Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
28/01/2018, 00:43 (Última modificación: 28/01/2018, 01:11 por Uzumaki Eri.)
Si en su momento, Juro o esa vieja hubieran dicho que eso iba a estar en medio de un bosque diabólico lleno de plantas e insectos más pesados que una conjuntivitis en el ojete, les hubiera mandado a la mierda a los dos. Los bosques estaban bien, cuando no eran una pedazo de exuberancia tan exagerada como la que había en ese país.
Las zarzas nunca acababan, los mosquitos venían en manadas, en bancos o en helicopteros, de hecho, en un momento se habían juntado tantos que pensaba que atacaba otro bijuu. Los bosques molaban, pero cuando eran arboles de verdad, con espacio entre ellos y una vegetación NORMAL, con sus ciervitos, sus jabalies, y sus animales normales. Ni siquiera me había cruzado ningún dinosaurio, seguro que los tenían en lo más profundo de aquellos bosques llenos de bichos para que la gente no se acercara. Estos kuseños eran malevolos.
Llegamos a lo que podría ser la entrada principal de Tane-Shigai, o cualquier otra cosa, porque eso de ciudad tenía lo que yo de kage, es decir, la ilusión. No había muros, ni puertas ni nada, solo burbujas en los arboles, que supuse que serían las casas, porque en algún sitio tendrían que vivir.
Era madrugada, madrugada profunda, quedaba más tiempo hasta que saliese el Sol que el que había pasado desde que se había ido. Así que me apoyé en un tronco más o menos despejado de pequeñas plantas tocacojones y decidí echarme un rato. Stuffy pareció pillar la idea porque me quitó el sitio antes de que me sentase siquiera, el muy cabrón. Me senté en un sitio menos mejor y me quedé frito en el acto.
Afortunadamente para Juro, Tane-Shigai se encontraba justamente donde él había predicho. En su país. Y aunque fuese el shinobi más torpe en cuanto a orientación, el bosque, al menos, no le molestaba.
« Lo sabía. Todo el esfuerzo mereció la pena »
A pesar de haber estado cerca, había salido con semanas de antelación. Se había perdido varias veces — tal y cómo había predicho — y había tomado desvios imprevistos. Todo para llegar a tiempo. El día acordado.
Los astros parecían haberse juntado. El chico podría haber llegado muy pronto o muy tarde, pero en lugar de eso, había llegado perfectamente. Un tanto justo de tiempo — cuando atisbó la entrada, el sol acababa de salir —, pero había llegado oficialmente en el día acordado.
Se despidió del bosque que tan amablemente le había tratado y fue en dirección a la entrada principal, preguntandose si Nabi se encontraría por ahí.
« Deberíamos haber dicho una hora en concreto. Podría llegar por la mañana o por la tarde... »
Pero otra vez, el chico estaba de suerte. Nabi había pensando en lo mismo.
Aun a lo lejos, pudo distinguir las dos figuras que hacían el ninja de Uzushiogakure y su perro, Stuffy. Para sorpresa de Juro, estaban durmiendo los dos. ¿Cuánto tiempo llevarían esperando?
Juro se acercó a una distancia prudencial, por miedo a llevarse un ataque por un Nabi somnoliento.
— ¡Buenos días, chicos! — exclamó, sonriente a pesar de la hora — Veo que estais cansados. Tendreís que espabilar, si es que vamos a trabajar aqui.
Juro se puso a su lado, mientras los dos empezaban a moverse.
Después de toda la caminata, de todos esos días, de las pérdidas y de la falta de suministros, Eri llegaba a Tane-Shigai. Le apetecía llorar, tirarse al suelo y descansar, no importaba dónde, pero quería hacerlo. ¡Por fin había llegado! La entrada prácticamente se divisaba a lo lejos, y sus piernas, sin querer, se precipitaron a correr hacia la entrada como si su vida dependiese de ello.
Daba igual si era de noche, o de madrugada, ¿o eran las diez? ¡Bah! ¡Había llegado, eso era lo importante! Se rencontraría con su hermano y juntos volverían a Uzushiogakure donde se dispondría a entrenar y descansar, probablemente eso último antes.
Aunque, para su sorpresa, no era la única que estaba allí.
