—Bueno, es cualquier otra bebida, solo que lleva alcohol. A la hora de su creación, hay muchas manera de fermentar la cebada, y muchas cosas que se le pueden añadir tanto antes como después de su creación. Hay cerveza que incluso es cambiada de sabor a base de zumo de limón, por ponerte un ejemplo...

— Vaya, sabes mucho del tema — murmuró, con un deje de admiración. Se preguntó si Aiko había trabajado en el tema en algún momento de su vida —. Ya entiendo. Hay cervezas de todo tipo, hasta dulces.

La chica comenzó a ojear la carta. Juro guardó silencio, mientras daba vueltas a pequeño vaso de cristal de no-cerveza. Dio un trago al refresco, y luego otro. Dejó escapar un fuerte suspiro, como si hubiese tomado algo muy fuerte. Aun así, tuvo la delicadeza de usar el posa vasos.

—Igual, sea lo fuerte que sea, es un fastidio no poder emborracharse... como mucho el efecto me dura unos minutos, una hora a lo sumo... y ya tiene que ser bien fuerte la bebida para ello.

Con eso, logró llamar su atención. Sus ojos brillaron, en un intento de averiguar algo.

— ¿No puedes emborracharte? — murmuró, con los ojos como platos. ¿Le había contado eso? Creía que no —. Que yo sepa eras inmortal, y tus heridas sanaban al momento. ¿Cómo funciona con el alcohol? ¿Tu cuerpo asimila la bebida de la misma manera?

Quizá no fuese la información más útil del mundo. Pero nunca tendría la oportunidad de hablar con otra persona inmortal sobre las ventajas de la bebida.

El chico reconoció que la chica estaba bastante bien puesta en el tema de la cerveza, y no sabía cuanto. Sin duda, había sido una de las mejores maneras de dejar pasar el tiempo y olvidar la infelicidad de su vida, de dejar atrás todo problema salvo a ella misma, de apartar de su vida hasta a su madre... o que ella se apartase, mejor dicho.

Allí estaba su buena amiga hecha a base de cebada, para darle a veces un mal trago, a veces uno dulce. Si, sin duda había sido una buena amiga suya, por cualquier camino que hubiere tirado, sin replicarle nada, tan solo ayudándola a sobrellevarlo todo.

—Bueno, he tenido tiempo para probar unas cuantas de ellas... algo se, si.

Tras ello, el chico quedó impresionado por la confesión que la chica lanzó, la de que no se podía emborrachar. Éste, curioso como un gato, o como la misma pelirroja, no dudó en preguntar cuál era el motivo. Pensó que su cuerpo quizás asimilaba la bebida de otra manera, que podía deberse a eso, sabía que podía regenerar las heridas, pero no sabía como actuaba con el alcohol.

—No es que mi cuerpo se regenere porque sí, siempre se queda en un mismo estado, y si algo lo cambia, vuelve rápidamente a esa anterior fase. —explicó con toda tranquilidad. —Si bebo, mi cuerpo detecta el alcohol, y lo elimina, porque es algo que altera la "normalidad" que él mismo ha establecido. Cualquier cosa que lo altere es eliminada, tarde mas o tarde menos. Es como un don, pero a veces es una maldición difícil de explicar...

»Pero bueno, eso es mejor dejarlo de lado. Igual, ahora encontré objetivos que cumplir, y hace que todo eso sea mas relevante.

De nuevo, llevó la mirada hacia la carta del menú. —¿Vas a comer algo? Yo creo que solo pediré algo de picar, no tengo demasiada hambre.

Aiko ya había dejado claro que su pasión por la cerveza y el alcohol era real. Igualmente, para alguien que no podía emborracharse, Juro supuso que tampoco tendría ningún tipo de prejuicio. Si encima no iba a atacar su cuerpo ni a causarle problemas, ¿Qué mal había en que bebiese hasta hartarse?

Aun así, en su benevolencia, la pelirroja decidió darle una explicación mucho más clara.

