Lyndis sintió como su golpe impacto, pero Ranko no tuvo ningún problema en contrarrestarlo, sino que además sentiria como parte del daño fue reflejado en su misma pierna. Aquello la desconcertó, y no pudo evitar un aluvión de patadas que recibió acto seguido, lo que la hizo retroceder varios pasos. La joven no tardó en volver a acercarse hasta ella, para evitar perder cualquier oportunidad de recuperación. Pero cuando estuviera frente a ella, su aspecto sería distinto, pero reconocible para ella.

— ¡Que así sea! — Gritó en respuesta incorporándose hacia delante, con un aspecto que sorprenderia seguramente al resto de los presentes pero no a Ranko. Su piel se había tornado de un color carmesí, y desprendía una pequeña aura del mismo tono.

Acto seguido, se abalanzaría sobre ella propinando patadas y puñetazos a diestro y siniestro sin perder el tiempo y aprovechando el impulso de cada uno, para continuarlo con otra parte de su cuerpo rotando sobre ella misma si fuera necesario, golpeando hasta 12 veces mientras gruñía.

Notando a su hermana alicaída, Kimi le rodeó la espalda con el brazo derecho y la abrazó para intentar hacerla sentir mejor.

—No. Estoy bien. —Le sonrió, guiñándole el ojo izquierdo—. Ni siquiera ha llegado a darme un golpe limpio.

Se quedó abrazándola durante unos segundos antes de simplemente quedarse a su lado, observando el combate entre Ranko y Lyndis, pero sin separarse de ella.

— He hablado con Meme y ella también está bien. No te preocupes por ella. —Le dijo, imaginándose que se sentía mal por lo que pasó. Su hermana era la clase de persona que se preocupaba mucho por los demás—. Volverá en un rato. Ahora mismo está descansando en la cocina.

—No. Estoy bien. Ni siquiera ha llegado a darme un golpe limpio.

Chika sintió que volvía a respirar sin saber cuando había empezado a ahogarse. Realmente le preocupaba que su hermana pasase a ser chatarra por una patada de Ranko, cosa que creía posible aunque no probable. Sonrió de forma sincera al oír que Kimi estaba perfectamente, a pesar de que el gelido abrazo con el brazo protesico le dio un leve escalofrio.

— Me alegro de que estés bien, me preocupaba que una de las dos se excediera y acabases haciendote daño.

— He hablado con Meme y ella también está bien. No te preocupes por ella. Volverá en un rato. Ahora mismo está descansando en la cocina.

A pesar de que era poco más o menos lo que le había dicho Ranko, oírlo de su hermana tenía el peso adicional de que sabía que Kimi no mentía, ni exageraba ni tenía el tacto para decir mentiras piadosas. Todo lo que saliese de su boca sería la verdad.

— Ya, si me imagino que está bien físicamente. No ha sido un gran puñetazo ni nada. Solo... espero que no me odie. — sonrió amargamente sin dejar de mirar el combate entre Ranko y Lyndis.

La emoción se desbordó en el rostro de Ranko al ver a Lyndis retomar aquella forma monstruosa tan genial. Enorme, fuerte y enrojecida, la peliplateada arremetió contra la coneja. Sus movimientos fueron acelerados, furiosos, al grado que Ranko comenzó a preparar su jutsu mientras esquivaba lo que podía. Desafortunadamente, sólo tuvo el espacio suficiente para evadir dos. Tuvo que cubrirse con sus brazos, endurecidos con chakra, del resto.

Soltó un grito de guerra al resistir la descarga de porrazos y retroceder unos pasos.

—Sin contenerse —dijo, ignorando el dolor de sus brazos y concentrando aún más chakra —. ¡Sin contenerse!

El cuerpo de Ranko también cambió, aunque no tan drásticamente, ni de cerca. Sus músculos se veían un poco más definidos, y su mirada más atenta y decidida. Había activado el jutsu que Daigo le había enseñado.

Avanzó de nuevo, y lanzó una patada frontal con la diestra [22PV], y luego una frontal más con la siniestra, una mucho más potente, imbloqueable, dirigida al estómago de Lyndis [31PV].

