«¿Casi sin pierna?»

—Joder, ¡cómo se pasa Reiji!

Todavía recordaba, como si fuese ayer, aquel encuentro en la playa un año atrás. La autoestima del espadachín estaba por los suelos, tanto que no se creía capaz de vencer ni al más débil kusareño. Ahora, en cambio, parecía pecar de entusiasmo. A no ser que fuese una exageración de Hana, dejar sin pierna a una compañera por un torneo era, cuánto menos, excederse un poco.

Captó los ojos de Eri en él, pidiendo que narrase su combate. Lo cierto era que el Uchiha hubiese preferido oír más detalles del combate de Hana, pero la kunoichi no parecía muy entusiasmada con la idea. Se encogió de hombros, y habló:

—Pues yo me enfrenté a un kusareño al que le tenía ganas. Etsu y su perro. Dejé KO al perro con una bomba explosiva y a Etsu lo rematé con un Rasengan. Poco más hay que añadir, aparte de que el cabronazo me mordió el cuello. —Le entraron ganas de complementar su frase con un buen esputo lanzado desde el fondo de su garganta, pero consideró que no hubiese sido de buena educación hacerlo en la plaqueta del hospital. Se tuvo que limitar a añadir—: Estos kusareños son unos salvajes de cuidado.

—¡Un rasengan! Bueno, Reiji tiene el mejor acero de todo Ōnindo, normal que usase un arma contra ti... Ojalá hubieran repeticiones o algo, desearía verlo con mis propios ojos.

Acababa de decirle a su sensei, a la persona en la que más confiaba de toda su villa, a la persona que más respetaba en este mundo que casi le cortan la pierna y su respuesta había sido "Ojalá hubiese repeticiones". Hana miró a Eri con cara de pena, esperando que al menos le diese una palmadita en la cabeza o algo para recomfortarla.Pero Eri solo tenía ojos para Datsue.

Entonces vio los vasos y agarró uno, se bebió el contenido de un trago y después lo mantuvo agarrado en su regazo con ambas manos mientras Datsue hablaba, quien había tenido una reacción más empatica con la pobre y herida kunoichi.

—Pues yo me enfrenté a un kusareño al que le tenía ganas. Etsu y su perro. Dejé KO al perro con una bomba explosiva y a Etsu lo rematé con un Rasengan. Poco más hay que añadir, aparte de que el cabronazo me mordió el cuello. —

Qué bonito sonaban las peleas cuando las narraba Datsue. Una bomba por aquí, un rasengan por allá y hala, había ganado. Hana recordaba flashazos del combate, el primer intercambio estaba claro, pierna por rasengan, claro que ella estaba ingresada y Reiji andaba tan campante en cuanto salió del estadio. Después la acción se volvió difusa, ella huía, él intentaba acercarse, el choque de técnicas y arrastrarse hasta que perdió.

No era un resumen tan bonito como el de Datsue, desde luego.

Hana no parecía muy contenta con su respuesta, y Eri se encogió de hombros. Si supiera qué había ocurrido en el combate, seguro que podían analizarlo y ver qué podían hacer en el próximo para evitar un corte en la pierna. Suspiró, quizá no era una buena tutora después de todo.

Pasó el turno a Datsue, quien narró su combate contra un kusajin de nombre Etsu. Era Inuzuka, como Nabi, y al parecer, el Uchiha había estado deseoso de enfrentarse contra él.

—Pues yo me enfrenté a un kusareño al que le tenía ganas. Etsu y su perro. Dejé KO al perro con una bomba explosiva y a Etsu lo rematé con un Rasengan. Poco más hay que añadir, aparte de que el cabronazo me mordió el cuello. —Eri miró su cuello, ahora todo tenía sentido, pero... ¿Cómo había llegado a morderle el cuello?—: Estos kusareños son unos salvajes de cuidado.

