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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#91
T-tal vez se… —contesto con cierta reserva—. Se refería a… uhm… Creo que debemos ver o a-analizar quiénes somos. Es decir… qué hace a nosotros ser nosotros.

Analizar, ¿eh? No lo capto del todo —confeso.

¿Qué hace que Hanamura-san sea Hanamura-san?

Es una muy buena pregunta, tanto que hasta da un poco de miedo adentrarse en sus profundidades —después de todo, a veces el problema no era la dificultad de la pregunta sino la magnitud de la respuesta, acaso sobrecogedora—. Pero siempre he pensado que quiero vivir con los brazos abiertos a la verdad, contemplándola serenamente.

Describirse a sí mismo era algo que le resultaba imposible, pues consideraba que su existencia no era más que una aglomeración de cosas abstractas e inefables… Aunque aquello le hacía sentir, de alguna manera extraña, bien consigo mismo.

¿Sabes? No creo poder describirme como si fuera un sustantivo que se corresponde con Hanamura Kazuma —confeso—; pero puedo arrojar una mirada a mi interior y formar una imagen o escena que venga desde mi… Puede que no sea mi “yo” completo, pero sin duda es una parte…

»De ese “mundo interior” tengo un fragmento recurrente, ¿quieres saber cómo es? —pregunto, buscando tentar la curiosidad de la joven.
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#92
Contemplación honesta y serena parecían ser elementos fundamentales del kazuma. Sin embargo, según él, le era imposible describirse como si se tratase de un ser más. Tendría que recurrir a una introspección muy profunda.

Por… Por supuesto, me en-encantaría saber, Hanamura-san.

“Tiene razón de cierta manera. Uno no puede, o no debería poder, describirse como si fuese un objeto. Uno tiene alma, no como una mesa, por más hermosa que se vea a contraluz. Puedo describir a Ranko como alta o vergonzosa, pero ninguna de esas cosas será Ranko. ¿Será a eso que se refiere Hanamura-san?”

Ranko jugueteaba con el lápiz que el peliblanco le había prestado, a la espera de la descripción del “mundo interior” de Kazuma.

“Algo me dice” pensó de repente “que será algo tan enigmático e inquietante como la descripción de su pueblo…”
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#93
Por… Por supuesto, me en-encantaría saber, Hanamura-san.

Y con una sonrisa, Kazuma comenzaría a revelarle:

Imagino un árbol en una colina, acaso un caobo o un roble. El árbol es antiquísimo, tanto que no podría recordar desde cuando es consciente o donde está. En la solitaria colina solo habita él, pues cualquier otro intento de vida vegetal más allá de una hierba ha fracasado. No sabe mucho del mundo, pues aquel sitio está rodeado por un muro de niebla perpetua e inquieta.

» Atribuye su vida al sol que se cuela por un humilde agujero en la vasta blancura del cielo. La tierra es aceptable, pero la humedad es sofocante, tiránica. El árbol ha descubierto que en la niebla se deslizan figuras fantásticas, posibles sombras de lo que pueda ocultarse más allá.

» —El árbol deduce que existe un más allá de todo cuanto le es sensible; y sospecha, sin comprender del todo el espacio y el tiempo, que llegara una estación en que las brumas se disiparan y ante él se revelara un mundo inmenso, abrumador, quizás habitado por otros como él.

El mismo no sabría decir que serie de pensamientos o emociones estaban siendo representadas en aquel invento de su imaginación, pero traducir lo que encontraba dentro de sí mismo al lenguaje de los escenarios era lo mejor que podía hacer.

Creo que todo tenemos imágenes como esa dentro —trataba de referirse a aquello que llaman “mundo interior” o a un posible paisaje onírico—. ¿Tienes alguna que quieras compartir?
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#94
Apenas comenzó Kazuma a hablar, Ranko cerró los ojos para ayudar a su imaginación a crear el árbol sobre el cual hablaba el peliblanco:

Un roble viejo y solitario en una colina, rodeado de nada más que hierba y neblina. Un árbol que añora aquellos días sin bruma, en los que nada se interponga entre la luz y él.

"Un árbol con esperanza. Aunque esté en una colina de melancolía, anhela el día en que ese sueño se haga realidad: bañarse con la luz del sol."

Ranko se sintió relajada, contenta de que la introspección de su compañero fuese tan optimista (o al menos así lo veía ella). Se alegró de que no fuese una visión macabra del mundo. Abrió los ojos y le dedicó una serena sonrisa al chico.

