Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
14/09/2017, 22:49 (Última modificación: 14/09/2017, 22:49 por Amedama Daruu.)
El Teppoudama de Daruu se abrió paso a través de la marea como quien divide un mar de aguas embravecidas. Ayame se cruzó de brazos justo a tiempo para mitigar el cañonazo acuático, y aún así salió despedida hacia atrás con vehemencia. La bala estalló, liberando una buena cantidad de agua en todas direcciones que empapó sus ropas y que hizo sentir a Daruu más cerca de su hogar, de Amegakure. Sonrió y se permitió cerrar los ojos un momento, sintiendo el frescor de las gotas en el rsotro.
Cuando se levantó, Ayame le miraba con furia. Confesó que había olvidado que él era más diestro que ella con el Suiton, pero afirmó que le haría retirar lo de que era una cobarde aunque fuese a la fuerza.
Las manos de Ayame se entrelazaron, de nuevo, en unos cuantos sellos, y terminaron en una palmada.
A ojos normales, no había ocurrido nada. Pero los ojos de Daruu no eran normales. Lo veía claramente: veía el chakra de Ayame llenando su sistema circulatorio, invadiéndolo, parasitándolo. El corazón empezó a latirle con fuerza mucho antes de oír aquellos zumbidos terroríficos.
Alguien había empezado a leerse Fundamentos del Genjutsu. E iba por una página más avanzada que él.
—No...
Se tapó los oídos, pero el zumbido no cesaba. Se hacía más y más fuerte, y Daruu sólo quiso morirse. Que terminase aquello ya. Que Ayame no siguiera. Que...
Las avispas estaban subiendo por su cuerpo. Estaban subiendo por su cuerpo. Estabansubiendoporsucuerpo. EstabansubiéndoleporlacinturayporlosbrazosyporlacarayélsequeríamoriryporquénoparaestoPORFAVOR.
Las avispas empezaron a picar, a picar por todo su cuerpo, a producirle un terrible dolor, pese que a jamás le habían picado, pese a que sólo había sido un miedo irracional. Daruu se arrodilló, con las manos en la cabeza, con las manos en la cara, intentando que las avispas no... No... Las avispas se metieron en su boca, y las notó con su lengua y el zumbido no paraba de crecer y crecer y crecer y crecer y crecer
y crecer
y crecer
y crecer
y crecer
FFFUS.
Daruu respiró hondo, como quien se acaba de despertar de una de las peores pesadillas de su vida. Trastabilló un poco, y estuvo a punto de caerse, como en el Genjutsu. La cabeza le daba vueltas, y estaba sudando.
Cayó de rodillas, llorando, con los puños clavados en el suelo. Sollozando, dio un puñetazo en la piedra, haciéndose un daño terrible. Y entonces...
—¡¡GILIPOLLAS!!
Daruu golpeó la piedra con fuerza, y un chorro de agua empezó a dirigirse hacia Ayame a toda velocidad. Si llegaba a tocarla, estallaría en un potente géiser.
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20 metros de hilo, 2 bombas de humo, 2 kunai y 1 antídoto en el portaobjetos, atado al muslo derecho 20 senbon, sueltos en el portaobjetos de la espalda
¤ Suiton: Bakūmi Gekido ¤ Elemento Agua: Furia del Mar Explosivo - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Suiton 40 - Gastos: 12 CK (multiplicable x4) - Daños: 20 PV - Efectos adicionales:
La técnica puede girar hasta 45º en una misma superficie
(Suiton 60) La técnica puede girar hasta 90º y pasar de la superficie original a superficies adyacentes (moverse en lateral para cambiar de superficie no cuenta como giro)
- Sellos: - - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones:
La corriente llega hasta 5m, y el géiser abarca 1m de ancho por 3 en perpendicular
La corriente llega hasta 8m, y el géiser abarca 1'5m de ancho por 4 en perpendicular (multiplicado x2)
La corriente llega hasta 10m, y el géiser abarca 2m de ancho por 5 en perpendicular (multiplicado x3)
La corriente llega hasta 12m, y el géiser abarca 2'5m de ancho por 6 en perpendicular (multiplicado x4)
El usuario carga con chakra una extremidad y toca con ella el suelo, la pared o el techo (si la estaba tocando, debe primero separarla y luego impactar en ella). Sin soltar la extremidad de la superficie, una corriente de agua se mueve a gran velocidad desde el punto de impacto hasta el punto deseado, y cuando se quita la extremidad de dicha superficie, se produce un gran estallido de agua similar a un géiser, en perpendicular a la superficie en la que se encuentre la línea, que golpea a los oponentes y los lanza en dirección contraria.