—No es que mi cuerpo se regenere porque sí, siempre se queda en un mismo estado, y si algo lo cambia, vuelve rápidamente a esa anterior fase. Si bebo, mi cuerpo detecta el alcohol, y lo elimina, porque es algo que altera la "normalidad" que él mismo ha establecido. Cualquier cosa que lo altere es eliminada, tarde mas o tarde menos. Es como un don, pero a veces es una maldición difícil de explicar...

— ¡Ya lo pillo! — exclamó Juro, dando una palmada —. Entonces tampoco puedes enfermar. Ni si quiera marearte.

»Pero bueno, eso es mejor dejarlo de lado. Igual, ahora encontré objetivos que cumplir, y hace que todo eso sea mas relevante.

— ¡Claro! — dijo Juro, casi avergonzado de sacar el tema —. Inmortal Girl, ¿no?

Juro se preguntó si Aiko aún recordaría el mote que le había puesto aquel día en las montañas. Antes de que el mercader les arruinase la tarde. Cuando solo eran dos chicos al borde de un acantilado hablando de sus vidas y de su carrera ninja. Fue un buen día.

—¿Vas a comer algo? Yo creo que solo pediré algo de picar, no tengo demasiada hambre.

— Si, si, también pediré de picar . ¿En qué estabas pensando?

Tras la breve explicación, el chico alegó haberlo pillado, e incluso dio una palmada de la misma euforia. Supuso que entonces tampoco podía enfermar, o marearse. El chico no sabía bien hasta que punto llegaba esa maldición, aunque quizás se acercaba a rozar gran parte de sus fronteras.

—Exacto, así es. No puedo enfermar, el mareo apenas me dura, no me pongo mala por comer demasiado, no puedo tatuarme mas, no puedo dejarme crecer el pelo, no pueden crecerme las uñas, no puedo tener hijos... y hay un largo etcétera que ni yo misma conozco a veces.

Sin embargo, Juro pareció entender que la chica no quería hablar demasiado sobre el tema, al menos no sobre el tema de porqué le parecía a ella una maldición, o de porqué nunca había estado agradecida de ese don. Incluso se atrevió de nuevo a llamarla Inmortal Girl, apodo que él mismo le había asignado.

La pelirroja no tardó en opinar acerca de picar algo en vez de comer, era tan solo cuestión de tiempo que les atendiesen. Por su parte, el joven parecía tener la misma intención, aunque no se le veía decantado por ningún plato, así pues preguntó a Aiko qué tomaría. La chica se llevó el índice al labio inferior, meditando sobre qué tomaría. De nuevo, revisó rápidamente la parte de la carta que anotaba los entrantes y entremeses, así como las raciones pequeñas. Tras una rápida deliberación, la chica dejó a un lado la carta, decidida al fin.

—Yo creo que tomaré unos dangos, y pediré patatas también. —confirmó a su antagonista.

»¿y tu, que pedirás?

Aiko le dictó una serie de cosas que no podría hacer, tales como; tatuarse, dejarse crecer el pelo o las uñas, tener hijos... Juro, silenciosamente, comenzó a entender la desdicha de la joven, más allá del problema inicial de vivir más que la gente que te rodea. Realmente era algo trágico.

« Es increible. Una verdadera tragedia »

Pero no era un momento para llorar. Estaban ahí para divertirse y tomar algo.

Aiko ojeó la carta por segunda vez — aunque a él ya le pareció la quinta o la sexta — y tras un buen rato deliverando, con todos los gestos que conllevaba eso, pareció decidirse.

—Yo creo que tomaré unos dangos, y pediré patatas también. ¿y tu, que pedirás?

Juro cogió la carta, con cuidado, por si la chica no hubiese terminado. No tardó ni cinco segundos: le echó un suave vistazo, y volvió a levantar la mirada hacia Aiko.

— Creo que pediré unas patatas — murmuró, mientras un recuerdo cruzaba su mente —, y ya esta. No tengo mucha hambre.

Depositó la carta en el centro de la mesa, mientras se revolvía en la silla, con algo de incomodidad.