—¿Juro-san? —preguntó la joven, acercándose a la silueta con forma de Juro —. ¡Juro-san! —exclamó una vez confirmado que era él de verdad y no un producto de su imaginación —. ¡Qué coindicencia, no esp- ¿Nabi? —preguntó cuando vio al Inuzuka tirado frente al kuseño —. ¿Estoy soñando? ¿Qué haces tu también aquí?
Aquello no se lo esperaba, ¿encontrarse a Juro y a Nabi en el mismo lugar, el mismo día, a la misma hora y... juntos? ¿Qué tenían que ver aquellos dos?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
— ¡Buenos días, chicos! Veo que estais cansados. Tendreís que espabilar, si es que vamos a trabajar aqui.
Parecía como que sonaba algo por alguna parte. ¿El qué? Ni idea. Solo podía pensar en los arañazos que tenía por todo el cuerpo de esas malditas zarzas. Estaba tan cómodo en mis sueños donde no estaba rodeado de un insufrible olor a planta y de bichos que solo existen para tocar los cojones, como las moscas. ¿Qué uso tienen? Ninguno. Así que yo me quedaba en mis sueños, donde los animales se alimentan del aire, las plantas solo existían como territorio prohibido para echar a los criminales y que sufran y Shiona-sama seguía entre nosotros.
Entonces, un olor inconfundible se coló en mi nariz, como un shinobi infiltrándose en la casa de un mafioso para apuñalarle el corazón, directo al objetivo. Y me levanté de golpe, asustando a Stuffy que empezó a ladrar a algo que estaba persiguiendo en sueños.
— ¿Eri-chan?
—¿Juro-san?
— ¿Juro?
Me giré y efectivamente, ahí estaba Juro. Me froté los ojos para quitarme las legañas y los hipopotamos que parecían estar empañandome la mirada, pero Juro seguía ahí. ¿Donde coño estaba?
—. ¡Qué coindicencia, no esp- ¿Nabi? —
— ¿Eri-chan?
Repetí, mientras recordaba todo el rollo de ayudar a Juro a pagar su deuda y la vez que casi le apuñalé el corazón. Qué tiempos aquellos.
— ¿Estoy soñando? ¿Qué haces tu también aquí?
— ¿Yo? ¿Y tú? ¿Conoces a Juro? ¿Cómo? ¿Cuando? ¿Por qué? ¿Y tú, Juro, como no me dijiste que conocías a Eri? ¿Qué más me ocultas? ¿No conocerás a Datsue verdad?
El nombre de Datsue había despertado a Stuffy que empezó a gruñir con enfado al aire mientras se acercaba a Eri para saludarla, y obviamente cuando la encaró sacó la lengua y empezó a gemir pidiendo amor. Si es que era tonto para lo que quería.
Nabi, sin embargo, no se despertó. Permanecía ahí, dormido. Juro pensó que quizá el también tenía un sueño profundo. Pensó en darle una bofetada o en sacar a Gen para asustarle, pero se lo pensó.
—¿Juro-san?
— ¿Juro?
—. ¡Qué coindicencia, no esp- ¿Nabi? —
— ¿Eri-chan?
— ¿Eri? ¿Nabi?
Juro se sentó a un lado, mientras Nabi se recuperaba y Eri se acercaba. Ambos estaban en shock al parecer. Juro también estaba sorprendido, pero menos. Después de todo, ambos son de la misma villa. Era normal que se fueran a conocer y todo eso.
— ¿Yo? ¿Y tú? ¿Conoces a Juro? ¿Cómo? ¿Cuando? ¿Por qué? ¿Y tú, Juro, como no me dijiste que conocías a Eri? ¿Qué más me ocultas? ¿No conocerás a Datsue verdad?
— ¿Uchiha Datsue? ¿El del torneo? — preguntó Juro, aunque luego se serenó un poco y se volvió a la pelirroja —. ¡Hola Eri! ¡Que coincidencia! ¿Cómo estas?
Después, se dirigió otra vez al rubio, aunque supuso que Eri también quería una explicación. Juro se encogió de hombros.
— Eri-san y yo nos encontramos en Taikarune, en el museo de armas — explicó a Nabi. Después, miró a Eri —. Nabi-san y yo nos conocimos en un bosque.
Sí, sin duda era Nabi, el indudable Nabi con su fiel perro Inuzuka, Stuffy. Allí, en Tane-Shigai, el lugar donde había quedado con su hermano. Pero no solo eran ellos dos, no, también Juro, aquel chico que la acompañó en el museo de Taikarune y el que, además, había acudido a un baile con ella.