Suena a que Hanamura-san a… alberga una fuerte es… esperanza —comentó con toda honestidad posible. El que el peliblanco quisiera escuchar su imagen interior. Ranko bajó la mirada a la mesa de piedra mientras presionaba pensativa el dorso de su mano contra sus labios —. Creo… Creo que sí…

Respiró profundamente, se enderezó y cerró los ojos. Esta vez, su imaginación no crearía nada a partir de lo que escuchase, sino que formaría una imagen desde su propia alma, e intentaría expresarla.

Creo q-que yo… Yo veo una flor. Una orquídea. En un jardín… uno a-amplio y... y hermoso. Es… Es un lugar muy cómodo, pero… limitado al fin y al cabo. Si la dejan allí, la orquídea será feliz junto con otras orquídeas. Pero no será nada más.

»No obstante, si la orquídea se planta fuera del jardín… B-bueno… La gente del camino la verá y… Y se maravillará de que tal flor crezca tan fieramente en lo salvaje. Y le contarán a otros sobre esa preciosa orquídea, y todos querrán verla. Y por sí misma y su lucha tendrá más valor que el jardín entero.

Abrió los ojos y se sonrojó. A pesar de haberse dado cuenta que no había tartamudeado mucho, sintió cómo su lengua se enredaba de nuevo.

P-p-p-pero e-esa f-flor sólo… sólo… sólo imagina e-eso… Posiblemente ni s-sepa cómo… cómo salir del jardín… Y… Y… ¡Ay! n-n-no s-sé qué he di-dicho… L-lo siento...

Ranko pensaba que tal vez había ido muy lejos con lo de proyectar su imagen interna, y no sabía cómo Kazuma percibiría la suya. La kunoichi se apenó mucho, pues sintió que tal vez quedaría como codiciosa o egocéntrica, de alguna manera.
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#95
¿Esperanzas? No estaba del todo satisfecho con aquella palabra, quizás fuese mejor curiosidad: es posible que el árbol no tuviera expectativas sobre aquello que la neblina disipada pudiese mostrarle, quizás solo quería ver que había más allá. Pero en su imagen había algo engañoso; el árbol podía ser testigo de cualquier clase de horrores y prodigios, pero luego de haber probado del fruto prohibido del misterio, no podría simplemente volver a su estado anterior o conformarse con lo recién adquirido.

Kazuma concentro su atención en Ranko, pues deseaba escuchar con claridad lo que tenía para decirle. La descripción le resulto sutil, delicada y a la vez determinante. De alguna forma percibía cierto grado de fiereza, de energía vital que trataba de salir y convivir con la suavidad de quien poseía ambas.

P-p-p-pero e-esa f-flor sólo… sólo… sólo imagina e-eso… Posiblemente ni s-sepa cómo… cómo salir del jardín… Y… Y… ¡Ay! n-n-no s-sé qué he di-dicho… L-lo siento...

Está bien —dijo sonriendo, maravillado por tan fascinante imagen—. Para mi tiene sentido: puede que a esa flor no le baste simplemente con lucir bonita, puede que no le baste quedarse a salvo en su lugar seguro. Incluso, puede ser que quiera averiguar si de verdad es una orquídea o algo más, una flor que nadie haya visto jamás.
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#96
La respuesta de Kazuma le hizo sonrojarse, pero de una manera diferente. Esta vez se sentía más que agradecida con él y su honestidad, y se sentía emocionada con la posibilidad de que ella en realidad fuese así.

“Más que una orquídea… Una flor que nadie ha visto… ¿Seré capaz de llegar a serlo?” Una enorme sonrisa escondió su duda.

Gracias, Hanamura-san. E-es bastante bu… bueno con l-las palabras. Creo —La kunoichi bajó la mirada de nuevo al papel. Daba vueltas al lápiz sobre su eje, con su punta en una de las esquinas del folio —. ¿Cree Hanamura-san q-que… que debamos escribir acerca de… de eso? ¿Del roble… y la orquídea?

Tal vez era de lo que Yamashita hablaba. Aquél “yo” del cual había sugerido escribir. Un poema sobre flora espiritual. Antes de que el peliblanco contestara, Ranko comenzó a sopesar y a analizar su vocabulario, y a tomar inspiración del aire del invierno.

“Orquídea…”


Ranko will remember this.
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#97
Kazuma observo el comportamiento de Ranko, y le pareció fascinante: alguna vez había leído acerca de unas flores que cierran sus pétalos cuando detectan algún peligro o agitación, sea por el clima o las criaturas cercanas. Le llamaba la atención de se les consideraba una especie fuerte, pero “tímida”, pues si se le acercaban rápidamente se cerraban, para luego de un rato aceptar una presencia más tranquila y abrirse de nuevo. No recordaba el nombre de aquella flor y no había ilustración con la cual relacionarla, pero creía que si tomase forma y nombre seria y se llamaría Ranko.