Un usuario experto, mientras siga apoyando la parte del cuerpo con la que ha golpeado, puede dirigir la corriente hasta el punto que desee, siempre y cuándo no la haga girar un ángulo demasiado cerrado. También es capaz de hacer pasar la corriente del suelo a otras superficies adyacentes, y de estas superficies a otras adyacentes a éstas. Cabe destacar que aunque la línea pueda moverse, sirve para dirigirla a un objetivo, no para adaptarse a cambios bruscos de movimiento como un esquive.
A Ayame se le cayó el alma a los pies. Daruu cayó al suelo de rodillas, y algo dentro de ella se rompió al verle llorar de aquella manera, con los puños clavados en la tierra y con sus palabras clavándose en su alma y su corazón como un kunai tras otro.
—¡¡GILIPOLLAS!! —aulló, y con un último puñetazo, una corriente de agua se abalanzó sobre ella desde el suelo.
Ni siquiera pudo reaccionar. O, quizás, ni siquiera quiso hacerlo. Volvió a cruzar los brazos en el último instante, cuando el agua se alzó hacia ella en un explosivo géiser que la levantó en el aire, hizo estallar su propio cuerpo en agua y después volvió a caer con estrépito al suelo. El charco de agua no tardó en volver a tomar la forma de una Ayame tirada de cualquier manera, con los ojos llorosos y las manos apoyadas en el suelo en su predisposición para levantarse.
—Lo siento... —gimoteó, alzando una mirada implorante hacia su compañero—. Yo no... yo no...
Técnica insignia del clan Hōzuki. Los miembros del clan son capaces de licuar cualquier parte de su cuerpo, desde un simple pelo hasta convertirse por completo en agua. Esto les permite reducir el daño de ataques físicos enemigos, evitar heridas mortales, infiltrarse en una estructura o mezclarse con una superficie acuática para lanzar un ataque sorpresa. De esta técnica se derivan muchas otras, fruto de la capacidad del Hōzuki para modificar cualquier parte de su cuerpo a voluntad. Cuando un usuario de la técnica se desmaya mientras la utiliza, se transforma en una especie de masa gelatinosa.
El jutsu es muy versátil, no obstante, tiene dos grandes puntos débiles: el primero es que el usuario debe ser capaz de prevenir que va a recibir un golpe para absorberlo, o transformarse nada más recibirlo, por lo que queda vulnerable a ataques a los que no pueda reaccionar (de sigilo y por la espalda). El segundo es que si una técnica de Raiton impacta en el usuario mientras está utilizando esta o cualquier técnica que requiera el Suika como requisito, éste recibirá un 50% más de daño por parte de dicha técnica.
El géiser chocó contra el cuerpo de Ayame y estalló, solo que esta vez el mismo cuerpo de Ayame también estalló en agua. Ayame cayó al suelo, y reformó su cuerpo. Sollozando, se disculpó, claramente arrepentida. Pero Daruu estaba muy enfadado, y ya no atendía a razones:
—¡Con eso no se juega, maldita! —bramó, y se levantó poco a poco. Echó a caminar hacia ella, señalándola—. Oh, no, y ahora has abierto la veda, hiciste una declaración de guerra. Tendrás guerra.
Volvió a adoptar una prudente kata de Hyuuga, y, con una mano, hizo el gesto de "ven" con la mano.
—Ven, Ayame. ¡Levántate y lucha!
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20 metros de hilo, 2 bombas de humo, 2 kunai y 1 antídoto en el portaobjetos, atado al muslo derecho 20 senbon, sueltos en el portaobjetos de la espalda
Pero Daruu no parecía estar dispuesto a perdonarla así como así. Aún con la rabia reflejada en sus ojos, el chico se reincorporó y comenzó a caminar hacia ella señalándola de manera acusadora.
—¡Con eso no se juega, maldita! Oh, no, y ahora has abierto la veda, hiciste una declaración de guerra. Tendrás guerra.
Volvió a adoptar su postura de combate, y sus dedos se flexionaron varias veces, invitándola a acercarse.