— La verdad es que los dangos me traen muy mal recuerdo. Mi primera misión fue en un puesto ambulante de dangos y fue desesperante — murmuró, con un gesto dramático.

Tras la decisión hecha pública de la pelirroja, Juro tomó la carta, y también la ojeó un poco. Tras deliberarlo un poco, también se decidió por tomar unas patatas, algo que picar tan solo. Sin embargo, no tardó en confesar que lo de los dangos realmente le repelía, que había tenido una mala experiencia en una misión que realizó hacía tiempo, la primera al parecer.

La chica se encogió de hombros, como si conociese esa sensación. —Si, la primeras misiones siempre te marcan, aunque tarde o temprano las recordarás con otros ojos, incluso te hará gracia esa situación que no conseguías sobrellevar...

¿Hablaba la voz de la experiencia?

Quizás era eso, quizás solo un ligero recuerdo de su primera misión, a saber. Lo que fue intachable fue el hecho de que apenas habían soltado la carta sobre la mesa, un camarero hizo acto de presencia. Éste, uniformado de manera parecida a quien les sirvió las bebidas, presentaba un rostro jovial y una cabellera pelirroja bastante corta y alborotada. Se daba hasta un pequeño aire a la kunoichi, pero con otro estilo.

—¿Puedo tomarles nota? —preguntó sin demora.

De nuevo, la chica tomó rápidamente la iniciativa, no perdiendo tan solo un segundo. —Si, quisieramos 2 raciones de patatas, y una de dangos. Eso es todo.

El joven lo anotó en una libreta, e inmediatamente fue dirección a la cocina. Con paso ligero pero firme, sin tachar la etiqueta que el lugar presentaba.

—Es increíble que atiendan así, teniendo en cuenta lo bajo que son los precios... ¿no crees?

—Si, la primeras misiones siempre te marcan, aunque tarde o temprano las recordarás con otros ojos, incluso te hará gracia esa situación que no conseguías sobrellevar...

Juro asintió, preguntándose que clase de primera misión haría Aiko — y en que momento de su vida. Tuvo deseos de preguntarle por ello, pero dudó. Después de todo, no era apropiado preguntar por cosas de su aldea a un ninja extranjero, aunque fuese una información poco relevante.

Aun así, la escuchó atentamente. Prácticamente bebió de sus palabras, como quien escucha a un adulto.

—¿Puedo tomarles nota?

El camarero apareció en la mesa pocos segundos después de que Juro soltase la carta, como si un hilo tirase de él al notar la presión. Le inspeccionó con la mirada: esta vez era un chico joven, pelirrojo. Incluso se daba un aire a Aiko.

—Si, quisieramos 2 raciones de patatas, y una de dangos. Eso es todo.

Juro asintió, estando todo claro. Aiko era muy concisa. El camarero lo apuntó todo en su libreta y luego se marchó otra vez. Juro supuso que no tardarían mucho en traerles la comida, mientras le daba otro sorbo.

—Es increíble que atiendan así, teniendo en cuenta lo bajo que son los precios... ¿no crees?

— Es casi demasiado bueno — murmuró. Juro esperó entonces que la comida fuese horrible, o alguna otra cosa que empatase el buen servicio —, pero eso explicaría porque este sitio es tan popular.

Juro asintió a la afirmación que la chica justo realizaba, para él también era demasiado bueno el sitio, pero achacó eso a que fuese tan popular. Mirándolo en parado, ciertamente estaba bien lleno, debía tener algo de renombre. Si tenía tanta clientela, era por algo, algo como que sus precios fuesen tan bajos y su calidad de servicio tan buena. Si, sin duda algo debía de tener en relación a eso, no podía ser otra cosa.

Ahora que el camarero se había marchado con el pedido tomado, tenían de nuevo unos minutos para seguir hablando. Sin embargo, la chica se tomó un ligero respiro, un respiro para propinarle otro buen buche al cuerno, y saborear esa suave cerveza. De nuevo, su paladar se retorció en placer al probar la susodicha cerveza, que casi parecía un té helado con miel.