Gracias, Hanamura-san. E-es bastante bu… bueno con l-las palabras. Creo —La kunoichi bajó la mirada de nuevo al papel. Daba vueltas al lápiz sobre su eje, con su punta en una de las esquinas del folio —. ¿Cree Hanamura-san q-que… que debamos escribir acerca de… de eso? ¿Del roble… y la orquídea?

Gracias, Ranko-san —agradeció con gesto sereno pero alegre—. Creo sería una fantástica idea: pienso en escribir frases sueltas y luego acomodarlas de alguna manera que me parezca agradable.

Y dicho aquello comenzó a escribir toda frase que se manifestara en su sentir y que quisiera impregnarse en el papel. La mayoría eran como la imagen que le había relatado a la kunoichi, otras eran mucho más concretas y algunas quizás demasiado abstractas para entenderlas el mismo. Y aunque ninguna sumatoria de frases podría definirle, cada una era testigo fidedigna de un fragmento de su ser… Aquello le arranco una sonrisa, porque era como las gotas de lluvia que solo daban pistas de lo existente dentro de las vigilantes nubes de un cielo encapotado.
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#98
El peliblanco, tan sereno como parecía estar siempre, se dispuso a escribir frases sueltas para acomodarlas después. Ranko asintió y fijó su mirada en el papel por un minuto. Luego alzó la vista y aspiró profundamente.

”¿Cómo podría comenzar? Creo que necesito una kigo para marcar la estación. Una kigo de invierno sería… Sí, podría ser…”

Ya que a Ranko le gustaba más la poesía tradicional, es decir, los haiku, se decidió por escribir uno. Todo haiku necesitaba una palabra especial que dictara el sentir de todo el poema, una palabra relacionada con el momento del año en que fue escrito. Una kigo.

Imitó de cierta manera a Kazuma, pues escribió varias palabras relacionadas con la kigo que había escogido. El ejercicio de introspección que había hecho junto con el peliblanco había hecho que su mente estallara en sentires y emociones. La chica ubicó aquéllos que más le atrajeran y los escribió.

"Como piezas de rompecabezas, buscando la manera perfecta de combinarlos para lograr formar una hermosa imagen."

Pasaría mucho rato viendo, leyendo y releyendo todas las palabras, para al fin ponerles marcas para ordenarlas. Perdió la noción del tiempo, hasta que al fin tuvo algo que la satisfizo lo suficiente. Pero era prácticamente ilegible en su estado actual, necesitaba pasarlo a limpio.

Ha… Hanamura-san. Si no e-es mucha molestia… ¿Podría usar otra hoja de papel?

No era la primera vez que escribía poesía, pero sí la primera vez que estaba bastante cerca de compartirla con desconocidos. Estaba bastante claro que, si no fuese por el aspecto anónimo del segundo certamen, Ranko no estaría participando. Estaba segura de que su obra no ganaría, mas le animaba bastante haber tomado una decisión que, para ella, requería de un mar de voluntad.
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#99
El tiempo fluía de forma silenciosa, ocasionalmente interrumpido por el irregular sonido del grafito sobre el papel. Puede que el lento cambio en la inclinación de la luz solar que les llegaba a través de los arboles fuese un indicio, pero no era algo fácil de percibir si estaban centrados en su escritura.

Ha… Hanamura-san. Si no e-es mucha molestia… ¿Podría usar otra hoja de papel?

Seguro, utiliza las que hagan falta —respondió amablemente Kazuma. Luego coloco al centro de la mesa la pequeña libreta de hojas desprendibles.

Él también escribió hasta llenar tres de aquellas hojas pequeñas, hasta colmarlas de palabras cernas en intención, pero sin orden ante la vista. Como su compañera, decidió verter lo recogido durante su lluvia de ideas en un solo cántaro de papel. La elección no fue fácil; pues todas les parecían dignas de ingresar en el poema, más las limitaciones del estilo y del espacio requerían que dejase que muchas de ellas se evaporaran.

Luego de un rato dio con lo que podría llamarse forma final, o algo mínimamente presentable como poesía.

He terminado, ¿y tú Ranko-san? —pregunto, sosteniendo su poema en aquella humilde y pálida hoja de papel.
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Kazuma había escrito mucho más que Ranko, al menos en bosquejos y borradores, en piezas para armar su arte. La chica tomó otra hoja y, respirando profundamente, comenzó a trazar las líneas. Así como el peliblanco se había esforzado por hacer una representación que fuese de acorde con su poesía carnicera, Ranko se esforzó por dibujar los trazos con sumo cuidado y pulcritud.

