Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Pues no sé, Daruu —dijo con voz inocente pero con un leve tono irónico—. Probablemente porque… —Sus ojos se desviaron hacia Ayame y…
Se contuvo justo a tiempo de soltar una gran sobrada. Una pequeña broma, en realidad. Un inofensivo vacile que haría reír al colega de toda la vida. Pero Ayame todavía estaba lejos de ser eso.
Se llevó una mano a la boca y carraspeó.
—Es un ofrecimiento que te hago, Ayame, a modo de… redención. Yo te dejo ahí la oferta. No tiene por qué ser ahora, no tiene por qué ser hoy. Pero que sepas que la opción la tienes ahí, encima de la mesa.
»¿Y con la que está cayendo? Personalmente, pienso que —«te vendría de puta madre»—, nos vendría muy bien a todos. —Ah, era en esos cambios sutiles donde un discurso pasaba del rechazo a la seducción—. Imagínate que te encuentras con un General. Podrías avisar en menos de un segundo a Daruu, y él teletransportarse junto a ti para ayudarte. Y quien habla de Generales, habla de cualquier otro peligro inminente, o a la inversa. Quizá sea Daruu el que un día necesite de tu ayuda. El que se encuentre contra las cuerdas y solo conserve unas míseras gotas de chakra para avisar a alguien, con su vida pendiendo de un hilo. Creo que estarás de acuerdo conmigo, Ayame, en que aumentarían mucho su probabilidades de sobrevivir si aparte de mí, te tiene a ti al otro lado del sello. —Joder, ¡si es que debería hasta cobrar por semejante favor! De hecho, ahora que lo pensaba…
«No, Datsue, no. Ni de coña van a pagarte ahora. Pero tú deja que le pillen el gustillo… Deja que sientan en sus propias carnes los beneficios de la Hermandad Intrépida. Y quizá, en un futuro… Cobrar por un alquiler por mes no sea una idea tan descabellada… ¡JIA JIA JIA!»
«Pff… Ahórrate de imitar mi risa incluso en tus pensamientos, Datsue. Te falta mucha garganta para eso.»
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
—¡Mira, Datsue! ¡La misma reacción que yo! ¿¡Por qué será!? —bromeó Daruu, dándole un codazo cómplice al Uchiha.
—Pues no sé, Daruu —respondió él en el mismo tono, como si de un dueto humorístico se trataran. Sin embargo, lejos de reírse, Ayame se había vuelto a cruzar de brazos y los miraba con ojos entornados y labios torcidos—. Probablemente porque… —Datsue debió percibir que Ayame estaba volviendo a levantar sus defensas a toda velocidad, porque se interrumpió a mitad de frase, se llevó una mano a la boca y carraspeó—. Es un ofrecimiento que te hago, Ayame, a modo de… redención. Yo te dejo ahí la oferta. No tiene por qué ser ahora, no tiene por qué ser hoy. Pero que sepas que la opción la tienes ahí, encima de la mesa.
»¿Y con la que está cayendo? Personalmente, pienso que nos vendría muy bien a todos. Imagínate que te encuentras con un General. Podrías avisar en menos de un segundo a Daruu, y él teletransportarse junto a ti para ayudarte. Y quien habla de Generales, habla de cualquier otro peligro inminente, o a la inversa.
«Termino antes teletransportándome yo misma, gracias.» Le habría gustado decir en voz alta, pero que estaba aprendiendo a dominar la misma técnica que esgrimía Daruu era un secreto que pretendía guardar bajo la manga hasta que las circunstancias lo permitieran.
—Quizá sea Daruu el que un día necesite de tu ayuda —añadió Datsue entonces, y entonces su dardo sí que atravesó todas sus defensas y acertó de forma letal en el punto crítico—. El que se encuentre contra las cuerdas y solo conserve unas míseras gotas de chakra para avisar a alguien, con su vida pendiendo de un hilo. Creo que estarás de acuerdo conmigo, Ayame, en que aumentarían mucho su probabilidades de sobrevivir si aparte de mí, te tiene a ti al otro lado del sello.
La muchacha se mordió el labio inferior, con su voluntad flaqueando a cada minuto que dejaba que el Uchiha siguiera hablando. ¡Maldita lengua de plata! Miró a Daruu por el rabillo del ojo, y entonces...
—Está bien... —accedió, con los ojos cerrados, y lanzó un profundo suspiro. Sólo esperaba no tener que arrepentirse después de aquello—. Pero te lo advierto, Datsue —añadió, con el dedo levantado y el ceño fruncido—. Una más, una sola "venganza" o "bromita" de las tuyas y...
