Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Daruu compartió su abatimiento con otro tendido suspiro, y Ayame les dejó a ambos un tiempo para asimilar las noticias antes de continuar. De hecho, Daruu intervino al cabo de un par de minutos:
—Pero no lo entiendo —dijo—. ¿Cómo estás segura de que Kaido está siendo manipulado entonces? ¿Y si estaba mintiendo? Tú mismo lo has dicho, cuando le abrazaste aprovechó para dispararte.
—No... —Ayame negó con la cabeza—. Justo antes de eso, Kaido me dijo algo. Me dijo que no perdiéramos la fe en el alquequenje que se oculta tras la niebla, que no perdiéramos la fe en el verdadero Umikiba Kaido. Después volvió a atacarme. Sé que esa cosa le está controlando, sólo eso tiene sentido, Daruu.
—Entonces, supongo que Yui te ascendió a jōnin por descubrir todo esto y desbaratar la fábrica, ¿no?
Si Umikiba Kaido estaba siendo manipulado por Dragón Rojo, sus problemas con esa banda ahora eran personales. Si antes había deseado que un rayo partiese a Kaido por la mitad, más que vengarse por su traición, ahora anhelaba traerlo de vuelta al saberlo secuestrado por aquellos cabrones. Y por lo que Ayame le contaba, aquél sello sería una auténtica tortura.
¿Qué manera es esa de conseguir aliados nuevos? ¿Comiéndoles la cabeza para que trabajasen para ti? Deleznable.
Pero todavía no sabían toda la verdad.
—¿Y entonces qué? ¡Dilo ya, que nos tienes en ascuas!
17/02/2020, 12:50 (Última modificación: 17/02/2020, 12:50 por Aotsuki Ayame.)
—¿Y entonces qué? ¡Dilo ya, que nos tienes en ascuas!
Ayame miró a Daruu fijamente a los ojos, y la sonrisa volvió a temblar en sus labios.
—Le conté lo de Kokuō —soltó al fin—. Yui-sama sabía que le estaba ocultando algo, y yo sabía que si seguía haciéndolo al final la bola de nieve acabaría haciéndose enorme. Por supuesto... al principio no le hizo ninguna gracia —Aún le dolía la espalda por el golpetazo que se pegó contra la estantería—, de hecho pensó que le estaba tomando el pelo. Pero... Kokuō habló cara a cara con ella y... parece que terminaron entendiéndose. Al menos un poquito —añadió rápidamente, encogiéndose de hombros.
A Datsue podía habérsele aparecido Shiona en persona en su jacuzzi, y no le hubiese sorprendido más.
—¿Qué le contaste a Yui lo de Kokuō y no te voló instantáneamente la cabeza? —No, no solo eso. Sino que la había ascendido—. Joder, eso es… Qué coño, ¡es maravilloso! Oye, no sería ninguna otra persona hengeándose en ella, ¿no? —medio bromeó. Medio, porque Yui tenía su historial y todavía estaba desencajado con que se hubiese tomado tan bien la revelación. No solo por el hecho de que Ayame hubiese estado ocultándole algo de tanta importancia por tanto tiempo, sino por el hecho de aceptar Kokuō, libre, en su propia villa—. Pues bienvenida al grupo, Ayame. La responsabilidad que trae la placa es un poco putada, pero poder dar órdenes a genins con demasiadas ínfulas no tiene precio.
»Yui aceptando a Kokuō, me cago en todo, ¡eso sí que no me lo esperaba! —no pudo evitar agregar. Todavía lo estaba flipando.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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18/02/2020, 23:01 (Última modificación: 18/02/2020, 23:02 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
—Le conté lo de Kokuō —soltó Ayame. Así, sin más. Sin anestesia, como solía decir él que había que contarle las cosas a Yui. Pero la punzada instantánea que Daruu sintió en el pecho definitivamente era signo de que a él no le hubiera venido mal un poco. El "¿cómo?" inaudible del muchacho quedó ahogado por el de Datsue como una pelirroja kamijutsera que desafía a su Arashikage.
