Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Puff… —resopló Datsue, tumbado de costado, abrazándose también el estómago. Aquella había sido una de las tentaciones de Ayame, pero sentía que si se tumbaba, la comida terminaría por volver a la boca—. Joder, me encuentro peor que tras aquella cogorza que nos pillamos en la isla perdida aquella. Qué mal… Joder, qué mal…
Si Ayame había escuchado o no aquella última frase, no dio ninguna señal de ello. Una de dos: o de verdad no lo había oído, o estaba demasiado ocupada sufriendo con su propio empacho como para ponerse a regañarles.
—¡Bueno, vais a contar ya los secretitos o no! ¿O es que no queréis que yo lo sepa?
Ayame giró la cabeza lentamente hacia él, con los ojos entrecerrados.
—Soy más pizza que agua... ¡No me puedo ni mover! ¿O es que quieres que te vomite encima? Maldita sea, Daruu, ahora va a ser tu culpa que nos quedemos todos con la intriga.
Oh, cierto, ¡cierto! Que Ayame era una Yui contra el alcohol. ¿O ahora quedaba mejor decir una Kintsugi? Quizá se podía dejar en una Kityui. «Oh, dioses…». Aquel chiste de mierda le hizo saber lo mal que se encontraba. No le llegaba la sangre ni al cerebro. Algo que dijo Ayame, en cambio, le tocó la fibra sensible.
—¿C-cómo dices? —logró articular, estupefacto—. Cómo que no… Qué no…
Se levantó. Por sus huevos que se levantó. Sintió que iba a vomitarse encima, pero apretó con fuerza el estómago y cerró la garganta hasta que sintió que la bilis volvía a bajar.
—Ayame, pero, ¿tú sabes quiénes somos? ¿Eh? ¿Me estás diciendo que un par de pizzas de veinte quesos va a poder con nosotros? ¿¡Con nosotros!? ¡¿CON LOS TRES HIJOS NOBLES!
Blasfemia. Le estaba faltando el respeto al jodido dogma.
—¡Inadmisible! —exclamó, y tuvo que tomar aire una, dos, tres veces, antes de continuar hablando. Para calmar los incesantes retortijones—. ¡A esto le pongo yo solución ahora mismito!
Y lo hizo, vaya que si lo hizo. Una tanda de sellos corta, y tocó a Ayame en el hombro. Una nueva tanda, y se tambaleó hasta caer encima de Daruu para colocarle un sello en el pecho. Rodó hasta caer boca arriba, y, con su último aliento, realizó por última vez la serie de sellos.
Carnero. Liebre. Dragón. Serpiente.
Y el kanji Tacto apareció en su cuello del mismo modo que en Ayame y Daruu.
—N-no... —pronunció a duras penas Daruu—. N-no, por favor Ayame, necesito saber... lo.
Pero Datsue tuvo una reacción mucho más... exagerada. Se levantó sufriendo —era un sufrimiento evidente—, y se puso a decir no se qué cosa sobre no se qué nobles. Daruu no escuchaba bien. Creía que tenía pizza hasta en los oídos. Pero entonces... entonces el cabrón se puso a hacer sellos.
—¡EH, NO, FŪINJUTSU NO! —exclamó Daruu cuando prácticamente se abalanzó encima de él, después de tocar el hombro de Ayame. Pero se sentía tan gordo que no pudo esquivarlo.
Y de pronto...
...dejó de sentir pesadez en el estómago.
—¡Ua! ¡UAC! —Daruu estalló de alegría. Miró a su tripa como si esperara que protestase, y luego se levantó de un salto—. ¡Esto es genial! ¡Esto es la hostia! ¿¡Cómo lo has...!? ¡Me siento ligero como... eh...!
»Tíotíotíotíotíotíotíotíotíotíotíotío QUE NO ME SIENTO LOS PIES TIO PERO QUE ES ESTA MIERDA QUÉ. —Quizás Datsue se había acostumbrado a usar una técnica así. Pero Daruu no sentía los pies, ni los brazos, ni sentía los dientes chocar con los otros dientes cuando hablaba, ni la lengua. Daruu estaba muy confuso. Se le empezó a caer la baba, como cuando uno va al dentista y le ponen anestesia—. Gno Dajjue tio aji no ají NOOOOO.
