Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Al fin, pensó Datsue, al oír el dulce chirrido de la puerta al cerrarse. La oscuridad se hizo más profunda, pues ahora la única luz que existía provenía de la luna, que se colaba por la ventana e iluminaba una pequeña área cuadrada de la pared de en frente.
—Ese es el de Amegakure que te dije… —le informó Noemi. Algo que Datsue ya se había imaginado.
El Uchiha se acomodó en la cama, poniéndose boca arriba, mientras adivinaba por los gestos y movimientos que Noemi realizaba que se estaba quitando el resto de la ropa. Entonces, repentinamente, sintió el cálido abrazo de la kunoichi, que lo atrajo hacia ella y le estrujó contra sus blandos y enormes pechos.
Por supuesto, el Uchiha se dejó hacer. ¿Incómodo? Quizá. Mientras siguiese sintiendo aquella gloriosa sensación en el brazo izquierdo, que era el que contactaba directamente con los atributos de Noemi, poco le importaba. De hecho, aquel júbilo y éxtasis fue extendiéndose a lo largo de su cuerpo… Oh, mierda… La parte de la manta que cubría su cadera empezó a elevarse lentamente, como un volcán en plena erupción. Mierda. Mierda, mierda, mierda. ¡Mierda! ¿Y ahora qué? A ver, tranquilo. Está todo a oscuras, no tiene porqué darse cuenta. Eso, tranquilo… Relájate.
—Molesto es poco… ¿Verdad...?
—¿Hmm…? —Por un momento, Datsue creyó que se estaba refiriendo a otra cosa. Suspiró, aliviado, al comprender que seguía hablando del shinobi de Amegakure—. Molesto e inoportuno, en eso estamos de acuerdo.
El Uchiha permanecía inmóvil, pese a que su corazón latía con desenfreno bombeando la lujuria que embargaba todo su ser. Se había prometido hacerse el duro con Noemi. Se había prometido no caer en sus encantos hacía tan sólo unos minutos… Pero ahora que la tenía pegado a él, esa promesa parecía hasta ridícula.
—Oye, Noemi —dijo Datsue, señalando con la mano que tenía libre una de sus mejillas—. ¿No vas a darme un beso de buenas noches? —preguntó, como si la sola idea de no hacerlo le pareciese una falta de educación.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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No se preocupó en lo más mínimo por el calvo, simplemente le cerró la puerta en la cara y se devolvió a la cama donde le esperaba "su Uchiha", oculto debajo de las sábanas donde quién sabe qué podría llegar a pasar.
La chica no tardó ni un segundo en quitarse las pocas prendas que le molestarían para dormir y acurrucarse lo más próxima al chico, inclusive intentó atraparle suponiendo que le estaba dando la espalda pero la sorpresa fue grande cuando alcanzó tan solo un brazo. ~No te creo que duermas así… ~Pensaba haciendo pucheros la rubia que de momento prefirió mantenerse así.
El chico apenas si le había respondido dejándole en claro que opinaban igual, y claro, si él era al que más afectó aquella interrupción… Pero el menor no parecía ser tan inocente que digamos y ello le dibujó una sonrisa pícara a la kunoichi.
—Un beso ¿Eh...? —Dijo coqueta en lo que le soltaba el brazo al chico, solamente para apoyar una mano justo del lado contrario del Uchiha como si pretendiese atraparlo y tal cual, la rubia levantó el torso por encima de su acompañante quedando así cara a cara, aunque las caderas de ambos permanecían separadas por lo que ella al menos no se percató del pequeño "volcán" ahí debajo.
Antes de hacer nada, Noemi se mantuvo un corto instante contemplándole según la luz le permitía, deseando ver la cara del chico incluído el color de su rostro pero le resultaba imposible así que simplemente lo hizo. Dejó caer suavemente el peso de su cuerpo sobre el otro, aplastándole su busto sin pudor alguno y la distancia que separaba el rostro de ambos simplemente se esfumó. Los labios de los dos entes finalmente hicieron contacto en un corto pero cálido beso lleno de ternura… Podría haberle hecho algo más, si, pero la edad la estaba limitando demasiado.
Tras el pequeño beso que le dedicó, la kunoichi soltó una risita coqueta y luego se reacomodó, depositando su cabeza sobre el pecho del chico y manteniendo prácticamente todo su torso pegado al costado del cuerpo ajeno. —Buenas noches… Dat-su-e… —Le dijo manteniendo el tono que había estado utilizando hasta ahora.