Estaba segura de que la ogresa resistiría sus patadas. De alguna manera, por alguna razón, contaba con ello. Sin darse cuenta, Ranko se había enfocado enteramente en el combate con su amiga, y Chika, Kimi, y Meme, en la cocina, habían desaparecido momentáneamente de su realidad.

Si Lyndis hubiera sido una sandía, no hubiera podido bloquear la primera patada y seguramente habría estallado en pedazos. Pero es que aunque no hubiera sido una sandia, por mucho que hubiera intentado también encajar el segundo, le sería completamente inútil, y esa sandía seguramente hubiera quedado imposible de comer. La segunda patada la hizo retroceder hasta un metro siendo deslizada por aquella potencia pese a permanecer firme en su postura. La peli plateada solo sonrió. Sabía que las piernas de aquella chica eran potentes, pero siempre le sorprendía un poco más cada vez que recibía una de estas.

El brazo se le quedó adormecido por el impacto, como un hormigueo que le recorría desde la punta de los dedos hasta casi el hombro, pero fue momentáneo en comparación al dolor que sentía en la parte más baja del torso. No podía detenerse, no si quería comer de gorra, o lo que inconscientemente buscaba, impresionarla. La joven dio un giro sobre si misma, y el color bermellón se intensificó en una de sus piernas. Se abalanzó sobre ella, para darle una patada buscando emular la misma intensidad [36PV] directa al lateral bajo del torso de Ranko; y utilizando el propio giro de la patada, usaria los brazos para apoyarse en el suelo rápidamente y dirigirle otra patada al hombro [28PV].

Y en ningun momento, su sonrisa desapareció, disfrutando del frenesí del combate sin siquiera enterarse del sudor que adornaba su cuerpo. Cuando todo el combate terminara y la adrenalina abandonara su cuerpo, sentiría un buen dolor por varias horas.

Kimi dejó de ver el combate un segundo para ver a su hermana. Sabía que estaba preocupada por Meme, pero ni siquiera se había llegado a plantear que estuviese preocupada por eso.

No pudo evitar sonreír un poco antes de volver a girarse para mirar el combate.

— No le he preguntado si te odia o no, pero dudo que lo haga. —Le dijo, mientras apoyaba la cabeza en su hombro—. No creo que nadie pudiese odiarte nunca.

Se mantuvo mirando el combate junto a su hermana, dándose cuenta mientras veía a las kusajin pelear de que...

«Chika y yo... todavía no estamos a ese nivel». Pensó. «Pero aún así no voy a aceptar que se contengan cuando combatamos.».

— No le he preguntado si te odia o no, pero dudo que lo haga. No creo que nadie pudiese odiarte nunca.

Chika empezó a relajarse rápidamente. Aunque se aferrase con todas sus fuerzas a la tristeza, pues había roto la promesa implicita de no golpear a Meme, las palabras de su hermana hacían que sintiese mejor, quisiera o no.

— Bueno, ¿te acuerdas de toda la gente que me odiaba solo por mi pelo? O por mis ojos, o por mi increible hermana. — sonrió sin apartar la mirada del combate que tenían enfrente. — Supongo que tengo algo de miedo a que me odien por algo que haya hecho yo y no algo con lo que haya nacido. Entonces sí sería culpa mía, ¿no?

Hasta ese momento, incluso ahora, todo eso le daba igual. Los niños podían ser muy crueles con quienes son diferentes, no era nada nuevo. No era algo que ella hubiese elegido, no era algo que pudiese cambiar, así que le daba entre cero y ninguna importancia. Sin embargo, temía profundamente que alguien la odiase con motivo. Tal vez a raiz de ese odio superficial o tal vez por su naturaleza bondadosa, pero era un temor real para ella.

El combate era como poco impresionante, Lyndis recibia las patadas de Ranko como si fuesen una patada normal y se las devolvía. Chika aún podía sentir el golpe que le dio la kusajin y que casi se cae de una torre de lo lejos que la había mandado.

Lyndis contraatacó, con una patada suya. Era de esperarse que la chica demostrara el poderío de las oni, y Ranko estaba más que feliz de recibir tal demostración. Se cubrió con los antebrazos, aunque el impacto fue brutal, y le dejó doliendo los brazos, como si el golpe pudiese hundir sus pies en la arenilla del patio. Fue suficiente distracción para no poder evadir la segunda patada, la cual le hizo retroceder un paso y sentir como si la clavícula fuese a rompérsele.

