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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Sabía que su ridículo acto desesperado no iba a dar resultado. Lo sabía, entre otras razones, porque aquel hombre ya estaba muerto, por lo que sería imposible matarlo de nuevo. De todas maneras, aquella no había sido su intención siquiera.

¿Y entonces por qué lo había hecho? Ni siquiera para ella la respuesta estaba tan clara.

Y aún así se sobresaltó cuando El Ahorcado ensanchó aún más su sonrisa.

—Respuesta...

Quiso retroceder. Quiso gritar. Pero la oscuridad la envolvió de nuevo y la asfixió hasta hacerle perder el conocimiento. Y sus últimos pensamientos fueron para sus compañeros en aquella lunática aventura.



. . .



No estaba muerta. Aquel fue su primer pensamiento cuando empezó a recuperar la consciencia. Sentía el suelo, frío y duro, debajo de su cuerpo, y podía escuchar un constante y casi irritante goteo en algún lugar. Cuando abrió los ojos se encontró de nuevo con aquella luz carmesí y aún le costó algunos segundos discernir en aquella extraña mezcla de luces y sombras que parecía encontrarse en un cuarto de baño. Frente a ella, la presencia de dos piernas hicieron saltar todas sus alarmas. Ayame se reincorporó rápidamente. El Ahorcado estaba allí con ella, sentado sobre el lavabo mientras jugueteaba de forma distraída con los grifos... y con el kunai que ella misma le había clavado en el pecho.

—Por fin despiertas muchacha, la verdad es que nunca he conocido a una chiquilla que le diese tanto miedo la oscuridad —dijó, girándose hacia ella, pero Ayame no respondió siquiera.

«Obvio, nos ha estado observando.»

—La verdad es que de todas las opciones que podías haber elegido, escogiste la que más me afectaría a mí, y eso me ha hecho daño.

Aunque nadie lo diría, a juzgar por aquella sonrisa de medio lado que le ponía los pelos de punta y porque seguía tan intacto como al principio. Ayame desvió la mirada hacia un lado, tratando de ubicar la salida del cuarto de baño. ¿Le daría tiempo a alcanzarla a tiempo de que se lo impidiera? ¿O quizás sería mejor armar el mayor escándalo que pudiera para advertir a sus compañeros?

—¿Por qué decidiste hacer aquello? —le preguntó, señalándola directamente con el kunai.

Y Ayame tragó saliva, con la mirada clavada en el filo metálico. Él estaba armado. Ella no. Él parecía ser inmune a cualquier tipo de ataque...

Y ella estaba a su merced.

—E... escapar yo sola no era una opción. No podía abandonarlos —balbuceó, sintiendo la boca repentinamente seca—. Y acabar con sus vidas mucho menos. Tampoco podría haber usado el kunai para liberarlos antes de que me lo impidieras...

«Así que hice lo primero que se me vino a la cabeza para hacerles ganar tiempo...» Completó en su mente.

Volvió a mirarle directamente a los ojos, para después volver al kunai que sostenía.

—V... ¿vas a acabar conmigo ahora?
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Reiji recibió el maíz como si fuese una bendición, más que el agua de su propia villa. Y cuando no quedó ni gota, se encaró con los otros dos integrantes de aquel fracturado grupo, exigiéndoles saber qué había ocurrido y dónde estaba Ayame. Riko contestó aunque el dolor no había dejado que se expresase de la mejor forma, mientras que Juro, claramente molesto por el comportamiendo del supuesto Jin, le contestaba de mala gana.

Justo cuando Juro fue a ayudar a Riko, el sonido de unas gotas caer al suelo resonaron en los oídos de éstos, que se encontraban más cerca de la escalera que el otro chico. Sonaba débil, pero sabían que provenía de arriba.

• • •

El hombre apoyó uno de sus codos sobre su pierna izquierda, e instintivamente dejó caer su barbilla sobre la mano derecha, escuchando como Ayame relataba lo buena persona que era tras intentar salvar a sus compañeros. No dejó de sonreír en ningún momento, sobre todo cuando recitó aquello último.

Pero Ayame-san, no te di la opción de matarlos... Era elegir entre tú misma y todos vosotros, pero no dije matar en ningún momento... —musitó, negando con la cabeza —. En resumidas cuentas, te estaba ofreciendo un kunai para continuar con tu viaje.

Le tendió el kunai, sin embargo se lo retiró rápidamente.

Claro que... En vez de elegir entre tú o todos, preferiste herirme, ¡a mí! ¿Cómo crees que se lo podría haber tomado vuestro anfitrión? —negó de nuevo.

De un salto acabó posicionándose cerca de Ayame, inclinándose sobre ella hasta quedar a la altura de sus ojos chocolate. Sonrió de lado y tomó su mano con delicadeza, en la que depositó un fragmento metálico que reconocería con facilidad.

