Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Aquella planta se convirtió en un auténtico caos, y la oscuridad, envolviéndolo todo, fue la que pronto se fue yendo para acabar siendo reemplazada por una luz que Riko pudo crear, dándole a uno de los interruptores que la casa tenía. Sin embargo, la luz no era clara como lo había sido antes, si no que había pasado a ser una luz tenue, de un color carmesí que hacía que todo a su alrededor pareciese teñido de sangre.

El temblor cesó, y todos pudieron ver que... No estaban en el piso de arriba como habían jurado estar.

Volvían a encontrarse en la primera planta, sin Jin —el ajeno a ellos— y sin la marioneta de Juro tirada en el suelo. Los cuadros estaban descolgados y los rostros que allí estaban retratados parecían deformados, incluso las paredes parecían derretirse y lograr ondulaciones en la casa.

El sonido de un reloj inundaba sus oídos con sonoros tic, tac, constantes, que no se alejaban incluso si ellos abandonaban la estancia en la que se encontraban. Todos estaban cansados, Reiji no podía moverse por la necesidad imperial de comer maíz. Pero esta vez la casa no optó por ayudarle.

¿Qué ocurriría ahora?


Turnos de posteo: como vosotros gustéis.
[Imagen: MsR3sea.png]

Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es

Responder
—Ayame-san... Aguanta un poco, ¿vale? —escuchó la voz de Juro, cerca, en algún lugar dentro de aquella oscuridad sin fondo.

Y Ayame se odió a sí misma. Se odió por ser tan débil, por dejarse paralizar de aquella manera por las garras de la noche. No era la primera vez que le pasaba, y todo parecía indicar que no sería la última. Pero por mucho que se maldecía, por mucho que se odiara, era inútil. Su cuerpo no respondía. Le era casi imposible pensar.

—¡Riko-san! Tú estas bien ¿verdad? —seguía gritando el chico—. Ayúdame con esto. Si Ayame-san y Jin-san no se calman, no creo que podamos arrastrarlos a los dos.

—Sí, sí, yo estoy bien —aseguraría el peliblanco en respuesta—. ¡Estoy en ello! ¡Ayame, Jin! ¡No os mováis, ¿vale?! ¡Ahora mismo conseguimos luz!

Ayame gimoteó, lastimera, con lágrimas de terror e impotencia rodando por sus mejillas.

Y, después de un pequeño chasquido, se hizo la luz. Aunque no era una luz cálida y clara, sino que era tenue y estaba tintada del color de la sangre. Pero era luz al fin y al cabo, y Ayame exhaló el aire que había estado conteniendo.

—Gra... cias... —murmuró, poniéndose en pie como buenamente podía. Aunque su cuerpo, aún tembloroso por el terror pasado, no se lo ponía nada fácil—. Y... lo siento.

Lo primero que hizo fue buscar a Jin, o a los dos Jin, con la mirada. Pero se quedó paralizada cuando se dio cuenta de que, nuevamente, no estaban en el sitio donde habían estado segundos atrás. De alguna manera habían vuelto a la planta inferior del edificio, y no sólo eso... Ayame no estaba segura de si era un efecto visual de aquella extraña luz carmesí, pero la casa parecía estar deformándose. Las paredes creaban extrañas ondulaciones y los rostros de los cuadros que los observaban desde el suelo estaban completamente desfigurados. Y, de fondo, el sonido de un reloj que no provenía de ninguna parte y de todas a la vez y se les colaba hasta lo más profundo de los oídos. Un tictac que le despertaba recuerdos que no terminaba de identificar, pero que le ponía los pelos de punta. Si podían sacar algo bueno de la situación, era que, afortunadamente, estaban todos juntos de nuevo. Aunque uno de ellos parecía completamente abatido.

—Jin-san, ¿estás bien? —preguntó, agachándose junto a él para intentar socorrerle. Y fue entonces cuando Ayame recordó algo—. Ri... ¡Riko-san! ¡Tú tenías una llave! ¡La que encontramos en la habitación del ala este!
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder
Jin, escucha, no te vamos a abandonar como crees, ¿entendido? Vamos a salir los cuatro juntos de ésta.

¡Jin! ¿Me oyes? ¿Estas bien? No te vamos a abandonar como crees que pasó la otra vez, ¿vale? Quedate con nosotros hasta que encontremos el interruptor.

Me dolía el pecho. En realidad, me dolía todo el cuerpo, especialmente la barriga. Pero el dolor que sentía en el corazón no era físico. ¿Había dejado morir a mi padre? Ni siquiera me pare a pensar que pudiese ser otro Jin o incluso un fantasma de aquella mansión. Escuchaba voces, Ayame, juro, Riko. No podía ponerles nombre, por que no les estaba prestando atención a ninguna. La oscuridad, los temblores, el ruido de los cuadros al caer. Si, me estaban gritando, alguien gritaba mi nombre, pero ninguna era la voz de mi padre.