Y vomitó. Vomitó, porque una cosa era inhibir el sentido del tacto y otra era obligar al estómago a ignorar movimientos bruscos cuando uno está a reventar...
...y tenía que dar suerte de no cagarse encima. Tampoco lo iba a notar venir.
—¿C-cómo dices? —farfulló Datsue, estupefacto—. Cómo que no… Qué no… —Y se levantó. Con mucho esfuerzo y apretándose el estómago en el proceso, pero se levantó—. Ayame, pero, ¿tú sabes quiénes somos? ¿Eh? ¿Me estás diciendo que un par de pizzas de veinte quesos va a poder con nosotros? ¿¡Con nosotros!? ¡¿CON LOS TRES HIJOS NOBLES!
—Aaaaaghh... —protestó ella. Otra vez con la monserga de los Hijos Nobles no, por favor. No en aquella ocasión.
Pero el Uchiha no estaba dispuesto a rendirse.
—¡Inadmisible! —exclamó, e inspiró hasta tres veces antes de seguir hablando—. ¡A esto le pongo yo solución ahora mismito!
—¡No! No, no, no. Nonononono. ¿Qué vas a...? —Ayame comenzó a negarse en redondo al verle entrelazar las manos en hasta cuatro sellos. Pero aunque hubiese querido, no habría podido moverse a tiempo de evitarlo. Datsue apoyó una mano en su hombro.
Ayame abrió los ojos de par en par y se quedó congelada en el sitio mientras Datsue se giraba hacia Daruu y repetía el mismo proceso.
—¡EH, NO, FŪINJUTSU NO! —oyó gritar a su compañero.
Pero Ayame seguía sin reaccionar. Y es que...
—N... ¡NO ME SIENTO EL BRAZO! ¡¿Qué me has hecho, Uchiha?! —bramó, aterrorizada, ignorante del caos que se había desatado a su alrededor. Era como si lo tuviese completamente dormido, por mucho que lo moviera o se lo tocara no era capaz de sentir absolutamente nada.
¿Y si se le quedaba así para siempre? ¿Y si no podía volver a empuñar un arma, o hacer sellos, o... o...?
Datruu, eufórico, se levantó de golpe, de un salto. «Oh, no…»
—Daruu…
Daruu empezó a gritar y a decir cuán maravilloso era aquel fūinjutsu.
—Esa no es…
Entonces entró en un bucle infinito en el que no dejaba de llamarle tío.
—No es buena…
Daruu vomitó lo que ni Datsue ni Akame juntos en cierto bosque en presencia de cierta persona que no era dicha persona. Básicamente, porque los antiguos Hermanos del Desierto se habían zampado un sándwich y Daruu… Bueno, un carro tan lleno de pizzas que se necesitarían dos caballos para tirar de él. Eso siendo generosos.
—… idea. —logró terminar de decir, arrastrándose boca arriba por el césped para apartarse de aquella fétida visión. Saboreó la bilis en el paladar y se temió lo peor. «TranquilotranquiloTRANQUILO. No te mueves, respira con calma. Adentro, afuera. Adentro, afuera. ¡Así es, continua!»
Ayame, no obstante, se empeñó en sacarle de su concentración.
—Tranquilos, ¡muchachos! Os he colocado un fūinjutsu para que le diga al hijoputa de vuestro cerebro que ya sabéis que os duele el estómago pero que deje de dar por culo. Vamos, que os he anulado el sentido del tacto —resumió. Sabía que se sentía jodidamente extraño al principio. Porque, de hecho, no se sentía nada en absoluto—. En unos siete u ocho minutitos desaparecerá el efecto y volveremos todos a sentirnos como la mierda. Pero mientras tanto… aprovechad. Pero con cabeza, coño. No os pongáis a dar saltitos.