—¡¡Maravilloso, Lynn!! —soltó, desbordante de adrenalina, pero adolorida, con la respiración entrecortada.

La peliplateada enrojecida golpeaba muy fuerte. La coneja sólo tenía que hacerlo más fuerte y más rápido . Aunque no había mucho espacio entre ambas, Ranko hizo un sello con la mano. Era un jutsu bastante evidente, en especial por toda la arenilla que levantó al moverse. En lugar de alejarse o maniobrar fuera del alcance, Ranko se lanzó en un parpadeo directamente sobre Lyndis, quien sentiría un paso de la kunoichi sobre su pierna, y luego vería su torso rodeado de los muslos de Ranko. Ésta luego giraría, impulsada por el chakra, e intentaría derribar a Lyndis y estamparla contra el suelo [50PV]

—¡Gekkō! —gritaría, y retrocedería un poco usando la fuerza del impacto. Su sonrisa denotaba emoción al máximo.

Mientras tanto, la puerta del dojo se abrió de nuevo y Meme entró, caminando muy casualmente, con una sobria sonrisa.

—Oh, mi Hermana y Lyndis han comenzado ya. Es bonito verlas, ¿A que sí? Mi Hermana parece pelear con más ánimos cuando es contra Lyndis —Se sentó a un metro de Kimi, como si nada hubiera pasado. No parecía quedar residuo alguno de su enojo anterior —. ¿Mmh? ¿No iban a entrenar ustedes también? —preguntó, inclinándose levemente para hablar con las hermanas, con honesta duda.

El impacto contra el suelo fue brutal, pero la fuerte musculatura de Lyndis no la traicionó. Aunque no hubiera estado en aquel estado, tambien habría podido soportarlo, pero la adrenalina que corría de forma frenética por su torrente sanguíneo, hacia que en el momento el dolor no fuera tan terrible para ella. Sin embargo, cuando todo aquello acabara, le dolería bastante el torso por aquel golpe.

Ranko se alejó con un grácil impulso, mientras la Oni giraba sobre si misma en el suelo intentando recomponerse. Cuando por fin lo hizo, y se giró para mirar a Ranko, no quedaba rastro de algo más que un blanco en los ojos de la rojiza luchadora. Golpeó varias veces el suelo con uno de sus brazos, y después sacó pecho mientras extendia los brazos al exterior para dar un fuerte y grave rugido. Avanzó con lo que le permitió su dolorido cuerpo, levantándose con torpeza directa a propinarle un directo a su estómago [46PV] dejando tras sus movimientos, aquella neblina rojiza que desaparecía casi al momento.

Kimi apartó la mirada del combate y le sonrió a su hermana

— Tranquila. Eso no va a suceder.

Meme no tardó demasiado en pasar por la puerta y acercarse a las hermanas Kaminari, sentándose cerca de Kimi para charlar y ver el combate junto a ellas.

— Sí. Estamos descansando un poco antes de continuar. —Le explicó—. Además, no querría perderme este combate... Ambas son muy fuertes.

Entonces, miró a su hermana a los ojos un segundo como si le dijera "es tu momento, dile algo" o alguna cosa parecida, antes de devolver la mirada a Meme.

— Tranquila. Eso no va a suceder.

— No eres precisamente imparcial cuando se trata de mí, Mi-chan.

Chika suspiró y se relajó, solo para tensarse casi inmediatamente ante la aparición de Meme. Se irguió, recta como una columna e intentó mantener la compostura.

—Oh, mi Hermana y Lyndis han comenzado ya. Es bonito verlas, ¿A que sí? Mi Hermana parece pelear con más ánimos cuando es contra Lyndis . ¿Mmh? ¿No iban a entrenar ustedes también? —

El combate de Lyndis y Ranko era una autentica barbaridad, cada golpe resonaba por todo el lugar y la respuesta era casi inmediata, acabando en una danza violenta entre ambas. Se podía apreciar que se conocían lo suficiente para prever algunos golpes pero aún así acababan encajando alguno de vez en cuando. Sin embargo, Chika tenía la cabeza en otra cosa.

