del lugar, tarea que, a priori, no se antojaba nada fácil.
El Senju peliblanco y su compañera Eri, salieron del establo, colocándose a ambos lados de la puerta, obedeciendo la orden del líder del grupo, dejando el suficiente espacio entre ellos para que las ovejas pasaran sin ningún problema.
— Espero que no nos den muchos problemas los animales... — Dijo Riko, mirando a su compañera, con voz algo inquieta.
A pesar de que el viejo Noka se lo había pintado muy fácil, el peliblanco no se fiaba, nunca había tenido contacto con tantos animales a la vez, y sabía que no era pan comido manejarlos.
— ¡¡EMPIEZO A SACAR OVEJAS!!
Y, como consecuencia del grito, los animales echaron a andar, dirección a su libertad, donde Riko y Eri les esperaban con sendas varas para guiarles hasta lo que sería su nuevo hogar. Las primeras salieron con calma, mirando a los dos genin antes de continuar su marcha.
— Venga, vamos a allá.
Rápidamente blandió la vara y comenzó a acompañar a las ovejas que iban saliendo, dando algún pequeño grito para que no se quedaran paradas y atizando el suelo cuando veía que alguna se desviaba. El joven intentó colocarse lo más en el centro posible, para poder acudir a cualquier punto del rebaño si fuera necesario.
— ¡Nabi, si ves que se descarrilan de un lado por detrás nuestra avísanos! — No sabía si aquello era lo que había que hacer, pero, al menos, era una idea que se le había ocurrido.
— Espero que no nos den muchos problemas los animales...
— Eso espero yo también... — Alegó la kunoichi dándole la razón al Senju, un poco inquieta porque comenzase aquella tarea no muy familiar para la de cabellos púrpura, hasta que el grito de Nabi que anunciaba que ya comenzaba a sacar las ovejas sacó a la pequeña de sus pensamientos para apretar con fuerza el palo que tenía.
Las primeras salieron tranquilamente, parecían incluso acostumbradas a aquello, así que la joven se puso recta y comenzó a caminar al lado de aquellos blanquecinos animales, imitando a Riko solo que ella no gritaba tanto, solo chistaba a veces y llamaba la atención con voz clara. No le hizo gran falta dar en el suelo, así que se lo reservaba por si en algún momento alguna decidía pasarse de lista.
Sabía que Riko estaba haciéndolo igual que ella ya que lo tenía prácticamente al frente, solo esperaba que Nabi no tuviese contratiempos ya que él se encargaba de la retaguardia.
«Espero que la primera parte no termine dándonos problemas...»
Dio un golpe con la vara al suelo cuando dos de las ovejas querían salirse del rebaño, justamente cuando Riko chilló una cosa al otro Senju, y ella, que no entraba en aquello, solo se limitó a hacer su trabajo.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Las fui sacando sin prisa pero sin pausa y parecía que ese era justo el ritmo que les gustaba a ellas. Al oir los gritos y los golpes se movían pero no freneticamente, sino a un paso normal de paseo ovino, lo cual hizo que todo pareciera mucho más fácil y llevadero que en un primer momento.
Cuando ya estaba en la puerta, miré bien dentro del edificio para asegurarme que no había ninguna oveja rezagada. En caso negativo, seguiría al rebaño que ya parecía más que dominado por Eri y Riko.
— ¡Nabi, si ves que se descarrilan de un lado por detrás nuestra avísanos!
— ¡No parecen muy nerviosas! ¡Cualquier cosa os aviso y lo mismo para vosotros!
Los gritos y los continuos golpeteos las mantenían en movimiento, aunque siempre estaba la típica que se paraba porque la hierba parecía apetecible. Pero no se come durante mi guardia.
La situación estaba yendo bien, y a veces eso preocupa más que algún que otro bache en el camino porque lo normal es que la vida no sea tan fácil. Por instinto me mantuve bien atento por si la ausencia de mini problemas era que se avecinaba un problema tan gordo que había asustado a los pequeños.
