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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
La lluvia seguía cayendo tan suave y fría como cuando inicio todo aquel problema. Kazuma se quedó observando al sujeto que yacía como espectador en la puerta del restaurante, pero este solo se limitaba a sonreír. El mafioso parecía ser completamente indiferente al peligro que representaba el espadachín, pero este era consciente de que en ningún momento había bajado la guardia.

Bien hecho, chicos —les hablo a ambos mientras aplaudía lentamente—. Han logrado entretenerme un rato.

El sujeto no se mostraba preocupado en lo más mínimo por la situación en la que se encontraban sus hombres. Algunos estaban heridos solo superficialmente, pero otros requerían asistencia médica inmediata. La cuestión era que al Ishimura aquellos sujetos no le importaban para nada, pero si su jefe y líder tenía el mismo sentir ¿Qué sería de ellos?

Díganme ¿También se han divertido? —Preguntó a ambos con un molesto tono animado—. Pero que pregunta la mía, es obvio que lo han disfrutado, se les puede ver en el rostro, jejeje.

Entonces… ¿Te ha parecido divertido todo esto? —preguntó fría pero cordialmente—. ¡Bien! Porque seguramente te va a encantar cuando te corte los brazos y las piernas.

El de cabellos blancos depósito una mirada afilada y desafiante en los verdes ojos de aquel siniestro sujeto. Lo cierto era que se sentía un poco mareado y adolorido, pero no tenía intenciones de permitir que aquel rufián se escapara como si nada y menos manteniendo aquella sonrisa burlona. Le costaba admitirlo, pero quería verlo rogando por piedad.

¡Que maravilloso! —Exclamó de repente mientras levantaba los brazos hacia el cielo y luego los bajaba para abrazarse a sí mismo—. No sabes el tiempo que tenía sin encontrarme a alguien tan diametralmente opuesto a mí.

Ya me he decidido… —de repente su mirada y su voz se tornaron sombrías—. Definitivamente... Voy a matarte.

El de ojos grises quito la cobertura de chakra de su espada y en ese momento un destello proveniente del cielo reflejo en su hoja un color carmesí similar al de la sangre. Se estaba dejando llevar por su deseo de pelear y estaba cayendo en la imprudencia, pero Bohimei lo apoyaba y desde su interior le suplicaba que no dejará escapar vivo al de los ojos verdes.

«No hay nada como enfrentar y abatir a un oponente digno de tu sed de sangre —susurro en su interior—. ¿No es así, mi amo?»

No puedo soportar las ganas de jugar contigo, amiguito —se separó de la puerta y comenzó a caminar los veinte metros que lo separaba del espadachín—. Pero debes tener cuidado, si me emociono demasiado podría terminar matándote —sus ojos se abrieron por completo y dejaron escapar todo una lluvia de intenciones macabras—. No quiero que lo malinterpretes, pero no quiero matarte, solo quiero hacerte sufrir un poco… O puede que mucho, dependiendo de si cumples con mis expectativas.

Lo cierto era que dada la situación puede que fuese un oponente al cual tenía pocas posibilidades de vencer en solitario, pero aquello no iba impedir que le hiciera frente. Mientras tanto, Datsue sería testigo de cómo el sujeto comenzaba a caminar hacia Kazuma luego de escucharles intercambiar aquel conjunto de frases ominosas. Incluso dentro del restaurante se manifestó un ambiente que solo podía preceder a la muerte de alguien.
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#62
Dolorido, cansado y sin fuerzas, Datsue logró ponerse en pie. La situación, pese a haber mejorado una barbaridad, seguía lejos de ser buena. El jefe, el hombre al que todos parecían temer, seguía tan tranquilo como siempre. Como si toda aquella demostración de fuerza y poder tan sólo fuese un pequeño divertimento para él.

Me gustaría cargármelo.

No entendía sus motivaciones. Ni su total falta de empatía por sus hombres. Ni su exasperante tranquilidad en una situación como aquella. Y, ni mucho menos, sus ganas de jugar con ellos pero sin matarlos, como si sólo fuesen un par de muñecos con los que echarse las risas un rato. Ni siquiera les tomaba en serio. Quizá por eso, el Uchiha tenía más ganas que nunca de ayudar a Kazuma en su intento por matarle.

Pero su deseo luchaba de forma feroz con el más fuerte de sus instintos: la supervivencia. Justo ahora que se enfrentaba al shinobi de Uzu, Datsue tenía una oportunidad para escapar. Una abertura que fácilmente podía aprovechar con un Sushin no Jutsu para poner tierra de por medio a aquella locura.

Debería marcharme. Debería marcharme y que le diesen por culo a todo esto. Avisar a unos guardias y volver al maldito hotel y olvidarme de todo. Pero joder, si hago eso igual este imbécil se sale con la suya y escapa… ¡Mierda, joder! ¿Por qué me resulta tan terriblemente odioso? Tsk… No te dejes llevar por las emociones, Datsue. Piensa… Si este tipo sigue aquí, sin inmutarse por nada de lo que acaba de ver, es que está muy seguro de sí mismo. Esconde un as bajo la manga que ni yo ni Kazuma alcanzamos a ver todavía. Sí… Ahora lo veo claro. Nuestras probabilidades de vencerle son…

NULAS.
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



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#63
El sujeto se movía seguro y sin preocupaciones aparentes. Incluso se podría decir que le preocupaba más la lluvia que el chico con la afilada espada que yacía frente a él. Sin duda Kazuma tenía bastante experiencia en combate, pero aquel sujeto parecía tener mucha más que él. Y no solo eso, sino que también sus ojos dejaban escapar un brillo que de alguna forma juraba que ya había visto morir a mucha gente.