—Ven, Ayame. ¡Levántate y lucha!
Ayame torció el gesto, pero obedeció. Se levantó sobre sus piernas, y alzó sus ojos hacia los de Daruu. Pese a lo que acababa de sufrir, él no parecía estar dispuesto a rendirse. Aquello era un comportamiento digno de admiración, y Ayame no pudo evitar sentirse avergonzada de estar intentando darle largas todo el tiempo.
Era una cobardica. ¿Pero cómo podía combatir contra unos ojos que eran capaces de ver en todas las direcciones y a través de las cosas? ¿Pero cómo podía mirarle siquiera a la cara si, como él, no daba lo máximo de sí misma?
No era justo.
—Está bien... —murmuró, y de repente echó a correr hacia él entre largas zancadas.
«Quizás podría intentar...»
A unos tres metros de distancia de su rival, Ayame sacó algo de su portaobjetos y lo estrelló contra el suelo justo después de cerrar los ojos. La hikaridama estalló en una violenta explosión de luz que inundó el campo de combate durante unos segundos que aprovechó para preparar su técnica mientras Daruu debía de estar cegado. Así, cuando llegara hasta su posición, su brazo ya se habría hipertrofiado por la acumulación de agua hasta convertirse en un auténtico brazo hidráulico con el que golpearía el abdomen del Hyūga.
Después de aquello, Ayame retrocedió entre saltos y, tras acumular chakra en la planta de los pies, dio un último salto con el que se plantó en la pared de la montaña, a unos tres metros de altura del suelo. Jadeante por el gasto de energía acumulado, fijó la mirada en su rival.
¤ Suiton: Gōsuiwan no Jutsu ¤ Elemento Agua: Técnica del Gran Brazo de Agua - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos:
Hōzuki 25
Suika no Jutsu
- Gastos: 18 CK - Daños: Golpe físico o del arma + 30 PV - Efectos adicionales: - - Sellos: - - Velocidad: Moderada - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Usando la técnica de la hidratación, el usuario es capaz de concentrar una gran masa de agua en el interior de sus músculos aumentando el tamaño y la fuerza de una extremidad. La humedad es recogida en todo el cuerpo y se comprime en una sola extremidad en un sólo instante. Sin embargo, dado que es esencial controlar apropiadamente el equilibrio de humedad en el interior del cuerpo, el grado de dificultad de esta técnica es muy elevado. La técnica proporciona al usuario una fuerza sobrehumana, capaz de atravesar paredes de roca y derribar puertas de acero.
Ayame se levantó, dispuesta a atacar. A Daruu todavía le temblaban las piernas, pero no iba a mostrarle a su oponente tal debilidad. Tensó todo su cuerpo, preparado para cualquier ataque. Ayame echó a correr hacia él. En algún punto a medio camino, Ayame se llevó la mano al portaobjetos. El Byakugan de Daruu registró el movimiento, pero el muchacho no pudo hacer nada para prevenir lo que venía a continuación. La muchacha sacó una esfera y la lanzó contra el suelo.
«¡No!»
Daruu se cruzó de brazos frente al torso, defendiéndose de lo que sea, defendiéndose de cualquier cosa. Al tener un campo de visión de trescientos sesenta grados, aquél fogonazo era imparable. Podía decidir si no ver a través de los párpados, por supuesto, pero ya estaba cegado.
Y era demasiado tarde.
Un mazazo terrible recorrió sus brazos. Sus pies se despegaron del suelo y pronto se vio volando en dirección contraria a Ayame, quién sabe por qué, pero desde luego había sido un golpe brutal. Dolorido, cayó rodando al suelo, recorriendo varios metros antes de apoyarse con las manos y los pies y deslizarse por la piedra acumulando chakra en las palmas y en las rodillas para no arañarse contra el suelo. Levantó la mirada y observó a Ayame, que estaba posada en la falda de la montaña, esperándole, desafiándole.
«Maldita...». Discretamente, Daruu formuló el sello del Carnero con una mano mientras todavía estaba apoyado y se levantaba, poco a poco.
Y entonces, sucedió. Daruu se movió como una saeta, como una sombra, y de diez metros que les separaban ahora sólo quedaban unas decenas de centímetros. Chocó su palma derecha contra el hombro derecho de Ayame, luego la izquierda contra el izquierdo. Giraría sobre sí mismo metiéndole una zancadilla para hacerla caer de la montaña, le agarraría del tobillo y giraría de nuevo, tratando de zarandearla como un peso muerto y hacerla chocar contra la pared de rocas.