¡Ayame, Jin! ¡No os mováis, ¿vale?! ¡Ahora mismo conseguimos luz!

Los gritos seguían y seguían, entendí por ahí mi nombre de nuevo, pero estaba seguro de quien era la voz. Mi cabeza era un torbellino de cosas, un caos. El deseo de maíz, la creencia de que el suelo acababa de tragarse a mi padre, juro buscándome en la oscuridad para intentar matarme de nuevo. Pero ¿A esas alturas, que importaba? Si no moria dentro, moriría fuera, si salíamos, no tendríamos donde escondernos de aquellas personas armadas que nos perseguían. Había que elegir entre muerte o muerte.

Jin-san, ¿estás bien?

Otra vez mi nombre. Esta vez mas cerca. Había luz, no cálida y acogedora, pero había luz. Quise levantar la cabeza y mirar a mi alrededor, pero no tenia fuerzas ni para eso, y mi pelo, todavía sucio y húmedo, se pegaba a mi cara impidiéndome aun mas la visión. ¿Merecía la pena hacer el esfuerzo? O ¿Ya no había motivos para seguir luchando? Le había dicho a aquella voz que le ayudaría a romper la maldición, pero ¿Cómo? Ni tan siquiera podía mover un musculo, ni siquiera me quedaban fuerzas para defenderme, y lo peor, había perdido la voluntad de hacer cualquier cosa. No me quedaba fuerza de voluntad para aferrarme a nada.

Ma…Ma...—Tal vez, una ultima vez, mis suplicas llegaban a alguien, aun así, no tenia esperanza.—…iz.
[Imagen: ksQJqx9.png]
Responder
Al final, fue Riko quien, por suerte, logró encontrar la luz. Ahí, entonces, Juro pudo ver el caos.

No se encontraban en el pasillo en el que, segundos antes, habían estado. Juro juraría que estaban en la zona de abajo, donde se encontró con Jin, antes de que su marioneta le atacase y tuviese que ir detrás de él. Juro miró a los lados, con miedo, pero su marioneta no estaba.

« Me va a costar mucho reparar esto »

La luz no era clara. Era sucia. Una luz rojiza. Las paredes parecían onduladas, los cuadros, descolocados, y los rostros, de formes. Todo daba una expresión impactante y muy inquietante.

Juro no supo que pensar. Le empezaba a doler la cabeza. Las piernas le temblaban. Y estaba cansado de aquella cosa. ¿Qué pasaría luego? ¿Realmente conseguirían salir de ahí? Ayame pareció mejorar con la luz, aunque no fuese luz pura. Jin, por otro lado, estaba tirado en el suelo. Parecía muy débil.

« Si realmente fuese un asesino, sería una oportunidad de oro, Jin » — pensó, con ironía. El chico parecía realmente indispuesto.

Ayame se acercó a él para tratar de hallar respuesta. Después, saltó con algo que Juro no acabó de entender.

Ri... ¡Riko-san! ¡Tú tenías una llave! ¡La que encontramos en la habitación del ala este!

— ¿Tenéis una llave? — murmuró Juro. Supo que no era la de la puerta principal. Al menos, no lo creyó. Después de todo, las piezas debían de servir para algo. Pero si la habían encontrado, tenía que tener alguna utilidad. Era lógico de peensar. Como un juego. La casa jugaba con ellos.

Antes de decir más, Jin dijo algo. Más bien, susurró algo, que se le hizo incluso difícil de escuchar a esa distancia. Juro comprobó, con algo de horror, que el cansancio que sentía no parecía ser solo mental. Jin estaba exhausto. Parecía que algo le ocurría.

Ma…Ma...…iz.

Juro se arrodilló ante él, tratando de escucharle.

— ¿Maíz? ¿Eso has dicho? — murmuró, hasta volverse a sus compañeros —. Juraría que dijo "Maíz". ¿Creéis que quiere decir algo?
Hablo / Pienso

Avatar hecho por la increible Eri-sama.

...

Sellos implantados: Hermandad intrepida
  • Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60
Responder
El peliblanco avanzó palpando la pared en busca del interruptor que consiguiera que Ayame volviera a la normalidad y que les permitiera ver por donde iban y no tardó mucho en encontrarlo. Lo apretó con prisa, tratando de volver cuanto antes con sus compañeros y pensar cuál debía ser su siguiente movimiento.