«Ya no hay marcha atrás —tomó aire y se colocó en posición—. Aquí vamos.»

Entre ambos solo estaba el sonido de la lluvia y aquellas nubes que serían testigo de lo que estaba a punto de suceder. Uno que otro relámpago ocasional les iluminaba y dibujaba sombras distorsionadas sobre la calle encharcada. Cuando se encontraban a tan solo un metro de distancia un trueno resonó y dio la señal para que la pelea diera inicio.

El primero en moverse fue el de piel morena, quien aprovechando su alcance superior arrojó un inmisericorde tajo a la garganta de su enemigo. El ataque demostró tomar por sorpresa al sujeto, que no esperaba que el chico se arrojase a matar desde el primer movimiento. Evadió el golpe con relativa facilidad, pero de igual forma alcanzó su sombrero arrancándoselo y revelando una elegante cabellera castaña debajo.

El ataque de antes y este estaban dirigidos a puntos vitales —reconoció aun con una sonrisa en el rostro—. Debo admitir que es en extremo inusual que un chiquillo como tú carezca de dudas a la hora de tomar una vida.

El de Uzu dio un paso hacia la izquierda y de nuevo retomo el ataque. El de cabellos castaños esquivo un tajo lateral y procedió a arrojar una potente bofetada al rostro del joven, pero este atrajo y posiciono su katana de modo que para que acertara tal ataque tendría que rebanarse unos cuantos dedos.

Espléndido, parece que también tiene experiencia en combates serios —juzgo aquello luego de frenar su ataque y retroceder—. Eres un chico extraño y agradable, me gustaría conversar contigo largo y tendido.

Tsk, tsk… Pronto tendrás la oportunidad de conversar con el filo de mi espada. —El Ishimura comenzaba a sentirse molesto por el hecho de que su oponente seguía jugando cuando él ya había lanzado dos golpes serios.

El siguiente movimiento fue por parte del de ojos verdes que se acercó lentamente hacia su objetivo. El espadachín lanzó un tajo flojo que fue esquivado. Una mano se acercó silenciosa hacia su cuello, pero logró girar a tiempo sobre su pie izquierdo y esquivar el “ataque” mientras quedaba de espalda al local. El matón se giró como si nada y volvió a acercarse. Fue correspondido con una estocada directo a su corazón. La esquivo y trato de alcanzar el cuello del joven que ahora yacía en una posición baja.

Te has descuidado, amiguito. —Aseguro con confianza.

Pero entonces el joven de cabellos blancos sonrió. Dejó que sus pies resbalaran por encima del charco donde se encontraban, lo cual lo alejó por completo de la trayectoria de ataque. Cuando tuvo a su alcance el costado descubierto de su oponente reunió todo el chakra que pudo en sus pies para frenar y estabilizarse. En cuanto estuvo en posición arrojó un mortal e ineludible corte hacia aquel costillar.

El de tez morena no supo con exactitud qué fue lo que paso, solo supo que aquel par de ojos le observaron durante un ínfimo instante y que luego yacía volando hacia atrás por causa de un golpe tremendo. Su cuerpo cruzó la puerta abierta del restaurante hasta estrellarse contra una mesa que estaba justo al lado de Datsue. La mesa se quebró y el chico quedó semi inconsciente mientras que como una sombra siniestra el sujeto se paraba en la puerta y cruzaba miradas con el Uchiha.

No te sientas excluido, compañero, tú también puedes unirte a la diversión. —Se lo decía al único ser posible en ese momento, es decir al chico de Taki.
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#64
¿Qué demonios…?

Kazuma acababa de cruzar volando medio restaurante para estrellarse contra una de las mesas, ante la mirada incrédula de Datsue. ¿Cómo cojones lo ha hecho? Ni siquiera su Sharingan había logrado captar el movimiento que había desencadenado en la derrota de su compañero.

El as bajo la manga. Era lo que había pensado Datsue momentos atrás. Sólo así se explicaba la insultante seguridad en sí mismo que exhibía aquel hombre, y Datsue acababa de ver de qué se trataba ese as. Pero, si pretendía vencer, más le valía descubrir el truco bajo la magia.

No te sientas excluido, compañero, tú también puedes unirte a la diversión.

Datsue alzó las cejas y sonrió, como si estuviese encantado con la idea.

No sabes cuánto me alegra oír eso. ¿A quién no le gusta pegarse de hostias hasta la muerte? —dijo, con evidente ironía. Mierda. Se ha colocado justo en la puerta… Tengo que sacarlo de ahí como sea.

Tratando de aparentar una tranquilidad que de lejos tenía, caminó entre las mesas y sillas tiradas mientras rebuscaba con la diestra en uno de sus bolsillos. De pronto se detuvo, cogió un plato que había sobre una mesa y… se lo tiró a la cabeza como quien tira un disco volador.