Se giró a Meme sin llegar a mirarla a la cara e hizo su mejor intento de conversacion normal.

— A-Además yo no podía entrenar sin saber si estabas bien, lo siento mucho, Meme-chan. Yo... me dejé llevar. Espero que no me odies.

Ranko la vio llegar. Vio a una Lyndis desbocada, furiosa, sin control, liberando toda la fuerza que le quedaba. Y no pudo evitar maravillarse. ¿Por qué? ¿Por qué le emocionaba tanto el verla combatir como el verla arreglada, pacífica, como en Tanzaku Gai? Incluso después de haber entrenado hacía un poco de tiempo en aquella misma casa, Ranko quería volver a enfrentarse a Lyndis.

"No creo que nos quede energía para una segunda ronda. Al menos no ahora."

Ranko aspiró con fuerza y luego soltó el aire justo al recibir el golpe de la ogresa. Fue un golpe altamente destructivo, y pudo sentir cómo la corriente de aire rojizo que Lyndis movía se agitaba detrás de ella, como si el impacto le hubiese atravesado. Fue gracias al Máximo Esfuerzo y a su Adrenalina que pudo disminuir el golpe un poco. Sentía que incluso la bandana que protegía su vientre se doblaría.

A pesar del dolor, ni la sonrisa ni el rubor desaparecían del rostro de Hakuto. Tomó el brazo de Lyndis con lo que le quedaba de fuerza y, apretando los dientes, le lanzó una patada a la cara [-22PV no letal].

Después del golpe, Ranko sentiría un fuerte dolor en el vientre debido a la potencia del golpe, y estaría a punto de caer de rodillas, pero la emoción le mantendría en pie, lista para seguir si Lyndis también lo estaba.

A unos metros de allí, Meme sonrió ante la respuesta de Kimi.

—Lo sé. A mi Hermana parecen gustarle las mujeres fuertes —dijo con un tono de lo más natural. La pelirroja no sabía de la breve conversación previa entre las hermanas, y apenas y reaccionó diferente cuando Chika le llamó. Mas al escuchar sus palabras, su sonrisa se desvaneció, sólo para regresar un segundo después en forma de risita —. Ni te odio ni tengo por qué hacerlo, Chika. Estoy bien. Yo sé... Bueno... Mi Hermana me ha dicho que lo que yo siento no es normal. Por más que lo desprecie, es... Común que una persona toque a otra, al combatir, por ejemplo. Yo... Yo no puedo hacerlo. Y no puedo controlarlo. Debe estar en mi programación. De hecho, lamento haber reaccionado así.

Le dedicó una suave pero honesta sonrisa. En sus ojos verdes no había ni un ápice de mentira. Meme volteó de nuevo hacia el combate, aunque parecía decepcionada de que estuviese cerca de su fin.

—Oh, creo que no durarán mucho más... —dijo con un suspiro.

Su golpe consiguió ser encajado, recibiendo parte del daño al ser amortiguado por diversos factores. Lyndis odiaba perder, le encantaba ganar y dar todo de sí. Odiaba retirarse de un combate, y se sentía hasta cierto punto avergonzada y humillada cuando no pudo hacer nada en el pais de las aguas termales al ser perseguida como un perro por las calles. No volvería a huir de un combate, lucharia hasta que su cuerpo se lo impidiera, y aún así, lo forzaría más allá por seguir peleando hasta que no le quedara nada más por lo que luchar.

"Tienes razón, hablar contigo es una estupidez, ya le preguntaré a Sagiso Ranko", "Ellas han ardido, dile a Ranko que siempre lleve armas encima"

Las palabras de ese hombre, de aquella sombra misteriosa corporea, retumbaron en su mente de la misma forma que lo estaba haciendo aquel golpe en la chica a la que no podia quitarle el ojo de encima. Los ojos de Lyndis empezaron a volver a su estado natural, mientras alzaba la vista en unos segundos que parecieron una eternidad, para ver como Ranko se disponía a devolverle el golpe con una patada que le dio de lleno en el lateral de la cabeza.