Nuevamente el sabor a bilis en su boca. Datsue paró de hablar ipso facto, y repitió aquel ritmo respiratorio que ya usaba como un mantra protector.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Daruu se apartó lentamente, sintiéndose como un bebé que está aprendiendo a caminar. Se apoyó en el tronco del árbol, y tomó aire varias veces lentamente.
—Hijo... hijo de puta —dijo. ¿Alguna vez habéis intentado manteneros erguidos con las piernas dormidas? Con las debidas diferencias, más o menos así es como se sentía Amedama—. No te tiró un Suiton porque... porque dudo que pueda hacer sellos sin sentir los dedos. ¡Mira, no puedo, cabrón! —protestó, tratando de juntar las manos lentamente y formular ni aunque sea uno—. Ah, espera, sin sellos si que puedo, ¿no? ¡Pues géiser que te comes desgra-AAAH, MIERDA! —Ahhh, el Bakūmi Gekido. Se lanzaba cargando chakra en el pie y dando un pisotón. Pero es que no había manera de calcular la fuerza así. Se había torcido el tobillo y caído al suelo.
Ayame se levantó, aún agarrándose un brazo que no sentía, y se apartó de la fétida presencia de Daruu. Lo último que necesitaba en aquellas condiciones era presenciar aquella escena, o no tardaría en unirse ella también al concierto.
—Tranquilos, ¡muchachos! —exclamó Datsue—. Os he colocado un fūinjutsu para que le diga al hijoputa de vuestro cerebro que ya sabéis que os duele el estómago pero que deje de dar por culo. Vamos, que os he anulado el sentido del tacto —resumió, ¡como si fuera lo más normal del mundo!—. En unos siete u ocho minutitos desaparecerá el efecto y volveremos todos a sentirnos como la mierda. Pero mientras tanto… aprovechad. Pero con cabeza, coño. No os pongáis a dar saltitos.
—¡Ah, bueno! ¡Ahora queda todo claro! —clamó Ayame, con voz ponzoñosa llena de sarcasmo—. Discúlpame, qué desagradecida soy. Si todo está bien, por supuesto... ¡MENOS PORQUE NO ME SIENTO EL MALDITO BRAZO!
Y era una sensación terriblemente desagradable. Sabes que tu brazo está ahí, lo estás viendo. Pero es como si no fuera más que una ilusión. Y de las malas.
—Hijo... hijo de puta —farfullaba Daruu, apoyado en el tronco del árbol—. No te tiró un Suiton porque... porque dudo que pueda hacer sellos sin sentir los dedos. ¡Mira, no puedo, cabrón! —protestó, haciendo amagos extraños con sus manos y dedos—. Ah, espera, sin sellos si que puedo, ¿no? ¡Pues géiser que te comes desgra-AAAH, MIERDA! —gritó. Había intentado dar un pisotón en el suelo y a consecuencia de ello terminó cayendo al suelo tras torcerse el tobillo.
Ayame respiró hondo varias veces, tratando de serenarse. Según Datsue, en ocho minutos pasaría aquella no-sensación, así que no tenían más remedio que guardar paciencia y... aguantarse.
—Vale... vale... —dijo Ayame en voz baja, sentándose de nuevo en el suelo con las piernas cruzadas—. Más te vale que esto se pase en ocho minutos, Datsue, o te prometo que... Agh, yo que sé —Suspiró—. El caso es que así no voy a poder hacer lo que quería hacer —dijo al fin, mirándole por debajo de las pestañas.
Madre mía, les hacía un favor y así se lo pagaban. ¡Con insultos y reproches!
—Sé que cuesta acostumbrarse… Lleva su tiempo —dijo, todavía tumbado boca arriba, sin apenas moverse—. Pero, ¡esto en verdad es la hostia! Simplemente relajaos y no os hagáis daño vosotros mismos.
«Joder, si ya están así en la parte buena, no quiero ni imaginarme cómo se pondrán cuando llegue el efecto rebote». Se arrastró un pelín por el suelo, empujándose con las manos de mala manera para alejarse un pelín de ellos. Mejor prevenir con tiempo.