Sin preámbulos, ni palabras bonitas ni filigranas. Obviamente, aquel movimiento no había sido del todo inconsciente. Previamente, al coger el plato, había pegado con todo el disimulo del que fue capaz un sello explosivo sobre la parte inferior.

La estrategia no podía ser más clara: realizar el sello de la Serpiente y detonar el plato en cuanto el bandido estuviese en el rango de la explosión. ¿Funcionaría una táctica tan simple? Eso estaba a punto de descubrirlo…
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#65
El elegante plato de porcelana voló raudo y feroz hacia aquel sujeto de intenciones siniestras. Datsue seria testigo de cómo su oponente se mantenía con indiferencia total hacia el objeto que se acercaba volando hacia él. Era como si no le preocupara en lo más mínimo lo que pudiese pasar.

De pronto hubo una explosión en la entrada del restaurante. Algunos solo verían al pequeño platillo estallar como por arte de magia, mientras que otros solo podrían observar como el Uchiha hacia un sello manual. En la puerta, lugar donde ocurrió el estallido, solo quedo un montón de guijarros quemados y el abrigo que le había pertenecido al sujeto que tantos problemas había dado.

Todos se quedaron expectantes y curiosos, pero nadie se atrevió a moverse de donde estaban. Quizás el sujeto había resultado herido y por tanto se vio obligado a escapar. Después de todo, todos los presentes fueron testigos de cómo el plato le alcanzaba justo antes de que explotara.

Cielos… —de repente Kazuma parecía regresar con dificultad al mundo de los que estaban conscientes—. ¿Qué fue ese ruido? ¿Por qué estoy aquí? Y ¿Dónde está aquel sujeto?

Se mostraba desorientado y un poco fuera de lugar, probablemente debido a que había estado prácticamente inconsciente por unos minutos. Lo primero que hizo fue levantarse, con obvia dificultad, y centrar su aún nublada vista en Datsue, quien yacía de pie a unos metros de donde estaba el.

El local seguía en un incomodo silencio, por alguna razón nadie hablaba o se movía, todos parecían estar esperando algo terrible. El Ishimura se apoyó en una mesa y alcanzó a ver en el portal aquella vestimenta a medio quemar tirada en el suelo. Por su mente pasó la misma pregunta que todos se estaban haciendo; ¿Dónde estaba el sujeto con el cual habían estado peleando?
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#66
¿Kawarimi?

No había alcanzado a distinguir ningún sello por parte del hombre, pero su repentina desaparición le invitaba a pensarlo. Aunque con el Kawarimi te intercambias con un objeto, y él simplemente ha dejado su chaqueta atrás… No, tiene que ser otra cosa.

Cielos… —de repente Kazuma parecía regresar con dificultad al mundo de los que estaban conscientes—. ¿Qué fue ese ruido? ¿Por qué estoy aquí? Y ¿Dónde está aquel sujeto?

Datsue hinchó los carrillos y dejó escapar el aire lentamente.

Ese ruido fue la explosión de un sello explosivo. Estás aquí por…—Datsue se rascó la cabeza—. Bueno, esa es una buena pregunta filosófica, sumamente interesante, desde luego, pero como comprenderás no tengo la cabeza ahora mismo lo suficientemente centrada como para responderte. Y, respecto al sujeto… ¿Dónde iba a estar? —preguntó con sorna—. A kilómetros de aquí, por supuesto. En cuanto ha visto que me he puesto serio se ha cagado por la pata abajo y se ha ido con el rabo entre las piernasEso, o está tras las sombras esperando a darnos otra sorpresita… ¿Pero a quién pretendo engañar? Claro que no se ha acojonado. Pero entonces… ¿a dónde mierda se ha ido?
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#67
En lo inmediato Datsue respondió a las preguntas que repentinamente le habían formulado. El sonido atronador que le había zarandeado fue producto de un sello explosivo. En cuanto al porqué estaba ahí, eso si no lo pudo responder. El Ishimura solo recordaba una especie de puño que se veía borroso y el sentimiento de sus pies levantándose del suelo. Tampoco es como si tuviera mucha importancia ya, aunque si aquel sujeto tenía la fuerza suficiente para mandarlo volando así… Tendría que andarse con cuidado, más que antes.

Y, respecto al sujeto… ¿Dónde iba a estar? —Preguntó con sorna—. A kilómetros de aquí, por supuesto. En cuanto ha visto que me he puesto serio se ha cagado por la pata abajo y se ha ido con el rabo entre las piernas.

¡¿Qué?! —Se agitó de repente pues no podía dar crédito a lo que escuchaba—. ¡No te lo creo! Ese rufián no parecía del tipo que se marcharía antes de conseguir quebrarte un hueso o dos.

Un par de personas le estaban ayudando a levantarse, pero el Ishimura se las sacudió rápidamente mientras apretaba con fuerza el mango de su espada y procedía a correr hacia la entrada del restaurante. Pese a la imprudencia que eso representaba, se acercó hasta donde estaban las marcas de quemadura. Observó el interior del local, puede que estuviese escondido entre las sombras, pero no hayo nada. Se asomó a las afueras, pero ahí solo estaban la lluvia, las nubes y unos seis cuerpos inertes.