Cayó varios metros alejada de ella boca abajo y tras unos segundos, sus brazos temblorosos intentaron alzarla. Presionaba en el suelo con todo el brazo derecho mientras con la palma del izquierdo, temblando, intentaba forzar el ponerse en pie. Le temblaban las piernas, ahora arrodillada y su pelo estaba hecho un completo desastre, tapándole parte del rostro. Hizo un esfuerzo inhumano por ponerse en pie, poniendo las manos sobre sus rodillas mientras jadeaba. Su cuerpo perdió el color y la complexión de la que gozaba hace unos segundos, y el aura rojiza pareció volverse blanquecina, como un vapor que se disipó rápidamente.

¿Nada más por lo que luchar? ¿Y si se la arrebatan, que haría? ¿Y si no era lo suficientemente fuerte? Lyndis corrió con torpeza de nuevo hacia la castaña, alzando un puño buscando golpearla, para desfallecer al poco de iniciar la marcha, aunque recorrió el espacio suficiente para que esta pudiera reaccionar y evitar que cayera de nuevo al suelo. La expresión que solo Ranko vería de desesperación en su rostro, de frustración, y alguna lágrima suelta. Otra vez era la única que vería esa faceta suya.

"Más, necesito más. Necesito volverme más fuerte. Si no, no podré proteger nada, no podre luchar por nada" fue el último pensamiento que tuvo, antes de perder el conocimiento.

Kimi sonrió levemente al ver que su hermana no había desaprovechado la oportunidad de hablar con Meme de lo que sentía. Se sintió aliviada al escuchar su respuesta.

Sintió unas ganas casi irrepimibles de decirle "te lo dije" a su hermana, pero se contuvo. En su lugar solo le sonrió con alegría.

Se giró al escuchar el sonido de una potentísima patada impactar en Lyndis, que acabó cayendo a varios de Ranko.

— Parece que ya han terminado. —Comentó mientras se levantaba del suelo—. ¿Estás lista, Ka-ch...?

Contra todo pronóstico, Lyndis consiguió ponerse de pie, tambaleante. Kimi admiraba su fuerza de voluntad, pero ya era ir demasiado lejos. Aún así, aquel no era el combate de la Kaminari, así que no intervino hasta que la ogresa desfalleció.

Kimi se acercó entonces a Ranko.

— ¿Estará bien? —Le preguntó, algo preocupada—. ¿Te ayudo a moverla? ¿Debería buscar a Goromise-san?

— Ni te odio ni tengo por qué hacerlo, Chika. Estoy bien. Yo sé... Bueno... Mi Hermana me ha dicho que lo que yo siento no es normal. Por más que lo desprecie, es... Común que una persona toque a otra, al combatir, por ejemplo. Yo... Yo no puedo hacerlo. Y no puedo controlarlo. Debe estar en mi programación. De hecho, lamento haber reaccionado así.

Chika alzó ambas manos, con las palmas hacia Meme.

— No tienes por qué disculparme, Meme-chan. Yo ya sabía que no te gustaba y que no podías controlarlo y aún así lo he hecho, es culpa mía. Entiendo que es algo que no puedas evitar en un combate, pero estabamos entrenando y yo podía haberme controlado mejor. El control es parte del entrenamiento, al fin y al cabo.

El sonido de una de las patadas de Ranko resonó por el lugar y ambas hermanas Kaminari se giraron a observar como Lyndis caía al suelo. Chika se alzó de inmediato, yendo en dirección a la herida, que intentaba levantarse aún estando completamente agotada.

— ¡Hey! ¿Estás bien, Lyndis-san? Creo que ya es suficiente, no hace falta...

Sin embargo, Lyndis hacía oidos sordos a sus palabras. Quizas ni las escuchaba. Se alzó y empezó a correr de nuevo hacia Ranko. La amejin no dudó en ponerse en medio.

— ¡No! Apenas... — antes de que siquiera empezar a correr la kusajin ya se estaba desplomando y Chika se lanzó a agarrarla antes de que cayese al suelo. — Hey, Lyndis, Lyndis, responde. — alcanzó a tomarle el pulso y a limpiarle las lagrimas con la manga de su karategi antes de volver a hablar. — Está inconsciente, pero tiene el pulso estable.

Un golpe más y puede que hubiese estado en problemas. Desde luego, las kusajin iban en serio incluso en combates de entrenamiento. Lo cual solo preocupaba más a Chika.