—El truco está en ver lo que hacéis. Los ojos son vuestro mejor aliado. Incluso para hacer… —«…para hacer sellos». Pero se calló. Visto lo visto, mejor no contarle todos los trucos tan pronto.
—Vale... vale... —dijo Ayame en voz baja, sentándose de nuevo en el suelo con las piernas cruzadas—. Más te vale que esto se pase en ocho minutos, Datsue, o te prometo que... Agh, yo que sé —Suspiró—. El caso es que así no voy a poder hacer lo que quería hacer —dijo al fin, mirándole por debajo de las pestañas.
»Porque quería enseñarte una técnica.
—¡¿QUUUUUUÉEEEE?! ¿¡UNA
TÉCNICA!?
Olvidándose que su cuerpo en verdad estaba en unas condiciones muy precarias, se medio incorporó de golpe.
—¿Y qué técnica es esa? ¿Cómo se llama? ¿Qué hace? ¿Qué elemento? ¿Cómo dices que se llamaba? —soltaba preguntas a más velocidad que pizzas se tragaron. Cosa que era mucho decir.
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9/04/2020, 21:36 (Última modificación: 9/04/2020, 21:36 por Amedama Daruu.)
La conversación pasaba frente a Daruu. Entraba por sus oídos pero el cerebro no le prestaba atención. Estaba demasiado jodido. La técnica de Datsue seguía causando efecto, por supuesto. El pie no le dolía, claro que no. Pero las náuseas estaban ahí. Pero entonces escuchó la palabra.
Técnica.
Indignado, se revolvió.
—¿Cómo que una técnica? ¿Y por qué a él y a mí n
—¡¿QUUUUUUÉEEEE?! ¿¡UNA
TÉCNICA!?
Daruu se tapó los oídos. Bueno, lo intentó. En lugar de eso se dio dos hostias como dos panes. Tampoco es que le doliesen.
—¡Me cago en la chorra de Amenokami, macho! ¡Eres un escandaloso!
9/04/2020, 21:49 (Última modificación: 9/04/2020, 21:51 por Aotsuki Ayame. Editado 2 veces en total.)
—¿Cómo que una técnica? ¿Y por qué a él y a mí n...
Comenzó a protestar Daruu, pero Ayame ni siquiera tuvo tiempo de responder. La reacción del Uchiha no se hizo esperar:
—¡¿QUUUUUUÉEEEE?! ¿¡UNA
TÉCNICA!?
Ayame tuvo que taparse los oídos. Aunque sólo consiguió taparse uno. Se había olvidado de que no sentía el otro brazo y en consecuencia sólo consiguió pegarse una buena hostia en el lateral de la cabeza.
—¡Auch! ¡Y luego soy yo la chillona! —protestó, indignada.
—¡Me cago en la chorra de Amenokami, macho! ¡Eres un escandaloso!
—¿Y qué técnica es esa? ¿Cómo se llama? ¿Qué hace? ¿Qué elemento? ¿Cómo dices que se llamaba?
En aquella ocasión fue Ayame la que recibió la avalancha de preguntas. El Uchiha parecía haberse olvidado del precario estado en el que se encontraban los tres, porque se había incorporado de golpe y ahora se inclinaba sobre ella con los ojos brillantes. Nunca le había visto así de emocionado y por una parte no pudo evitar sentirse halagada. Por otra...
—No os lo voy a decir hasta que esto se pase —sentenció, volviéndole la cara.
Ajeno a las protestas de ambos, Datsue solo ansiaba saber más de aquella técnica que Ayame quería enseñarle. Si pudiese sentir algo, probablemente notaría el corazón dándole un vuelco y palpitaciones en el pecho. Pero por mucho que careciese del sentido del tacto, la emoción sí la sentía. Quizá no físicamente, pero sí espiritualmente. Sí en su mente.