Finalizado esto, por lo menos Noemi se quedaría echada así hasta dormirse, no iba a hacer más nada a sabiendas que el chico apenas si tenía unos catorce años… Por lo menos eso era lo que él le había dicho la primera vez que se vieron.
—Un beso ¿Eh...? —dijo, coqueta, mientras soltaba el brazo del Uchiha y se colocaba encima suyo.
Sentía su cálido aliento empalagando su olfato, el brillo de sus ojos observándole en la oscuridad, sus pechos aplastándose contra el suyo. Datsue había creído que le daría un beso en la mejilla, un simple beso de buenas noches...
Jamás se había alegrado tanto de haberse equivocado.
La distancia que los separaba se esfumó, y notó sus labios, suaves y húmedos, besando los suyos. Un cosquilleo, frío y cálido a la vez, recorrió su cuerpo. Toda su mente estaba centrada en su boca, en el beso... Y de pronto, como el recuerdo empañado de un sueño que se acaba de tener, se extinguió.
Sin aliento, tembloroso y con la mente en blanco, abrió los ojos. Noemi soltó una risita, coqueta, y apoyó su cabeza sobre el pecho agitado de Datsue.
—Buenas noches… Dat-su-e…
—Buenas noches —dijo, con un hilo de voz, minutos más tarde. U horas, no lo sabía con exactitud. Lo único que sabía era que sentía el fuego del Amateratsu recorriendo sus venas. Se sentía invencible, imparable, eléctrico. Si alguien le dijese que tenía que mover una piedra de dos toneladas con la simple fuerza de sus manos, se reiría a carcajadas y movería una montaña entera con sólo un dedo. ¿Acaso era ese el famoso poder que daba el amor?
¿Amor...? No, era muy joven para eso todavía. Y no creía que fuese a enamorarse nunca de ninguna mujer. Como mucho encariñarse…
Sus pensamientos, poco a poco, fueron perdiendo consistencia, hasta que su mente entró al mundo onírico y se perdió en sus sueños y fantasías… Fantasías que difícilmente podrían superar lo que acababa de vivir.
*** *** ***
Alguien hablaba en el piso de abajo. Distinguía voces, muchas voces, y pasos moviéndose de aquí para allá. La luz que entraba por la ventana le hería los ojos. Datsue quería seguir durmiendo, quería seguir disfrutando de aquel sueño irrepetible…
Pero mucho se temía que no iba a poder.
—Noemi —susurró, con la voz más suave que pudo emitir recién despertado—. ¿Estás despierta?
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La reacción del chico no fue ni de lejos la esperada por la rubia, supuso que intentaría seguir aunque sea con el beso pero no fue así, en su lugar sencillamente se quedó como una tabla ahí echado, debajo suyo de forma parcial aunque podía sentir el latido del corazón ajeno claramente alterado. En otras palabras el chico se hacía el duro y seguramente ya estaba empalado.
La rubia sencillamente se quedó echada ahí donde había hallado un cómodo lugar, de paso haciendo contacto con él podrían compartir el calor corporal y pasar aún mejor la noche. Que curiosamente ambos terminaron por dormirse, ella al menos breves minutos luego de su pequeña travesura, él… Él sabrá cuando se durmió realmente.
Las horas pasaron y el sol finalmente salió, aunque Noemi ni se percató ya que en medio de la noche había terminado por refugiarse totalmente debajo de las cobijas, además que estaba lo suficientemente cómoda encima de Datsue como para pasar el resto de la noche así. —No quiero… —Balbuceó mientras rascaba con cierta suavidad el colchón, aún seguía dormida y tenía ligeros espasmos, por lo menos eso mostraba la mano que tenía sobre el colchón.
—¿Estás despierta? —Esa voz hizo que la kunoichi saliera de su profundo sueño. —¿Qué...? —Soltó perezosa en lo que decidía levantar su torso lentamente haciendo uso de ambos brazos. —No quiero… —Se quejó justo antes de bostezar y quedarse en esa postura por unos instantes, manteniendo sus ojos cerrados y dicho sea de paso, Datsue tendría una hermosa vista del cuerpo de la chica ahora que la habitación estaba completamente iluminada.
Y así era, la chica no tenía ni la más mínima intención de salir de la calidez de aquella cama junto a su querido Uchiha pero no le quedaba de otra. —Sueño. —Soltó improvisada antes de echarse a peso muerto sobre el colchón, no sin antes voltearse para quedar boca arriba y una vez más, cubierta totalmente por las cobijas.