¡Demonios! —Pateó una de las puertas quemadas, esta se rompió y cayó al suelo—. ¿Es que acaso hemos estado peleando contra un clon y nos han visto la cara de tontos?

Era en extremo inusual que el joven de ojos grises se alterase de aquella manera, pero cuando se trataba de su pasión por combatir la villanía el genio solía imponerse a la calma. En el fondo se sentía avergonzado, pero no por lo que pudieran estar pensando los civiles, sino por el hecho de que había perdido a su objetivo. No había nada más frustrante que el dejar un trabajo a medias y que tanto él como un colega shinobi fueran testigo de tal fracaso.

Entonces… ¿Eso fue todo? ¿Se acabó? —Preguntó mostrándose visiblemente decepcionado, como si acabara de tener un desamor.
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#68
¡¿Qué?! ¡No te lo creo! Ese rufián no parecía del tipo que se marcharía antes de conseguir quebrarte un hueso o dos.

Datsue suspiró.

En mi caso eso es difícil —dijo, mirando las palmas de sus manos. No era una bravuconada o una simple fanfarronería. Los huesos del Uchiha habían sido llevados al límite en varias ocasiones por los Senseis de la Academia, todas con idéntico resultado: sin un solo rasguño. Bueno, eso y que en dos ocasiones acabé en el hospital al desmayarme por el dolor... Mira que darme con un Dai Tsuchi en plena tibia... Malditos bárbaros. No guardaba especial buen recuerdo de aquella etapa en la Academia, en donde todos parecían querer poner a prueba su resistencia.

Kazuma se levantó e inspeccionó la salida del local. Parecía enfadado, incluso decepcionado.

¡Demonios! —Pateó una de las puertas quemadas, esta se rompió y cayó al suelo—. ¿Es que acaso hemos estado peleando contra un clon y nos han visto la cara de tontos?

No entendía a qué venía tanta decepción. ¿Acaso no se alegraba de permanecer con vida? Porque, en lo que respectaba al Uchiha, estaba del todo aliviado. Tenso, porque todavía no se acababa de creer que el bandido hubiese huido, pero aliviado.

Caminó hasta la chaqueta chamuscada que había dejado su oponente y la alzó entre el dedo índice y el pulgar, inspeccionándola con sus ojos teñidos por el Sharingan.

Si fuese un clon, esto hubiese desaparecido también —susurró para sí, pensativo, mientras hurgaba entre los bolsillos de la chaqueta. Con suerte, hallaría algo de dinero.

Entonces… ¿Eso fue todo? ¿Se acabó?

Datsue se encogió de hombros y soltó la chaqueta, que cayó de nuevo al suelo.

¿Quién sabe? —preguntó, saliendo también al exterior. Unas gotas de agua y un descenso brusco de temperatura le recibieron, mientras miraba de un lado a otro en busca del malhechor. Vale, parece que no hay peligro… Debería largarme cuanto antes, no vaya a ser que el tipo cambie de idea y se le ocurra volver. Aunque… ¿Y si nos está esperando? ¿Y si desde el principio quería que saliésemos del restaurante para llevarnos a una zona aislada y sin gente? Miró a Kazuma por el rabillo del ojo. Será mejor que no me separa de él… por el momento. Personalmente, espero que sí. No entiendo porqué estás tan enfadado, Kazuma.
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#69
¿Quién sabe? —Dijo sin darle mucha importancia.

Datsue se encontraba en la parte externa del restaurante, cerciorándose que no hubiese nada sospechoso. Lo cierto es que lucía bastante aliviado con la súbita desaparición de aquel perturbador enemigo... Lo cierto es que todos parecían aliviados y agradecidos.

«¿Pero escapar así? Cuando tiene toda la situación bajo control. —De pronto se fijó en que estaba empapado.

Aun con su espada en mano el joven salió del restaurante para situarse junto a su compañero. En el interior aún se escuchaban algunos murmullos de quienes no sabían qué hacer ahora, pero el plácido sonido de la lluvia apagaba aquellas voces casi por completo. Allí entre las charcas se podía apreciar el cuerpo y la sangre de quienes hace unos minutos fuesen unos arrogantes agresores, gente que era mejor intimidando que luchando.

Personalmente, espero que sí. No entiendo porqué estás tan enfadado, Kazuma. —El joven de ojos grises escuchó aquello y no pudo evitar bajar la mirada y dejar escapar un suspiro.

Cierto… ¿Por qué estás tan molesto, Kazuma-kun? —Era aquella inquietante voz burlona.

El joven de ojos grises levantó la mirada y entonces lo vio; Oculto detrás del Uchiha se encontraba aquel sujeto, como salido de la nada. Antes de que el mismo Datsue pudiese reaccionar, un brutal golpe en la quijada lo mandaría volando hacia la calle. Aquel de ojos verdes sonrió y observó a Kazuma, quien ya estaba levantando su espada para blandirla contra él, pero su enemigo fue más rápido y le propinó una patada que lo mandó junto a su compañero, cayéndole encima.