—Hasta que… ¿Hasta que pase? Pe-pero Ayame. ¡Pero Ayame! —protestó. ¡Si aquello era lo más maravilloso que podía pasarle! ¿En serio quería volver a notar el dolor de tripa?—. Me vas a hacer esperar… Coño, un momento. ¡Si te puedo quitar el fūinjutsu! Ven para aquí que te lo quito en menos de lo que un kusareño tarda en decir: ¡me rindo!
No le dio tiempo ni a acercarse, porque ya gateó él hacia ella.
—A ver, a ver. No te muevas.
Llevó su mano al hombro de Ayame guiado con sus ojos. Formó un sello con la otra y cerró los ojos, concentrado. Entonces se acordó y se interrumpió un segundo.
—Bueno, quizá ahora notes todo el malestar de golpe. Mejor dicho, sin el quizá.
Avisada, volvió a cerrar los ojos y, tras concentrarse unos segundos, desactivó el sello. Abrió los ojos.
—¿He cumplido o no?
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Pero Ayame no dio su brazo a torcer ni le dirigió la mirada siquiera. De hacerlo, sería aún más difícil resistirse a mantenerse firme.
—Me vas a hacer esperar… Coño, un momento. ¡Si te puedo quitar el fūinjutsu! Ven para aquí que te lo quito en menos de lo que un kusareño tarda en decir: ¡me rindo!
«¡Al fin!» Celebró Ayame para sus adentros. Pero ni siquiera tuvo que acercarse a Datsue como le había pedido, tal era el ansia que tenía encima que fue él quien gateó hacia ella.
—A ver, a ver. No te muevas —indicó, posando la mano de nuevo en su hombro. Ayame supo que lo hizo porque lo estaba viendo, porque seguía sin sentirlo. Afortunadamente, eso estaba a punto de cambiar. Datsue cerró los ojos y formó un sello con la otra mano—. Bueno, quizá ahora notes todo el malestar de golpe. Mejor dicho, sin el quizá.
—¿Eh? ¿Qué quier...? —preguntó Ayame, alarmada, pero tuvo que interrumpirse cuando volvió a sentir. Y lo hizo con tanta intensidad como si se hubiese comido tres pizzas más de golpe ella sola—. ¡AGH!
Temblando, y entre sudores fríos, Ayame no pudo sino tirarse al suelo encogida sobre sí misma, pálida como la cera.
—¿He cumplido o no?
Sí, había cumplido. Ya sentía el brazo, pero a cambio era como si le hubiesen dado un cañonazo en el estómago.
—Te... te... voy... a matar... —lloraba de dolor.
Aún necesitó varios largos segundos para comenzar a reponerse. Los escalofríos fueron reduciéndose paulatinamente y, poco a poco, Ayame volvió a serenarse. Dentro de lo soportable, al menos. Aún jadeante, la muchacha apoyó sendas manos sobre el suelo y volvió a sentarse (aunque aún seguía algo encogida sobre sí misma). Se restregó la mano por la cara para limpiarse el sudor y después miró al Uchiha, que debía estar esperándola. Suspiró.
—Daruu, la razón por la que le voy a enseñar una técnica a Datsue y no a ti es porque... —dijo, cruzando los dedos índice y corazón de una mano sobre la otra. Ambos reconocerían aquel simple sello, era el del Kage Bunshin que ambos conocían—. Porque tú no eres jinchūriki.
¡Puuuff!
Una nube de humo estalló junto a ella, pero lo que surgió tras ella no era una réplica de Ayame. Al menos, no una réplica exacta. Porque, aunque sí tenía su misma silueta y sus mismas ropas, aquella Ayame tenía los cabellos blancos como la nieve con las puntas de color crema y los iris de color aguamarina, con una sombra roja como la sangre adornando su párpado inferior. Tanto Datsue como Daruu la reconocerían sin ningún tipo de problemas: el primero, porque era la viva imagen de lo que había visto en el País de los Bosques.
—Bijū Bunshin no Jutsu —recitó la kunoichi, con una sonrisa henchida de orgullo.
—Menudo espectáculo... —replicó Kokuō, tras pasear la mirada por los alrededores.