«A veces no estoy segura de si la señorita sólo es demasiado buena o simplemente es tonta.»
Aunque Datsue estuvo a punto de soltarse en colegueo con él, enseguida se corrigió y siguió con aquella actitud tan sumisa que tan poco le pegaba, pero que tenía un objetivo bien noble. Aduló a Ayame y la trató de convencer para que aceptase su técnica, utilizando la vieja táctica del no hace falta que sea hoy, pero piénsatelo, que tenía como objetivo ese mismo, que el interlocutor se lo pensara y acabara accediendo, pero no otro día, sino al instante. También tocó fibra sensible, no sólo diciéndole a Ayame que quizás ella necesitase ayuda algún día, sino declarando que quizás fuese Daruu el que estaría en peligro. Y ahí sí que dio en el blanco.
Ayame acabó accediendo a regañadientes, no sin advertirle al Uchiha que de haber una trastada nueva por su parte...
—...te buscamos para partirte el culo —Terminó Daruu, abriéndole descaradamente el portaobjetos a Datsue y buscando el kunai que le dio y que le había permitido teletransportarse. Se hizo una pequeña herida en el dedo y volvió a dibujar, con cuidado, el símbolo Caramelo en las vendas del mango. Se lo tendió—. Anda, toma, por si acaso, que el objetivo de la marca nunca fue este.
El Uchiha tomó de vuelta el kunai, no sin antes caer en la cuenta que Daruu necesitaba renovar su marca después de cada uso. Un detalle menor, pero interesante al fin y al cabo.
«Bien, sabía que si le daba la vuelta a los papeles Ayame cedería…»
«¡JAAAAAÁ! ¡Lo has hecho de nuevo, Datsue! ¡La tienes a huevo! ¿Con qué les traicionarás esta vez? ¿Otra técnica sellada? Pero esta vez una de verdad, ¿eh? No una bolita de fuego insignificante. ¡Algo digno del Hijo del Desierto! El Katon Sogekihei Doragon no está mal. Oh , sí. Con la condición de activarse en cuanto vea a Mogura o Yui. ¿Ya lo hueles, Datsue? ¿Hueles su carne derritiéndose bajo el fuego? Qué visión tan maravillosa, ¿verdad que sí? Vamos, ¡sé que lo estás deseando!»
Datsue palideció ante el nuevo arrebato de Shukaku. «No... No esta vez, Shukaku. Esta vez quiero arreglar las cosas de verdad.»
«¡JAAAAAAÁ! ¿Crees que puedes engañar a tu Padre? No puedes cambiar lo que eres, Datsue. Y tú, por encima de todo, eres un vengador…»
«Yo no…»
«¡NO TE ATREVAS A NEGARLO! ¿Crees que no sé lo de tu Hidari no Mangekyō? ¿Crees que no sé para quién reservas tu ojo izquierdo? Puedes mentirte a ti mismo, ¡pero a mí no me puedes engañar! Oh, sí. Tú quieres que ella pague. Quieres que saboree lo que ella misma hizo a Aiko. Darle una lección. ¡JIA JIA JIA!»
«¡Vamos, hazlo! ¡Haz que esa PUTA pague! No se darán cuenta, ni siquiera necesitas sellos. ¡Coloca el Amatsu-Mikaboshi en Ayame y que Yui SIENTA lo que Aiko SINTIÓ!»
—¡¡NOOO!! —rugió, fuera de sí. Tenía la piel pálida y el rostro sudoroso.
«Si algún día me llego a vengar, quiero que sea cara a cara. ¡Sin intermediarios! ¡Sin esconderme en nada ni nadie!»
Fue justo en ese momento, cuando se dio cuenta que había gritado y llevaba un buen rato en su mundo.
—Hostia, lo siento —dijo, todavía acelerado, intentando volver al mundo real—. Shukaku me estaba contando algo que no… En fin —«Vuelve, Datsue, vuelve»—. ¡El sello! —recordó de pronto, tratando de reconducir la situación—. Sí, bien. ¿Dónde quieres colocártelo?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Datsue cogió su kunai y de pronto el rostro pálido como bañado por la luz de la luna. Casi le costó soltarse de su mano, que se había agarrado al arma con una fuerza fuera de lo común.
—Datsue, ¿estás bi...?
—¡¡NOOO!! —rugió, fuera de sí. Tenía la piel pálida y el rostro sudoroso.
Inmediatamente, Daruu dio un pequeño salto hacia atrás, asustado. El Uchiha quedó paralizado, con los ojos muy abiertos, la mirada clavada al suelo.
—¿Da...tsue?