Cuando terminó de escribir las diecisiete líneas de su haiku, alejó la hoja de sí para darle un mejor vistazo. Luego leyó y releyó su contenido, imaginando cómo reaccionarían los jueces al evaluarlo.

"¿Debería firmarlo? Digo, con un pseudónimo. O solo poner 'anónimo'. Creo que le haría falta eso, no sé…"

Cuando alzó la mirada, vio que Kazuma había concluido su escrito también. Él le preguntó si estaba lista, a lo que Ranko asintió.

C-creo que está bien… E-es corto, pero… pero así debe de ser.

Dudó de si debería mostrarle su poema. Si ganaba, lo leerían muchas personas, así que ¿Por qué no? Pero si no salía seleccionada, aquella obra moriría allí, y no tendría que preocuparse porque la viesen. Además, Kazuma había sido sumamente amable y bienintencionado. Tal vez, y sólo tal vez, podría confiarle su escrito.

Q… Quiere… ¿Quiere Ha-Hanamura-s-san… leerlo?

Un ligero temblor recorrió sus manos, pues la pena le embargaba, pero no se sentiría desanimada por ello .
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C-creo que está bien… E-es corto, pero… pero así debe de ser.

Eso está bien: mi poeta predilecto afirmaba que en la escritura deben usarse la cantidad justa de palabras y prescindir de todo lo superfluo —reconoció.

Q… Quiere… ¿Quiere Ha-Hanamura-s-san… leerlo?

Aquello tomo por sorpresa al peliblanco, quien solo alcanzo a sonreír torpemente. Se había planteado el pedirle a Ranko un vistazo de su poema; pues era lo común en las sesiones de escritura y similares, pero supuso que quizás fuese algo demasiado atrevido para alguien tan tímida como ella.

Me gustaría mucho, Ranko-san —comento amablemente, para luego retribuirle—: pero solo si aceptas leer el mío… Ya sabes, para estar iguales.
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Kazuma la alentó a usar la longitud correcta por sobre escribir palabras de más. Luego, el peliblanco sonrió torpe pero sinceramente. Aceptó la tímida propuesta de Ranko, con la condición de que ella también leyera su poema. La chica asintió, con una suave sonrisa y un suave rubor sobre sus suaves mejillas.

Con una mano levemente temblorosa, pasó la hoja donde había escrito su haiku. Sólo había catorce caracteres escritos:

枯野のに
Kareno noni
Aun en un campo marchito


天目指して咲く
tenmezashite saku
florece apuntando a los cielos


白蘭哉

hakuran kana
la orquídea blanca.


La mirada de Ranko estaría fija sobre la mesa, intentando evitar ver el rostro de su compañero por el momento. Esperaría a que Kazuma emitiese un juicio, positivo o negativo, o bien leería con detenimiento la obra del chico, en caso de que decidiese mostrársela.

¿Q-q-qué ta… qué tal…? ¿qué tal que-quedó? —preguntaría con voz temblorosa después de un rato.
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La muchacha deslizo su escrito hasta dejarlo al alcance de Kazuma, quien lo tomo con solemnidad y lo acerco a su rostro. De alguna manera esperaba algo mucho más delicado, una expresión mucho más frágil, como la de un diente de león; pero resultaba que hay estaba plasmada una fuerza y una determinación que serían difíciles adivinar viendo la superficie de Ranko, y que aun así subyacían en su interior.

¿Q-q-qué ta… qué tal…? ¿qué tal que-quedó? —preguntaría con voz temblorosa después de un rato.

Es hermoso, Ranko-san —aseguro, mientras la miraba fijamente con una mescla de respeto y agrado—. Sobre todo en la parte de “florece apuntando a los cielos”; ha hecho que… ya sabes, esa cosa que es como un arroyo que sube por la espalda y el cuello…

Era aquella sensación de energía liberada que se sentía con la música cuando es sobrecogedora y sublime; una sensación conocida por todos, pero cuyo nombre él no sabía.

Este es el mío —correspondió, deslizando su poema hasta dejarlo cerca de las manos de la muchacha—. Una prosa… un poco más larga.

El gato

Me eh encontrado con el último aliento de un gato negro; con su eco juro el haber poseído siete vidas. Los dioses acusaron a los demonios de dispensar tan profano don, estos a su vez denunciaron el origen divino de semejante maleficio.