La escena que vieron cuando la luz se encendió no era del todo esperanzadora, la luz era de un tono carmesí que no inspiraba demasiada confianza, las paredes parecían ondularse, los cuadros se deformaban y parecía que en cualquier momento todo se iba a venir abajo, y para colmo, un reloj sonaba en su cabeza, quizás recordándoles que el tiempo pasaba y sus opciones de salir de aquel lugar vivos iban disminuyendo junto a él.

Ri... ¡Riko-san! ¡Tú tenías una llave! ¡La que encontramos en la habitación del ala este!

El Senju se había olvidado por un momento de aquello, pero era cierto, habían encontrado una llave antes de todo aquello, y se llevó la mano al bolsillo para comprobar que seguía donde la había dejado.

— ¿Tenéis una llave?

Riko asintió.

Sí, la encontramos en una sala del primer piso, tenemos que averiguar qué es lo que abre.

Pero no tenían mucho tiempo para pensar entonces ya que escucharon unos susurros, Jin trataba de decirles algo, algo que el uzunés no consiguió entender del todo, pero al parecer Juro sí.

— ¿Maíz? ¿Eso has dicho? Juraría que dijo "Maíz". ¿Creéis que quiere decir algo?

«¿Maíz? ¿Por qué está pidiendo maíz?»

Riko se acercó a Juro y a Jin, agachándose y haciendo un esfuerzo por levantar del suelo al amenio.

No sé qué nos quiere decir, pero no podemos dejarle aquí, tenemos que seguir avanzando y no sé, si encontramos maíz se lo damos a ver por qué nos lo pide. — Dijo el joven, cargando con Jin para poder avanzar. — Vamos, tenemos que salir de aquí cuanto antes, tenemos que movernos.
[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»
Responder
Algo pareció revolverse en la casa, pues aunque los chicos, bañados bajo la tenue luz carmesí que los rodeaba, trabajaban por lograr ayudar tanto a Jin como para encontrar las últimas dos piezas que faltaban, no se dieron cuenta de que el suelo parecía estar moviéndose aún, pero no por aquel extraño temblor de antes, si no como si...

De diversos puntos emergieron cuerdas que primero tomaron a Juro por las piernas y las manos, pegándolo al suelo y amarrándolo tan fuerte que le dolía. Otras cuatro cuerdas salieron de los lados de Jin, atándole de cuerpo entero y haciéndole sufrir el doble de lo que estaba sintiendo ya por la falta de su maíz. Riko fue el último en ser apresado, y por tanto, el peor; pues las cuerdas salieron de la pared y lo tomaron sin previo aviso, llevándoselo hasta desde donde habían emergido para llevárselo hasta la pared. Su espalda impactó contra la madera con tanta fuerza que seguramente iba a perdurar el dolor por unas horas.

Con suerte no se había roto nada.

Ayame fue la única que no fue amarrada, sin embargo tampoco estaba armada. La pieza de Juro no podía ser tomada por ella, por lo que no podría cortar las cuerdas con ella, sus bolsillos, vacíos, no eran de utilidad, y la carcajada que resonó en toda la casa tampoco fue de ayuda. Esta vez, sin embargo, era de una voz femenina.

Tras ella, la figura del hombre que habían visto antes, el que había estado colgando de una cuerda; la recibió con una sonrisa amable en los labios y una bandeja entre sus manos. En ella habían dos objetos: una llave, y un kunai.

Tal y como ella tuvo que hacer, tienes que elegir... —explicó, con un brillo macabro en sus ojos —. La llave de la casa, para ti, o el kunai para todos. Todas tienen un precio, algo por lo que pagar, si coges una, algo pasará, piénsalo bien, Ayame.


Solo postea Ayame en el próximo turno.
[Imagen: MsR3sea.png]

Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es

Responder
—Ma…Ma... —balbuceaba Jin, débilmente—…iz.

Ayame ladeó la cabeza, extrañada. Los murmullos de Jin eran débiles, y había tenido que afinar el oído para escucharle. ¿Pero acaso le había entendido bien? Pero parecía que no era la única que había entendido aquello:

— ¿Maíz? ¿Eso has dicho? —intervino Juro—. Juraría que dijo "Maíz". ¿Creéis que quiere decir algo?

—No... no lo sé... —respondió Ayame, encogiéndose de hombros en un gesto confundido—. Pero si es maíz lo que necesita de verdad y en la cocina no lo hemos encontrado...

—No sé qué nos quiere decir, pero no podemos dejarle aquí, tenemos que seguir avanzando y no sé, si encontramos maíz se lo damos a ver por qué nos lo pide —intervino Riko, tomando el turno de palabra. Levantó a Jin y echó a andar—: Vamos, tenemos que salir de aquí cuanto antes, tenemos que movernos.

