Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Hiroki estaba en las últimas, pero ello no le impidió ejecutar la última técnica como buenamente pudo, alcanzando, por los pelos, a su rubia rival, que llegó hasta su rodilla. Pero eso no impidió que ella reaccionara de vuelta, con una determinación que no sabía que tenía hasta aquel único momento.
Desenvainó su kodachi e hizo algo que a Hiroki lo dejó ciego, literalmente, el destello provocado por la hoja del arma lo cejó por unos segundos, segundos que no desaprovecharía dejando a la kunoichi acercarse a él para rematarle, no, ya se había dado cuenta de que tenía algo de ventaja pues era más rápido que ella, así que, con la mano en los ojos, intentó huir del combate hasta recuperar su visión.
Pero aquel día no habría suerte para él, pues, cuando comenzó a echarse hacia atrás y abría ligeramente los ojos para lograr ver el sitio hacia donde se dirigía, terminó por chocar contra el tronco de un fornido árbol que crecía casi a las afueras del campo, cayendo de inmediato tras el golpe.
Perdiendo el conocimiento.
—Este chico... —susurró, llevándose una mano a la cara con hastío—. Está bien, Hana, tú ganas el combate —anunció, señalándola, esperando también que guardase la kodachi—. Lo has hecho muy bien.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Hana intentó atrapar a Hiroki, pero éste empezó a correr cual gallina sin cabeza cuando la rubia le cegó y le hizo imposible alcanzarlo. Al verle ir directo a un árbol, abrió la boca para advertirle.
— ¡Hiro...! — la kunoichi cerró los ojos un instante para evitar ver el golpe, aunque oyó el 'Plaf' que sonó cuando el shinobi hizo contacto con la madre naturaleza.
Al verle desplomarse, envainó la katana y se acercó, bastante preocupada.
—Este chico... Está bien, Hana, tú ganas el combate. Lo has hecho muy bien.
No tuvo la certeza si el calor que la invadía era orgullo o el resultado de las múltiples lesiones que acumulaba. Fue a contestarle y notó que tenía la boca llena de sangre, escupió al suelo, con cuidado de no salpicarle al inconsciente, una buena cantidad de sangre, seguramente del último puñetazo en la boca.
— Yo... Igual me he pasado, Eri-sensei. ¿Crees que Hiroki-san está bien?
Al principio había estado expectante del combate, pero ahora, viendole tirado en el suelo con cara de tonto y arañazos y heridas por ambas piernas, tenía dudas. Al fin y al cabo, era un compañero, no un enemigo. Igual podría haberse contenido un poco, aunque había empezado él a usar Ninjutsu.
Se encontraba sentada al lado del cuerpo inerte del shinobi, insegura de cómo manejar esa situación, no sabía tomar el pulso ni comprobar heridas ni nada. Miró a Eri esperando de su sabiduria de Jounin.
— Yo... Igual me he pasado, Eri-sensei. ¿Crees que Hiroki-san está bien?
—Espero... —dijo, de forma incierta, acercándose a él a la par que hacía la joven kunoichi que tenía a su lado—. Estará inconsciente por el golpe, así que lo mejor será que se lo llevemos a mi hermana Hotaru —explicó, tomándole el pulso con cuidado—. Está inconsciente.
Lo tomó con cuidado aunque sabía que su cuerpo pesaba más de lo que ella se pensaba, por ello y con delicadeza, logró echárselo a la espalda mientras sus ojos seguían cerrados. Contra su espalda notó la respiración del chico, así que sonrió a la rubia.
—Si quieres puedes venirte y que te miren las heridas también, o puedes irte a casa a descansar.
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—Si quieres puedes venirte y que te miren las heridas también, o puedes irte a casa a descansar.
Hana aún tenía un conflicto con los hospitales, desde la última vez había tenido pesadillas cinco noches con su última visita para ver a Eri. Entre las heridas y el pensamiento de estar en el hospital su estomago estaba en la linea critica, un suave empujón más y vaciaría su contenido en el mismo suelo que había ocupado Hiroki.