Habiendo quedado solo en aquella entrada el de cabellera castaña se devolvió a la parte interna para buscar su abrigo. Desde la puerta rota comenzó a caminar hacia donde se encontraban ambos jovencitos.

Chicos, ¿quieren que les cuente qué es lo que me parece más hermoso en el mundo?

El sujeto se mostraba absolutamente tranquilo, como si estuviera en una apacible tarde bebiendo té. Su sobretodo lo protegía de las frías gotas de agua de aquella tormenta primaveral, pero su cabello ya lucía empapado y chorreante. Observó como uno de sus compañeros de juegos trataba de levantarse y pudo sentir como una ola de satisfacción lo recorría. Tanta fue la emoción que tuvo que observar al cielo y respirar profundamente para controlar su necesidad de agredirlo.

Les diré… —planeaba responder su propia pregunta—. Es cuando le robas la esperanza a la gente, cuando creen que todo ha acabado y de repente descubren que se trataba solo de un engaño. Podría decirse que es a lo que me dedico… Y que lo he convertido en todo un arte.

»Ustedes aún conservan su espíritu de lucha, pero me pregunto... ¿Cuanto me tomara el quebrantarlo? Sonrio, porque sabia lo que procederia.
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#70
Cierto… ¿Por qué estás tan molesto, Kazuma-kun?

La sangre se le heló al oír aquella voz burlona a sus espaldas. Paralizado, ni siquiera tuvo tiempo a reaccionar para evadir un puñetazo que le mandó directamente al asfalto, cayendo sobre un charco de agua y empapándose la ropa.

Quiso levantarse rápido para no permanecer vulnerable, pero en cuanto sus músculos al fin reaccionaron alguien cayó sobre él, haciendo que besase de nuevo el asfalto.

¡Kazuma! —protestó—. Quita de ahí, hombre…

El Uchiha trató de quitárselo de encima, mientras contemplaba horrorizado la silueta de su agresor. No, no se había ido. Les había engañado como a niños pequeños.

Chicos, ¿quieren que les cuente qué es lo que me parece más hermoso en el mundo? Les diré… —planeaba responder su propia pregunta—. Es cuando le robas la esperanza a la gente, cuando creen que todo ha acabado y de repente descubren que se trataba solo de un engaño. Podría decirse que es a lo que me dedico… Y que lo he convertido en todo un arte.

»Ustedes aún conservan su espíritu de lucha, pero me pregunto... ¿Cuanto me tomara el quebrantarlo?


El hombre sonrió, y Datsue creyó que en aquel momento ya se lo había quebrantado. Sin embargo, se sorprendió a sí mismo al fijarse en sus manos, con los nudillos blancos por la fuerza en que los apretaba. No, todavía no estoy acabado.

Kazuma, trabajo en equipo —susurró al peliblanco, que todavía yacía al lado suya—. Voy a lanzar una bomba sonora… —dijo en voz baja, pero con contundencia—. Tápate los oídos y ataca justo después…

Sin esperar a su beneplácito, sacó rápidamente la bomba sonora de su portaobjetos y la lanzó a los pies del individuo, tapándose en el acto los oídos con ambos manos antes de escuchar el desgarrador sonido que produjo la explosión…

Estaba preparado. Más que nunca en su vida, sabía lo que tenía que hacer…
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#71
Busco la manera de levantarse y quitar su peso que había caído sobre su compañero. Noto que el cuello le dolía bastante, lo cual era raro pues aún tenía encima el efecto de los analgésicos. Se sentía como si en lugar de haber golpeado contra una persona, suave y blanda, hubiese caído sobre un montón de tubos y piedras.

Kazuma, trabajo en equipo —susurró al peliblanco, que todavía yacía al lado suya—. Voy a lanzar una bomba sonora… —dijo en voz baja, pero con contundencia—. Tápate los oídos y ataca justo después…

El Uchiha tomo velozmente aquel objeto y lo estrelló contra el suelo, justo enfrente de su enemigo. Al Ishimura apenas le dio tiempo de rodar hacia un lado y protegerse de aquel estruendo aturdidor. Por su parte, el del abrigo, se encontró a sí mismo desorientado por tan súbito ataque, pues no le dio tiempo de cubrirse los oídos.

«Es mi oportunidad.» —Se dijo a sí mismo al observar como su oponente bajaba la guardia.

En un instante guardó su katana; Su especialidad era el combate cuerpo a cuerpo, pero con aquel sujeto no iba a correr el riesgo de acercarse sin saber de que era capaz, al menos no de nuevo. De su pierna toma un Fūma Shuriken que en cuestión de instantse ya se encontraba desplegado y listo para ser arrojado. El de cabellos blancos le hizo girar y lo tiró con todas las fuerzas que pudo, deseando que alcanzase para al menos cortarle alguna extremidad a su enemigo.

El arma volaba feroz y mortal a medida que iba dejando una estela al cortar el aire frente a ella. Hacia un ruido amenazante, pero con los oídos tan sobreestimulados era poco probable que aquel sujeto notará el peligro antes de que fuese demasiado tarde.

¡¿Qué?! —Una sonrisa se asomo en el rostro del de ojos verdes.