Teniendo en cuenta el panorama... La verdad era que los kusajines no estaban dando un gran ejemplo, al menos en la primera división. Ranko, por su parte, había llegado a la final.

—Pero estás bien, así que eso es lo que cuenta —sonrió, luego se giró a Hana—. A ti te tocaba contra... ¿Kisame? ¿Sabes algo de él? —preguntó a la chica, olvidándose de que ella tenía que contar su combate.

Datsue abrió la ventana y se sentó en el marco de esta, con la espalda recibiendo la suave brisa que corría por el valle. Era un día caluroso, de esos que hacían honor a la época en la que se encontraban, y cualquier soplo fresco era bien recibido.

Miró a Hana, atento, por si sabía algo de su próximo rival. Un tal Kisame, del que el Uchiha no había oído hablar en la vida. Ya que no había logrado llegar a la final, qué menos que intentar quedar tercera. Optar por el podio, recién salida de la academia, era, sin duda, un auténtico logro.

«Pero no te creas que te vas a librar de contar tu combate, Eri…»

—Pero estás bien, así que eso es lo que cuenta. A ti te tocaba contra... ¿Kisame? ¿Sabes algo de él?

Hana se quedó pillada un momento. No, a ella le había tocado contra Reiji, ¿de qué estaba hablando Eri? Entonces comprendió que hablaba del siguiente combate.

— Ah, el siguiente. No, ni idea. ¿No sabéis nada vosotros tampoco? Ranko se ha pegado contra él ¿no? Iré a preguntarle a ver si me dice algo. Así puedo... — iba a decir darle animos, pero claro, ella debía estar con Reiji, ¿no? — ver qué tal está. Hace tiempo que no nos vemos.

— Ah, el siguiente. No, ni idea. ¿No sabéis nada vosotros tampoco? Ranko se ha pegado contra él ¿no? Iré a preguntarle a ver si me dice algo. Así puedo... —Eri enarcó una ceja— ver qué tal está. Hace tiempo que no nos vemos.

—Es una buena idea, yo lo único que sé es que es de Amegakure, quizá Ayame o Daruu sepan más del tema —sopesó la Uzumaki, rascándose la mejilla—. Imagino que por tu parte irás más preparado, Datsue, no es la primera vez que te vas a enfrentar a Daruu.

Se sentó en una silla que había cerca de la cama de Hana, dejándose caer para descansar mientras charlaban. Hacía demasiado calor aquellos días y eso no le gustaba en abundancia.

Ante la pregunta de Hana, Datsue se limitó a negar con la cabeza. No, no tenía ni idea de quién era ese tal Kisame. Menos sabía de sus habilidades. Si había llegado hasta la ronda por el tercer puesto, es que malo no debía ser. Lo único que le quedaba a Hana era seguir puliendo lo aprendido en aquel mes y enfrentar el combate con confianza y energía renovada.

—Bueno, más preparado entrecomillas —dijo, en alusión a su enfrentamiento contra Daruu—. Él también sabe de mis habilidades, y lo cierto es que nunca le he logrado vencer en un combate. —Algo que Datsue el Intrépido jamás hubiese admitido. Pero aquel Datsue había quedado atrás, en el pasado, y pese a que de vez en cuando salía a flote, ahora era una persona distinta. ¿Más humilde? No, esa no era la palabra. Menos fanfarrona. Eso lo describía mejor—. Y bueno, cuéntanos. ¿Cómo fue tu combate contra Ayame?

Hana volvió a entrar en modo recoger información, poniendo la oreja y cerrando la boca. Ninguno de los dos sabía nada de Kisame, pero parecían saber mucho de Daruu. ¿Y quien era Daruu? A saber. Ya se estaba acostumbrando a que Eri y Datsue conociesen a todo el mundo y hablasen de ellos como si fuesen primos.

— ¿Quien es Daruu? — una pregunta tan básica como filosofica.

Después miró a Eri, esperando que contestase a Datsue.