Respuesta correcta.

Un extraño remolino se apoderó de la habitación y la kunoichi se vio obligada a cerrar los ojos. Justo cuando lo hizo, El Ahorcado había desaparecido, dejando el fragmento de llave y el kunai sobre la mano de Ayame, y cuando volviese a abrirlos, se vería sola en aquella habitación.

Y la puerta estaba totalmente cerrada.


Orden de posteo: Reiji, Juro, Riko y Ayame.
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Ayame ha decidido salvarnos a todos en ver de irse ella sola cuando la han dado la oportunidad, y por eso se la ha llevado, tenemos que buscarla.

Si, había que buscar a la chica. No por las decisiones que había tomado, sino porque la necesitábamos para salir de aquel lugar. O, mejor dicho, para acabar con la maldición que retenía allí.

Pero no era eso lo que rondaba mi cabeza. Estaba más preocupado por mi padre que por aquella desconocida. La casa se lo había tragado ¿Estaría en el sótano? Cuando la casa me había tragado a mí en la cocina, había aparecido arriba. ¿Cómo podía estar seguro de donde se había llevado la casa a mi padre? O a Ayame.

— Pues no. Fue tu querida casa la que se la ha llevado, después de atacarnos a todos— exclamó, claramente indignado conmigo. Después, señaló a las cuerdas rotas que tenía bajo mis pies —. Acabo de cortar las cuerdas que te atrapaban y te hemos alcanzado el maíz. Podrías mostrar un poco de consideración al menos, ¿no crees?

También has intentado matarme, pero claro, antes no estaba Riko delante, si me matas delante de él, ya no confiará más en ti, porque sabrá qué quieres dejarnos aquí encerrados.— No pensaba pasarle ni una a alguien que había intentado matarme.—¿Por qué tengo que mostrarte consideración? ¿Por darme él maíz que ha dejado la casa para mi? no es la primera vez que me da maíz. Mientras vosotros, ambos, me dejabais aquí tirado para ir tras Ayame y su miedo a la oscuridad, la casa me ayudo. Mientras tú has intentado matarme, la casa no lo ha hecho. No eres quien para exigirme consideración.

No merecía nada de mí. Solo me había desatado de aquellas cuerdas por que Riko estaba presente. Si Riko no hubiera estado allí, seguro que Juro habría aprovechado la oportunidad para matarme, y luego, habría culpado a la casa, como estaba haciendo en ese mismo instante. No, Juro desde luego no se merecía nada de mí, y mucho menos palabras agradables.

— Apareció el hombre que había muerto ahorcado y nos ató a los tres. Seguro que sentiste al menos el dolor. Le dio la opción de escapar o incluso de matarnos, pero ella prefirió apuñalarle a él y tratar de salvarnos. Y él se la llevó. Pienses lo que pienses de mi o de él, ella nos ha salvado la vida. Así que los tres le debemos el ayudarla si esta bien, en alguna parte de la casa. Vamos a ir a buscarla.

Pese a que no me gusta nada estar en la misma habitación que tú, no tengo nada en contra de Riko o de Ayame. Sin embargo, acabo de ver a la casa tragarse a mi padre. ¿Por qué iba a ir en busca de una completa desconocida? ¿De verdad pensáis que voy a abandonar a mi padre para buscar a esa chica? Tal vez ella acabé de salvarme la vida, pero hablamos de mi familia, de mi padre, que me ha dado la vida. Tendréis que obligarme, y prefiero morir a abandonar a mi familia.
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Cuando Juro se dirigió a ayudar a Riko, algo se escuchó. El sonido de unas gotas de agua. Venía de arriba. Miró a Riko con complicidad.

« Quizá ese es el camino. El problema ahora es Jin. Si pudiéramos convencerlo... »

Jin, sin embargo, no se dejó avasallar y exclamó otra sarta de comentarios. Desde lo malvado que era Juro — quien a ojos de Jin parecía ser una clase de genio del mal, que engañaba, mentía y controlaba como una persona normal respiraba —, y para colmo, volvió a alabar a la casa, por darle maíz.

Juro suspiró. Su cara lo decía todo.

« Riko, ¿ahora ves lo que he tenido que soportar todo este rato » — El problema es que, si en algún momento Riko se llegaba a creer lo que Jin decía, se acabó. Todo habría terminado para ellos y para la pobre Ayame. El grupo se rompería y nadie podría salir. Al final, es lo que Jin intentaba hacer desde que había llegado. Separarlos.

Así pues, Juro se centró en Riko. Jin estaba perdido y podrido para él. Así que le habló, sin si quiera responder a las acusaciones de Jin. ¿Para qué? ¿Acaso iba a cambiar algo?