Con una velocidad sorprendente el sujeto se reincorporo e intercepto el arma voladora, frenando en seco su rotación y sujetándola por la anilla central. Cerró su mano y el acero cedió, quebrándose y dejando solo las cuchillas que formaban el filo de aquella arma. El de ojos grises no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Una nueva sonrisa y entonces tomó las cuatro aspas que habían quedado y las arrojó con una velocidad casi imposible hacía ambos chicos, utilizando ambas manos y disponiendo de dos filos para cada uno.
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#72
… Estaba preparado. Sabía lo que tenía que hacer. Lo había sabido desde que había lanzado aquella bomba sonora. No, mucho antes… Desde que Kazuma se enfrentó a este tipo por primera vez.

Se levantó, al tiempo que Kazuma lanzaba su Fūma Shuriken. Por un momento, tuvo esperanza. Dejó que el optimismo embriagase su ser y se permitió el lujo de no hacer caso al hormigueo que sentía en su mano derecha.

Pero el rayo de esperanza se desvaneció, como el último rayo crepuscular en una tarde de invierno, y la oscuridad de una noche cerrada recibió a ambos shinobis. Sin embargo, Datsue tenía miedo a esa oscuridad. Le tenía pánico.

Pero gracias a ese pánico, estuvo preparado. Gracias a ese pánico, pudo formar el sello del carnero con la diestra y dejar a su compañero atrás…

… El Sunshin no Jutsu se ejecutó instantes antes de recibir las cuchillas del Fūma Shuriken, evadiendo el ataque a la vez que se materializaba a cientos de metros de distancia. En un segundo, su cuerpo ya no estaba al lado de Kazuma, sino en la plaza en la que ambos habían coincidido cuando se había montado el primer jaleo. Lejos del peligro. Lejos de una noche sin luna.

El cuerpo de Datsue se dobló en dos y se llevó las manos a las rodillas, temblorosas. Le fallaban las fuerzas y respiraba con dificultad. Jamás había usado el Sunshin para cubrir una distancia tan larga, y el tremendo gasto de chakra de golpe le había dejado exhausto, indefenso.

Dejó caerse de culo al suelo, con la lluvia golpeándole el rostro y una sensación desagradable formándose en el estómago. Había tenido la misma sensación cuando había abandonado a Ayame en la taberna de un pueblo de mala muerte. La diferencia era que, aquella vez, alguien podía pagar con su vida las consecuencias…
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Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

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Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#73
Ambas cuchillas volaban veloces hacia él, amenazando con liberarlo del peso que representaban un par de brazos. Tendría que agradecer sus buenos reflejos, pues en el segundo justo logró canalizar una buena cantidad de chakra en cada una de sus manos, con aquella técnica de kenjutsu para bloquear los filos. Aquellas aspas golpearon las palmas de sus manos y luego salieron volando en distintas direcciones mientras él se tambaleaba por la fuerza que llevaban.

¿Estás bien? —Preocupándose por aquel chico, se giró hacia donde se suponía que estaba, pero ahí ya no había nada.

Ah sí, el muchacho Uchiha utilizó la técnica de parpadeo corporal para huir —aseguro mostrándose algo decepcionado—. Pensé en detenerlo, pero me parece que no tenía intenciones de seguir luchando.

Y con eso el Ishimura se había quedado solo ante aquel enemigo formidable. Mientras las personas del restaurante decidieron seguir el ejemplo del de cabellos negros y comenzaron a abandonar a toda prisa el local mientras que el espadachín hacía de carnada viva para mantener entretenido a aquel matón. La lluvia seguía cayendo con fuerza y los truenos retumbando sobre ellos, cuando se convirtieron en las únicas dos personas que seguían ahí.

«Rayos, no pensé que me abandonaría en el momento crucial —la situación pasaba de ser difícil de manejar a casi imposible de superar—. ¿Será que creyó que en realidad trate de apuñalarlo? —recordó la mirada rojiza en aquel instante y la extraña sensación de que no le perdonaría tal ultraje que transmitía—. Pero el muy degenerado ni siquiera me agradeció por la comida…»

Luces muy calmado como para ser alguien a quien su compañero acaba de condenar. —Le dijo de repente al de cabellos blancos.

Está bien, pues de todas formas me sentía mal por haberlo involucrado en todo esto —aseguro levantando la vista al cielo—. Lo único que me molesta es que ese “cobarde” logró borrar aquella insoportable sonrisa de tu rostro antes que yo.

Ya veo... Inclusive diría que te vez más determinado que antes —dijo mientras aquella sonrisa volvía a dibujarse en su rostro—. Te entiendo, a mí tampoco me gusta compartir la diversión.

El joven plantó sus ojos grises sobre aquel sujeto y en un instante su mirada transmitió una abrumadora amalgama de calma e instinto predador. Comenzaba a sentirse cerca de su mejor condición emocional, pues sin alguien de quien preocuparse podría pelear sin limitaciones. Se ajustó los guantes y sacudió su cabello con total despreocupación, entendía que su oponente no arruinaría tan maravilloso momento apresurándose. Desenvaino lentamente a Bohimei y los susurros de esta hicieron que el fuego y el hielo se manifestaran en su ser, y que la paz y la adrenalina se arremolinaran como nubes en su interior.