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20 metros de hilo, 2 bombas de humo, 2 kunai y 1 antídoto en el portaobjetos, atado al muslo derecho 20 senbon, sueltos en el portaobjetos de la espalda
¤ Sunshin no Jutsu ¤ Técnica del Parpadeo Corporal - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Ninjutsu 40 - Gastos:
14 CK/20 metros
52 CK para huir de un combate
- Daños: - - Efectos adicionales: Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos - Sellos: Carnero/una mano - Velocidad: Instantánea
El Sunshin no Jutsu es una técnica basada en un movimiento ultrarrápido, permitiendo a un ninja moverse de cortas a largas distancias a unas velocidades casi imperceptibles. Para un observador cualquiera, resulta como si el usuario se hubiera teletransportado. En ocasiones, se utiliza una pequeña señal para camuflar los movimientos iniciales del usuario. Esta técnica se basa en el uso del chakra para vitalizar temporalmente el cuerpo y moverlo a velocidades extremas. La cantidad de chakra requerida depende en la distancia total y la elevación entre el usuario y el destino. La técnica puede usarse, además, para escapar del campo de batalla. Las diferentes villas tienen variaciones de esta técnica, e incluyen un elemento extra para distraer al oponente. En Konoha, se utiliza un rastro de hojas.
Daños previstos
12 PV por cada golpe de Juuken, dolor en la articulación del hombro
Llave de 11 PV contra la piedra
Daruu recibió el brutal mazazo. Su cuerpo despegó del suelo y terminó cayendo varios metros más allá, donde rodó durante otros cuantos hasta terminar deteniéndose. En su nueva posición, y con la gravedad tirando de sus cabellos en perpendicular a su cuerpo, Ayame observó a su compañero reincorporarse con esfuerzo. Él levantó sus ojos perlados hacia ella, claramente disgustado por lo que acababa de pasar. Y entonces...
Desapareció.
Ayame ahogó una exclamación de sorpresa. La silueta de Daruu prácticamente se abalanzó sobre ella a una velocidad casi antinatural. Pero, aunque consiguió verlo, no logró hacer nada para detener lo que vino a continuación. Su rostro apareció de repente a escasos centímetros del suyo. Le lanzó un golpe hacia el hombro, y este estalló en agua ante el contacto. Sin embargo, Ayame lanzó un aullido de dolor.
«¡No consigo mitigar el daño! ¡¿Por qué?!»
Otro golpe al otro hombro, un nuevo grito. Y Ayame comprendió que usar el Suika era un gesto inútil. Daruu giró sobre sí mismo, pero Ayame aprovechó el brevísimo descanso para juntar sus manos en un sello, abrir los labios, y chillar con todas sus fuerzas. Pero aquel chillido no era como los que había estado lanzando por el dolor, no. Aquel chillido, con su voz reforzada por su chakra, constituía un auténtica bocina que reverberó en el aire hasta acuchillar los oídos de Daruu y lanzarle por los aires, de vuelta al suelo.
Entre resuellos, Ayame se llevó la mano momentáneamente a la garganta, algo dolorida y profundamente fatigada. Pero no podía perder el tiempo. ¡Lo tenía donde quería! Rápida como una saeta, saltó desde la pared de roca, cayó de nuevo en el campo de combate y sus manos volvieron a entrelazarse.
—¡Suiton: Mizurappa! —exclamó, inflando el pecho en una honda inspiración para después expeler un torrente de agua a presión que se dirigía a toda velocidad hacia su oponente...
¤ Seidō: Ningyo no Umeki ¤ Camino de la Voz: Lamento de la Sirena - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Ninjutsu 20 - Gastos: 20 CK - Daños: - - Efectos adicionales: Expulsión, y ensordecimiento y pérdida del equilibrio momentáneo - Sellos: Pájaro (mantenido) - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: La voz se extiende en forma de cono desde la posición del usuario hasta los dos metros y medio de largo y un máximo de un metro y medio de ancho antes de perder sus propiedades y disiparse.
La primera de las técnicas de voz desarrollada por Ayame.