— Vale Riko, ya has escuchado su "versión". Pero yo no le he intentado matar, por mucho que diga. Somos un grupo y nos necesitamos los cuatro. Si no, nunca saldremos — dijo, y nada más salir de su boca supo que era cierto. ¿No había sentido eso mismo cuando Ayame había desaparecido? ¿Cuando a Jin se le había tragado el suelo en las cocinas? ¿Cuando había encontrado la pieza? —. Después de las cocinas, desperté atado, ya te lo dije. Alguien me ayudó a coger la pieza y a salvarme: una marioneta. La que use en el torneo, de hecho, si me viste. Pero no la controlaba yo, se movía sola. Me ayudó a salir, y ahí me encontré con Jin. La marioneta entonces se volvió hostil y le atacó. Para cuando intenté calmar las cosas, Jin ya creía que era un asesino y que le quería muerto, se rindió a la paranoia y abandonó cualquier esfuerzo de tratar de negociar conmigo, o con cualquiera de vosotros. Por eso esta así desde que le volviste a ver. La marioneta, de hecho, ha desaparecido completamente.

Juro se encogió de hombros. En una casa donde las puertas se abrían solas, fantasmas aparecían y la gente desaparecía... ¿Qué tenía de raro su historia?

Sin embargo, Juro no omitió absolutamente todo el discurso de Jin. De hecho, hubo algo que le interesó mucho.

...¿Por qué iba a ir en busca de una completa desconocida? ¿De verdad pensáis que voy a abandonar a mi padre para buscar a esa chica? Tal vez ella acabé de salvarme la vida, pero hablamos de mi familia, de mi padre, que me ha dado la vida. Tendréis que obligarme, y prefiero morir a abandonar a mi familia.

« ¿Su padre? ¿En esta mansión? ¿Se refiere al chico de antes? »

Juro no supo que pensar. Las posibilidades de que el padre de Jin estuviese ahí eran nulas. Ese chico no solo parecía más bien su gemelo, sino que además, era de su misma edad. Era imposible que fuese su padre. Y el hecho de que hubiese aparecido ahí, de la nada...

Pero... ¿Quién era él para quitarle las ilusiones?

— Mira Jin, dónde tu ves un problema yo veo una solución — dijo Juro, encogiéndose de hombres —. Tú quieres buscar a tu padre. Vale, ni Riko ni yo vamos a impedírtelo. Nosotros vamos a buscar a Ayame. Tú no tienes nada en contra de eso. Tres buscan mejor que dos por un lado y uno por otro, y más teniendo en cuenta los peligros de esta mansión.

Juro dejó una pequeña pausa, para luego continuar.

— Nosotros te necesitamos, igual que sabemos que tenemos que estar todos juntos. Y tú... bueno, aunque no quieras admitirlo, estoy seguro de que nos necesitas. La mansión es muy grande para que una sola persona busque, y ahora que sabemos tu pequeño problemilla con el maíz, podemos serte de utilidad. Ya sabes, por si la siguiente ronda de comida llega un poco tarde — dijo Juro, aludiendo al estado anterior de Jin, medio muerto y delirando en el suelo —. Te propongo esto: vamos juntos y busquemos a los dos. La mansión se los ha tragado a ambos , después de todo. Si el problema es que no te fias de mi, puedo ir siempre a la cabeza. Así me podrás vigilar bien y no habrá problemas. Yo solo quiero salir de aquí, como todos nosotros.

Por último, le dirigió una última mirada a Riko. En esta, era un claro "Ayúdame a convencerle". Al menos, si es que aún seguía de su lado después de la confrontación con Jin.

Ya debía de haberse dado cuenta de que Juro no le caía precisamente bien.
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...

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Toda aquella escena se convirtió de repente en una discusión entre Juro y Jin, que se echaban en cara cosas que el peliblanco no tenía ni idea, pero al parecer, según el amenio, Juro había intentado matarle cosa que el Riko no terminaba de creer por lo poco que conocía al chico, aún así, a partir de ese momento trataría de no quitarle la vista de encima por si acaso.

— Vale Riko, ya has escuchado su "versión". Pero yo no le he intentado matar, por mucho que diga. Somos un grupo y nos necesitamos los cuatro. Si no, nunca saldremos. Después de las cocinas, desperté atado, ya te lo dije. Alguien me ayudó a coger la pieza y a salvarme: una marioneta. La que use en el torneo, de hecho, si me viste. Pero no la controlaba yo, se movía sola. Me ayudó a salir, y ahí me encontré con Jin. La marioneta entonces se volvió hostil y le atacó. Para cuando intenté calmar las cosas, Jin ya creía que era un asesino y que le quería muerto, se rindió a la paranoia y abandonó cualquier esfuerzo de tratar de negociar conmigo, o con cualquiera de vosotros. Por eso esta así desde que le volviste a ver. La marioneta, de hecho, ha desaparecido completamente.