— N-no, yo voy con vosotros. — se levantó de golpe, intentando aparentar una determinación que no sentía en su interior.
La pierna que había recibido el rayo aún le temblaba un poco, pero el resto de temblores eran provocados por la idea de volver a aquel lugar. Sin embargo, caminó al lado de Eri. No iba a librarse de visitar hospitales siendo kunoichi, tenía que superarlo y pronto. No había mejor situación para sentirse segura para sobrepasarlo que con su sensei.
— Eri-sensei, tengo que contarte algo. Bueno, supongo que ya lo sabrás, pero perdí a mis padres en el hospital de Uzushiogakure. Desde entonces, cada vez que entro es como revivir aquella noche, si... si pasa algo, yo, lo siento. Intento superarlo. — cada vez tenía una mayor certeza de que iba a devolver.
Solo esperaba no hacerlo sobre Eri-sensei y acabar en un baño sangriento de vomito.
Aunque parecía dubitativa, Hana se unió a la fiesta en cuanto pudo ponerse de pie, pero parecía que algo no estaba bien con su pierna. Eri lo pensó unos segundos, achacándolo a la última técnica realizada por el chico. Pero antes de hacer un sello especial para hacer un clon de sombras y llevarla también, ella llamó su atención con algo que no esperaba en aquel momento.
— Eri-sensei, tengo que contarte algo. Bueno, supongo que ya lo sabrás, pero perdí a mis padres en el hospital de Uzushiogakure. Desde entonces, cada vez que entro es como revivir aquella noche, si... si pasa algo, yo, lo siento. Intento superarlo.
Eri sonrió ligeramente.
—Está bien —quería continuar, decirle que todos tenían sus traumas y que juntos podrían con ellos, pero se contuvo, por miedo a que Hana no se lo tomase del todo bien, por ello intercambió sus palabras con una palmadita en la cabeza suave. Con esa misma mano libre, logró hacer el sello de clonación y creó otra Eri exactamente igual a la original.
—Súbete a su espalda, vamos a casa de Hotaru, está aquí cerca.
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Eri la comprendió y le dijo que estaba bien, dandole una palmadita en la cabeza. En cualquier otra persona, eso seguía pareciendole algo completamente ofensivo, pero su sensei se lo había hecho tantas veces que ya era casi tradición. La pelirroja creó un doble suyo, corpóreo y tan real como ella misma, no las ilusiones que creaban en la academia.
—Súbete a su espalda, vamos a casa de Hotaru, está aquí cerca.
La rubia asintió y se dejó coger por la otra Eri, pasando sus brazos alrededor del cuello del clon. No estaba segura si ese era el plan desde el principio o la Uzumaki había hecho una leve modificación por lo que le acababa de contar. Aunque quería deshacerse de su trauma lo antes posible, el alivio la invadió al saber que no iban a adentrarse en aquel horrendo edificio de matasanos.
Hana no dijo nada, simplemente se dejó hacer mientras se subia a la espalda de la falsa Eri. Una vez ambos estuvieron bien sujetos, la Uzumaki comenzaría a andar y solo dejarían unas cuantas pisadas atrás.
El trayecto fue corto, aunque a Eri le hubiera gustado ir como siempre iba por los tejados, pero teniendo en cuenta que llevaba a dos genin heridos, prescindió de aquello y simplemente movió sus piernas, llegando veinte minutos más tarde.
Como de costumbre, la puerta de la casa de su hermana estaba abierta de par en par y ella estaba fuera mirando algunas plantas que ya comenzaban a florecer desde diversas macetas adornando su pequeño jardín. Eri silbó desde fuera, llamando su atención. Hotaru iba con el cabello suelto y una pequeña bata abierta de color azul. Bajo esta, unos pequeños pantalones hacían juego con una camiseta de tirantes negra.
—¿Qué ha pasado? —cuestionó—. ¿Les has hecho algo? —cuestionó la hermana mayor, ganándose una mirada algo furibunda de la menor.
—Han tenido un combate de entrenamiento y se han hecho algunos rasguños, nada más —indicó—. ¿Te acuerdas de mi hermana? —preguntó mirando a Hana—. ¿Puedes echarle un vistazo? Se ha quedado inconsciente —esa vez, señaló a Hiroki.