Tras realizar el sello correspondiente y acumular y moldear el chakra en sus cuerdas vocales, Ayame exhala un potente chillido contra su objetivo. La voz, potenciada con su chakra, crea una onda de choque de tal magnitud que es capaz de rechazar a su adversario y lanzarlo varios metros en dirección contraria. La potencia del sonido también afecta a la estructura de su oído interno, por lo que se ensordecido y perderá el equilibrio durante unos segundos.
La debilidad de esta técnica radica en que se trata también de un arma de doble filo. Forzar de esa manera las cuerdas vocales también afecta a la garganta de Ayame, que deberá esperar un periodo de tiempo (dos turnos) para volver a utilizarla. Si por cualquier necesidad, Ayame se fuerza a utilizar esta técnica hasta tres veces sin dejar pasar al menos tres turnos de descanso, su garganta quedará tan dañada que se quedará sin voz hasta el día siguiente.
«¿Que lo más aterrador de una sirena es su canto? Eso es porque aún no las has escuchado llorar.» — Conversación entre dos marineros del País de la Tormenta.
¤ Suiton: Mizurappa ¤ Elemento Agua: Ola de Agua Salvaje - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Suiton 10 - Gastos:
12 CK
(Suiton 20) (multiplicable x2)
(Suiton 30) (multiplicable x3)
- Daños: 20 PV - Efectos adicionales:(Suiton 80) El chorro de agua puede ser lanzado de forma parabólica, aunque no alcanza el ancho de la técnica hasta que no está a 3 metros del objetivo - Sellos: Dragón → Tigre → Liebre - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones:
La técnica avanza 3 metros, y goza de 1'5 metros de anchura (multiplicado x1)
La técnica avanza 8 metros, y goza de 2'5 metros de anchura (multiplicado x2)
La técnica avanza 10 metros, y goza de 4 metros de anchura (multiplicado x3)
Tras la realización de los sellos, el usuario expele agua desde su boca, como se tratase de una cascada con forma de trompeta, que arrasa con el adversario y lo derriba. El ejecutor de la técnica puede controlar su poder libremente administrando la cantidad de chakra que libera al utilizarla. Es una técnica básica de elemento agua.
Ayame encajó los dos golpes de Juuken, y aunque su cuerpo se licuó parcialmente, esgrimió una mueca de dolor. Daruu sonrió. «¡No puedes bloquear el Taijutsu de los Hyuuga!». Una fina lluvia cayó de los hombros de la muchacha a la plataforma de combate. Daruu giró sobre sí mismo para derribarla, pero entonces, ella formuló un sello y su Byakugan detectó cómo su chakra se agitaba, subiendo hasta...
Daruu salió despedido con una fuerza arrolladora y tuvo que taparse los oídos para que no le reventasen los tímpanos. «¿Una técnica con la voz?». Examinó cuidadosamente el chakra que le rodeaba. Rodeaba a las ondas de sonido que salían de Ayame y las nutrían, expandiéndolas y haciéndolas más fuertes.
Daruu golpeó de nuevo contra la piedra y rodó. Rodar se estaba empezando a convertir en una costumbre muy fea.
Pero esta vez el muchacho, pese al golpe, apretó los dientes y giró sobre sí mismo para recomponerse, rápidamente. Recortó distancias con la kunoichi, que ahora aterrizaba de nuevo sobre la plataforma, y realizó idénticos sellos en el tiempo justo.
—¡Suiton: Mizurappa! —¡Suiton: Mizurappa!
Los dos torrentes de agua salieron de sus bocas dispuestos a chocar el uno con el otro.
Y entonces...
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20 metros de hilo, 2 bombas de humo, 2 kunai y 1 antídoto en el portaobjetos, atado al muslo derecho 20 senbon, sueltos en el portaobjetos de la espalda
¤ Suiton: Mizurappa ¤ Elemento Agua: Ola de Agua Salvaje - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Suiton 10 - Gastos:
12 CK
(Suiton 20) (multiplicable x2)
(Suiton 30) (multiplicable x3)
- Daños: 20 PV - Efectos adicionales:(Suiton 80) El chorro de agua puede ser lanzado de forma parabólica, aunque no alcanza el ancho de la técnica hasta que no está a 3 metros del objetivo - Sellos: Dragón → Tigre → Liebre - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones:
La técnica avanza 3 metros, y goza de 1'5 metros de anchura (multiplicado x1)
La técnica avanza 8 metros, y goza de 2'5 metros de anchura (multiplicado x2)
La técnica avanza 10 metros, y goza de 4 metros de anchura (multiplicado x3)
Tras la realización de los sellos, el usuario expele agua desde su boca, como se tratase de una cascada con forma de trompeta, que arrasa con el adversario y lo derriba. El ejecutor de la técnica puede controlar su poder libremente administrando la cantidad de chakra que libera al utilizarla. Es una técnica básica de elemento agua.