En otra habitación lejos del amor takigakureño que se fraguaba esa noche en la taberna de un pequeño pueblo se encontraba Karamaru viendo el amanecer. Su costumbre de entrenar temprano sumada a la necesidad de redimir la actitud que había tenido el día anterior hizo que el calvo se levantase temprano y realizase algunos ejercicios matutinos sobre el suelo de madera del cuarto de posada.
Unas cuantas flexiones y abdominales después dirigió nuevamente su mirada hacia el cielo y observó como el alba se convertía en un Sol radiante que marcaba que era la hora de tomarse algo y comenzar el nuevo día.
Se colocó sus alpargatas marrones y un poquito sucias, se puso su túnica dorada junto a su cinturón azul con bandada y con un simple "Allá vamos" abrió la puerta para sorprenderse. Escuchaba voces que venían de abajo, algo raro después del ambiente de la noche anterior.
«¿En serio? ¿La gente puede venir a beber a esta hora? ¿Por qué no toma el desayuno en su casa?»
Por los sonidos que se colaban por los oídos del pelado parecía que estaba medio pueblo metidos en el edificio hablando sin parar en las mesas del local de Yoshi. Pero nada le iba a impedir a Karamaru tomar su pequeña tasa de té que le pediría al posadero y continuar con el trabajo de búsqueda junto a Noemi. Si es que ella lo aceptaba nuevamente...
Caminó por el pasillo del piso superior, pasó por la puerta de la kunoichi ignorandola completamente, y se dirigió a las escaleras. Si quería caerle mejor a esa mujer, mejor pensar menos y actuar con un poco más de naturalidad. Unos escalones más abajo pudo ver finalmente el ambiente que lo esperaba.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
Al menos una docena de personas inundaba la taberna de Yoshi. Sin embargo, al contrario de lo que venía siendo habitual, nadie estaba con un jarro de cerveza o un vaso de sake entre las manos. Al contrario, permanecían de pie y con rostro serio mientras escuchaban lo que una mujer decía, interrumpiéndola de vez en cuando con algún comentario breve. Karamaru la reconoció en seguida: era Aiko, la chica que había avisado del asesinato la noche pasada. También vio a Yoshi y su esposa junto a la barra.
En cuanto la multitud oyó a Karamaru bajando por las escaleras, todos los ojos se volvieron hacia él.
—¿Tú eres Datsue, el shinobi de Takigakure? —preguntó un hombre, delgado y bajito, de cabellera negra y corta y ojos saltones.
***
—¿Qué...? —soltó Noemi, perezosa, mientras levantaba su torso con la ayuda de ambos brazos--No quiero…
La extensa melena de Noemi cayó a ambos lados del rostro de Datsue, como cortinas doradas que limitaban su visión y le invitan a mirar a un solo punto: los suaves y enormes pechos que colgaban en el aire a escasos centímetros de su rostro, desbordando un sujetador que parecía estar a punto de estallar por el peso.
Podría decirse que Datsue ya estaba acostumbrado a aquella visión. Podría decirse que su cuerpo ya no reaccionaba de la misma forma: con la misma excitación de un pájaro al ser liberado por primera vez de su jaula. Podrían decirse muchas cosas y, como tantas otras, serían mentira.
—Sueño —soltó de pronto, echándose a un lado, boca arriba. No fue hasta aquel momento en que el Uchiha se dio cuenta de cuánto anhelaba el contacto con Noemi.
Por otra parte, sus músculos no opinaban lo mismo. Con el cuerpo dolorido por permanecer toda la noche en la misma posición, se incorporó en la cama y apoyó la espalda contra la cabecera, estirando cada músculo de su cuerpo mientras emitía un prologando bostezo.
Luego, rebuscó entre las sábanas hasta encontrar la goma de pelo que había tirado por la noche, rehaciendo nuevamente su habitual moño en la parte posterior de la cabeza.
Todo esto mientras su mente no paraba de pensar, dándole vueltas una y otra vez al mismo tema. Al mayor problema que había en aquellos instantes en aquel pueblo alejado y recóndito: ¿cuál debía ser su próximo paso con Noemi?
Apenas había dormido en toda la noche por culpa de aquella pregunta sin respuesta. Primero, se había arrepentido por no haber estado ágil, pícaro, cómo el creía que era, cuando Noemi le había besado. En lugar de hacer un comentario con chispa o devolverle el beso, se había quedado como una estatua, acobardado, en blanco. Después, tras horas de auto-recriminación, trató de hallar la mejor frase con la que empezar el día.