Todo parecía ir sobre ruedas, las ovejas caminaban, con un ritmo tranquilo pero constante, guiadas por los tres gennin que hacían todo lo posible para que no se descarrilaran, llevaban prácticamente la mitad del camino y no había surgido ningún percance, y aquello pintaba bien.
Al menos, hasta el momento en el que uno de los animales, uno con muy mala leche y, como si fuera por casualidad, de un color negro como el azabache se descarriló, justo por detrás de Eri, arrastrando consigo a un grupo de 5 ovejas más que empezaron a correr al trote, hacia una zona de hierba alta que se encontraba a unos 30 metros del lugar por donde caminaba el rebaño.
Riko, por su lado, y completamente ajeno a este suceso, seguía con sus pequeños gritos y vareando de vez en cuando el suelo cuando veía posibilidad de que un animal o varios se saliera de su ruta.
Casualidades de la vida indicaron que uno de los animales que se encontraba en el rebaño, casualmente uno de pelaje negro y con no muy buenas intenciones, salió de entre las ovejas para largarse por otro lado, llevándose a unas pobres ovejas que pasaban por allí, corriendo hacia una zona bastante alejada.
Eri abrió los ojos más de lo normal, y chilló y golpeó el suelo con todas sus fuerzas, pero pareció que hacían caso omiso a sus órdenes, por lo que la joven acudió lo más rápido posible a traerlas de nuevo junto al rebaño.
— ¡Está bien, muchachas! ¡Ya se acabó el recreo! ¡De vuelta con las demás! — Exclamaba a todo pulmón mientras pegaba golpecitos en la hierva con la vara, colocada detrás de ellas para que, si comenzaban a andar hacia delante, volviesen hacia el rebaño que continuaba sin ningún problema. — ¡Venga, chicas!
Eri comenzaba a desesperarse, viendo lo que veía, quizá las ovejas pasaban de ella y seguían a su rollo, pero era algo que intentaría evitar vareando y chillando fuerte para hacerse oír entre loso ovejunos animales.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
26/04/2017, 20:14 (Última modificación: 26/04/2017, 20:17 por Inuzuka Nabi.)
Un bicho de esos lanudos decidió que era demasiado chulo para seguir con el rebaño de blanquitos y se fue en busca de un sitio más parecido a él, más negro. Lo peor fue que un puñado de blanquitos se fue tras él, como borregos.
Paré de echar hacia delante el rebaño, que de todas formas ya llevaban un rato en modo automatico y yo solo tenía que llamarle la atención a alguna oveja que se empanaba.
— ¡Riko, intenta contenerlas, que hay una que se ha ido corriendo, voy a ayudar a Eri!
Advertido Riko, fui tras Eri a ver si necesitaba ayuda, si habia que placar alguna oveja o algo.
27/04/2017, 18:07 (Última modificación: 27/04/2017, 18:08 por Riko.)
La reacción de Eri fue bastante rápida, que se dirigió hacia las recién descarriladas para intentar hacerlas volver con el rebaño, haciendo uso de todo lo que disponía, que venía a ser la vara y sus gritos, que no era mucho, pero, poco a poco, parecía ir surtiendo efecto, al menos en todas menos en la oveja causante de aquel jaleo, la oveja negra.
Nabi, en un acto de bondad decidió abandonar su puesto para ayudar a su compañera, dejando todo en manos de Riko, y dirigiéndose rápidamente hacia la posición del animal que se estaba alejando.
— ¡Vale! ¡Yo me encargo!
O al menos, eso pensaba el peliblanco, pues en cuanto Nabi abandonó su puesto, el rebaño comenzó a ajetrearse más de lo debido, haciendo que el peliblanco tuviera que estar moviéndose de un lado a otro para evitar que éste se parase o que más animales se desviasen del camino.
— Esto... ¡Chicos! ¡No tardéis mucho! — Si tardaban mucho más aquello se descontrolaría de un momento a otro.
Las ovejas que se habían desviado ya se estaban volviendo junto con el rebaño, en apenas unos momento, a excepción de la causante de todo aquello, que decidió que era mejor ir por su cuenta, por lo que siguió alejándose al trote, en busca de un pasto del que comer.