Riko asintió, dando por buena la explicación que le daba, por lo que simplemente se limitó a tratar de dejar aquel tema de lado, esperando que, de una vez por todas se pusieran a cooperar de una vez por todas.

...¿Por qué iba a ir en busca de una completa desconocida? ¿De verdad pensáis que voy a abandonar a mi padre para buscar a esa chica? Tal vez ella acabé de salvarme la vida, pero hablamos de mi familia, de mi padre, que me ha dado la vida. Tendréis que obligarme, y prefiero morir a abandonar a mi familia.

«¿Padre? Pero si no era más que un niño como nosotros...»

En la cara del Senju se podía ver el escepticismo con las palabras de Jin, a pesar de eso, asintió ante las palabras de Juro, esperando que así todos fueran en busca de Ayame.

Juro tiene razón, separase ahora mismo no es una opción, podemos ir a buscar a Ayame y luego a tu... padre, sin problemas, y con lo el maíz, la próxima vez, intenta no comértelo todo de una tacada, quizás sería más útil, ¿no?
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El Ahorcado la escuchaba con atención, con una afable sonrisa curvando sus labios. Como si dispusiera de todo el tiempo del mundo. No podía ser de otra manera, pensó Ayame, pues aquel hombre ya llevaba muerto mucho tiempo...

—Pero Ayame-san, no te di la opción de matarlos... Era elegir entre tú misma y todos vosotros, pero no dije matar en ningún momento... —respondió con voz melosa, negando con la cabeza—. En resumidas cuentas, te estaba ofreciendo un kunai para continuar con tu viaje.

Y a Ayame se le congeló el corazón en el pecho.

«¡Mierda...!» Maldijo para sus adentros, aterrada, al comprender que había malinterpretado por completo las reglas de aquel absurdo juego en el que estaban atrapados. Y ahora no sólo no estaban libres, sino que ella volvía a estar desarmada.

Sus ojos viraron de nuevo al kunai que parecía tenderle El Ahorcado. Bajo aquella mortecina luz sanguinolenta, el arma parecía mucho más peligrosa que nunca.

—Claro que... En vez de elegir entre tú o todos, preferiste herirme, ¡a mí! ¿Cómo crees que se lo podría haber tomado vuestro anfitrión? —negó de nuevo.

«Ya está. Va a matarme aquí y ahora...» Pensó Ayame.

Quiso retroceder, pero entonces El Ahorcado apareció frente a ella de un salto, quien dejó escapar un lastimado gemido de terror y se preparó para lo peor. Pero el hombre se agachó. Sus ojos muertos quedaron frente a los suyos y sus labios esbozaron una media sonrisa mientras ella no podía dejar de temblar. Sintió sus manos gélidas tomar las suyas, y sintió también que cerraba sus dedos en torno a algo duro y metálico.

—Respuesta correcta —dijo.

Y antes de que pudiera preguntarle, se vio rodeada por un súbito remolino que le obligó a cerrar los ojos. Para cuando pudo volver a abrirlos, se encontraba sola en el cuarto de baño y en su mano sostenía el kunai y una pieza similar a la de Juro y a la de Jin.

La tercera pieza. Ya sólo quedaba una.

Ayame se dio media vuelta y se abalanzó sobre la puerta. Tomó el picaporte y lo giró. Pero la puerta estaba firmemente cerrada.

—¡¡¡AYUDA!!! ¡¡¡CHICOS!!! —bramó, golpeando la puerta con sus puños tratando de llamar la atención de sus compañeros aunque ni siquiera sabía dónde ni cómo estaban.

Al final miró el kunai que tenía en la mano y una idea cruzó su cabeza. Se agachó junto a la puerta, buscando su cerradura. Si tenía suerte, podía intentar forzarla...
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Los tres varones se mantenían en una ardua discusión para poder lograr llegar a un acuerdo sobre a quién debían buscar, Juro soportaba las palabras de aquel chico que se hacía llamar Jin, mientras que Riko ayudaba a que todos lograsen conseguir lo que buscaban. Entre palabras, voces y reproches, al final la voz de la razón la llevó el albino del trío.

Sin embargo, una voz, no; un chillido alarmó a los tres chicos, los cuales seguramente no pudieron evitar asustarse ante tal inesperado suceso, el cuál en verdad no parecía tan inesperado cuando sabían que se encontraban en una mansión que parecía encantada de alguna manera.

—¡¡¡AYUDA!!! ¡¡¡CHICOS!!!