Pero antes de que pudieran dar siquiera un paso, algo sucedió. Primero fue como si el suelo se moviera bajo sus pies, pero no en forma de violentos temblores como antes, sino como si, simplemente, se desplazara. Y entonces restallaron látigos y los estrepitosos golpetazos. Juro cayó al suelo, y cuando Ayame se volvió hacia él vio que estaba amarrado por una serie de sogas.

—¡Juro-san! —Hizo el amago de abalanzarse sobre él para intentar liberarle, pero entonces escuchó el mismo sonido junto a ella. Jin había sido completamente inmovilizado y Riko apresado contra la pared, ambos con más sogas—. Riko-san... Jin-san...

Y una nueva carcajada, esta vez de una voz femenina, retumbó por toda la casa. Ayame ahogó una exclamación angustiada, con todos sus sentidos alerta. Esperaba que en cualquier momento ella misma se viera amarrada por nuevas cuerdas.

Pero lo que ocurrió fue mucho peor que eso.

—Tal y como ella tuvo que hacer, tienes que elegir... —escuchó una voz detrás de ella, y Ayame se volvió rápidamente. No pudo evitar echarse a temblar cuando vio allí a El Ahorcado, con una afable sonrisa en los labios y una bandeja entre sus manos. Una llave y un kunai estaban sobre ella, y Ayame ni siquiera necesitó que siguiera hablando para saber de qué iba la cosa—. La llave de la casa, para ti, o el kunai para todos. Todas tienen un precio, algo por lo que pagar, si coges una, algo pasará, piénsalo bien, Ayame.

Ella apretó los puños a ambos lados. Sus ojos, nerviosos, se pasearon entre sus compañeros. No tenía armas, no podía usar sus técnicas para defenderse, le era imposible liberar a sus compañeros sin ayuda. Tragó saliva.

—Ella... Midori, ¿no es así? —habló, con voz temblorosa, en un vago intento de ganar tiempo mientras su cerebro seguía funcionando a toda velocidad. Si no recordaba mal, El Ahorcado les había hablado de ella como una de los integrantes del grupo de Hiro. Y comenzaba a iamginar que Midori se había visto en aquella misma situación, en aquella misma elección. Ella había elegido el kunai y había matado a sus compañeros. ¿Pero cómo podría ella hacer algo así sólo por salvar su pellejo?

Respiró hondo varias veces, tratando de mantener la cabeza serena pese a los alocados latidos de su corazón.

Pero aquella situación era demasiado para alguien como ella. Sólo quería salir de aquella terrorífica casa y regresar a su hogar en Amegakure. Quería abrazar a Daruu, quería estar con su padre y su hermano... Y además... Ella era la jinchūriki de Amegakure, debía protegerse a sí misma para proteger Amegakure. Shanise se lo había dicho. Y tampoco conocía demasiado a los chicos que la acompañaban, ni siquiera a Jin que era de su propia aldea. A Riko y a Juro sólo los había visto una vez en el Torneo...

Un ninja profesional no tendría dudas a la hora de cumplir su objetivo. No debería tenerlas.

Volvió a mirarles a los ojos una vez más. Una lágrima rodó por su mejilla. Y entonces se decidió.

Se acercó a El Ahorcado con pasos lentos y débiles, como un alma en pena ya condenada, le miró con el temor acumulado en sus iris avellana como si esperara que le fuera a hacer algo en cualquier momento y alzó la mano para coger el kunai.

E intentó apuñalarle en el pecho.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder
Cuando se dio la vuelta y lo encaró, estaba lejos de imaginar lo que aquel extraño hombre pensaba. Parecía intentar calmar su nerviosismo, pero en vano quedó pues el hombre sabía qué hacían, qué pensaban, y, sobre todo, los miedos de cada uno. Solo con poner un pie en esa casa ya habían quedado a su merced, y eso le complacía y le aterraba a partes iguales.

Un extraño sonido proveniente de la puerta sellada del sótano pareció escucharse, pero solo uno de ellos lo escuchó: Riko, el cuál estaba demasiado adolorido y pendiente de la elección de Ayame como para pensar que aquello podría ser importante.

—Ella... Midori, ¿no es así?

El hombre asintió, manteniendo su agradable —y macabra— sonrisa.

Al cabo de un rato de debate interno, la kunoichi de la Lluvia se giró para mirar a sus inesperados compañeros. Entristecida por la opción que estaba eligiendo, dejando que una rebelde lágrima se escapase por uno de sus ojos. Fue entonces cuando decidió acercarse a aquel extraño ser y tomar una de las dos opciones que él le había otorgado.

Tomó el arma metálica de la bandeja, y el hombre ensanchó la sonrisa...