— ¿Eri-chan?
— ¡Hola Eri! ¡Que coincidencia! ¿Cómo estas?
—Sí, vaya coincidencia... —repitió ella, tomando asiento al lado de Nabi para poder descansar sus entumecidas piernas —. ¿Cómo os conocistéis, Juro-san, Nabi? —preguntó, más por la curiosidad que por otra cosa.
Y Juro no tardó en responder.
— Eri-san y yo nos encontramos en Taikarune, en el museo de armas — explicó a Nabi. Después, miró a Eri —. Nabi-san y yo nos conocimos en un bosque.
—¡Ooh...! —exclamó ella, asintiendo lentamente mientras asimilaba la información —. ¿Y volvistéis a quedar aquí para veros? Eso es muy bonito, fomentando la amistad entre villas...
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Ellos solitos ya se encargaron de las presentaciones y las explicaciones mientras Stuffy y yo nos dedicábamos a estirar para desperezarnos. Tras bostezar unas cuantas veces, finalmente, pareció que la conversación empezaba a tomar forma.
—. ¿Y volvistéis a quedar aquí para veros? Eso es muy bonito, fomentando la amistad entre villas...
— Es que una anciana tuvo que curar a Juro, porque tenía una herida terrible, un arañazo que casi le arranca el brazo, todo muy dramático y sanguinario, y nos pidió 1000 ryos como pago. Fue mientras yo estaba de viaje, llevaba meses fuera de casa y años sin oler el dinero, así que tuvimos que vender nuestros servicios para contentarla y aquí estamos.
No tenía claro si me había dejado algo, intenté hacer memoria a ver si me acordaba de qué era el favor o si nos había dado alguna indicación más.
— ¿No nos dijo algo de un arbol amoroso? ¿Qué teníamos que hacer ahora, Juro? Eri-chan, podrías ayudarnos, tú sabrás qué hacer. O algo.
Si eramos tres acabaríamos antes que si eramos Juro y yo, sobretodo teniendo a Eri de nuestro lado, ella lo sabía todo. Era una líder nata, tenía todo lo que esperabas de una pariente lejana de Shiona-sama, que en paz descanse.
Eri pareció hacerse una ligera idea equivocada de lo que significaba estar ahí. Pero no le pareció agradable el decir que un compañero de villa suyo le había rajado y dejado medio muerto en un descampado y habían tenido que recurrir a los servicios de una anciana.
— Es que una anciana tuvo que curar a Juro, porque tenía una herida terrible, un arañazo que casi le arranca el brazo, todo muy dramático y sanguinario, y nos pidió 1000 ryos como pago. Fue mientras yo estaba de viaje, llevaba meses fuera de casa y años sin oler el dinero, así que tuvimos que vender nuestros servicios para contentarla y aquí estamos.
— Si... algo así — murmuró, rozándose el hombro —. Tenemos que trabajar juntos para... pagar esos servicios. Y aquí estamos. Pero nos llevamos bien y eso.
Nabi, a su vez, pareció olvidarse de Eri y recordar la misión que tenían.
— ¿No nos dijo algo de un arbol amoroso? ¿Qué teníamos que hacer ahora, Juro? Eri-chan, podrías ayudarnos, tú sabrás qué hacer. O algo.
— Ni si quiera has escuchado porque Eri-san está aqui. Igual tiene cosas que hacer — le reprendió Juro —. No tengo ni idea de dónde esta. Tendríamos que preguntar a la gente o algo. Igual es como con las contraseñas secretas de los bares.
No era por ser descortés, pero a medida que hablaban sentía como sus párpados querían cerrarse y echarse a dormir, por suerte asentía y volvía en sí cada vez que hacían una pausa o cambiaban al otro para explicarles la razón de por qué estaban ahí. ¿Una anciana? ¿Misión?
—Oh... Está bien ayudar a los mayores... —decía Eri, justo antes de bostezar abiertamente mientras se llevaba una mano de forma perezosa a la boca —. Qué buenos sois...
— ¿No nos dijo algo de un arbol amoroso? ¿Qué teníamos que hacer ahora, Juro? Eri-chan, podrías ayudarnos, tú sabrás qué hacer. O algo.