Ayame se encontraba encerrada en el baño del piso superior, donde, después de pedir auxilio a sus inesperados compañeros, comprobó que con su kunai podía forzar un poco la cerradura, y aunque ésta pareció ceder un poco gracias al esfuerzo que la kunoichi hacía, no pudo lograr abrir la puerta totalmente, por lo cual dependía de que los demás pudieran rescatarla.

Fuera del baño, sin embargo, había una llave asomando bajo una de las polvorientas alfombras que decoraban el lugar, justo al lado de las escaleras.


Reiji, Juro, Riko y Ayame.

Después de casi cinco meses de trama, creo que ya va siendo hora de que la vayamos finiquitando, por lo tanto y después de este pequeño break, la regla de las 72 horas se vuelve a imponer a no ser que alguien tenga una ausencia justificada, si no; se le saltará una vez. Si no vuelve a postear, se le expulsará de la trama. Esto también va por mí así que no dudéis en avisarme si veis que me demoro.
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Lo que juro pensara de mí, y en general lo que cualquiera de ellos pensara de mí, me daba bastante igual. Ni los conocía, ni tenia ganas de hacerlo. ¿Colaborar con ellos? Únicamente por que los necesitaba para salir de aquel lugar. Aunque si encontraba a mi padre… el era un Shinobi poderoso, seguro que estaba bien, pero solo por precaución… Y por que si lo encontraba seguramente ya no necesitara nunca mas a estar cerca de alguien como Juro. Mi padre tendría la solución a todo este problema.

— Mira Jin, dónde tu ves un problema yo veo una solución. Tú quieres buscar a tu padre. Vale, ni Riko ni yo vamos a impedírtelo. Nosotros vamos a buscar a Ayame. Tú no tienes nada en contra de eso. Tres buscan mejor que dos por un lado y uno por otro, y más teniendo en cuenta los peligros de esta mansión.

Tu eres lo mas peligroso de esta mansión. El único de nosotros que estaba armado. El único que había intentado matarme. ¿La casa controlando a la muñeca? No me lo creo. Minutos antes de encontrarme con Juro la casa había salvado mi vida dándome maíz ¿Por qué iba a malgastar recursos en mi para luego matarme? ¿Por qué si me quería muerto no dejarme morir por la falta de maíz? Yo lo haría. Era una muerte lenta y agónica, una muerte divertida para un sádico.

— Nosotros te necesitamos, igual que sabemos que tenemos que estar todos juntos. Y tú... bueno, aunque no quieras admitirlo, estoy seguro de que nos necesitas. La mansión es muy grande para que una sola persona busque, y ahora que sabemos tu pequeño problemilla con el maíz, podemos serte de utilidad. Ya sabes, por si la siguiente ronda de comida llega un poco tarde

¿Qué yo los necesitaba? Sí, única y exclusivamente para salir de aquel lugar. Visto lo visto, ninguno de ellos tenia ni sabia donde había maíz. Si acaso, era el maíz que “La casa” tenía lo que necesitaba. No, Juro se estaba equivocando, eran ellos los que me necesitaban para salir de aquella mansión, sin mí, no podrían salir, si moria por falta de maíz, ellos quedarían encerrados en aquel lugar.

Te propongo esto: vamos juntos y busquemos a los dos. La mansión se los ha tragado a ambos , después de todo. Si el problema es que no te fias de mi, puedo ir siempre a la cabeza. Así me podrás vigilar bien y no habrá problemas. Yo solo quiero salir de aquí, como todos nosotros.

Juro tiene razón, separase ahora mismo no es una opción, podemos ir a buscar a Ayame y luego a tu... padre, sin problemas, y con lo el maíz, la próxima vez, intenta no comértelo todo de una tacada, quizás sería más útil, ¿no?

¿Y quien me asegura que cuando encontré….?

No llegue a terminar la frase cuando se escuchó su chillido.

—¡¡¡AYUDA!!! ¡¡¡CHICOS!!!

Reconozco que me aquello me sobresalto. Es cierto, estábamos en una mansión “embrujada”, y cualquier cosa era posible y podíamos esperárnosla, pero tal vez me encontraba un poco distraído por la discusión con Juro y con Riko, que se había puesto de su parte. Bien, Ayame estaba en peligro, no había tiempo que perder.

Ahí la tenéis, ¿Vamos?

Ni se me ocurriría tomar la delantera, no con Juro presente, pero si decidían subir a buscar, les seguiría.

Ah, y, sin mi padre no pienso salir de esta casa, si me engañáis… no saldremos ninguno.

No era una amenaza, era un advertencia.
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Juro trató de hacer mella de alguna forma en aquel escudo impenetrable que Jin había alzado ante ellos. Pero claro, eso era imposible. Aquel chico amejin no iba a retroceder de ninguna forma, ni aunque su vida dependiese de ello. Bueno. Probablemente, el hecho de que su vida dependiese de ellos era lo único que lo ataba, de alguna forma.