¤ Bijū Bunshin no Jutsu ¤ Técnica del Clon de la Bestia con Colas - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos:Ninjutsu 70, Amistad con el Bijū - Gastos: 50 CK (impide regeneración de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales: - - Sellos: Sello de clonación especial - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
Técnica inspirada en el Kage Bunshin no Jutsu; sin embargo, al contrario que en esta, el usuario no divide su chakra para crear los clones, sino que tira del chakra de su Bijū y lo proyecta al exterior. De esta manera crea una réplica real del shinobi que lo usa, pero con los rasgos del Bijū en cuestión (en el caso de Ayame, el pelo blanco con las puntas de color crema y los iris aguamarina con una sombra roja bajo el párpado inferior) y su personalidad, por lo que podrán ser diferenciados sin ningún tipo de problema ni necesidad de Dōjutsu. Además tiene total libertad de movimiento con respecto a su creador.
Al realizar esta técnica, el usuario deja de tener acceso al chakra del Bijū, pues es este quien lo adquiere como reserva de energía (100 CK), y a las habilidades innatas que le otorga. Además, el clon del Bijū será capaz de realizar tanto las técnicas del usuario como las técnicas que tiene como Bijū, pero no podrá acceder a las diferentes formas de Jinchūriki (capas de chakra y demás). Sin embargo, esta técnica no replica las armas y herramientas del usuario, por lo que deberá pasárselas en caso de que necesitara utilizarlas. Al ser una réplica real y no ilusoria, también puede sangrar, aunque se dispersará ante tres golpes físicos o un ataque lo suficientemente fuerte (30 PV), o si el usuario original de la técnica sufre un daño único de más de 50 PV.
En el momento del desvanecimiento de la réplica, el Bijū volverá al interior del cuerpo del Jinchūriki en el que se encuentra sellado, y con él el chakra restante que le quedara en ese momento.
Alterador (Chibi Bijū Bunshin no Jutsu - Técnica del Clon de la Pequeña Bestia con Colas): Con esta variación de la técnica, la réplica del Bijū no adquiere la forma humana del usuario en cuestión, sino que toma la forma original del Bijū pero en una versión mucho más disminuida de tamaño. En el caso de Kokuō, pasaría a tener como máximo el tamaño de un caballo adulto y, dado que no cuenta con manos para realizar sellos, no podría realizar las técnicas del usuario sino que se limitaría a las suyas propias como Bijū. El uso de esta alteración de la técnica se ve limitado a uno por día.
«Desgraciadamente no puedo hacerte libre... Pero al menos podemos ser compañeras.» —Aotsuki Ayame.
Ignorado completamente, como un saco lleno de peso muerto. Así estaba Daruu, tirado en el suelo. Y así se sentía también. Datsue ni siquiera se preocupó de quitarle el sello a él. Sólo le importaba la técnica que Ayame quería enseñarle.
Por eso, quiso mantenerse callado. Enfadado. Pero al final, sólo pudo mostrarse sorprendido cuando Ayame dijo que sólo los jinchūriki podían aprender el jutsu.
—Espera, ¿no irás a...?
Iba a.
Tras una nube de humo, Ayame anunció el nombre de su técnica más secreta. Y Kokuō, observándolos con altanería, les despreció tras una mirada desde arriba.
Su grito no nació de los pulmones, sino del mismísimo corazón. Eclipsó las voces de Ayame, Kokuō y Daruu y se elevó tan alto en el cielo que la mismísima Shiona pudo escucharla allá arriba. ¿Qué diría de todo aquello, si estuviese viva? ¿Le parecería una locura? O, al igual que Datsue, ¿creería que era el mejor regalo que le habían dado en toda su vida?
—¡¡EL BIJŪ BUNSHIN NO JUTSU!! ¡¡¡EL PUTO BIJŪ BUNSHIN NO JUTSU!!
Quiso taparse la boca con la mano de la impresión, pero terminó dándose tal manotazo a sí mismo que se cayó de espaldas. No sintió el golpe, claro, y tuvo que mirar bien dónde apoyar las manos para volver a erguirse. ¡Guiarse por la vista era la clave!