...Incluso más cuando vio que había sido atravesado de nuevo por un kunai.

Respuesta...

La oscuridad envolvió a Ayame junto a El Ahorcado, y ambos desaparecieron de la estancia, quedando de nuevo a solas los tres chicos que habían sido apresados. Juro dejó de sentir como aquellas sogas se aferraban a su cuerpo para solo envolverlo de forma suave, por lo que, si se revolvía un poco en su sitio, lograría deshacerse del agarre.

En el suelo y justo donde la mancha oscura se había llevado a Ayame reposaba una bolsa cerrada de color marrón, si miraban dentro, podían encontrar un poco de maíz.



Ayame no postea este turno.

Orden de posteo: Juro, Riko y Reiji.
[Imagen: MsR3sea.png]

Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es

Responder
Juro, Ayame y Riko trataron de entender lo que le ocurría a Jin. Con suerte, podrían cargarlo entre los tres y marcharse de aquel tétrico pasillo.

Pero eso nunca pasó.

De la nada, surgieron cuerdas que agarraron a Juro antes de que si quiera pudiese entender que pasaba. Le pegaron al suelo con tal fuerza que le provocaba mucho dolor. Ni si quiera podía moverse un centímetro. Estaba completamente inmovilizado. Unas sogas habían surgido practicamente de la nada.

Pronto, el pobre Jin, quien no podía hacer practicamente nada, fue tomado sin resistencia por aquellas sogas.

El siguiente fue Riko, y se llevó tal golpe que resonó por toda la casa.

Una carcajada femenina pronto inundó el ambiente.

« Vamos a morir todos. Ya esta »

Pero eso no pasó. Ayame nunca fue tomada por las sogas. En lugar de eso, una silueta los recibió. Era el hombre que había estado ahorcado en la habitación. Vivido y coleando. Tal y como Ayame dijo en ese momento, que el cadaver se había moviod. Pues ahí estaba. Sostenía una bandeja, con un kunai y una llave.

—Tal y como ella tuvo que hacer, tienes que elegir... La llave de la casa, para ti, o el kunai para todos. Todas tienen un precio, algo por lo que pagar, si coges una, algo pasará, piénsalo bien, Ayame.

Juro observó lo que ocurría, con los ojos abiertos como platos.

« Joder. No puedo hacer nada » — Por más que intentaba moverse, no podía. Pero... aunque pudiese hacerlo, ¿Qué podría hacer él contra eso? Se veía inútil. Y eso que tenía la única arma cortante a excepción de ese kunai a su disposición. Su maldita pieza de puzle.

Ayame reflexionó. Y Juro creyó saber lo que pensaba. ¿Merecía la pena jugarse la vida por unos desconocidos? ¿Los abandonaría? Ni si quiera supo para que era la llave o el kunai, pero la elección dependía de ella.

Y Ayame tomó su decisión.

Cabizbaja, se aproximó hasta la figura del hombre. Agarró el arma metálica...

... y apuñaló al hombre ahorcado con él.

— ¡Ayame!

En un segundo, ella ya no estaba. Una mancha oscura había quedado. Ni ella ni el ahorcado. Se había evaporado, como por arte de magia.

Se había sacrificado por ellos.

« No... esto no puede estar pasando. Tiene que estar bien » — A Juro le dolía el pecho. ¿Culpabilidad? ¿O era lastima? Quizá solo fuese miedo. No lo sabía, pero no quería quedarse ahí, eternamente.

Juro sintió que sus cuerdas se aflojaban. Hizo toda la fuerza que pudo. Pronto, se deshicieron.

— ¡Agg! — exclamó, aun dolorido por las apretadas cuerdas de hace unos momentos. Le quedaría marca, eso seguro, pero no estaba tan mal como los demás —. ¡Riko! ¡Jin! ¿Estáis bien?

Se acercaría a ellos y comprobaría su estado. Si sus cuerdas seguían sin aflojarse. Entonces, sacaría su pieza de puzle, con el reborde afilado, y las aflojaría él mismo, con cuidado.

— Por alguna razón, mi pieza esta afilada. Yo me encargo— explicó Juro, con un tono de mezcla entre tristeza y miedo. Se puso al lado de Riko y luego de Jin. Metodicamente, cortaría las sogas que les atenazaban, con cuidado de no hacerles ningún corte en la piel por error—. No entiendo una mierda de lo que acaba de pasar. Pero no quiero creer que Ayame esté muerta. Si está viva, en alguna parte de esta casa... tenemos que encontrarla. Se lo debemos.

Juro se fijo entonces en la bolsa que había sobre la mancha donde antes había estado Ayame. Se acercó y la abrió, comprobando, para su sorpresa, que era maíz.