« La casa nos ha unido a nosotros cuatro de esta forma. Tenemos que protegernos mutuamente, aunque nos odiemos a muerte » — reflexionó. Realmente no odiaba a ninguno. Riko y Ayame no parecían malas personas. Y Jin... bueno, lo sacaba de quicio. Pero la casa se la había jugado al hacerle creer que Juro era un asesino.

Quizá, en el fondo, no fuese malo. Pero en esa situación, lo tenía totalmente en contra. Por eso no podía bajar la guardia con él. Puede que cuando la casa los soltase — si es que conseguían salir de ahí —, cuando nada se lo impidiera, tratara de tomar represalias por lo sucedido.

Por eso mismo, a Juro no le sorprendió el hecho de que fuese a reprenderlos.

¿Y quien me asegura que cuando encontré….?

Entonces, se escuchó un fuerte grito. Juro dio un respingo, puesto que estaba tan centrado en la discusión que no se había percatado de su alrededor. Y pronto, el miedo le atenazó, al reconocer la voz.

—¡¡¡AYUDA!!! ¡¡¡CHICOS!!!

Era Ayame.

Ahí la tenéis, ¿Vamos? Y sin mi padre no pienso salir de esta casa, si me engañáis… no saldremos ninguno.

Juro no pudo evitar sonreír un poco, aunque Jin fuese serio. De pura satisfacción por haber logrado que colaborase. Quizá no fuese tan malo. O quizás estuviese pensando algo.

— Gracias, Jin. No esperaba menos de ti — murmuró, para luego dirigirse también a Riko —. ¡Vamos!

Jin obviamente no tomó la delantera. Juro no se ofendió, puesto que él mismo se lo había ofrecido en primer lugar. Así que salió corriendo, en dirección al sonido que él y Riko habían escuchado un rato antes, y de donde provenía sospechosamente el grito. Hacia las escaleras.

— ¡AYAME! — exclamó, con toda la voz que pudo —. ¡AGUANTA! ¡YA VAMOS!

Cuando subió, se dirigiría a la puerta de la que provenían los gritos. La puerta de un baño, aunque él no lo pudiese saber. También podría ver como la chica estaba tratando de abrirse paso a la fuerza de algún método. Pudo ver que obviamente le problema era que la puerta estaría cerrada.

— ¡Ahí esta! — exclamó Juro, hacia sus compañeros, que le estarían siguiendo. Después, se dirigió a hablar a la chica —. ¡Aquí estamos, Ayame! ¿¡Hay alguien contigo ahí dentro!?

Mientras subía, se percataría de algo. Bajo la polvorienta alfombra, había una especie de llave.

— ¡Chicos! ¡Mirad! — murmuró, a sus compañeros —. Quizá esto abra la puerta de Ayame.

Si ninguno tomaba acciones, él mismo cogería la llave y lo comprobaría. El tiempo apremiaba.
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Al parecer Jin no estaba del todo en contra suya y, a pesar de no tenerlas todas consigo decidió acompañarles en la búsqueda de Ayame, siempre que ellos después le ayudaran a encontrar la fantasía de su padre por lo que, en la cabeza de Riko comenzó a hacerse notar que aquello iba a durar más de lo que esperaban si tenían que perseguir fantasmas hasta no se sabía cuándo.

—¡¡¡AYUDA!!! ¡¡¡CHICOS!!!

El peliblanco giró la cabeza rápidamente, era Ayame, estaba seguro, y procedía de la puerta donde había escuchado ruidos poco antes

Ahí la tenéis, ¿Vamos? Y sin mi padre no pienso salir de esta casa, si me engañáis… no saldremos ninguno.

Las amenazas no eran lo que más le gustaban al Senju pero, dado lo terco que parecía aquel chico no iba a cambiar de opinión, por lo que no sería mala idea seguir así al menos hasta que encontraran las piezas que les faltaban para salir de allí, luego trataría de convencerle.

— Gracias, Jin. No esperaba menos de ti. ¡Vamos!

Asintió y salió corriendo detrás del kusajin y, al llegar a la puerta comprobaron que estaba cerrada e, instantáneamente, Riko se lanzó sobre la puerta con el hombro, tratando de derribarla, pero, tanto el golpe como el dolor remitente del costado le hicieron tambalearse y caer de culo.

¡Joder!

Para suerte del grupo, no iba a hacer falta la fuerza bruta, Juro encontró lo que parecía una llave, por lo que solo tenían que comprobar si podían abrir la puerta.

¡No te preocupes Ayame, ya mismo te sacamos de ahí! ¡Tranquila! — No sabía si en aquel cuarto había luz y, en caso de no haberla, sabía que la chica estaría aterrada, por lo que trataba de calmarla como fuera.
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Ayame no tardó en encontró la cerradura y, ayudándose de la punta del kunai, intentó forzarla.