Pero no la encontraba. Sencillamente, toda su inspiración se había esfumado.
—No tenemos porqué levantarnos todavía —sugirió Datsue, bostezando de nuevo. Luego volvió a recostarse en la cama—. Total, no creo que el asesino escape a ninguna parte, ¿no? —aventuró, sin estar del todo convencido. De hecho, en realidad era del todo contraproducente. Cuanto más tiempo le diesen al asesino para pensar y planear su reacción, más difícil lo tendrían para averiguar quién era el culpable. Al menos, eso era lo que creía Datsue, pero poco le importaba en aquellos instantes—. ¿Qué tal has dormido? —preguntó, cubriéndose nuevamente con las mantas.
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La taberna estaba cubierta de gente que Karamaru nunca había visto y seguramente nunca más volvería a ver. Sin embargo, le llamó la atención otra cosa además de la cantidad de personas; ninguna de ellas estaba tomando tranquilamente sentado sobre una silla. El calvo se quedo congelado en los escalones, poco antes de llegar al suelo de madera, viendo como todos los presentes dirigían la mirada hacia él. Miró cara por cara para solo reconocer al posadero, a su esposa y a la mujer que había entrado alertando el asesinato de la noche anterior.
Sin seguridad sobre que hacer, con el silencio reinando sobre el lugar por unos pequeños segundos, Karamaru le dirigía la mirada a Yoshi tratando de saber cómo reaccionar. Pero poco podía hacer para investigar la situación y lo primero que se enteró es que Noemi no era la única de esa aldea de desconocido nombre que esos aldeanos conocían.
«¿Datsue? ¿Otro más de ese lugar Takigakure? ¿Desde cuándo esa aldea es conocida?»
«Deberé investigar una vez vuelva a Ame...»
El monje tardó un rato en responder, dejando el tamborileo imaginario sonar un poco antes de cortar la situación que ocurría en ese momento con sus palabras. Había una quincena de personas o más, debería de responder algo correcto. Estaba obligado.
No.... Mi nombre no es Datsue....
Siguió bajando los escalones y se acercó a Yoshi con la mayor calma posible. La mirada acechadora y penetrante de los presentes lo perseguía en su corto recorrido. Le dió un pequeño codazo y se dirigió a el barbudo en susurros.
¿Qué esta pasando?
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
Lo que sea que pasara en el piso inferior de la posada no llegaba a oídos de Noemi que prefería seguir revolcándose por todo el colchón, flojeando y bostezando cada tanto además de estarse estirando debajo de las sábanas casi como si estuviese en plena danza. —No quiero… —Respondió al instante ante la primera frase del Uchiha pero al escuchar la segunda se levantó al instante como quien se quema, quedando sentada sobre el colchón sin sábanas que la cubrieran. —El asesino… —Susurró para si misma con la mirada fija en la pared y suma seriedad.
Pero no, luego de un rato como no hacía nada adicional el chico decidió meterse bajo las sábanas y ella simplemente lo siguió con la mirada por un rato y se quedó mirándole directamente a la cara. —. ¿Qué tal has dormido? —Consultó el chico.
Le miró en silencio y completamente seria como si estuviese pensando como regañarle, pero terminó por meterse una vez más debajo de las sábanas para pegársele una vez más por el costado, aunque esta vez le tuvo piedad y no se recostó sobre él. —Bastante bien. —Dijo alegre en lo que deslizaba sus manos por debajo y por encima del Uchiha para atraparle en un abrazo y atraerlo contra ella, de espaldas o de frente, daba igual.
A estas alturas casi podía decirse que Datsue se había convertido en el osito de peluche de la rubia pero venga, que no era solo para molestarle. —Por cierto… ¿Te gusto o te pones cachondo solo porque soy mujer...? —Consultó no tan alegre como antes, era un pequeño asunto que le preocupaba, aunque incluso en el caso de que la respuesta fuese no se las arreglaría para hacerle cambiar de parecer.
—Oh, pues verás… —empezó Yoshi, dándole la espalda a sus vecinos y hablando también en susurros—. Aiko les estaba contando cómo encontró a Ryoma anoche… También les dijimos que por suerte hay dos shinobis investigando ya el caso, aunque no te mencionamos, tal y como pediste —dijo, guiñándole un ojo y sonriendo como haría un niño tras corroborarle a su madre que se ha portado bien.