Datsue tardaría un par de minutos en contestar, excusándose porque, según él, el Ichibi le había hablado. Luego, trató de redirigir la conversación a donde iba antes. Daruu observó a Ayame con el morro arrugado y cara de circunstancias... No hacía mucho, Kokuo le había dicho que tenían suerte de que el sello revertido fuese el de Ayame.
¿Sería más digno de la fama de monstruo Shukaku que Kokuo?
—...te buscamos para partirte el culo —Completó Daruu, acercándose a Datsue para abrirle el portaobjetos de su muslera de forma descarada y coger un kunai. Bajo la extrañada mirada de Ayame, su compañero se mordió el dedo pulgar y volvió a marcar el arma antes de tendérsela—. Anda, toma, por si acaso, que el objetivo de la marca nunca fue este.
Datsue recuperó el arma pero en el momento en el que sus dedos se cerraron en torno al mango su rostro palideció de golpe.
—Datsue, ¿estás bi...?
—¡¡NOOO!! —rugió de repente, sin ninguna razón aparente. Sudaba, claramente alterado.
Y Ayame, sobresaltada, dio un pequeño salto hacia atrás. Daruu la acompañó.
—¿Da...tsue?
El Uchiha se había quedado congelado en el sitio, con la mirada perdida en ninguna parte y el sudor corriendo por su piel. Una reacción que Ayame conocía muy bien, antes por desgracia. Afortunadamente, de un momento a otro, volvió a la realidad.
—Hostia, lo siento —dijo, aún acelerado—. Shukaku me estaba contando algo que no… En fin. ¡El sello! Sí, bien. ¿Dónde quieres colocártelo?
«Si me permite un consejo, señorita, ándese con mucho cuidado: Si hay algo más peligroso que un Uchiha, es un Uchiha con mi Hermano Shukaku.»
Ayame sacudió ligeramente la cabeza.
—Eh... Detrás de la oreja izquierda... supongo —respondió al cabo de varios segundos, recelosa. Ella, que tenía el cabello largo, podía ocultar una marca así fácilmente, y dado que solía llevar el transmisor en el oído derecho prefería evitar un solapamiento—. Oye, Datsue, ¿está todo bien con Shukaku? —le preguntó, de forma directa.
Datsue, todavía saliendo del trance, le costó un tiempo engranar las palabras de Ayame hasta que cobraron sentido en su cerebro.
—¿Eh? Sí, sí... Ya sabes cómo es esto… —O no. O quizá Kokuo era tan callada como el bijuu de Juro—. En fin, tras la oreja izquierda. De acuerdo.
Empezó a dar saltitos en el sitio, tratando de sacarse los malos pensamientos de la cabeza y calentar el cuerpo al mismo tiempo.
—Vale, vale. Dame un par de segundos. Esto consume una gran cantidad de chakra —se excusó, entre grandes inspiraciones y espiraciones nasales—. Vale, vale. Estoy. —Seguía dando saltitos en el sitio—. Aparta los mechones para que pueda colocártelo bien —pidió—. Vale, venga, ¡ahí voy!
Datsue extendió su brazo derecho con los dedos índice y corazón extendidos, apoyando las yemas tras la oreja izquierda de Ayame. Su sello se inyectó en la piel de la kunoichi como tinta negra, formando en cuestión de pocos segundos el kanji de la Hermandad —糸—, con el número nueve a su derecha, a modo de subíndice.
—Fiuuu… Llueve nueve, compañeros —dijo, sonriente y con la respiración algo entrecortada.
Estaba hecho. Los tres habían quedado unidos por la Hermandad Intrépida.
¤ Yūkan'na Kyōdai ai ¤ Hermandad Intrépida - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos: Fūinjutsu 80 - Gastos: 80 CK sellar, 10 CK activar - Daños: - - Efectos adicionales: Permite la comunicación a distancia - Sellos: Carnero → Jabalí → Liebre → Pájaro → Carnero → Tigre → Caballo → Serpiente (sellar) - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Sello que se coloca cuerpo a cuerpo o sobre el cuerpo de uno mismo, que permanecerá activo durante (Poder/10) estaciones. Es perfectamente visible, tomando la forma de un kanji (糸, Hermandad), y un pequeño número a la derecha a modo de subíndice.
Todos aquellos que posean el sello podrán activarlo con un pequeño gasto de chakra y comunicarse con otras personas que compartan el mismo número de subíndice. Con Inteligencia 60 o menor, deberá hacerlo hablando a viva voz, y los receptores lo oirán como si les estuviesen hablando directamente desde el sello. Con Inteligencia mayor a 60, podrá hacerlo mediante susurros, con el tono de voz adecuado para que solo se oiga a centímetros del sello. Con Inteligencia 80 o mayor, podrá elegir a qué persona concreta hablar (si hay varias personas que comparten el mismo número de subíndice).