—Oeh.... mushasha... —un hombre, perteneciente a una de las mesas mas alejadas, había recortado las distancias. —t-tu ere mu bu-buap-pa...

El hombre, que apenas atinaba a decir dos palabras correctamente de seguidas, se disponía a poco mas de dos metros de la chica, con una jarra de cerveza en mano. El pobre cristal apenas contenía el liquido con tanto vaivén, el hombre se movía mas que el cemento dentro de una hormigonera. De cabellera repeinada y castaña, no demasiado larga, ojos entrecerrados de color marrón, y ataviado con un kimono verde.

«Vaya tela...»

La chica blandió su mejor sonrisa, y tomó aire. Quizás el orden fue el inverso, pero dicen que el orden de los factores no altera el resultado, a saber...

—Muchas gracias. —contestó, de manera seca pero amable.

El hombre la observó por unos segundos, manteniendo silencio, o simplemente luchaba por su vida. Con un porte que casi parecía Chiquito de la calzada, pero que se hacía el interesante. Tras unos segundos, echó una fulminante mirada al chico que acompañaba a la pelirroja, celoso de la posición de éste a lo mejor. Pero, mantuvo silencio, curiosamente. Tras deliberarlo un poco consigo mismo, y bajo la mirada de ambos chicos, el hombre retrocedió hacia su mesa.

—Vaya espécimen mas raro... jajajaja... —se burlaría una vez éste se hubiese marchado.

Ambos se quedaron en silencio. Tenían unos cuantos minutos antes de que el camarero llegase con su orden. Aiko decidió darles salida bebiendo de su cuerno con ojos placenteros. Juro, sintiéndose algo incómodo, continuó bebiendo de su refresco. El vaso ya había descendido por la mitad.

—Oeh.... mushasha...t-tu ere mu bu-buap-pa...

Hasta a él, que se jactaba de soler ser observador, le pilló por sorpresa la aparición de aquel hombre. Un borracho, tanto por sus pintas como por su voz, y la manera tan extraña de acercarse y caminar hacia Aiko.

Juro lo observó de arriba a bajo: cabellera castaña repeinada, ojos color marrón medio cerrados, vistiendo un kimono verde. El hombre se balanceaba de un lado a otro, en un patético intento de mantener el equilibrio. Llevaba una jarra de cristal entre las manos, que sufría más que él sus vaivenes.

"Esta chica atrae a lo peor de la sociedad" — reflexionó Juro.

Aiko sonrió — Juro la admiró por ello. Él no habría encontrado las fuerzas — y le agradeció el "cumplido". El hombre se quedó unos segundos más, ahí, quietos. De pronto, se fijó en él. A Juro le latió con fuerza el corazón, mientras el hombre le miraba de una forma asesina. Finalmente, se marchó. Juro pudo respirar tranquilo.

—Vaya espécimen mas raro... jajajaja... — dijo Aiko, tras su ida.

— ¡Y que lo digas! ¡Ya es el segundo que te intenta piropear así!— exclamó, dándole otro sorbo al refresco. De pronto, se sentía incómodo —. ¿Suelen acecharte tíos tan raros normalmente, o solo es cuando estoy contigo?

Aiko era guapa. Eso no lo dudaba. Y una persona guapa atraía a la gente. Pero de ahí a atraer a los bichos más raros de la ciudad... Puede que el mercader la quisiese por su inmortalidad, pero Juro vio como la miraba. También la habría querido poseer, si se le hubiese dado la oportunidad.

Le dio otro trago al refresco, casi indignado.

— Alguno va a intentar atacarme a este paso — murmuró. Era ridículo que se sintieran amenazados por su presencia. ¡Si solo era un niño! ¿Qué iba a hacer?

Tras irse el sujeto, y ante el comentario tan perspicaz por parte de la pelirroja, el chico afirmó el hecho. El tipo había sido de lo mas peculiar, por no llamarlo de otra manera, al menos la chica había sabido guardar la compostura, quizás acostumbrada a éste tipo de situaciones. Juro no tardó en afirmar también que ya era el segundo que la piropeaba de esa manera, recordando los halagos por parte del gordo y asqueroso mercader. No tardó tampoco en preguntar si estaba acostumbrada a eso, a que esa clase de personas le solían salir con frecuencia con esas intenciones, o si solo era cuando él estaba cerca.