—Extraño —dijo de pronto un hombre, flacucho y de apenas treinta años—. ¿No os lo parece?
—¿De qué estás hablando, Rai?
—De él, por supuesto —respondió, señalando a Karamaru con el dedo—. ¿No es demasiada casualidad? Que llegue un extranjero y justo, justo ese día, Ryoma aparece muerto en su casa.
—¡Rai! —exclamó Aiko, dándole un pequeño manotazo en el hombro—. Te estás pasando.
—¿Y qué prefieres? ¡Que sospeche de mis propios vecinos! ¿¡DE MIS AMIGOS!? —rugió, fuera de sí—. ¡Yo digo que le encerremos! Al menos hasta que se esclarezca todo...
Un silencio incómodo precedió a las palabras de Rai e invadió la posada de Yoshi. Un silencio tenso, cargado por unas miradas inquietantes dirigidas a Karamaru. No, no eran miradas benévolas. Algunas tan sólo transmitían miedo, inseguridad… pero otras, otras estaban cargadas de odio e, incluso, acusación.
—¿Es que no vas a decir nada? —preguntó Yumiko a su esposo, que estaba con la boca entreabierta como si quisiese decir algo y no le saliese nada.
***
—Por cierto… ¿Te gusto o te pones cachondo solo porque soy mujer...? —
—¿C-cómo dices? — Nunca en su vida le había desencajado tanto una pregunta. Primero, no la comprendió. Luego, después de que su cerebro lograse procesarla, enrojeció como un tomate, muerto de vergüenza. Acto seguido, llegó la indignación. ¿Quién se creía para tratarle así? Datsue no era de los que se dejaban encandilar por la primera chica que se cruzase en su camino. Herido en su orgullo, en un orgullo que hasta el momento creía carecer, se deshizo del abrazo de Noemi y se pegó a la pared, sentándose—. Te equivocas si piensas que me gusta cualquier chica sólo por el hecho de serlo… Además, ¿quién te dice que me haya puesto cachondo? —preguntó, molesto, aunque no sin cierta incomodidad al pronunciar la última palabra.
Sus ojos buscaron los de Noemi a la espera de la respuesta...
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Cualquier cosa era esperable, después de todo apenas si le conocía así que no sería sorpresa si se lo encontraba coqueteando con alguna otra chica, aunque de lo poco que ella sabía podría decir fácilmente que al chico le faltaban algunos años para poder dedicarle un piropo aparte de ese cutre del ángel caído. —Jo… ¿Entonces por qué estabas tan nervioso anoche...? —Consultó simulando desinterés a la vez que se acomodó de lado dejando su cabeza apoyada sobre su mano, cuyo brazo estaba soportando todo el peso.
~Seguramente la habrías tenido dura y por eso las sábanas no me tocaban las piernas… ~Pensaba en silencio mientras analizaba las palabras del chico que parecía querer mostrarse como alguien serio pese a estar en interiores. Pero que va, suficiente silencio, por lo menos para ella.
Sin más, Noemi se levantó parcialmente y gateó hasta quedar totalmente de frente a Datsue al cual apresó apoyando ambas manos contra la pared a cada lado de la cabeza del chico. —¿Seguro que no te pone...? —Soltó pícara aprovechando las distancias para soltarle todo su agradable aliento a la cara, además que poco a poco iba eliminando las distancias como si pretendiese besarle una vez más. ¿Objetivo? Molestarle un poco, era demasiado pequeño para hacerle algo. ~Pero en unos años… ~Cualquier cosa podría pasar.
Las suposiciones del calvo se confirmaron con la respuesta del barbudo. La gente se encontraba en ese lugar por la noticia de los hechos ocurridos la noche anterior. Karamaru sabía lo que era el miedo a la muerte, cuando ese hombre morocho casi lo despedazaba lo había sentido a un nivel impresionante. Entendía a todos los habitantes y el terror que les pertenecía y entre eso y el enojo de algunos claramente no era favorable ponerse en contra.
Gracias Yoshi, aunque supongo que todo se da a conocer en algún momento.
No había mucho tiempo para las palabras entre el shinobi y el posadero. Una voz de hombre surgió de entre la muchedumbre para representar en palabras lo que seguramente muchos de los presentes pensaban. El monje esperó en silencio y escuchó.
«Esas cosas de la vida. Tratas de ayudar y te tachan de culpable, supongo que será un problema más a superar...»