Este jutsu sólo se romperá si otro usuario de Fūinjutsu con una maestría similar lo libera (mayor inteligencia y/o nivel de Fūinjutsu), o si Datsue decide cancelarlo.
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"Todo bien con Shukaku", decía Ayame. Daruu resopló, cruzándose de brazos. «Por los truenos de Raijin, Ayame», pensó, «Lo tuyo con Kokuo casi es un milagro, no esperes que todos sean igual que tú». Datsue se excusó rápidamente, por supuesto, y no quiso darles más detalles. El Uchiha se acercó y tras una breve preparación —Daruu ya había comprobado eso de que su sello gastaba muchísimo chakra en la cabaña de Yachi—, formuló una serie de sellos y le colocó el sello a Ayame.
—Fiuuu… Llueve nueve, compañeros —dijo, sonriente y con la respiración algo entrecortada.
Daruu, sin saber por qué, sintió un escalofrío. Rio nerviosamente.
—Compañeros. Suena tan raro viniendo de nosotros tres después de todo lo que ha pasado... —dijo—. Ayame, venga, prueba el sello. Vete lejos y háblanos, a ver qué tal.
3/04/2019, 17:01 (Última modificación: 3/04/2019, 17:01 por Aotsuki Ayame.)
—¿Eh? Sí, sí... Ya sabes cómo es esto… —respondió Datsue, aún algo aturdido, y Ayame intercambió el peso de una pierna a otra, sin saber muy bien qué decirle al respecto—. En fin, tras la oreja izquierda. De acuerdo —asintió él, dando varios saltitos en el sitio como si estuviera calentando para un ejercicio físico—. Vale, vale. Dame un par de segundos. Esto consume una gran cantidad de chakra —dijo, respirando hondo varias veces. Y al cabo de varios segundos—: Vale, vale. Estoy —asintió, aunque seguía dando saltos como un canguro—. Aparta los mechones para que pueda colocártelo bien —le pidió y Ayame, tras dirigir una última mirada dubitativa a Daruu, pasó su melena por encima de su hombro derecho y apartó los mechones restantes de su oreja—. Vale, venga, ¡ahí voy!
Datsue entrelazó las manos en una larga secuencia de sellos y alargó el brazo hacia ella con los dedos índice y corazón extendidos. Ayame contenía la respiración, con los hombros tan tensos como varas de hierro y no pudo evitar cerrar los ojos con fuerza cuando sintió los dedos del Uchiha tras su oído. Un escalofrío la recorrió de arriba a abajo.
—Fiuuu… Llueve nueve, compañeros.
—Ya... ¿Ya está...? —preguntó Ayame, abriendo apenas una rendija de uno de sus ojos. No había sentido absolutamente nada: ni un cosquilleo, ni un calambre, ni el tan temido pinchado que se estaba esperando de forma inconsciente.
—Compañeros. Suena tan raro viniendo de nosotros tres después de todo lo que ha pasado... —dijo Daruu, y Ayame no pudo menos que darle la razón para sus adentros. Toda aquella situación seguía siendo absolutamente surrealista—. Ayame, venga, prueba el sello. Vete lejos y háblanos, a ver qué tal.
—Eh... sí. Vale. De acuerdo. Bastaba con acumular un poco de chakra en el sello y ya está, ¿no? —preguntó. Para alguien tan negada como ella para las artes del sellado, aquello parecía obra de magia.
Pero, tal y como le habían indicado, se alejó unos veinte pasos y se llevó una mano a la oreja como si pretendiera asegurarse de que verdad estaba allí.
«Bueno... vamos allá...» Pensó para sí, respirando hondo varias veces.
Acumuló chakra en aquella zona, inspiró profundamente y...
Datsue asintió ante la pregunta de Ayame, y luego, una vez ella se alejó para probar el sello, aprovechó para compartir confidencias con Daruu, obviamente con el sello desactivado.
—Oye —dijo, en voz baja, llevándose una mano disimulada a la boca mientras se inclinaba algo hacia él—, muy bien manejada la crisis de cuando Ayame descubrió que nos habías estado escuchando. La estocada final mencionando la carta de Hanabi y tu deseo de imitar sus pasos… —Silbó, francamente impresionado—. Brutal, tío. Sencillamente brutal.
Sí, eran palabras de admiración. ¿Quién lo iba a decir? Uchiha Datsue…
—¡¡¡HOLAAAAAAAAAAAAAAAA!!!
¿¿¿¡¡¡SE ME OYEEEEEEEEEEEEEEE!!!???