Se lo acercó a un herido y moribundo Jin, quien ya debería estar sin las cuerdas inmovilizándole.

— Jin, encontré esto en la mancha donde antes estaba Ayame. Es maíz. Pero es del hombre, o de la casa, o de quien sea. Podría ser peligroso — dijo Juro, y se lo dio. La decisión era suya.
Hablo / Pienso

Avatar hecho por la increible Eri-sama.

...

Sellos implantados: Hermandad intrepida
  • Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60
Responder
Riko se había acercado a Jin, tratando de levantarlo para ponerse en marcha y buscar el resto de las piezas pero antes de que fuera capaz de hacer nada, unas sogas aparecieron de la nada y atraparon al muchacho y apenas unas décimas de segundo después algo rodeó al peliblanco, estampándolo con fuerza contra la pared.

¡AAAARG!

No pudo hacer más que gritar de dolor, la respiración se le cortó de golpe y empezó a tratar de coger aire a grandes bocanadas, adolorido. Pudo ver como una figura apareció delante de Ayame, la única de los cuatro que había quedado libre de ataduras y cómo ésta tuvo que tomar la elección de salir ella sola o ayudarlos y salir juntos y su respuesta fue tratar de apuñalar a la figura que tenía enfrente, desapareciendo momentos después junto a la kunoichi.

— ¡Ayame!

Riko no podía hablar sin sentir aquel punzante dolor, por lo que calló mientras Juro se removía en su sitio.

— Por alguna razón, mi pieza esta afilada. Yo me encargo. No entiendo una mierda de lo que acaba de pasar. Pero no quiero creer que Ayame esté muerta. Si está viva, en alguna parte de esta casa... tenemos que encontrarla. Se lo debemos.

Juro cortó las sogas que le sujetaban a la pared y cayó al suelo de rodillas, tosiendo y aún tratando de recuperar la respiración normal, con ambas manos en el punto que le dolía.

S-Si... Tenemos... Tenemos que encontrarla, ella eligió ayudarnos, tenemos que hacer lo mismo.

El peliblanco trató de incorporarse apoyándose en la pared y vio como Juro se acercaba a Jin y le tendía algo, diciéndole que era maíz. Mientras tanto, El Senju clavó su mirada en la puerta cerrada, estaba seguro que había escuchado algo que venía de ahí, pero no sabía si había sido su imaginación o la situación le había jugado una mala pasada.
[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»
Responder
— ¿Maíz? ¿Maíz Maíz Maíz? Maíz Maíz Maíz "Maíz". ¿ Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz?

Una voz masculina no para de repetirlo muy cerca de mí. O mi mente estaba jugándome una mala pasada por la falta de maíz, o los demás se estaban riendo de mis suplicas, si es que las habían escuchado. Al parecer si, por que esa voz que repetía maíz una y otra vez se parecía mucho a la de juro.

— Maíz... Maíz Maíz Maíz... —Ayame también parecía haberse sumado a aquello, fuese lo que fuese.—. Maíz Maíz Maíz maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz...

Las voces no cesaban, repetían lo mismo una y otra vez. En mi cabeza solo podía ver un enorme campo de maíz que se alejaba cuanto más me acercaba yo, y de fondo, las voces. Esas malditas voces que parecían mofarse de mí. Yo gritaba, gritaba con todas mis fuerzas, pero de mi boca no salía ni una sola palabra, y el campo de maíz estaba cada vez mas lejos.

— Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz, Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz, Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz, Maíz Maíz maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz —Se sumo al cantico una tercera voz. Debía de ser la de Riko, pero mi cabeza ya no estaba para discernirlo— Maíz, Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz Maíz, Maíz Maíz Maíz.

Preguntarme el por qué me estaban haciendo algo así era estúpido. ¿Quién no se mofaría de una debilidad como la mía? Si incluso me estaba arrastrando solo para conseguir maíz. Era humillante, lo suficientemente humillante para mí como para que a otros les pareciese algo divertido. A veces la crueldad no tenía límites. Sin embargo, las voces cesaron de golpe.

Y cuando las voces cesaron, sentí dolor. Un terrible dolor que me envolvía con fuerza y me sujetaba al suelo. Un terrible dolor que tiraba de mí, como si la tierra quisiera tragarme, como se había tragado a mi padre. Y aunque quisiera revolverme, no podía, no porque lo que me atrapaba fuese más fuerte que yo, que seguramente también, sino porque ni siquiera me quedaban fuerzas para intentarlo.