Paso el momento de susurros y no tan susurros entre la gente que se encontraba en la posada y el silencio volvió a reinar. Karamaru pasaba con la vista por cada una de las miradas de aquellas personas, cómo si tratase de leer sus pensamientos aunque fuese obviamente en vano. Él sabía lo que debía de hacerse ante ese pedido y estaba dispuesto a aceptarlo.
¿Es que no vas a decir nada?
Por favor- interrumpió el cenobita a la esposa de Yoshi- Haré lo que deba hacerse.
Miró al público, dio unos pasos para delante integrandose con el y junto sus manos detrás de su espalda.
Entiendo que hay dos shinobi de Takigakure entre nosotros. Uno de ellos desconocido para mí. Es por ello que es mi deber advertirles que no debo de ser el único sospechoso.
Soy inocente, mi consciencia está limpia, pero si para estar tranquilos debo de estar encerrado lo haré. Sin ningún problema.
Volvió a recorrer la mirada de los pueblerinos, esperaba que alguno tomase la iniciativa y lo escoltase hasta su lugar de retención.
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—Entiendo que hay dos shinobi de Takigakure entre nosotros. Uno de ellos desconocido para mí. Es por ello que es mi deber advertirles que no debo de ser el único sospechoso. Soy inocente, mi consciencia está limpia, pero si para estar tranquilos debo de estar encerrado lo haré. Sin ningún problema.
—Bien —afirmó el joven, aunque sin el mismo ímpetu de antes—. Yo mismo te...
Una ráfaga de viento sacudió las ropas de los pueblerinos e hizo tintinar los vasos que había tras la barra. La puerta de la taberna se acababa de abrir, y un hombre de aspecto cansado y ceño fruncido acababa de surgir.
Era Hiromi.
—Aquí no se va a encerrar a nadie. —No elevó la voz, pero su tono sonó firme como una roca ante una suave brisa de verano.
—Pero Hiromi —protestó el chico—. ¿No crees que es sospechoso…?
—Las sospechas hay que probarlas —le interrumpió el sacerdote—. De lo contrario, seríamos bárbaros. ¿O es que vamos a encerrar a todo aquel que te parezca sospechoso?
—Pero… ¿De verdad crees en la inocencia de este chico?
Hiromi miró a Karamaru durante un largo y tenso silencio. Luego, le devolvió la mirada a Rai.
—Lo que yo piense es indiferente. Hay una manera correcta de hacer las cosas, Rai. Y dejarnos llevar por el pánico no es la mejor de las soluciones, ¿no crees?
Los hombros de Rai se hundieron y agachó la cabeza.
—No —murmuró.
Hiromi dio una palmada y trató de esbozar un gesto más alegre. No lo consiguió.
—¡Bien! ¡Pues manos a la obra! ¡Que hay mucho que preparar! —exclamó, dando media vuelta y desapareciendo de la taberna camino arriba.
Tras unos segundos de silencio, la mayoría de las personas abandonaron la posada entre cuchicheos. Rai hizo lo propio, no sin antes lanzarle una mirada enigmática a Karamaru. Incluso Aiko se fue, tras despedirse de Yumiko con un gesto de mano. Las dos personas que se quedaron, dos mujeres entrada en la cuarentena, se acercaron a la esposa de Yoshi.
—¿Nos ponemos manos a la obra con eso? —preguntó una de ellas.
—Sí —asintió Yumiko, poniendo los brazos en jarras y suspirando—. Será mejor que empecemos o se nos echará el tiempo encima.
Mientras tanto...
—Jo… ¿Entonces por qué estabas tan nervioso anoche...?
Le hubiese sentado mejor un puñetazo en la boca del estómago. El Uchiha abrió la boca, se quedó unos segundos sin saber qué decir y la cerró, sintiéndose terriblemente estúpido. Era de las pocas veces que se había quedado sin habla en su vida, y lo peor es que empezaba a convertirse en una costumbre en presencia de Noemi. ¿Por qué narices le ponía tan nervioso?
Lo peor de todo era que no le daba ni un respiro para recuperarse. Era como un huracán implacable, un oponente tenaz e incansable que no le permitía descansar ni por un segundo. Como una gata traviesa, gateó hasta alcanzar a Datsue y apoyó ambas manos sobre la pared, a cada lado de la cabeza del Uchiha, sin dejarle escapatoria. Luego, se inclinó hacia él.
—¿Seguro que no te pone...? —soltó, pícara, mientras empalagaba el olfato de Datsue con su aliento.