Oculta en su desesperación, no escuchó como Nabi acudió en su ayuda, pero sí vio como el grupo de ovejas claras se disponía a seguir sus órdenes. Eso era un progreso, vaya, así que con gritos y vareos, llevaría a las ovejas junto con todo el rebaño.
Pero la oveja negra era otro cantar, ya que, terca como una oveja; decidió quedarse ahí más tiempo.
— ¡Nabi! ¡Tú eres más fuerte! ¿Por qué no la traes tú? ¡Por favor! — Pidió a la par que pegaba varazos al suelo para que las otras no se descarrilasen. — Voy a llevar a las demás con el rebaño, ¡ahora vuelvo si necesitas ayuda!
Con suerte llegaron prestas al rebaño. Eri pegó un varazo al suelo intentando serenarlas a todas y lanzar una mirada de súplica a Riko.
— ¡Voy a por la oveja negra, te prometo que no tardo!
Y con eso volvió a irse en busca de la oveja negra que marchaba feliz por el campo, esperando que Nabi la hubiese domado antes de que ella llegase a sus posiciones.
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— ¡Nabi! ¡Tú eres más fuerte! ¿Por qué no la traes tú? ¡Por favor!
¿Acaso eso que oían mis oidos eran una diosa pidiendole a un mortal una sagrada misión para enfrentar a un ser del inframundo? No me hizo falta más, me lancé a toda prisa para interceptar a la oveja negra que seguía en sus trece de hacer lo que le viniese en gana.
— Consideralo hecho, Eri-chan
Eri-hime había conseguido que las demás ovejas, tontas como ellas solas por seguir a la negra, se volvieran a ir hasta el rebaño. Sin embargo, la otra desgraciada parece que se lo tomó como un desafio y siguió alejandose al trote sin siquiera dudar.
¿Para qué? Para nada. Acabaría volviendo al rebaño del que salió por la fuerza del amor. Corrí hasta interponerme en su trayectoria y dí un fuerte golpe al suelo con la vara y despues otro y otro. Finalmente la golpeé dejandola apoyada en el suelo.
— ¡¡NO PASARAS!!
Tras eso seguiría golpeando el suelo rapidamente hasta que desistiera o me embistiera.
Eri regresó, devolviendo al rebaño a todas las ovejas que habían decidido escapar, a todas menos a una, que, al parecer, seguía en sus trece de hacer lo que la viniera en gana, por lo que Nabi se encargaría de traer de vuelta a la rebelde. Cuando la joven Furukawa llegó a la altura del rebaño, miró a Riko con cara de pena, sabiendo que no era muy buena idea dejar a una persona sola a cargo de todo aquello, pero, a fin de cuentas, tenían que llevar a todas, así que tenían que encargarse de la oveja negra.
— ¡Voy a por la oveja negra, te prometo que no tardo!
El joven Senju la devolvió la mirada, claramente estresado, pero tratando de sonar lo más tranquilo posible.
— Vale, vale, no te preocupes, yo me encargo. —
Y tras decir estas palabras, con la mano con la que no estaba sujetando la vara hizo una serie de tres sellos, sacando un clon idéntico a él, para que le ayudara con el rebaño.
...
Por otro lado, Nabi, que se había colocado en la trayectoria de la oveja, vería como, no solo el animal no cambiaba su trayectoria, si no que empezaba a correr cada vez más rápido, bajando la cabeza poco a poco, decidida a embestir si no se apartaba.
Tras dejar a las ovejas con su rebaño, Eri corrió a socorrer al joven Senju que se encontraba parando al animal de pelaje negro. Desde lejos, parecía que todo estaba totalmente controlado y que terminarían ambos trayendo a la oveja sana y salva; pero no parecía estar por la labor.
«Parece que Nabi lo está haciendo bie...»
Claro, él lo hacía bien, ¡pero la oveja quería placarle! ¿Qué debería hacer en aquella situación?
— ¡Nabi, cuidado!