—¿Qué le contaste a Yui lo de Kokuō y no te voló instantáneamente la cabeza? —«Exactamente eso», pensó Daruu, aunque él no encontró palabras para decirlo. En vez de eso, se había quedado pálido y abriendo y cerrando la boca continuamente, como un gilipollas—. Joder, eso es… Qué coño, ¡es maravilloso! Oye, no sería ninguna otra persona hengeándose en ella, ¿no? —«Sí, en su propio despacho, no te jode. ¿A santo de qué?»
—Pero Ayame... ¡p-pero Ayame! —Felicidades desde aquí al pobre cerebro de Daruu, que acababa de reaccionar—. ¡PERO AYAME! —Para decir nada.
«¿¡Cómo que terminaron entendiéndose!? ¡Explícame eso! ¡Explícame eso porque no lo entiendo!»
18/02/2020, 23:17 (Última modificación: 18/02/2020, 23:19 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—¿¡¡CÓOOOMMMMOOOOOOOOOOO!!?
Ayame tuvo que taparse los oídos con un alarido de dolor ante los berridos de sus dos compañeros. Lo había esperado. Había esperado una reacción similar. Pero aún así nada podría haberla preparado para ello.
—¿Qué le contaste a Yui lo de Kokuō y no te voló instantáneamente la cabeza? —preguntó el Uchiha, y Ayame no pudo menos que torcer la boca en una mueca escéptica.
—Eh... Más o menos... —Porque algún mueble sí que estuvo a punto de comerse. Y algún libro. El de Fundamentos del Chakra Natural, para ser más exactos.
—Joder, eso es… Qué coño, ¡es maravilloso! Oye, no sería ninguna otra persona hengeándose en ella, ¿no? —bromeó. O eso supuso la pobre kunoichi.
—N... no, era ella. De verdad de la buena —aseguró.
—Pues bienvenida al grupo, Ayame —añadió el Uchiha—. La responsabilidad que trae la placa es un poco putada, pero poder dar órdenes a genins con demasiadas ínfulas no tiene precio. Yui aceptando a Kokuō, me cago en todo, ¡eso sí que no me lo esperaba!
—G... gracias... supongo...
Pero Daruu, que hasta el momento se había mantenido como una estatua de sal en su sitio, abriendo y cerrando la boca, parecía que acababa de salir de su catarsis.
—¡¿Qué?! ¡¿Pero Ayame qué?! —respondió ella, abrumada—. ¿No querías que le contara la verdad? ¡No podía seguir guardándolo, sabía perfectamente que le estaba ocultando algo desde que reportamos lo del General! ¡Me puso la placa frente a las narices! Si la hubiese cogido sin decir nada y más tarde se hubiese enterado de la verdad habría sido mucho peor. ¡Y ni te cuento si hubiese rechazado cogerla! ¡Prácticamente me arrinconó para que se lo contara!
—¡¿Qué?! ¡¿Pero Ayame qué?! —respondió ella, abrumada, y Daruu retrocedió un paso, excusándose con decenas de signos con la mano que casi parecían sellos—. ¿No querías que le contara la verdad? ¡No podía seguir guardándolo, sabía perfectamente que le estaba ocultando algo desde que reportamos lo del General! ¡Me puso la placa frente a las narices! Si la hubiese cogido sin decir nada y más tarde se hubiese enterado de la verdad habría sido mucho peor. ¡Y ni te cuento si hubiese rechazado cogerla! ¡Prácticamente me arrinconó para que se lo contara!
—Ya lo sé, ya me imagino, perdóname, es que saber esto de golpe... ¿¡cómo es eso de que han llegado a un acuerdo!? Es que me parece casi increíble imaginándome a Yui aceptando todo esto con normalidad.
Ah, el viejo truco de la placa. Un clásico. Si algún día llegaba ser a Uzukage, pensaba usarlo también. Nada mejor que eso para comprobar la verdadera naturaleza de tus ninjas, y saber de qué pie cojean. La naturaleza de Ayame, en este caso, se había revelado que estaba hecha de lealtad. Con cierto libre albedrío que a otros bien les costó ahogarse en un lago por la eternidad, pero Datsue supuso que fue esa muestra de lealtad la que finalmente la salvó de la tormenta. O quizá es que Yui se estaba ablandando.
Quién sabía.