Pegó tal brinco que cayó de culo al suelo.
—¡Por los Dioses! ¡SÍ, SE TE OYE HASTA SIN SELLO! —chilló, con el sello activado y la oreja izquierda pitándole de la sordera—. ¡Y NO, NO TENGO CEBOLLAS! —Los gritos de Ayame le habían evocado un recuerdo muy, muy malo, y su lengua había hablado por sí sola, como si hubiese vuelto atrás en el tiempo.
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Alejándose alegremente, Ayame accedió a hacer una prueba del sello después de cerciorarse de su funcionamiento. Mientras se alejaba, Datsue le felicitó por su manejo dialéctico de la situación.
—En realidad, todo lo que dije lo pienso de verdad, pero lo pinté bonito —admitió, sonriendo—. Pero de verdad te insisto, Ayame es de las personas que siempre intentan hacer el bien. Y si te hace daño, siempre es sin que
—¡¡¡HOLAAAAAAAAAAAAAAAA!!!
¿¿¿¡¡¡SE ME OYEEEEEEEEEEEEEEE!!!???
Daruu cayó al suelo tapándose los oídos, gimoteando de dolor.
—¡Por los Dioses! ¡SÍ, SE TE OYE HASTA SIN SELLO! ¡Y NO, NO TENGO CEBOLLAS!
—¡Ay, no chilléis! —protestó Ayame, entrecerrando los ojos con gesto dolorido.
Pero había escuchado las voces de Daruu y Datsue como si se encontraran justo junto a su oído izquierdo, por lo que la técnica funcionaba a la perfección. Con una sonrisa, la muchacha se volvió hacia ellos... a tiempo de verlos a ambos tirados en el suelo y Daruu se tapaba los oídos entre gimoteos de dolor. Ayame se acercó corriendo a ellos.
Que no chillasen, decía. ¡Aun por encima! No, si ya sabía él que si se había vengado con ella era por algo.
—¡Ay, lo siento! ¿Estáis bien?
—Estoy como si me hubiesen estallado una bomba sonora en el jodido tímpano —se quejó, mientras abría y cerraba la mandíbula y se masajeaba la oreja.
Se levantó de mala gana, pensando que quizá sería una muy buena idea poner algún tipo de límite a aquel sello, con un tope máximo de volumen. ¿Y si Ayame usaba la misma técnica de voz que le había hecho en Tane-Shigai con el sello activado? Estaría jodido. Eso desde luego.
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Da la casualidad que justo se le recuperó el oído para escuchar a Ayame diciendo que no chillaran. ¡Encima! ¡Encima!
—¡Pero si me has dejado en el suelo, cabrona! —protestó, levantándose con dificultad, mientras la muchacha se acercaba a ellos, ahora sí, con gesto preocupado.
—¡Ay, lo siento! ¿Estáis bien?
—Estoy como si me hubiesen estallado una bomba sonora en el jodido tímpano.
—Como si nos hubieras tirado tu técnica del grito pero sin técnica —dijo Daruu, metiéndose un dedo en la oreja—. Bueno, pues... ¿ahora qué? —Daruu se rascó la parte de atrás de la cabeza—. ¿Ya está? ¿Ya estamos... bien? —Todavía se le hacía raro—. ¿Nos despedimos y ya...? ¿O nos tomamos algo?
—Estoy como si me hubiesen estallado una bomba sonora en el jodido tímpano —se quejó Datsue, masajeándose el oído mientras abría y cerraba la boca.
—Como si nos hubieras tirado tu técnica del grito pero sin técnica —corroboró Daruu, metiéndose un dedo en la oreja—. Bueno, pues... ¿ahora qué? —preguntó, frotándose la nuca mientras el Uchiha se reincorporaba—. ¿Ya está? ¿Ya estamos... bien? ¿Nos despedimos y ya...? ¿O nos tomamos algo?
Ayame volvió a cruzarse de brazos y apartó la mirada a un lado.
—Supongo... —respondió, de forma seca y vaga.
Había cerrado los ojos y entonces un escalofrío sacudió su cuerpo de arriba a abajo visiblemente.
—Pueden hacer lo que quieran. Pero no cuenten conmigo para sus juegos de humanos. No traicionaré a mis Hermanos bajo ningún concepto —habló. Pero no era de Ayame la voz que salía de aquellos labios, sino otra mucho más calmada y fría que ambos shinobi conocían muy bien. La muchacha abrió los ojos lentamente, y cuando giró la cabeza sus iris aguamarina se clavaron en Uchiha Datsue con una sonrisa socarrona—. Hola, Uchiha. ¿Me recuerda?