—¡LOOOLOLOLOLOLOOOOLOOOOO! —empezó a gritar, fuera de sí, levantándose y abrazando a Ayame con un brazo y a Kokuō con el otro. Como no las sentía, apretó con más fuerza de lo requerido, sin dejar de dar saltos e intentar que diesen vueltas con él—. ¡JAAAJAJAJAJAJAAJA! ¡JAAAJAAAJIAAAAJAAAJIAAA!¡JIAJIAJIAJIAJIAAAAAÁ!¡¡¡YEEEEEHHHAAAAAA!!!
»Chicas, chicas. Quiero deciros que… —Se separó de ellas y tomó a cada una por el hombro—. Desde el fondo de mi corazón. Quiero deciros que…
»Que…
»¡¡¡BLUUUAAGGGGHHH!!!
Y vomitó. Vomitó a los pies con tanta fuerza que aquello parecía uno de esos Suitones que salían a chorro. Solo que en vez de estar compuesto de agua…
Bueno, un servidor prefiere ahorrarse tan desagradable descripción
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Los berridos de Datsue eclipsaron la súplica de Daruu. Por eclipsar, eclipsaron cualquier tipo de sonido existente alrededor.
—¡Datsue, baja la voz, podrían...! —le chistó Ayame, pero ni siquiera pudo terminar de hablar cuando el Uchiha se levantó de golpe y abrazó tanto a Kokuō como a Ayame con sendos brazos.
Fue como un abrazo de oso. Datsue, aún bajo los efectos de su propia técnica, no podía sentirlas, pero ellas a él sí y su fuerza era incomparable. Bijū y kunoichi se quedaron sin respiración mientras el Uchiha las zarandeaba y las hacía bailar con él.
—Chicas, chicas. Quiero deciros que… —Datsue las soltó al fin, y Ayame resolló tratando de recuperar el aliento cuando se vio libre de sus brazos. Las tomó a ambas por el hombro—. Desde el fondo de mi corazón. Quiero deciros que…
Fue tan rápido que a Ayame le costó unos segundos asimilar qué había pasado. Un destello blanco cruzó sus ojos, y al segundo siguiente Datsue estaba rodando por la hierba, vomitando como una fuente. El brazo de chakra que Kokuō había hecho aparecer de la nada, se desvaneció entre virutas de energía.
—¡Kokuō! —le reprendió Ayame.
—¿Qué? ¿No ha visto su cara? ¡Iba a vomitarnos encima! Y no sé usted, pero yo no voy a tolerar que un humano me vomite encima.
¤ Chakura no Ude ¤ Brazos de Chakra - Tipo: Apoyo, Ofensivo - Requisitos: Capa de Chakra (Versión 1 ó 2) - Gastos:
20 CK
10 CK por metro adicional
10 CK por división
- Daños:
12 PV por contacto
25 PV por golpe
- Efectos adicionales: - - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Los brazos pueden llegar hasta los cinco metros de longitud
Esta es una habilidad que los jinchūriki poseen mientras se encuentran en su forma de capa de chakra. Pueden utilizar el chakra bruto de su bestia para formar brazos que pueden manipular libremente para atacar a sus objetivos y golpearlos a altísima velocidad. Las manos de estos brazos de chakra poseen afiladas garras, aunque parecen carecer de cualquier tipo de articulación, por lo que pueden realizar movimientos increíblemente flexibles que serían imposibles para cualquier tipo de extremidad normal. El usuario puede formar los brazos que él desee y pueden servir a otros propósitos, como garfios, para agarrar objetos o a cualquier enemigo desde la distancia o con fines ofensivos. El mero hecho de entrar en contacto con estos brazos causará dolorosas quemaduras. Debido a que el chakra está unido al cuerpo, estos brazos pueden crecer en tamaño o, dividirse para formar más apéndices o incluso transformarse en cuernos en aquellas bestias que lo posean.