—A mí también me cuesta imaginármelo, la verdad —coincidió con Daruu—. Honestamente, pensé que si algún día se lo contabas te arrancaría a Kokuō del cuerpo y lo sellaría en otro amejin. —A costa de la vida de la propia Ayame, si era necesario.
Pocas veces se había alegrado tanto de estar equivocado.
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22/02/2020, 15:32 (Última modificación: 22/02/2020, 15:50 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—Ya lo sé, ya me imagino, perdóname, es que saber esto de golpe... —Se excusó Daruu—. ¿¡Cómo es eso de que han llegado a un acuerdo!? Es que me parece casi increíble imaginándome a Yui aceptando todo esto con normalidad.
—A mí también me cuesta imaginármelo, la verdad —incidió Datsue—. Honestamente, pensé que si algún día se lo contabas te arrancaría a Kokuō del cuerpo y lo sellaría en otro amejin.
Ayame resopló y apartó la mirada a un lado. No podía negar que ella misma había contemplado aquella posibilidad, y por eso había estado tan aterrorizada de contarle nada a Yui... Pero tampoco le parecía adecuado contar todos los pelos y señales de aquel acuerdo. No después de haber visto así a su Arashikage. Tan... vulnerable.
—Digamos que... parece que tienen más cosas en común de lo que estarían dispuestas a admitir en un principio —resumió, a grandes rasgos, antes de virar por completo el timón y cambiar el curso de la conversación a otros mares—. Datsue, mientras estaba en esa... fábrica de omoide, me pareció oír que su siguiente destino sería el Remolino, o algo así. Tened los ojos bien abiertos, ¿vale? Si por mí fuera destruiría todas y cada una de esas apestosas fábricas —gruñó.
Sería la kunoichi más feliz del mundo si Yui le encargara una misión así.
¿Más cosas en común de lo que estarían dispuestas a admitir...? Daruu no tuvo ni idea de lo que Ayame quería decir. La muchacha dejó el tema, que todavía tenía en shock a Daruu, y pasó de nuevo a lo que había vivido en la fábrica de omoide. Por lo visto, el siguiente destino del cargamento era el País del Remolino.
Daruu chasqueó la lengua, molesto.
—Primero en la Tormenta, luego en el Remolino —escupió prácticamente—. Es como si quisieran reírse en nuestra cara. Hay que aplastar a esos hijos de puta.
¿Tenían cosas en común? Datsue frunció el ceño, tratando de imaginarse aunque solo fuese una. A decir verdad, tenía poco de dónde tirar. A Kokuō tampoco la conocía tanto, más allá de que casi le había volado los sesos —a él y a medio estadio— en una ocasión, que trataba de usted a la gente y que quería ir por libre, sin meterse con nadie pero sin que le tocasen los cascos tampoco. A Yui… Bueno, a Yui la conocía menos. Solo sabía que había sellado a Aiko en un lago, y con eso le bastaba.
Prefirió no pensar más en ello, o empezaría a soltar alguna cosa por la boca de la que luego, probablemente, se arrepentiría.
—El Remolino, ¿hmm? —respondió, cuando Ayame le avisó de los planes de Dragón Rojo—. Avisaré a Hanabi de ello.
»Bueno, venga, dejémonos de hacer sangre y centrémonos en lo bueno —continuó, cuando Daruu comentó sus ganas de aplastar a aquellos hijos de puta—. ¡Que a Ayame la han ascendido! ¡Y Kaido es recuperable! Esto hay que celebrarlo como se merece. Oye. Oye, oye, oye. ¿Os apetece apareceros aquí? —sugirió de pronto—. ¡En el jacuzzi hay sitio para los tres! Y ya veréis, en unas horas desde aquí se ven las estrellas que alucináis. Vistas espectaculares, el sonido ambiente del mar, champán... ¡Hay de todo!
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—El Remolino, ¿hmm? —musitó Datsue—. Avisaré a Hanabi de ello.
Ayame asintió, complacida.
—Primero en la Tormenta, luego en el Remolino —Daruu casi escupió aquellas palabras, lleno de asco—. Es como si quisieran reírse en nuestra cara. Hay que aplastar a esos hijos de puta.