La chica rió, no pudo evitarlo. —No, no... jajajaja. No es que aparezcan cuando estás cerca, soy un pequeño imán de miradas, algunas buenas y otras... ya sabes. Pero bueno, al menos éste no ha tratado de secuestrarme o robarme la inmortalidad... quizás ni lo sabía... jajaja.

La chica dejó escapar un suspiro, resignada ante su propia afirmación, aunque quería tomársela a bien. Pero ciertamente, si, era un autentico coñazo tener que lidiar con ese tipo de situaciones cada dos por tres. El de Kusa afirmó que a ese ritmo iban a tratar de agredirle y todo, y quizás no le faltaba razón. El tipo que acababa de irse, lo había mirado como a un auténtico rival, como pura competencia en su camino por conquistar el corazón de la pelirroja.

—Vaya faena, ¿no?... —se atrevió a burlarse la chica. —Al final hasta cobras por ser amigo mío... jajajaja...

Sin mas, le sacó la lengua en una mueca.

Aiko no pudo evitar soltar una carcajada ante el comentario de Juro, aunque él iba totalmente en serio. Supuso que la situación le parecía graciosa.

—No, no... jajajaja. No es que aparezcan cuando estás cerca, soy un pequeño imán de miradas, algunas buenas y otras... ya sabes. Pero bueno, al menos éste no ha tratado de secuestrarme o robarme la inmortalidad... quizás ni lo sabía... jajaja.

— Ya veo... — comentó, con un suspiro. Se acabaría acostumbrado —. No te preocupes, este no parece peligroso. Por como iba, diría que no se acuerda ni de su nombre.

La chica tampoco era modesta. Pero... ¿Para que serlo? Si estaba acostumbrada a eso, no era él quien fuese a juzgarle. Desde luego, no había provocado a aquel tío en todo el rato. Por otro lado, su sentido del humor se antojaba bastante siniestro... aunque a él le gustaba así.

—Vaya faena, ¿no?...Al final hasta cobras por ser amigo mío... jajajaja...

« ¿Amigo? »

Las mejillas de Juro se enrojecieron un poco. Aunque le hubiese soltado esa broma, él nunca habría imaginado que ella le considerase eso.

— Em... si, bueno, tampoco hay problema. Soy un ninja muy fuerte... y todo eso. Que vengan todos los borrachos que quieran — musitó. Trató de no mostrarse sorprendido. Después, se recuperó lo suficiente como para hacer otra broma —. Deberías pedirle al camarero un cuchillo. El bar debería cumplir una clausula de "defensa contra acosadores"

Juro pareció entender la situación que la chica le explicó, tampoco iba a costar demasiado entender eso, la maldita era bastante guapa. Dejó caer un suspiro, y aclaró que al menos con éste no había tenido mala suerte del todo, que apenas se mantenía en pie, y quizás no recordaba ni su propio nombre. Quizás el chico lo exageraba un poco, bien era cierto que temblaba como un flan montado en una canoa y cruzando el Misisipi, pero una cosa no tiene que ver con la otra... si estaba acostumbrado a la bebida, cosa que parecía evidente que sí, seguro que mantenía bastantes funciones cerebrales como para poder fastidiar un poco mas...

Cuando la chica respondió que quizás corría peligro a su lado, Juro afirmó que no era para tanto, que era un shinobi muy fuerte y tal —literalmente— y que podían ir contra él todos los borrachos que quisieran. Sin duda, el chico era del mismo tipo de humor que la pelirroja, la cuál no pudo evitar reír con el comentario.

—Jajajajaja....

El chico no tardó en continuar la broma, añadiendo que debía pedir al camarero un cuchillo, que el bar debía cumplir con una clausula de prevención de acosadores, o defensa contra éstos. La chica de nuevo rió, el comentario había sido bastante ingenioso, la verdad.