«Solo espero que recuerde nuestra apuesta.» —Fue lo que cruzó por su mente antes de arrojarse al combate.

A una calles de allí...

La gente que había huido de aquel restaurante se encontraba corriendo por las calles vacías. Salpicando el agua de los charcos mientras trataban de alejarse de aquel peligro que estuvo tan cerca de atraparles. Iban en un grupo bastante variopinto, pero todos tenían, al menos, tres cosas en común; el miedo que les movía hacia adelante, la preocupación por el chico que dejaron atrás y la incertidumbre del destino de aquel que había desaparecido.

De pronto el grupo pasó por una plaza y no pudo evitar ver a aquel chico de cabellos negros por el cual se habían preguntado durante un rato. Ante el desconocimiento de que hacer, la gente se acercó para rodearlo y hacerle preguntas. Era la única figura a la cual podían acudir en aquel momento, pues para todos era claro que era un ninja y que podía hacer algo al respecto.

Tu amigo se ha quedado combatiendo. —Le dijo una de las camareras.

Debes de ayudarlo. —Le apresuro un señor regordete.

¡Lo van a matar si se queda solo! —Le gritó una niñita.

La gente le gritaba y le suplicaba, pero el jovencito se mostraba completamente tembloroso y cansado.

¿Lo vas a abandonar? —Preguntó con indignación uno de los cocineros.

Eres un ninja ¿cierto? Haz algo entonces —Le apremió una anciana flacucha.

Las personas que le rodeaban comienzaron a comprender el terrible destino que le esperaba a aquel valiente de cabellos blancos, pues el Uchiha parecía ser insensible a sus palabras.

¡Este es un cobarde, déjenlo y busquemos a la guardia de la ciudad! —Exclamaron varios de ellos, con un tono de desprecio absoluto que pesaba tanto como lo hace el remordimiento.

Mis padres me habían dicho que las cosas terrible que decían sobre usted en los periódicos eran mentira —aseguro gimoteando un niñito, uno de aquellos que considera a los ninjas como una especie de superhéroes—, pero veo que todo lo que escribieron era cierto… Que decepción. —El chico se fue corriendo entre lágrimas invisibles por la lluvia, mientras que el grupo se alejaba entre abucheos. Lo único que dejaron atrás fue una profunda sensación de vergüenza, desprecio y una soledad que abruma el alma.

Es como decían —dijo alguien entre la multitud—. Solo conoce las deshonra y la desgracia.
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#74
Datsue elevó la cabeza al oír un montón de pasos acercándose. Entornó los ojos y los reconoció: eran los clientes y camareros del restaurante.

Tu amigo se ha quedado combatiendo. —Le dijo una de las camareras.

Lo sé.

Debes de ayudarlo. —Le apresuro un señor regordete.

Ayúdale tú, no te jode…

¡Lo van a matar si se queda solo! —Le gritó una niñita.

Gajes del oficio. Algún día lo comprenderás, pequeña.

La gente le gritaba y le suplicaba, pero Datsue estaba tan cansado que ni tenía fuerzas para responderles.

¿Lo vas a abandonar? —Preguntó con indignación uno de los cocineros.

Oye, me estáis tocando los…

Eres un ninja ¿cierto? Haz algo entonces —Le apremió una anciana flacucha.

Datsue apretó las mandíbulas, mientras una sombra cruzaba su rostro. ¿Por qué tanta presión para que se tirase de cabeza a una muerte segura? ¿Por qué le atosigaban tanto, si ellos, en esencia, habían huido de la misma forma que él?

¡Este es un cobarde, déjenlo y busquemos a la guardia de la ciudad! —Exclamaron varios de ellos, con un tono de desprecio absoluto.

Qué quieres que te diga… Los héroes mueren antes que los cobardes. Y yo quiero tener una vida longeva. Aun así, el comentario le había dolido más de lo que quería reconocer.

Mis padres me habían dicho que las cosas terribles que decían sobre usted en los periódicos eran mentira —aseguro gimoteando un niñito, uno de aquellos que considera a los ninjas como una especie de superhéroes. Le recordó terriblemente a él mismo cuando tenía su edad—, pero veo que todo lo que escribieron era cierto… Que decepción.

Oye, chico…

Pero el niño ya se había ido, corriendo entre lágrimas invisibles por la lluvia y uniéndose al grupo que se alejaba entre abucheos.

Es como decían. —Logró oír entre la multitud, cada vez más alejada—. Solo conoce las deshonra y la desgracia.

¡Tsk! —Había soportado muchas humillaciones en su vida, pero aquel linchamiento público superaba cualquier límite razonable—. ¡Y ya está! ¡¿No?! —les gritó, enfurecido, mientras se levantaba con rabia del suelo—. ¡Ya habéis dicho lo que necesitabais para sentiros mejor, eh! —Apretó los puños, que se tornaron blancos por la fuerza—. Malditos hijos de puta —murmuró, con los labios temblándole—. Después de huir como yo… Después de hacer EXACTAMENTE lo mismo que yo… ¡Le echáis la culpa al malo y os libráis de toda conciencia, eh! ¿¡Y en qué os convierte eso a vosotros!? —preguntó con la voz a punto de romperse—. ¡¿En los buenos?!