Si fuese un carnero, o algo con cuernos, podría haberle dicho que se posicionara y lo intentase frenar tomándole por los cuernos. Pero no, aquello era una oveja, y una oveja encima asesina.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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Viendo que la oveja estaba fuera de sí, no me quedó más remedio que usar mis técnicas ninja supremas. Llevaba mi fiel Kodachi todavía en la cintura así que la locura de plan que se me acababa de venir a la mente, era ejecutable. Clavé mi vara en la tierra y esperé a la oveja.
Cuando estuvo suficientemente cerca desenvainé levemente el arma reflejando la luz del sol en ella y potenciandola hasta que se convirtió en un destello cegador. Para ese entonces me había colocado a un lado de mi vara, que ahora estaba clavada en el suelo. La embestida del animal se vería comprometida cuando no viera un pimiento, entonces yo la agarraría con mis brazos y con mis piernas me sujetaria a la parte más baja de la vara.
Con eso, deberia conseguir que el animal rotara alrededor del palo teniendome a mi de agarre y cuando su trayectoria fuera hacia el rebaño la soltaría.
Riko veía la escena desde la lejanía y seguridad de su posición, pero la dicho oveja negra no hacía más que seguir avanzando, cada vez a más velocidad, dispuesta a llevarse por delante a cualquiera que se interpusiera en su camino que, en esta ocasión, se trataba del ninja rubio, que no esperaba en absoluto la respuesta del animal cuando se puso delante de él.
Nabi, en ese momento, comenzó a poner en marcha el plan que se le había ocurrido, clavando su vara en el suelo y esperando al momento justo, el momento en el que todos pensaban que el animal le iba a embestir.
— ¡Nabi, cuidado!
Y con un movimiento acrobático cuanto menos, el genin hizo que la oveja rotara alrededor de la vara, cambiando su trayectoria hacia el rebaño de nuevo. Cuando el animal vio que se dirigía de nuevo con sus amigas lanudas, comenzó a frenar, hasta adquirir de nuevo un ritmo tranquilo y uniéndose de nuevo al grupo.
— ¡Vale chicos, genial! Ahora... Volvamos a nuestras posiciones. — El peliblanco parecía claramente agobiado, aunque gracias a la ayuda de su bunshin había conseguido mantener tranquilo al rebaño.
El resto del camino ocurrió sin incidencias, llegando perfectamente hasta la cerca en la que se suponía que tenían que guardar los animales. Riko se colocó en su lado de la puerta, evitando así que ninguna se saliera del grupo, y ahora Nabi nada más que tendría que guiar el grupo como había hecho hasta ahora para que pasara y habrían terminado con aquella tarea.
Y Nabi la dejó con la boca abierta, formando lo que podría denominarse como una gran ''O''. Luego sonrió, orgullosa de su compañero para volver corriendo a ocupar su posición.
— ¡Claro, Riko-san!
Y nada más ocurrió que pudiese ocasionarles problemas. Los tres llegaron a su destino en perfectas condiciones donde solo quedaba que los animales se quedasen dentro del vallado y no se moviesen, tranquilos. Eri imitó al joven del cabello blanco quedándose al otro lado de la puerta, evitando que ninguna de las ovejas se escapase de nuevo.
— ¡Termina el trabajo, Nabi-san!
Con suerte, habrían terminado airosos aquella ardua tarea.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Me quedé unos segundos observando como la oveja negra se acercaba e iba aminorando la velocidad hasta unirse al resto tan tranquila como si fuera blanca. Sencillamente, estaba extasiado. Me acababa de salir bien una de esas ideas arriesgadas y que dos de cada tres maestros de la Academia me decían que no me iban a servir de nada en una misión real.
Pues comeos esa maestros de Academia, el gran Nabi Nabi es imparable.
— ¡Termina el trabajo, Nabi-san!
Gracias a las sabias palabras de Eri-sama recordé que tenía una función que llevar a cabo todavía, saqué el palo del suelo y fui corriendo a mi posición.
— ¿Estais preparados? Pues vamos.
En cuanto comprobara que Riko y Eri estaban colocados donde les correspondía empezaría a golpear el suelo de nuevo para que esos animales con menos cerebro que lana se echaran a andar de nuevo.