—Pasad, y a él déjalo en mi cama —dijo, ya más seria, aunque... —. No toquéis nada, estaba haciendo inventario. Deja a Hana en el sofá, ahora volveré.
Aquello último se lo dijo al clon mientras Eri pasaba para dejar a Hiroki dentro. La otra hizo lo ordenado y dejó a la rubia sobre un mullido sofá donde había una pequeña manta llena de arrugas.
Eri volvió a ella poco después sin Hiroki, sentándose a su lado y deshaciendo el clon a su paso.
—¿Qué te duele más?
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Hotaru estaba exactamente igual que el día que la había visto en el hospital, solo que con otra vestimenta, para alivio de Hana, menos traumatica, aunque con una bata azul. La familia de Eri no parecía muy propensa a saludarse, pero la rubia no pudo evitar hacerlo desde la espalda del clon de la pelirroja.
— Buenos días, Hotaru-san. Perdona las molestias. — dijo Hana una vez hubiesen acabado de hablar las jounin.
El clon la dejó en el sofa y la genin se sentó a esperar. Lo cierto es que era bastante incomodo estar con un clon, ¿qué le iba a decir? ¿Y si iniciaba una conversación y Eri la mataba? Sería aún más raro seguir esa conversación con la Eri real tras haberla empezado con una Eri ahora inexistente.
Por suerte, antes de que le estallase la cabeza, su sensei deshizo el clon y se sentó a su lado.
—¿Qué te duele más?
— En cuanto a dolor, la pierna, es la primera vez que recibo un Raiton y es... raro. Y la boca no me deja de sangrar, llevo todo el viaje intentando tragarme la sangre por no ir escupiendo. Hiroki-san tiene más fuerza de la que pensaba. — la jounin podría darse cuenta de que Hana tenía los dientes teñidos de rojo, seguramente por un leve sangrado de encias.
En la pierna tenía una quemadura característica del Raiton que se extendía entre el tobillo y la rodilla, pero no parecía demasiado grave. Aparte de eso, un par de moratones en las piernas y en los brazos de haberse golpeado repetidamente con el chico, y la mejilla algo hinchada del último puñetazo.
— En cuanto a dolor, la pierna, es la primera vez que recibo un Raiton y es... raro. Y la boca no me deja de sangrar, llevo todo el viaje intentando tragarme la sangre por no ir escupiendo. Hiroki-san tiene más fuerza de la que pensaba.
Eri observó como toda la boca de Hana estaba teñida de rojo y suspiró. Quizá debería haberlo parado antes. Tenía dolores por todas partes y sangre a parte de la ropa magullada, pero un combate era un combate, aunque ella hubiera intervenido.
A veces no sabía con quien compartir esas inseguridades.
Por suerte, Hotaru apareció con un pequeño barreño y un paño húmedo y se acercó a Hana, tendiéndole el barreño y luego, una vez lo hubiera cogido, el pequeño paño.
—Para que escupas la sangre —indicó para el barreño—. Para que te aprietes en la boca y pares la hemorragia mientras te trato todo lo demás. Si no para, vemos qué podemos hacer.
Al parecer, la médica había escuchado qué le pasaba desde la habitación, así que Hana no tuvo que repetirse dos veces. Se acercó a la pierna y aplicó chakra verdoso sobre ella, intentando que el dolor remitiera y solo quedase unos cosquilleos.
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—Para que escupas la sangre. Para que te aprietes en la boca y pares la hemorragia mientras te trato todo lo demás. Si no para, vemos qué podemos hacer.
— Gracias, Hotaru-san — agradeció haciendo un leve gesto con la cabeza a la médica.
Eri, que estaba a su lado, no había dicho nada pero se veía en su rostro que estaba preocupada y en conflicto con sí misma. Hana aprovechó para ponerle la mano en la cabeza como hacia con ella mientras se apretaba con el paño donde los nudillos de Hiroki le habían golpeado con la otra.