—Árbol... amoroso...
No escuchó ni a Juro, simplemente se cayó encima de Nabi con un sonido sordo, completamente dormida. El cansancio y las ganas de dormir acabaron con ella como si hubiesen echado un somnífero en su cantimplora, pero la verdad era que, después de dos días caminando y haciendo vagos descansos, lo único que necesitaba era dormir en algún sitio donde se sintiese con la seguridad de hacerlo.
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—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Esas fueron las últimas palabras de Eri antes de caer rendida sobre mis brazos. Por suerte, reaccioné a tiempo para sujetarla.
— ¿Eri-chan? ¿Estás bien? ¡Eri!
La agarré en brazos sin pensarmelo dos veces, aguantando con un brazo su espalda y con el otro sus piernas.
— Juro, hay que buscar un médico o algo. La vieja esa si hace falta, total, ya no tenemos nada que perder.
No tenía ni idea de cómo vivía la gente allí, ni si tenían médicos, pero había que encontrar a alguien ya.
— ¡Juro! ¡Reacciona!
Hubiese reaccionado o no, le apremiaría, estaba claro que no lo había hecho suficientemente rápido, indiferentemente de lo rápido que lo hubiese hecho, era demasiado lento.
Conforme hablaba, Eri empezó a cerrar los ojos. Nabi corrió y la agarró, antes de que ella pudiese desfallecer. Juro ahogó una exclamación al verla caer.
— Juro, hay que buscar un médico o algo. La vieja esa si hace falta, total, ya no tenemos nada que perder.
— ¡Vale! — exclamó, rapidamente —. ¡Vamos dentro! ¡Tiene que haber alguien que nos pueda ayudar!
Nabi parecía nervioso, apremiandole incluso. Parecía realmente preocupado.
« Vaya vaya. Aquí hay tema... » — pensó, observando como Nabi agarraba el cuerpo sin vida de Eri.
Ambos avanzarían al interior de Tane-Shigai, en busca de alguien que pudiese ayudarles.
— ¡¿Hay algun médico en la zona?! — vociferó, nada más adentrarse.
Mientras los dos genin se chillaban y discutían mientras la pelirroja dormía apaciblemente entre los brazos del Inuzuka, un hombre de unos veinte años apareció frente a ellos. Sus cortos y rebeldes cabellos brillaban con los primeros rayos de sol, haciendo que pequeños destellos rojizos se reflejasen en la bandana de Uzushiogakure que traía en la frente.
—Ya lleva un día de retraso, ¿dónde se habrá metido esta chica? —murmuraba por lo bajo, caminando hacia la entrada de la ciudad para ver si su hermana aparecía repentinamente por ella. Sabía que no era buena idea haberla dejado sola, pero ya era mayorcita y quería darle esa libertad. ¿Habría fallado como hermano mayor?
Su atención fue llamada por los genin que discutían qué hacer con lo que podría ser un cadáver. ¿Un cadáver? Oh no, estaba siendo partícipe sin querer de un asesinato. ¡Era su deber pararles los pies!
—Esto, buenos días chic- ¡Eri! —su discurso sobre las buenas acciones se vio eclipsado por la alegría de encontrar a su hermana desaparecida durante dos días, acercándose rápidamente a Nabi para arrebatar el cuerpo dormido de la pelirroja —. ¿Qué hacéis vosotros dos con mi hermana? ¿Eh? ¡Identificaros ahora mismo!
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Mi vista se iluminó al ver nada más y nada menos que un chunnin y de mi villa, estaba claro que Shiona-sama me protegía desde el cielo.
— ¡Juro! ¡Mira! Es un chunnin de mi villa, estamos salvados.
Me acerqué a él mientras él se acercaba a nosotros, aunque parecía más consternado de lo normal en un chunnin al ver a dos genins de villas diferentes llevar por una ciudad ajena el cuerpo de una tercera genin desmayada. Es verdad que tampoco sabía cómo reaccionaba un superior en esa clase de situación, bueno, ni en esa ni en ninguna otra.
—Esto, buenos días chic- ¡Eri! ¿Qué hacéis vosotros dos con mi hermana? ¿Eh? ¡Identificaros ahora mismo!