—Bueno, más preparado entrecomillas —Eri lo miró sin comprender, frunciendo el ceño—. Él también sabe de mis habilidades, y lo cierto es que nunca le he logrado vencer en un combate.

—Vaya, nunca lo hubiera imaginado —dijo, sincera—. Antes de la segunda ronda tuve un combate de entrenamiento con él y no es moco de pavo, todavía me duele —se encogió, rememorando el dolor—. ¿Quién sabe? A lo mejor esta vez te toca alzarte victorioso.

— ¿Quien es Daruu?

Se dio en la frente. Era cierto: nunca le habían hablado a Hana de Daruu, al menos que ella recordase.

—Es un jōnin de Amegakure y el aspirante a campeón junto a Datsue. Le conocí hace un tiempo, participó en el examen de Chūnin en Uzushiogakure... La verdad es que puedo afirmar que es un amigo, un amigo de la Tormenta, como Ayame —no se le daban bien las explicaciones, así que terminó por rascarse de nuevo, esta vez, en cambio, fue la nuca.

Y llegó el momento: Datsue le preguntó sobre su combate contra Ayame. Un combate que, al parecer, no se había visto del todo, y solo lo habían vivido ellas dos y aquellos que las atendieron después.

—Nada más comenzar llenó el estadio de niebla, ¡de niebla! Desde fuera no se vio nada —rió—. Y comenzó a volar, con alas de agua, me parecía impresionante, pero no fui capaz de alcanzarla hasta el final, y luego me taladró con su agua... No me dio cuartelillo —dijo, bromeando—. Supongo que, si me hubiera acercado, quizá hubiese tenido alguna oportunidad, pero no pasa nada, ¡a la próxima!

Explicado quién era Daruu, Eri narró su combate. «Vaya, ¡así que Ayame también domina la técnica de niebla!»

—Puff… Qué putada, tía. Contra esa técnica no hay mucho que hacer. Bueno, sí, ejecutar el Sunshin y alejarte. Pero buena suerte haciendo eso en un ring limitado. —En un torneo, el Kirigakure no Jutsu era un problema. Un problema gordo—. Yo me enfrenté a esa técnica en dos ocasiones, una contra Daruu, de hecho. El tío me acertaba los golpes y yo no veía un carajo. ¿Qué demonios haces contra eso? —miró a Eri. También a Hana.

Si iba a enfrentarse contra eso, más le valía pensar algo, o no iba a tener ni la más mínima oportunidad.

—Es un jōnin de Amegakure y el aspirante a campeón junto a Datsue. Le conocí hace un tiempo, participó en el examen de Chūnin en Uzushiogakure... La verdad es que puedo afirmar que es un amigo, un amigo de la Tormenta, como Ayame

—Nada más comenzar llenó el estadio de niebla, ¡de niebla! Desde fuera no se vio nada . Y comenzó a volar, con alas de agua, me parecía impresionante, pero no fui capaz de alcanzarla hasta el final, y luego me taladró con su agua... No me dio cuartelillo. Supongo que, si me hubiera acercado, quizá hubiese tenido alguna oportunidad, pero no pasa nada, ¡a la próxima!

—Puff… Qué putada, tía. Contra esa técnica no hay mucho que hacer. Bueno, sí, ejecutar el Sunshin y alejarte. Pero buena suerte haciendo eso en un ring limitado. Yo me enfrenté a esa técnica en dos ocasiones, una contra Daruu, de hecho. El tío me acertaba los golpes y yo no veía un carajo. ¿Qué demonios haces contra eso?

Como kunoichi recien graduada cuya única técnica poderosa era una técnica de aldea y no propia, Hana escuchaba con atención y emoción las historias de Eri y Datsue. Sus narraciones eran grandilocuentes, llenas de poderosas técnicas y grandes historias.

Al final, pareció que Datsue les preguntaba algo. Y solo podía pensar que lo parecía porque ¿qué demonios iba a poder decir ella? Si ni siquiera podía enfrentarse a una espada. Apretó un poco el vaso y contestó a Datsue con más dudas en su voz que en su cabeza.