Si voz se vio acompañada por otra que conocía bien. Daruu debería haber quedado aturdido por su técnica, pero de algún modo encontró el modo de reincorporarse y lanzar al unísono la misma técnica. Ayame sabía cómo acabaría aquello, el dominio de su compañero sobre el suiton era claramente superior al suyo. Pero aún así no cejó en su empeño.
Y entonces sintió frío.
Una sombra cruzó el espacio. Los dos chorros de agua se encontraron en el aire y algo pareció romperse en mil pedazos. La salpicadura se vio acompañada de miles de cristales que lanzaron destellos rosados bajo el sol. Y, cuando el agua cayó sobre la plataforma, Kori, con los dos brazos alzados, les dirigió una larga mirada.
—¿Her... mano...? —balbuceó con esfuerzo, antes de que la vista se le emborronara.
Las piernas le fallaron. Si cuerpo se tambaleó peligrosamente y el suelo ascendió hasta ella a toda velocidad. Algo la sostuvo del brazo en el último momento.
—¿¡Se puede saber qué cojones estáis haciendo?!
Era la voz de su padre, pero ella apenas le estaba escuchando. Resollaba, tratando de recuperar el aliento, y en su espalda el chakra bombeaba con fuerza. Entonces sintió que le ponía la mano entre los omóplatos, y fue como si cortarán un grifo de repente. Ayame jadeó, angustiada, pero entonces otro torrente de energía comenzó a entrar en su cuerpo desde el exterior. Uno mucho más calmo, más sutil, menos... ardiente.
—¿Es que te has vuelto loca? ¿Quieres estar indispuesta para tu siguiente combate del torneo, niña?
Ella apretó las mandíbulas, pero ni siquiera tenía fuerzas para contestar.
Daruu sintió una oleada de frío. Era como una brisa, como si alguien acabase de abrir una nevera al aire libre. Era una sensación que conocía muy bien. Su técnica acuática chocó contra algo sólido que se rompió. Y allá en el centro del choque, rodeado por una fina lluvia de cristales de hielo irídeos, estaba Kori-sensei.
Kori-sensei...
El muchacho se dio cuenta, en aquél preciso instante, de que se habían excedido. Una figura femenina entró en el rango trasero de la visión periférica de su Byakugan, pero él desactivó el doujutsu. Como si ni siquiera quisiera verla. Cerró los ojos y se encogió sobre sí mismo...
...Kiroe le agarró de la oreja y tiró con fuerza.
—¿¡Pero sois imbéciles o qué os pasa!? —bramó. Daruu juraría que nunca la había visto tan enfadada—. ¡Os váis a herir! ¡En medio de dos rondas!
· · ·
—Bien. ¿Lo habéis entendido? —dijo Kiroe.
Daruu, Ayame, Kori, Zetsuo y Kiroe se encontraban sentados alrededor de una mesa en un hotel del Valle de los Dojos, El Patito Frito, lugar donde su madre se alojaba cada vez que visitaba el país, y que, según había asegurado y jurado por todos los miembros vivos de la familia Amedama —ella y Daruu, probablemente—, era el mejor establecimiento de los Dojos. Pese al refunfuñe de Zetsuo, los tres se hospedarían durante el fin de semana para presenciar la siguiente ronda. Era el único momento en el que les estaba permitido la visita.
Y ahora estaban en una especie de cena familiar. Formaban una extraña fusión de dos medias familias, mejor dicho. Daruu y Ayame se encontraban en un extremo de la mesa, con la cabeza pegada en la madera y haciendo una larga y pronunciada reverencia.
—Sí, madre. Sí, Zetsuo-san. Hemos hecho mal. Lo siento —repitió Daruu, por decimosexta vez aquella noche. Vestía el mismo jinbei verde que había lucido durante su cita con Ayame—. Somos unos niñatos estúpidos e imprudentes.