—Vamos, ábrete, maldita sea... —mascullaba entre dientes.

Sin embargo, todo esfuerzo fue inútil, y tras varios segundos de forcejeo con ella, la tensión terminó por desquiciarla y lanzó un alarido de rabia al aire. Sumamente frustrada, la kunoichi giró en redondo sobre sus talones, buscando alguna alternativa. Pero no la había.

«Si tan solo pudiera usar el Suika para deslizarme por debajo de la puerta...» Pero no podía. Le habían arrebatado su capacidad para licuar su cuerpo y ahora se encontraba encerrada en un diminuto cuarto de baño sin más ayuda que un kunai al que se aferraba como si su vida dependiera de ello. Aunque de poco le iba a servir si no conseguía abrir la puert...

—¡AYAME!—Casi se le paró el corazón al escuchar la voz de Juro al otro lado de la puerta, y de inmediato se lanzó de nuevo sobre ella—. ¡AGUANTA! ¡YA VAMOS!

—¡ESTOY AQUÍ! —bramó, dando varios golpes más con el puño.

—¡Ahí esta! ¡Aquí estamos, Ayame! ¿¡Hay alguien contigo ahí dentro!?

—¡No! ¡Estoy sola pero no puedo abrir la puerta! ¡Está bloqueada!

Un súbito golpetazo en la puerta la sobresaltó, y la muchacha se echó hacia atrás en un acto reflejo. Al otro lado, sólo escuchó una maldición de dolor.

—¡Joder! —masculló la voz de Riko.

—¡Chicos! ¡Mirad! Quizá esto abra la puerta de Ayame.

—¡No te preocupes Ayame, ya mismo te sacamos de ahí! ¡Tranquila!

Ayame asintió para sí, con el corazón latiéndole con fuerza y aguardó con impaciencia. Había escuchado las voces de Riko y de Juro, ¿pero estaría Jin también con ellos? ¿Estarían los tres bien después de lo que había ocurrido?
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Dejando de lado sus recientes rencillas, los tres varones subieron la antigua escalera de forma apresurada tras escuchar el grito de auxilio de su improvisada compañera, la cual estaba encerrada en el único baño de la planta superior de aquella endemoniada casa. Juro encabezaba al grupo, el cual encontró aquella polvorienta llave bajo la alfombra del piso.

Riko y Jin le pisaban los talones, y tras asegurarse de que era totalmente cierto que Ayame estaba bien, sola y a salvo —dentro de lo que cabía—, Juro probó suerte con la llave y la introdujo en la cerradura.

Pero la puerta no se abrió.

La llave se introdujo dentro de la cerradura como si de verdad funcionase, es más, el corazón de Juro pareció sentir alivio cuando esto ocurrió, más no cedía hacia ningún lado. Parecía que algo obstruía el camino o que quizás, la llave no era aquella que abría ese lugar.

¿Cómo podrían abrir esa puerta?


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Sois tres contra una puerta.
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Juro sintió mucho alivio cuando escuchó la voz de Ayame. Afortunadamente, estaba viva, y parecía que estaba bien. Tenía miedo, pero no parecía estar bajo ninguna amenaza.

—¡No! ¡Estoy sola pero no puedo abrir la puerta! ¡Está bloqueada!

Riko se lanzó entonces y embistió a la puerta. Sin embargo, la puerta no cedió, y Riko cayó al suelo, dolorido y mascullando un par de maldiciones.

— Voy a intentar abrir con la llave — le avisó, mientras la recogía del suelo.

Metió la llave en la cerradura y esta entró. Juro se relajó al instante. Se vio en unos segundos dentro...

... hasta que la llave no se movió. Entró, pero no fue a más.

— Mierda. No se mueve. Joder — Juro le dio un golpe a la puerta con el puño, pero nada —. Lo siento. Esta llave era una trampa, supongo. La guardaré por si acaso.

Juro se la metió al bolsillo y observó los problemas de frente.

— Vale. Creo que no hay otra manera. Tenemos que derribarla — dijo, dirigiéndose a Jin y a Riko —. Creo que ningún tenemos mucha fuerza bruta. Pero si colaboramos, entre los tres podemos. Vamos a intentar embestirla entre todos. ¿De acuerdo?
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...

Sellos implantados: Hermandad intrepida
  • Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60
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Ayame estaba bien, parecía no estar en peligro y eso calmó bastante los ánimos del peliblanco, que mientras se levantaba vio como Juro tomaba la llave que había encontrado y trataba de meterla en la cerradura.

«Que entre, por favor que entre.»

Y como si de un milagro se tratase la llave entró hasta dentro, sus súplicas habían sido escuchadas y ahora solo tendrían que abrir la puerta para sacar a Ayame y seguir con su búsqueda para tratar de salir de allí.