— Pues... ¿golpeandolo todo? Si lo revientas todo, seguro que le das. — se oyó a sí misma y rápidamente reculó — ¡Datsue! ¡No lo revientes todo! Perder es parte de la vida.

—Puff… Qué putada, tía. Contra esa técnica no hay mucho que hacer. Bueno, sí, ejecutar el Sunshin y alejarte. Pero buena suerte haciendo eso en un ring limitado. —Eri hizo una mueca, si hacía un Shunshin fuera del ring la hubieran eliminado sin intentarlo pero, ¿qué podría haber hecho?—. Yo me enfrenté a esa técnica en dos ocasiones, una contra Daruu, de hecho. El tío me acertaba los golpes y yo no veía un carajo. ¿Qué demonios haces contra eso?

Esa era una buena pregunta. ¿Qué hacer cuando no veías una mierda? Espera, ¿él tampoco?

—No veías nada ni... ¿¡Ni con el Sharingan?! —preguntó, levantándose de pronto—. ¡Esa técnica es brutal entonces! ¿Cómo la contrarrestas?

— Pues... ¿golpeandolo todo? Si lo revientas todo, seguro que le das. —paró, recapacitando en lo que acababa de decir— ¡Datsue! ¡No lo revientes todo! Perder es parte de la vida.

Eri soltó una carcajada.

—No es un mal punto.

Datsue rio. A veces, una kunoichi recién salida de la Academia era quien mejor podía iluminar un problema de jōnins. A veces, al problema más complejo lo que mejor le encajaba era una solución de lo más sencilla.

—Lástima que no tenga un jutsu que lo reviente todo, ¿eh? —Entonces frunció el ceño—. Bueno, en realidad sí tengo… —Ahora que Shukaku se lo susurraba al oído...—. No, no. Descartadísimo eso.

¿Una bijūdama? Sí, sin duda era pasarse.

—Qué va, ni con el Sharingan. Creo que hasta me convendría apagarlo, para lo que me sirve en ese caso mejor ahorrar energía.

»Oye, y antes dijiste… ¿¡que Ayame volaba!? ¡La hostia! Eso sí que no lo sabía yo.

—No es un mal punto.

— ¡Eri! Que nos mata a todos. — intentó detener a su sensei que ahora le daba razón a Hana.

Por suerte el mismo Datsue dijo que no tenía intención de matarnos a todos y de momento él había cumplido su palabra. Aún no había explotado nada, como le había dicho a Hana el primer día.

Datsue parecía muy sorprendido sobre el vuelo de Ayame. Hana, versada en el Doton, pues era lo que había estado estudiando ultimamente, sabía que llegaría un punto en que ella podría volar de forma ilimitada. ¿Qué había de raro en que otras personas pudiesen hacerlo? Claro que no conocía a Ayame ni de oidas. Bueno, de oidas sí, pero se entiende.

Volvió a entrar en modo espectador. Pasando de Eri a Datsue según quien hablase.

—Lástima que no tenga un jutsu que lo reviente todo, ¿eh? —A Eri le dio un escalofrío—. Bueno, en realidad sí tengo… —Otro escalofrío...—. No, no. Descartadísimo eso.

—A saber en qué estabas pensando... —murmuró Eri más para ella misma que para sus compañeros. «Este es capaz de matarnos a todos como ha dicho Hana...»

Y entonces volvieron a sopesar la niebla de Ayame —y de Daruu—, hasta que, asombrado, Datsue preguntó a cerca de las alas acuáticas de Ayame.

—Pues... Sí, se tiró cantando y volando casi todo el combate, ¡pero yo acerté con raiton! ¡Ajá! ¡Raiton uno...! —hizo una pausa, quitando todo rastro de ilusión de su voz de golpe—. Suiton dos porque, bueno, me ganó con Suiton... Prácticamente.