Estaba buena, lo sabía y se aprovechaba de ello. Datsue quería odiarla. Quería odiarla y detestarla con todas las fuerzas de su ser. Sin embargo, en aquel momento no podía pensar en otra cosa que no fuese en besarla.
Soy tan manipulable…
Aquel pensamiento prendió una llama ínfima en su ser. ¿Cómo era posible que Noemi hiciese lo que quería con él? Él, que se creía el un mentiroso y manipulador, dejándose manejar por una chica como un simple títere sin cabeza. Era patético.
El Sharingan con dos aspas centelleó en su mirada, como si creyese que su Dojutsu pudiese librarle del Genjutsu que ejercía Noemi sobre él. Acto seguido, rodeó la cintura de la kunoichi con una mano y la empujó de espaldas contra la cama, echándose sobre ella. Su rostro quedó a centímetros del suyo, mientras sus manos sujetaban las delicadas muñecas de la kunoichi y las apretaban contra el colchón.
—Si me he puesto tan nervioso —contestó al fin, mirándola a los ojos—, es porque a veces pienso que me tratas como un juguete. Como un objeto que usas sólo para divertirte… Dime, ¿es eso lo que soy para ti, Noemi?
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La sonrisa que la kunoichi esbozaba incrementó al no recibir respuestas por parte del chico, pues había abierto la boca dispuesto a decir algo pero en su lugar decidió mantenerse en silencio por un rato más. —¿Te ha comido la lengua el gato...? —Consultó pícara aprovechando el momento para acercar un poco más su cuerpo pues estaba incómoda a gatas.
Ahora sentada, Noemi esperaba algún tipo de respuesta y si no la conseguía por las buenas lo haría por las malas. Para ello tomó al Uchiha por los hombros y justo cuando estuvo dispuesta a hacerle algo su presa esta reaccionó y la dejó tumbada boca arriba sobre el colchón, algo que sin lugar a dudas sorprendió a la joven que había terminado por perder el control de la situación tras haber visto esos llamativos ojos rojos. ~No era broma que es un Uchiha… ~Se dijo a si misma al ver aquella irrefutable prueba.
De todas formas el chico finalmente había hablado, se tragó todos los nervios o algo de eso y dejó a la rubia totalmente atrapada manteniéndole las muñecas inmovilizadas. —¿Eh...? —Soltó la kunoichi estupefacta ignorando totalmente la pequeña distancia que los separaba y la carencia de ropa de ambas partes.
La pregunta para ella al menos estaba totalmente fuera de lugar. ~¿Es que parezco de ese tipo...? ~Se cuestionó justo antes de suspirar y mirarle completamente seria. —Es lo único que puedo hacerte. —Sentenció fríamente. —Para serte sincera eres el primer hombre con quien he dormido y no pienso hacerlo con nadie más. —Agregó utilizando el mismo tono aunque luego de esto desvió la mirada a un lado evitando el contacto visual.
—Pero tu edad… Y lo que aparentas no ayuda… —No era realmente que fuese un hombre irresistible al que se sintiese totalmente atraída pero… Esos ojos… —Tienes catorce… Yo diecisiete… En dos años cuando cumplas dieciseis podría… —El rostro de la chica poco a poco fue adquiriendo un tono algo rojizo, además que por el tono de voz ya no se podría apreciar tanta seguridad como la que había estado mostrando.
Tras una pequeña pausa, Noemi logró armarse con el valor suficiente para volver a posar su verdes orbes sobre los rojos del contrario. —Podremos hacerlo, lo que podríamos haber hecho anoche aquí mismo... Claro, si quieres… —Y nuevamente desvió la mirada a un lado, aunque algo cabizbaja como si estuviese deprimida y es que realmente le molestaba la diferencia de edades entre ambos, aunque la realidad era peor de lo que ella podría imaginarse.
Estaba a punto de ser agarrado por las manos de un hombre desconocido para él cuando vio una figura familiar en la puerta de la posada. Acompañado de una matutina brisa fría el viejo entraba al edificio para poner un poco de orden entre sus compañeros pueblerinos. No abogaría a favor de Karamaru, y estaba en todos sus derechos, pero actuaría de consciencia y refrescaría la mente de todos los presentes para hacerles entender que alguien debería de mantener la cordura en ese lugar.