Pero no era solo mi cuerpo lo que había perdido las fuerzas, también las había perdido mi cabeza. A penas era consciente de lo que me rodeaba, incluso estaba teniendo alucinaciones, y nada de lo que me pasaba por la cabeza parecía tener ningún sentido. Al menos, el dolor que estaba apoderándose de mi parecía real. Al menos ese dolor parecía verdadero.

Tras unos minutos que parecieron horas, y que probablemente no fueran ni minutos, volví a escuchar dos voces masculinas que gritaban de nuevo maíz una y otra vez, pero algo seguía tirando de mi hacia el suelo con muchas fuerzas, algo que no quería soltarme, sin embargo, ese algo, acabo por soltarme más tarde, y una de las voces dijo maíz con más fuerza, más cerca de mí.

Y entonces mi cuerpo reacciono por sí mismo al olerlo. Muy muy cerca de mí había maíz, y no se alejaba, no huía de mí. Pero el que se movía no era yo, era mi cuerpo, mi instinto más animal. Mi brazo se estiro hasta alcanzar el saquito con el maíz hasta coger unas cuantas semillas y llevarlas hasta mi boca. Y luego, como un animal salvaje, como una persona sin modales algunos, comí el maíz de la bolsa hasta que no quedo nada.
[Imagen: ksQJqx9.png]
Responder
Riko y Juro entraron en pánico cuando Ayame fue llevada por el extraño. Reiji, por su parte, no podía pensar en otra cosa que no fuese maíz, hasta que por fin, entre los otros dos chicos, le llevaron una bolsa repleta de su adicción. Al lograr tomársela toda, recobró esas fuerzas que había perdido hacía tan solo unos minutos antes y los tres podían cooperar de nuevo.

El problema era que, sin Ayame, todo aquello sería en vano, pues sin ella no podrían salir de la casa.

Riko tenía una llave, Reiji tenía un trozo de mapa. Para salir sólo les faltaban dos piezas —la de Riko y la de Ayame— y a la kunoichi de la Lluvia.

• • •

Ayame se encontraba tirada sobre el suelo frío de una habitación. El sonido de un grifo abierto inundaba sus oídos. No tardó en recobrar la consciencia y verse allí sola, bajo la tenue luz carmesí que ya la había envuelto con anterioridad, junto con el hombre que había dado a elegir entre su libertad o la vida de sus compañeros. Él estaba sentado sobre lo que parecía ser un lavabo. A su derecha había un retrete y a su izquierda, una gran bañera de porcelana. Todo estaba lleno de suciedad y parecía no haber sido utilizado en años, pero eso parecía no importarle a su acompañante, quien jugaba con el grifo mientras que, con su otra mano, jugaba con el kunai que Ayame había escogido.

Por fin despiertas muchacha, la verdad es que nunca he conocido a una chiquilla que le diese tanto miedo la oscuridad —musitó, girándose a mirar la figura de la kunoichi —. La verdad es que de todas las opciones que podías haber elegido, escogiste la que más me afectaría a mí, y eso me ha hecho daño.

Luego sonrió de lado, señalándola con el kunai.

¿Por qué decidiste hacer aquello?


Orden de posteo: Reiji, Riko, Juro y Ayame.
[Imagen: MsR3sea.png]

Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es

Responder
Las fuerzas fueron volviendo poco a poco a mí. Allí, de rodillas, como un animal salvaje, engullía el maíz a dos manos como si el maíz fuese a marcharse a algún lugar. Humillante. Pero no podía controlarme, no cuando se trataba de maíz. Daba igual quien estuviera mirando. Yo lo necesitaba. Lo necesitaba como el aire para respirar.

Y cuando acabe, estaba como nuevo. Bueno, esa afirmación no es verdad. Aún estaba sucio, con el polvo pegado a todo mi cuerpo, la ropa y el pelo húmedos, y todavía sentía aquel terrible dolor en el pecho. Como si me hubieran arrancado una parte de mí. También me dolía aun el cuerpo de cuando había estado apretando contra el suelo, sin embargo, ya podía ponerme de pie, y me mente parecía haber recuperado el raciocinio, al menos por el momento.

Mire a mi alrededor. Allí solo estaban Juro y Riko. Uno había intentado matarme, al otro yo había evitado ayudarle. ¿Dónde estaba la chica? ¿Qué había pasado mientras estaba en el suelo? No recordaba nada excepto las alucinaciones con él maíz. Y antes de eso, solo recordaba despertar con las luces enrojecidas y de nuevo en la entrada de la casa. Después de que esta se tragara a… mi padre.

¿Qué ha pasado?

Lancé directamente la pregunta al aire. No tenía que darle las gracias a ninguno de los dos. Juro me había intentado matar, y luego me había retenido cuando había ido a buscar él maíz, luego había sido Riko el que me había impedido el paso, por eso había terminado en ese estado. Y, sobre todo, ninguno había intentado evitar que la casa se tragase a Jin. Pero encontraría a mi padre. No saldría de aquella mansión sin él.