Relató, con risa burlona y arrogante, la manera de jugar con sus vidas y develar los misterios del todo. Acaso por capricho, me permitió saborear la sensualidad del misterio, la identidad de los dioses, la debilidad de los demonios, la pena de los fantasmas y el pensamiento de los budas.

Finalmente, el maullido se dispersa en la luz del plenilunio; la curiosidad ha matado al gato, pero este murió sabiendo… Ahora soy yo su continuidad, quizás otra pregunta en una octava vida.
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¡A Kazuma le había gustado su haiku! Ranko enrojeció levemente de la emoción, a pesar de que la pena le carcomía las entrañas. Las palabras del peliblanco le inspiraron a aceptar que tal vez (y solo tal vez) no era tan mala como creía.

¡M-m-muchas gracias, Ha-Hanamura-san! —Le dedicó una pequeña reverencia desde su lugar. Luego intentó dar con la palabra que se le escapaba al chico —. Ahm… ¿Escalofríos? ¿Piel de gallina? Ahm… N-no se me ocurre qué puede ser… Pero creo saber a qué se refiere ¡Muchas gracias! —repitió, antes de tomar el papel donde estaba la obra del chico y acercarlo a sí.

El gato.

Ranko lo leyó detenidamente un par de veces. Al inicio fue un tanto extraño, pero conforme avanzaba en las líneas de prosa, fue comprendiendo. O al menos eso le pareció. Alguien se encontraba con un gato moribundo.

"A punto de morir se burla de las vidas que ha pasado. ¿Ha valido la pena llegar a ese punto? ¿Está satisfecho de perecer solo por haber visto algo que quería ver? Aquella otra persona ¿Llegará igual de lejos sólo para satisfacer esa… curiosidad?”

Ranko guardó silencio por varios segundos.

Hanamura-san. Es… Es bastante, bastante interesante. L-le da… creo… Le da un peso sumamente importante a… al conocimiento. Me hace preguntarme s-si… Si Hanamura-san e-estaría dispuesto a llegar ta… tan lejos. Como el gato.

Una última lectura le hizo darse cuenta de un par de cuestiones de ortografía, y pensó seriamente en si decirle o no. Las correcciones ortográficas podrían ser mal vistas por algunos, por lo que no sabía si tendría la sutileza suficiente como para hacer el comentario. Por otro lado, no sería muy amable dejar que Kazuma participase a sabiendas de que podrían descontarle algunos puntos por ello.

¿Ha… Hanamura-san? N-no me lo tome a mal, es solo que… Bueno… C-creo q-que aquí… y aquí… Debería e-e-escribirse d-diferente. —Señaló en la primera línea ell “eh”, que debería ser “he” y el “juro”, que debería ser “juró”. Su dedo temblaba más que su voz, y sus ojos pronto se perdieron en la infinidad de la mesa de piedra.
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Hanamura-san. Es… Es bastante, bastante interesante. L-le da… creo… Le da un peso sumamente importante a… al conocimiento. Me hace preguntarme s-si… Si Hanamura-san e-estaría dispuesto a llegar ta… tan lejos. Como el gato.

Puede ser, siento que quedarse con la duda es peor que las consecuencias del preguntar —aclaro, sin saber si el pudiera llegar tan lejos—. Además, me llaman la atención los gatos: antes de salir de mi pueblo jamás había visto uno; y me causa curiosidad el cómo se comportan, como si supiesen algo que los ajenos a su especia ignoran.

¿Ha… Hanamura-san? N-no me lo tome a mal, es solo que… Bueno… C-creo q-que aquí… y aquí… Debería e-e-escribirse d-diferente. —Señaló en la primera línea ell “eh”, que debería ser “he” y el “juro”, que debería ser “juró”. Su dedo temblaba más que su voz, y sus ojos pronto se perdieron en la infinidad de la mesa de piedra.

Kazuma tomo el papel, confirmo lo dicho y sonrió.

Gracias, Ranko-san —dijo mientras tomaba una nueva hoja de papel, para transcribir la versión corregida—. Supongo que ahora es una segunda edición, y yo conservare la edición príncipe.

Su propio chiste le causo un poco de gracia y dejo escapar una juvenil risilla. Pensó en que quizás Ranko le estuviese viendo, así que se detuvo y le dirigió algunas palabras.

Las correcciones son siempre bienvenidas, Ranko-san… Me gusta que la gente sea, en la medida de lo posible, sincera al referirse a mí.

»Ya sabes, es como dice la canción: “Y agradecer aunque muy doloroso, el trozo de verdad que guarda el pecho ajeno”.
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