Con voz imponente y en poco segundos redució todo intento de rebeldía de ese buen hombre que solo buscaba un poco de seguridad. Varias miradas se cruzaron entre el shinobi y el anciano, unos cruces silenciosos y reflexivos acompañaban. Pero así como entraba saldría, dejando a Karamaru sin réplica parado en el medio de la taberna. La muchedumbre salió tras él como la manada que sigue al líder.
«¿Manos a la obra? ¿Qué tienen pensado hacer?»
El monje miró a Yoshi con cara de "¿Y ahora qué?" pero los pueblerinos tenían algo en mente. Las mujeres que se quedaron tenían en claro a que se refería Hiromi con "manos a la obra" y el calvo no se quería quedar afuera.
¿Qué es lo que se supone que debemos hacer? Si es que entró en los planes que tienen todos ustedes- le digo a Yoshi tras acercarse- ¿Hay algo en lo que pueda ayudar?
Miró a las damas por si lo habían escuchado. Tal vez alguno le contestaría y sabría por donde comenzar su accionar. Seguramente sería más difícil atrapar al asesino pero no por eso se quedaría de brazos cruzados.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
¿Qué es lo que se supone que debemos hacer? Si es que entró en los planes que tienen todos ustedes- le dijo a Yoshi tras acercarse- ¿Hay algo en lo que pueda ayudar?
—¡Claro! —exclamó Yoshi, sonriente—. Verás, Karamaru, en este pueblo tenemos por costumbre celebrar un gran banquete en honor del difunto después de su entierro. Y la verdad, para estas cosas nunca se echa en falta un par de manos extra. De hecho, mi padre solía decir…
El rostro de Yoshi se contrajo por el dolor de forma súbita y se interrumpió de golpe. Acababa de recibir un codazo disimulado por parte de su esposa en plenas costillas.
—¡Ejem! —Yoshi se aclaró la garganta, rojo por la vergüenza e intentando disimular su interrupción—. Esto… Creo que nos las arreglaremos bien sin ti, Karamaru. ¡No te preocupes! —rodeó a Karamaru por los hombros con un brazo y lo alejó de las mujeres, que empezaron a desaparecer tras una puerta que había tras la barra—. Creo que será más provechoso que te ocupes del… asesino —susurró, para que solo Karamaru fuese capaz de oírle—. Por cierto —dijo, elevando la voz de nuevo—. Tus amigos shinobis son de los que les gusta dormir, ¿eh? —comentó, esbozando una sonrisa bobalicona.
***
—Es lo único que puedo hacerte. —Sentenció fríamente. —Para serte sincera eres el primer hombre con quien he dormido y no pienso hacerlo con nadie más.
Por un instante, se le paró el corazón. Aquellas dos frases le habían dejado completamente desarmado. Abrió la boca para decir algo, pero se vio interrumpido:
—Pero tu edad… Y lo que aparentas no ayuda… —continuó Noemi—. Tienes catorce… Yo diecisiete… En dos años cuando cumplas dieciseis podría… —El rostro de la chica poco a poco fue adquiriendo un tono algo rojizo, además que por el tono de voz ya no se podría apreciar tanta seguridad como la que había estado mostrando.
Aquella muestra de indefensión, de repentina falta de seguridad, no hizo otra cosa que desarmar todavía más a Datsue. Las manos que mantenían presas las muñecas de Noemi se aflojaron, y los ojos del Uchiha se encontraron al fin con los de ella, hasta ahora esquivos.
—Podremos hacerlo, lo que podríamos haber hecho anoche aquí mismo... Claro, si quieres…
¿C-cómo ha dicho…? Cuando por fin entendió sus palabras, sus ojos perdieron brillo. No es que fuesen menos rojos, sino que destacaban menos ante una piel igual de roja. Le ardían las mejillas por el rubor, y sus ojos estaban abiertos como platos por la sorpresa.
—Noemi, yo… —se sentía demasiado embriagado por su presencia como para seguir resistiéndose. Se sentía demasiado aturdido por sus palabras como para siquiera pensar. Posó con delicadeza la palma de su mano sobre la mejilla de Noemi y la atrajo hacia él para que le volviese a mirar. Entonces, se inclinó hacia ella y… la besó. Una explosión de júbilo estalló en su corazón e inundó sus venas al apretar sus labios contra los suyos. Fue un beso tierno, corto, húmedo. Probablemente también inexperto. Luego, se echó hacia atrás y sonrió—. Yo tampoco pienso dormir con nadie más —prometió, y en aquel instante estaba convencido de que sería la primera promesa que llegaría a cumplir.
Al menos en aquel instante…
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80