Dio una patada a un caldero vacío que estaba tirado en la calle, que salió desperdigado en decenas de astillas.

No me jodáis… —gimoteó, mientras escondía el rostro con el antebrazo y se apoyaba contra una pared. Luego, frustrado, dio un golpe al muro con la base del puño—. No me jodáis… —repitió, mientras el llanto le henchía el pecho y se le escapaba entre sollozos por su pequeña garganta...
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



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#75
Para el momento en que la guardia de la ciudad llegó al sitio de la pelea todo había acabado. Eran un grupo de seis samuráis novatos que, aunque flojos, no pudieron eludir el angustioso pedido de ayuda de las personas del restaurante. Lo que encontraron en aquel lugar los dejo perturbados y desconcertados a partes iguales. La calle estaba completamente destrozada, como si hubiese pasado un huracán o como si se hubiera librado una batalla entre dos grupos fuertemente armados de samurais.

¿Qué fue lo que pasó aquí? —Le costaba comprender las dimensiones del daño—. Dijeron que había una pelea, pero más bien parece que hubiese habido una guerra.

¡Miren ahí! —gritó señalando al medio de la calle—. Encaja con la descripción que nos habían dado.

Piel morena y cabello blanco, si, debe ser el muchacho. —Intuyo el que hacía de líder.

En el centro de todo aquel desastre se encontraba Kazuma. Se le veía de pie y tembloroso, con la espada clavada en el suelo a manera de apoyo. Todo el espacio a su alrededor daba muestras de la ferocidad del combate que había librado. Había postes rotos y tapas de alcantarilla incrustadas en varios sitios. Había docenas de surcos en el suelo y en las paredes como si un gigante, con una espada igual de grande, se hubiera vuelto loco.

¡No... No necesito de su ayuda! —exclamó en cuanto lo rodearon, pero resultaba poco creíble con todos aquellos golpes y con la sangre que le manaba de múltiples heridas—. ¡DEMONIOSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS! —Gritó a todo pulmón.

Se sentía terriblemente avergonzado, tamaña humillación era algo nuevo para él. Lo más molesto era la cara de aquellos sujetos que lucían impresionados. Lo cierto era que… Su enemigo le había dejado escapar. A él, un cazador de matones que no comprendía el concepto de piedad en ninguna de sus empresas. A él, aquel sujeto le mostró misericordia con el pretexto de que le perdonaba la vida por que tenia la esperanza de que lo buscara cuando fuera más fuerte. El muy desgraciado no utilizo ni la mitad de fuerza, mientras que el Ishimura tuvo que jugarse la vida en cada movimiento para poder seguirle el ritmo. Utilizo todo lo que sabía, cada táctica, cada técnica e incluso intentó algunas totalmente nuevas e impresionantes durante la pelea, pero al final no fue suficiente. Al final nada de lo que entrego fue suficiente.

Recuerda mi nombre como yo recordare el tuyo, Umisora Harikēn… —la lluvia cesó y entre la nubes se abrió una brecha que permitió que los cálidos y dorados rayos solares de la tarde cayeran sobre él, arrancando destellos carmesí del filo de Bohimei—. Porque la próxima vez que nos encontremos… Perderás la vida a manos del fantasma gris.

Hablaba solo consigo mismo, grabando con fuego aquellas promesa en su ser. Su oponente solo le había dejado un nombre el cual recordar y un objetivo el cual perseguir. El también le había dado dos cosas, un pequeño corte sobre el párpado y el nombre por el cual solo le debían de conocer los seres a los cuales cazaba.

El joven de cabellos blancos envaino su espada tambaleándose y los samuráis se encargaron de sujetarlo. Lo subieron a una especie de camilla ligera, pero no se atrevieron a tratar de quitarle su katana. Al joven lo llevaron hacia el hospital del cual había salido temprano en la mañana, reconocía la dirección en que se estaban moviendo. Se mantuvo despierto todo el camino, pensando en la bronca que le montaría Haruka. La litera era pequeña y gris, por lo que sus blancos y largos cabellos se notaban desde lejos.

En cierto punto pasaron por una calle que le lucía en extremo familiar. En aquel sitio vio una figura que hacía poco había desaparecido justo frente a sus ojos. Pensó que sería bueno el que los jóvenes samuráis se detuvieran para hacer algo, pero sería demasiado tedioso el darles explicaciones.

¡Uchiha Datsue! —gritó levantándose en la camilla mientras que la misma seguía en movimiento—. ¡Aun sigo vivo, desgraciado, así que ni se te ocurra olvidarte de la apuesta!

Dar aquel grito le había costado mucha más energía de la que pensó que necesitaría, al instante le dieron mareos y no le quedó de otra que recostarse un rato. Las nubes se dispersaron rápidamente, dejando que el dorado del ocaso iluminara la ciudad completa. Aquel día le dejo dos asuntos pendientes; Uno era encargarse de aquel cruel sujeto de ojos verdes y cabellera castaña. El otro era recordarle al chico de Takigakure que no podría evitar el acuerdo al cual habían llegado. Habiendo cumplido con la segunda, solo quedaba una que habría de realizar a su debido tiempo.
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