— Estoy bien, además, en el torneo esto será el pan de cada día, ¿no? Mejor ir con los dientes entrenados. — siempre se crecía cuando veía a otra persona triste o preocupada, intentó consolar a Eri con una sonrisa leve, sin enseñar los dientes. — Bueno, ¿qué te ha parecido? ¿Qué nota nos das? — preguntó quitando la mano de la cabeza de la pelirroja antes de que se lo tomase mal.
Hana leyó en su rostro la preocupación que sentía y posó, como ella misma hacía, una mano en su cabeza, intentándola consolar con una sonrisa leve. Eri arqueó ambas cejas, pero pronto se mostró algo agitada por aquello, negando con la cabeza suavemente.
—Estoy bien, además, en el torneo esto será el pan de cada día, ¿no? Mejor ir con los dientes entrenados.
—Quién lo diría, ¿uh? La alumna consolando a la maestra —picó Hotaru, una vez terminó con la pierna. Eri la miró con los ojos entrecerrados, pero no dijo nada, no sabía qué decir.
— Bueno, ¿qué te ha parecido? ¿Qué nota nos das?
—No lo sé, lo habéis hecho muy bien, ambos —se atrevió a decir después, aunque no sabía bien lo que debía decir en aquel momento—. Has ido muy directa a por tu objetivo y te felicito, pero creo que deberías sopesar las cosas antes de actuar, puede que se vuelva en tu contra —Eri ya había tomado carrerilla, pasando a Hiroki después—. Hiroki también es muy impulsivo, así que ambos deberíais trabajar en ese aspecto.
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— Gracias de nuevo, Hotaru-san. — volvió a murmurar al ver que ya tenía la pierna como nueva.
A su sensei no le había sentado del todo bien el intento de consuelo de Hana, pero al menos ya no parecía tan preocupada.
—No lo sé, lo habéis hecho muy bien, ambos. Has ido muy directa a por tu objetivo y te felicito, pero creo que deberías sopesar las cosas antes de actuar, puede que se vuelva en tu contra. Hiroki también es muy impulsivo, así que ambos deberíais trabajar en ese aspecto.
— Lo cierto es que no nos ha quedado muy... ninja el combate. — río ella sola — Nos hemos liado a dar puñetazos y pues así estamos, ¿no? Espero poder hacer algo más impresionante en el torneo.
Hana tenía un aluvión de ideas para dar espectaculo en el torneo, el problema era que poco de ese espectaculo tenía algo que ver con los combates. Solo esperaba que Eri no la matase al finalizar su primer combate, perder y encima haber hecho todo un espectaculo poco o nada ninja.
— Lo cierto es que no nos ha quedado muy... ninja el combate. — río ella sola—. Nos hemos liado a dar puñetazos y pues así estamos, ¿no? Espero poder hacer algo más impresionante en el torneo.
—Oh, no, no, Hana —mencionó, observando a su hermana tirarse justo al lado del sofá, cansada—. Cada cual tiene su forma de combate, y puedes ir a la que quieras, yo solo te doy consejos que me hubieran gustado que me dieran a mí.
—A mí no me mires, Eri, yo no me he entrenado para pelear —se defendió la castaña, estirándose—. ¿No deberías ir a ver a Hiroki? —preguntó.
Eri se levantó de golpe, alterada.
—Pues es verdad —respondió, sincera, y sin decir nada más, desapareció por el pasillo.
Hotaru se giró y se apoyó sobre el sofá mirando directamente a Hana con una sonrisa algo extraña.
—Y, Hana-chan... —comenzó—. ¿Qué te parece Eri como sensei?
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— Cada cual tiene su forma de combate, y puedes ir a la que quieras, yo solo te doy consejos que me hubieran gustado que me dieran a mí.
No pudo evitar quedarse pensativa tras el consejo de su sensei. Cada uno tiene una forma de combate, Hana no tenía tal cosa, ni la tenía ni tenía una sútil idea de cómo quería combatir. Abarcaba muchos campos pero no se especializaba en nada, es cierto que acababa de salir de la academia, aún así había conocido a otros genins y todos tenían una idea clara de por donde tirar. Ella no. Llevaba una katana sin querer saber nada del Kenjutsu, sabía Fuinjutsu sin tener siquiera un triste pergamino, hasta tenía un shuriken que ni usaba.