— Mierda. No se mueve. Joder. Lo siento. Esta llave era una trampa, supongo. La guardaré por si acaso.

El Senju miró a su compañero, estaba tratando de girar la llave, incluso le dio un golpe a la puerta por si estaba atrancada, pero nada servía, la cerradura no cedía y eso no era lo que esperaba, pero, instantáneamente pareció que Juro tuvo una idea, no demasiado currada, pero si funcionaba era suficiente. Eran tres, en principio entrenados por lo que, sumando todas las fuerzas, deberían ser capaces de echar abajo la puerta.

Sí, perfecto, creo que entre todos podremos echarla abajo. Tú das la señal Jin, a la de tres, ¿sí? — El uzunés movía circularmente el hombro, calentando la zona antes de lanzarse sobre la puerta de nuevo. — ¡Ayame! ¡Aléjate de la puerta un poco, vamos a intentar tirarla abajo!
[Imagen: tumblr_n4fzpkaZST1rmi71zo1_500.gif]
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Al final, con Juro y con Riko a la cabeza, subimos corriendo las escaleras hasta alcanzar lo que parecía ser la puerta del baño. Según el mapa que tenia en mi cabeza y también en mi bolsillo, así era, pero claro, con lo raro de la situación, bien podría cambiar la ubicación de las habitaciones de la casa, seria de lo mas normal en aquella situación tan poco normal.

Riko embistió la puerta con fuerza, y esta no pareció ni inmutarse. Eso decía mucho de la puerta, dado que, de los tres, en apariencia al menos, Riko parecía ser el mas fuerte. Lo mas probable era que, bajo ninguna circunstancia, la puerta se pudiera abrir a golpes. No al menos nosotros.

Por suerte, Juro pareció encontrar una llave vieja y oxididada, y la puerta del baño parecía tener una cerradura. ¿Quién ponía una cerradura por fuera a la puerta de un baño? Tal vez no era el mejor momento para hacerse esa pregunta, pero no pude evitarlo. De todos modos, a pesar de la que la llave entraba a la perfección, pareció no funcionar.

Vale. Creo que no hay otra manera. Tenemos que derribarla.Creo que ningún tenemos mucha fuerza bruta. Pero si colaboramos, entre los tres podemos. Vamos a intentar embestirla entre todos. ¿De acuerdo?

Sí, perfecto, creo que entre todos podremos echarla abajo. Tú das la señal Jin, a la de tres, ¿sí? ¡Ayame! ¡Aléjate de la puerta un poco, vamos a intentar tirarla abajo!

A mí, sin embargo, no me parecía el mejor plan.

Un segundo, no digo que no lo intentemos, pero escuchadme un segundo, antes, cuando Riko a golpeado la puerta, ni siquiera se ha notado el golpe. Yo no tengo, en mi estado actual, ni siquiera un cuarto de la fuerza que el pueda tener, aún no estoy recuperado del todo, y tal vez las apariencias engañen, pero Juro tampoco parece tener mucha fuerza física. Por no hablar, de que la puerta no es muy grande y dudo que seamos capaces de coordinarnos a la perfección, lo mas seguro es que acabemos por tropezarnos entre nosotros y hacernos daño, y seguramente para que solo consigamos que la puerta se tambalee.

Por supuesto, todo aquello no eran mas que conjeturas, quizás me equivocaba. No, seguramente me estaba equivocando, en aquel lugar nada era lo que parecía, y cualquier cosa podía suceder. Pero había una pequeña posibilidad de que yo si tuviera razón.

Lo mas probable es que quien este jugando con nosotros, sea quien sea, quiera que encontremos [/i]otra llave[i], tal vez este escondida detrás de algún cuadro, aunque antes se han caído al suelo, puede que incluso la llave este dentro del baño, con Ayame, y ella nos la tenga que dar desde dentro. ¿Ayame, ves alguna llave por ahí? Quizás en algún armario, o tal vez detrás de algún tablón de madera sospechoso, detrás del retrete o algo.

Antes de pasar a la acción esperaría la respuesta de Ayame. Yo no había visto el baño por dentro, no sabía si había armarios, o una pila para lavarse las manos. Ni siquiera sabia como eran las paredes o el suelo. Pero siempre cabía esa pequeña posibilidad. Si Ayame no encontraba nada, entonces habría que pasar a la acción.

Bien, intentémoslo a vuestra manera, y si no funciona, lo haremos a mi manera.

Me prepare para el desastre que había predicho y luego hice la cuenta atrás.

¿Listos? Uno… dos… ¡tres!

Lo haría lo mejor que pudiera, aunque con ninguna esperanza de que funcionara.
[Imagen: ksQJqx9.png]
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