—Bueno, venga, dejémonos de hacer sangre y centrémonos en lo bueno —respondió el Uchiha—. ¡Que a Ayame la han ascendido! ¡Y Kaido es recuperable! Esto hay que celebrarlo como se merece. Oye. Oye, oye, oye. ¿Os apetece apareceros aquí? —sugirió de pronto, y Ayame intercambió una mirada alarmada con Daruu—. ¡En el jacuzzi hay sitio para los tres! Y ya veréis, en unas horas desde aquí se ven las estrellas que alucináis. Vistas espectaculares, el sonido ambiente del mar, champán... ¡Hay de todo!
—Oh, sí, ¡una idea magnífica! —exclamó Ayame, cargada de sarcasmo—. Y ya si eso cuando la alarma suene por toda Uzushiogakure y aparezcan unos... diez ANBU, apuntándonos con katanas mientras estamos en paños menores en tu jacuzzi, les comentas que fue tu idea celebrar el ascenso de una kunoichi de Amegakure. ¡¿Qué podría salir mal?! —concluyó, con una seca risotada.
Datsue sugirió apartar los malos pensamientos y centrarse en la celebración por el ascenso de Ayame. Pero Daruu, lamentablemente, estaba todavía en shock con las noticias, sobretodo con la de Kokuō y Yui. Por fortuna el Uchiha nunca decepcionaba cuando proponía una locura, y la situación hizo al muchacho estallar en una sonora carcajada.
—Por mucha vida que le hayamos salvado —dijo Daruu, todavía limpiándose las lágrimas, después de que Ayame interviniese—, si vuelve a ver que me he colado en su aldea me arranca las pelotas.
Aunque no pudiesen verle, Datsue levantó las palmas de las manos, en señal de rendición.
—Está bien, está bien. No fue la mejor de mis ideas. Lo reconozco —tuvo que admitir entre burbujas y espuma—. ¡Tsk! Si es que tendríais que tener una marca de sangre en un sitio chulo. ¿Sabéis a lo que me refiero? Algún sitio de fiesta, de parranda de la buena. O mirad, incluso en la Villa de las Aguas Termales. ¡Estaríamos celebrándolo ahí en un chasquido!
Aunque… ¿Cabía la posibilidad de que…?
—Porque no tendréis esa marca, ¿verdad? ¿VERDAD?
Porque si era así… ¡Si era así se iban para allá cagando leches!
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Daruu, que se había estado riendo a carcajada limpia, aún tardó algunos segundos en responder.
—Por mucha vida que le hayamos salvado —dijo Daruu, todavía limpiándose las lágrimas—, si vuelve a ver que me he colado en su aldea me arranca las pelotas.
Ayame, cruzada de brazos y con los ojos cerrados, asintió varias veces. Desde luego, a Hanabi no le haría ninguna gracia que Daruu, el mismo que había atentado contra la vida de uno de sus shinobi y después habían descubierto que podía teletransportarse al interior de la aldea como si nada, volviera a colarse como lo hizo aquella noche, en pleno despacho del Uzukage.
—Está bien, está bien. No fue la mejor de mis ideas. Lo reconozco —admitió Datsue—. ¡Tsk! Si es que tendríais que tener una marca de sangre en un sitio chulo. ¿Sabéis a lo que me refiero? Algún sitio de fiesta, de parranda de la buena.
«Oh, no. Más fiestecitas, no...» Ayame torció el gesto, aún recordando el día que Daruu y ella se fueron con la mismísima Arashikage de fiesta. Alcohol, multitudes, ruido... Desde luego, no era una experiencia que quisiese repetir.
—O mirad, incluso en la Villa de las Aguas Termales. ¡Estaríamos celebrándolo ahí en un chasquido! Porque no tendréis esa marca, ¿verdad? ¿VERDAD? —añadió, repentinamente interesado.
Y, en aquella ocasión, fue Ayame la que se echó a reír.
—No. No la tenemos. O al menos yo no la tengo —se apresuró a corregirse, intercambiando una mirada fugaz con Daruu—. Y aunque la tuviéramos, nosotros podemos teletransportarnos al instante, pero tú...
«Tú te quedarías en la estacada.» Completó su mente.