Junto a ella, Zetsuo se mantenía con los brazos cruzados, golpeteándose de forma rítmica y repetida el bíceps con el dedo índice, y tanto él como Kōri mantenían sus ojos fijos en los dos muchachos que, en el otro extremo de la mesa, permanecían con las frentes pegadas a la madera rogando por sus vidas. La bronca que les había caído a ambos había sido todo un espectáculo dentro de El Patito Frito, el hotel de Sendōshi donde se estaban alojando los tres para presenciar la siguiente ronda del torneo y donde todos iban a cenar de manera conjunta aquella noche. Varios de los clientes se habían girado hacia ellos, observando el panorama sin demasiado disimulo, y Ayame sintió que la sangre le hervía de vergüenza en las mejillas.
—Sí, madre. Sí, Zetsuo-san. Hemos hecho mal. Lo siento —repitió Daruu, por decimosexta vez aquella noche, y Ayame, vestida con el mismo vestido azul que había llevado en su cita con él pero con la cinta de tela anudada en torno a su frente, supo en ese momento que no podría escucharlo una decimoséptima—. Somos unos niñatos estúpidos e imprudentes.
Ella levantó la cabeza de golpe, fulminándole con la mirada y después se volvió hacia los adultos.
—¡No es justo! ¡La idea fue de él! —exclamó, indignada, señalándole con el dedo índice de manera acusadora—. ¡Yo le dije varias veces que no era una buena idea, pero él insistió!
Ayame rompió la reverencia y le miró, rencorosa, entrecerrando los párpados. Daruu le respondió sacándole la lengua como un chiquillo. Entonces, la muchacha se giró hacia los adultos de la mesa y exclamó, indignada:
—¡No es justo! ¡La idea fue de él! —le señaló, inculpándolo.
Daruu abrió la boca, e intercambió sendas miradas con el resto de los comensales y con Ayame, incapaz de creerse lo que estaba oyendo.
—¡Me metió en un Genjutsu con avispas! ¡Va de inocente pero ella iba en serio también! —alegó Daruu. Se giró hacia ella, y estirando de su ropa, le espetó—: ¡Ahora no intentes excluirte de las consecuencias, A-YA-ME.
Los dos empezaron a pelearse, dándose manotazos y profiriéndose un intercambio de insultos que crecía exponencialmente en tono y volumen. Zetsuo y Kiroe se levantaron al unísono, se desplazaron hacia sus hijos y, sin más dilación, hicieron chocar sus cabezas.
20/09/2017, 12:47 (Última modificación: 20/09/2017, 13:25 por Aotsuki Ayame.)
Ante su inculpación, Daruu se quedó boquiabierto. Sus ojos plateados viraron de Ayame a los adultos, y de los adultos a Ayame, varias veces.
—¡Me metió en un Genjutsu con avispas! ¡Va de inocente pero ella iba en serio también! —se defendió él. Antes de que pudiera contestar, se giró hacia ella, y la cogió de la ropa—: ¡Ahora no intentes excluirte de las consecuencias, A-YA-ME.
Ayame volvió a sonrojarse. Pero no era el típico sonrojo de cuando Daruu se acercaba a ella. No. Aquel sonrojo era muy diferente. Encerraba toda la furia de la tormenta en sus ojos, clavados en él.
—¡Eso fue porque me provocaste! ¡ME LLAMASTE COBARDE! —le gritó a la cara, agarrándole también por el cuello del jinbei—. ¡¿Acaso quieres pelea de nuevo?! ¡MIRA QUE TE REVIENTO!
Y la pelea empezó entre torpes manotazos, gritos e insultos que carecían de cualquier tipo de sentido. Desde pelopincho hasta ojos ciegos y varios improperios más que fueron subiendo en volumen y tono. Zetsuo y Kiroe no tardaron en actuar, se levantaron a la vez, y rápidos como dos saetas se colocaron junto a sus respectivos hijos, agarraron sus cabezas y las hicieron chocar para detenerlos. Pero Zetsuo debería haber previsto que, ante una acción así, la primera reacción de Ayame era más que evidente.
Al impacto con la de Daruu estalló violentamente en agua, empapándole de los pies a la cabeza.
—¡Basta ya! —gritó Kiroe.
Y, junto a ella, Zetsuo se remangó.
—¡Jodida cría!
. . .
Con la barbilla apoyada de nuevo en la mesa, Ayame se sujetaba el chichón que ahora lucía sobre la cabeza entre sonoros gimoteos.