Y si me necesitaban para salir, tendrían que ayudarme a buscarlo.

¿Dónde está la chica?¿No la habrás matado como intentaste hacerlo conmigo?

Lancé aquella última pregunta mirando directamente a Juro. La lancé como un shuriken, directo para dañar al enemigo.
[Imagen: ksQJqx9.png]
Responder
En cuanto le pusieron el maíz al alcance, Jin comenzó a engullirlo con las dos manos, con el ansia propia de un animal hambriento y Juro y Riko miraban la escena esperando a que se lo terminara para poder empezar a hablar sobre qué iban a hacer.

¿Qué ha pasado?

El peliblanco miró a Juro, esperando que fuera él quien se lo explicase, pues a él le venía un dolor bastante fuerte al hablar, por lo que prefería no hacerlo, además, no tenía muy claro qué había pasado.

¿Dónde está la chica?¿No la habrás matado como intentaste hacerlo conmigo?


Ahora sí iba a hablar él, no le parecía la mejor de las ideas tener aquellas rencillas entre ellos ahora que se necesitaban más que nada.

Ayame ha decidido salvarnos a todos en ver de irse ella sola cuando la han dado la oportunidad, y por eso se la ha llevado, tenemos que buscarla. — Dijo y tras sus palabras dio un paso, notando una punzada de dolor en el costado y llevándose la mano donde le dolía.
[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»
Responder
Juro dudó que Jin lo escuchase. Dudó que tuviese alguna clase de racionalidad en ese momento. Simplemente cogió el maíz y empezó a devorarlo con las dos manos. Observó como lo hacía mientras retrocedía un poco, con algo de consternación. Parecía un adicto a su droga.

Después, se recuperó, miró a ambos — sin entender lo que pasaba del todo — y mordió la mano que literalmente le había dado de comer.

¿Dónde está la chica?¿No la habrás matado como intentaste hacerlo conmigo?

Juro se molestó. Claro que se molestó.

— Pues no. Fue tu querida casa la que se la ha llevado, después de atacarnos a todos— exclamó, claramente indignado con la actitud de Jin, quien no hacía más que insultarle, después de haberle salvado. Después, señaló a las cuerdas rotas que tenía bajo sus pies —. Acabo de cortar las cuerdas que te atrapaban y te hemos alcanzado el maíz. Podrías mostrar un poco de consideración al menos, ¿no crees?

« Si te quisiese muerto te habría cortado la garganta hace cinco segundos. Y cada vez me están dando más ganas... » — Juro trató de serenarse. Perder la calma no era una buena idea, y más aún en la situación que había.

Se levantó y se alejó de él. No le gustaba. No quería estar con Jin, puesto que hiciese lo que hiciese, no iba a conseguir nada. Antes lo había estado y el extraño sindrome de abstinencia que había tenido no iba a cambiar las cosas. Solo que ahora Juro conocía algo más de él.

Ayame ha decidido salvarnos a todos en ver de irse ella sola cuando la han dado la oportunidad, y por eso se la ha llevado, tenemos que buscarla.

Riko parecía dolido. Fue escaso de palabras e incluso hizo un gesto de dolor al pronunciarlas. Juro se preocupó: el golpe había sido fuerte, quizá.

— Apareció el hombre que había muerto ahorcado y nos ató a los tres. Seguro que sentiste al menos el dolor. Le dio la opción de escapar o incluso de matarnos, pero ella prefirió apuñalarle a él y tratar de salvarnos. Y él se la llevó — dijo Juro. No quiso dirigirse a Jin al hablar, pero claramente, se lo estaba explicando —. Pienses lo que pienses de mi o de él, ella nos ha salvado la vida. Así que los tres le debemos el ayudarla si esta bien, en alguna parte de la casa. Vamos a ir a buscarla.

No quiso decir más. Podría haberle lanzado más puyas de porque su "salvadora" le había torturado hace cinco segundos. Podía haberle dicho que Ayame era un shinobi de su aldea, y que era también su deber. Solo se quedó esperando la reacción que haría tras todo esto.

También se acercó a Riko, aunque no se atrevió a tocarle.

— ¿Estas bien? ¿Puedes caminar por ti mismo? — preguntó, esta vez sin agresividad ni malicia. Él no tenía la culpa, y podía haberse puesto del lado de Jin. Se había mantenido neutral y se lo agradecía.
Hablo / Pienso

Avatar hecho por la increible Eri-sama.

...

Sellos implantados: Hermandad intrepida
  • Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60
Responder



This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.