¿Cual era su estilo?
Rumió esa pregunta hasta que Eri desapareció y Hotaru se giró hacia ella con una sonrisa que puso en tensión a Hana al instante.
—Y, Hana-chan...¿Qué te parece Eri como sensei?
Tragó saliva y sangre antes de contestar, debía ir con pies de plomo porque sabía que podía irse de la lengua con suma facilidad.
— Eri-sensei es buena sensei, pero siento que se contiene mucho para parecer más dura. Aún así, se nota que se preocupa demasiado. Claro que siento que si le dijese que se relajase seguramente me mataría. — intentó bajar el tono, recordando que Hotaru había oído su conversación con Eri y no quería que Eri escuchase eso y la sellase en el sofá. — Y se esfuerza mucho en intentar enseñarme a ser más madura, solo que yo soy un poco densa todavía.
Dudó pero finalmente la curiosidad abrió las puertas de par en par.
— Hotaru-san, Eri-sensei me dijo que había tenido dos pupilos. ¿Qué pasó con ellos? Digamos que lo soltó mientras me regañaba y no creo que me conteste si le pregunto directamente. Mencionó a un tal Riko.
Esperaba que ella le diese respuestas, porque ni loca iba a ir a Eri a preguntarle.
Hotaru sonrió ante la apertura de Hana y se acomodó más en su sofá, escuchándola atentamente mientras hablaba de su sensei.
— Eri-sensei es buena sensei, pero siento que se contiene mucho para parecer más dura. Aún así, se nota que se preocupa demasiado. Claro que siento que si le dijese que se relajase seguramente me mataría.
Aquellas palabras las recordaba. Había hablado con Ryuusuke sobre lo mismo, y es que, desde que había vuelto de su pequeña misión de búsqueda de Uchiha Akame, la pequeña pelirroja estaba más preocupada y perdida en sus pensamientos que antes, no solía sonreír porque sí y su mirada no brillaba como antaño.
— Y se esfuerza mucho en intentar enseñarme a ser más madura, solo que yo soy un poco densa todavía.
¿Podía ser que la tratara así por algún tipo de miedo que ella había experimentado?
Necesitaba a Hana si quería que su hermana fuera feliz de nuevo, o al menos de despreocupase más, porque, en ese momento, era imposible para ella o su hermano lograrlo.
— Hotaru-san, Eri-sensei me dijo que había tenido dos pupilos. ¿Qué pasó con ellos? Digamos que lo soltó mientras me regañaba y no creo que me conteste si le pregunto directamente. Mencionó a un tal Riko.
La castaña se cruzó de piernas, pensativa. Recordaba que su hermana, cuando logró el título de Jounin, se le asignó un pequeño alumno recién salido de la academia, de nombre Riko. Y también recordaba qué ocurrió después.
—Riko era un genin como tú, recién salido de la academia, con ganas de aprender, y se le asignó a Eri como alumno —comenzó, en voz baja—. Yo lo conocí, porque ambos pelearon y terminaron algo magullados —prosiguió—. Pero un día simplemente despareció, y... —suspiró—. Eri se echó algo de culpa. Supongo que fue porque no le había dado tantos consejos como hubiera querido o quizá no lo había preparado lo suficiente, no lo sé, Hana.
Se giró hacia delante, deshaciendo la doblez de sus piernas.
—Cuando supo que le habían asignado una segunda alumna, tú; no sabía qué hacer porque tenía miedo de volver a cagarla —admitió—. Así que ahí deberías ver tú qué hacer, pareces lista, no te lo voy a negar, y por eso necesito que me ayudes —la miró directamente a los ojos—. Eri está mal, lo sabemos, y necesitamos que alguien externo a su familia ayude... Y por eso necesitamos que nos ayudes, de verdad...
Era la primera vez que Hana veía a Hotaru venirse abajo.
—Tenemos algo de miedo de que termine peor de lo que llegó de su misión.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100