— Soy Inuzuka Nabi, señor, Eri-chan se ha desmayado de repente sin previo aviso y de golpe y no sé qué le pasa. Estábamos hablando de que se viniese con nosotros a pagar nuestra deuda con nuestros servicios y de repente me ha caído encima y no encontrábamos ningún medico. ¿Eres médico o sabes algo de medicina? Señor, capitán. ¿Qué le pasa?
No sabía qué decir ni cómo decirlo. Mi cuerpo se debatía entre zarandear violentamente a mi superior para saber qué le pasaba a mi mejor amiga, a mi compañera de vida, que encima se había desmayado sin decir nada y yo no tenía ni idea de medicina ni de nada medianamente útil, joder. ¡¿De qué me sirve toda esta mierda del chakra si no puedo ni salvar a Eri-chan?!
Stuffy había empezado a gemir de tristeza mientras intentaba alcanzar el cuerpo inerte de la chica ignorando por completo que quien lo agarraba ahora era un chunnin.
Mientras Juro se desesperaba, sin saber que hacer, Nabi pareció ver algo.
— ¡Juro! ¡Mira! Es un chunnin de mi villa, estamos salvados.
— ¡¿Un chunin?! — exclamó el chico, confundido.
Juro se fijo en que tenía razón. Era un hombre adulto, de unos veinte años, completamente pelirrojo. Tenía el mismo tono de pelo que Eri. Pero claro, venían de Uzushiogakure, donde ese color de pelo era bastante normal. Si Juro lo hubiera sabido, quizá no hubiera sospechado tanto.
¿Qué hacéis vosotros dos con mi hermana? ¿Eh? ¡Identificaros ahora mismo!
Al final, había tenido razón. Eran hermanos.
« Quizá a eso vino Eri-san. A reunirse con su hermano » — conjeturó Juro.
— Soy Inuzuka Nabi, señor, Eri-chan se ha desmayado de repente sin previo aviso y de golpe y no sé qué le pasa. Estábamos hablando de que se viniese con nosotros a pagar nuestra deuda con nuestros servicios y de repente me ha caído encima y no encontrábamos ningún medico. ¿Eres médico o sabes algo de medicina? Señor, capitán. ¿Qué le pasa?
Juro se aclaró la garganta. Estaba claro que el espectáculo era lamentable. Más lo era aún que el hermano de Eri no supiese nada de Nabi. También que Nabi no supiese explicarse bien. Y que Eri se hubiese desmayado en primer lugar. Menuda incompetencia había en ese mismo portal.
— Soy Eikyu Juro señor, Genin de Kusagakure — exclamó, presentandose, con firmeza —. No se preocupe, somos amigos de su hermana. Acabamos de encontrarnos con ella y se ha desmayado. ¿Ella sabía que usted estaba aquí? Ni si quiera sabemos porque vino aquí, pero igual fue por eso.
Aquel hombre les había quitado a Eri. ¿Y si era algo grave?
— No deberíamos estar de esta forma. Tenemos que ayudarla — murmuró Juro, inquieto por el estado de su amiga.
29/01/2018, 16:28 (Última modificación: 29/01/2018, 16:29 por Uzumaki Eri.)
Ryuusuke escuchó como ambos genin se presentaban y explicaban el por qué estaban allí junto con su hermana, su hermana dormida, claro. Los escrutó con la mirada durante unos breves segundos, cuando sus bocas se hubieran cerrado por completo, hasta que suspiró y cambio su semblante serio por una amable sonrisa.
—Soy Uzumaki Ryuusuke, chicos, un placer conoceros —se presentó él, mostrando una gran sonrisa que dejaba ver sus dientes blancos —. Eri me habló de vosotros, así que debería fiarme, ¿no? —les guiñó un ojo, acomodando a su hermana pequeña entre sus brazos —. No os preocupéis, está dormida, supongo que se habría perdido en el camino, quedamos hace un par de días aquí, en Tane-Shigai, pero no llegaba, ya comenzaba a preocuparme...
Eri produjo unos extraños sonidos y se removió en sueños.
—¿Necesitáis ayuda? Llevo un par de días aquí y se orientarme, así que para agradeceros haber cuidado de mi hermana en mi ausencia, podría llevaros a cualquier sitio. —se ofreció el Uzumaki —. Claro que... Antes llevaré a Eri al hostal donde me alojo, para que descanse, no es gracioso tener que llevarla todo el rato en brazos... —bromeó, aunque de broma no tenía nada.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100