—Jo... ¡Lo sientooooo!
—Sa... ¿Saben ya los señores qué van a tomar? —Un camarero, visiblemente nervioso y asustado se había acercado a la mesa con una libretita y un boli en la mano. Era un chico bastante joven, escuálido, de cabellos castaños y ojos color chocolate. Vestía el uniforme de camarero del hotel, pero llevaba la pajarita algo torcida. Por su apariencia, parecía un novato.
A juzgar por las miradas del resto de camareros y del servicio del hotel, aquel había sido el que había perdido la competición por ver quién los atendía.
20/09/2017, 16:01 (Última modificación: 20/09/2017, 16:11 por Amedama Daruu.)
Sus dos cocorotas chocaron, y la de Ayame estalló en agua, mojándole el pelo, la ropa, la piel, el pelo, el pelo, el pelo...
—¡Me has mojado el pelo, mira cómo me has puesto idio- —Se detuvo al ver los dos ojos morados de su madre, que le juzgaban y le advertían a partes iguales. Esgrimió la más adorable —y falsa— de sus sonrisas, y se sentó lo más formal que pudo en la mesa.
Le dolía mucho la cabeza.
· · ·
Ayame tenía la barbilla apoyada en la mesa, y, ahora sí, gimoteaba sinceramente. Por su parte, Daruu se mantenía con los brazos cruzados, los carrillos hinchados, y apartaba la mirada hacia un lado. Todos los demás integrantes de aquél pintoresco grupo tenían cara de Yakuza al que no le han pagado la última cuota. Bueno, todos excepto Kori, que ojeaba la carta del restaurante a toda velocidad.
—Sa... ¿Saben ya los señores qué van a tomar? —La voz de un camarero le sorprendió. Temblaba como un flan. A Daruu no le extrañaba; menudo espectáculo más lamentable el que acababan de protagonizar.
Daruu miró a Ayame de reojo y bufó.
«La señorita va a querer una ensalada de hostias.»
—Una pizza kusareña por favor. La que lleva york y piña. —De mala gana, señaló el espacio que ocupaba en la carta.
—Una pizza kusareña por favor. La que lleva york y piña. —Daruu fue el primero en pedir, y cuando lo hizo, Ayame no pudo evitar dirigirle una mirada sorprendida.
—Yo quiero un plato de pollo al limón —continuó Kiroe.
—Para mí salmón a la plancha —pidió Zetsuo.
—Yakitori —intervino Kōri.
Y Ayame, consciente de que era su turno, volvió a recorrer a toda prisa la carta con la mirada, indecisa. No le apetecía pizza, y ya había comido pasta por la mañana... ¿Qué podía pedir?
—Para mí... Katsu Don, por favor —se decidió al fin.
—M... muy bien, señores. Estará enseguida.
El camarero se retiró con una torpe reverencia, y a lo lejos a Ayame no se le escapó el detalle de que soltaba un suspiro de alivio. ¿Tanto miedo le habían dado?
Daba igual. Apartó rápidamente al hombre de sus pensamientos y se volvió hacia Daruu, interrogante. El chico parecía seguir de mal humor después del rifirrafe de antes, pero eso no la amilanó.
—¿De verdad...? ¿Piza... con piña...? —le cuestionó, arrugando la nariz en un gesto de asco. ¡¿En qué momento y lugar era buena idea meter piña a una comida salada?!
Los cinco pidieron sus respectivos platos. Como ya he contado, Daruu pidió una pizza kusareña y Kiroe un plato de pollo al limón. Zetsuo pidió salmón a la plancha —a lo que Daruu respondió arrugando la nariz y sacando la lengua detrás del cartón de la carta—, Kori-sensei pidió Yakitori, y, por último, a Ayame le apeteció un Katsu Don. Entregaron las cartas al camarero, quien se retiró tras dedicarles una torpe reverencia, y todos volvieron a sus caras de cabreo anteriores... si es que alguna vez las habían dejado atrás.
Daruu apoyó los codos en la mesa, y la cabeza en las manos. Menuda cenita, qué bien había empezado.
—¿De verdad...? ¿Piza... con piña...? —importunó Ayame.
Daruu resopló, y espetó, con frialdad, sin siquiera dirigirle la mirada:
—Qué sabrás tú de pizza, si ni siquiera sabes cómo pronunciarla. Como para saber comerla.