—Como me den mas armas, se monta la de dios aquí... jajajaja.

Con descaro, pasó la mano por encima de su servilleta, y ésta se puso en pié, haciendo equilibrio sobre un único punto de apoyo. En escasos segundos, la servilleta se fue doblando y desplegando en dichosas partes y figuras, hasta crear un caballero con armadura, espada y escudo hecho puramente de origami. El caballero, alzó la espada, como en señal de comienzo a la guerra, aunque lejos de ello, quedó en el mismo sitio, a las ordenes de su dueña.

—Me basta con mis caballeros de servilletas... jajajaja.

Juro consiguió arrancarle un par de carcajadas a Aiko. Primero, por su muestra de "hombría", o como se llamase, al proclamarse un poderoso ninja. Después, por el comentario de la clausula. Si que era una broma, pero Juro no dejó de pensar en que, como mínimo, tendrían que traerles un tenedor para las patatas...

« Con eso bastará »

Sin embargo, ella no iba en broma. Pasó la mano por encima de su servilleta, y de pronto, esta se movió, poniéndose en pie sobre una de sus esquinas. La servilleta entonces comenzó a doblarse, creando diferentes formas, hasta que finalmente se quedó en un caballero con armadura, armas y escudo.

Juro se quedó fascinado al verlo prepararse para golpear.

—Me basta con mis caballeros de servilletas... jajajaja.

— ¡Como mola! — exclamó, sin poder evitarlo —. ¿Es peligroso?

De no serlo, el muchacho incluso se atrevería a tocarlo. El acabado parecía estar hecho a la perfección, como si la chica misma lo hubiese hecho. Pero había tardado segundos y ni lo había tocado. Era ciertamente increible.

— Ya vi cierta capacidad en ti al controlar papeles... pero esto es increíble. Es como origami a distancia. ¿Puedes hacerlo con cualquier clase de papel?

Junto las palmas de sus manos, como si quisiera aplaudir. En realidad, lo habría hecho de estar en otro lugar y con otra clase de personas. Sintió muchas ganar de pedirle que hiciese otro tipo de forma. Quizá un animal. Pero tampoco era un payaso de circo: eso era una técnica ninja y Juro supo que tendría su peligro.

Juro no pudo ocultar su fascinación al ver cómo de una servilleta, la chica recreaba un soldado con armadura, escudo y espada. El caballero blandió su arma al cielo, y el chico exclamó su euforia en leve vociferio, para inmediatamente preguntar si se trataba de algo peligroso de verdad. La chica no pudo evitar una carcajada, sin duda el caballero había cumplido su función.

—Solo sería peligroso si hago un ejercito de caballeros servilletas, por individual no pegan mas fuerte que un niño pequeño... jajajaja.

La chica le propinó un buche al cuerno, deleitándose de nuevo con el dulce sabor de su cerveza. Entre tanto, Juro confesó haber observado que tenía la capacidad de manipular los papeles, pero no sabía hasta cuanto llegaba a ser así. Sin pensarlo quizás demasiado, preguntó si podía influenciar con su chakra cualquier tipo de papel.

—Ciertamente... puedo manipular cualquier tipo de papel, pero si no lo creo yo misma, necesita una mayor concentración.

La chica dejó la cerveza en la mesa de nuevo, con tranquilidad, e hizo girar la muñeca. Con el mismo gesto, la figura del caballero comenzó a dar vueltas, como si se tratase de una bailarina. Juntó ambas manos en el proceso, y las separó tras ello. Con el gesto, el caballero se dividió en dos, y se transformó en un par de bailarinas que continuaban danzando al son de una música inexistente.

Juro sonrió un poco y cogió al soldado. Afortunadamente, no le rebanó la mano ni nada por el estilo.

—Solo sería peligroso si hago un ejercito de caballeros servilletas, por individual no pegan mas fuerte que un niño pequeño... jajajaja.

— ¡Eso sería digno de ver!

Aiko comenzó a beber otra vez. Si no fuese por que ya le había dicho que ella no podía emborracharse, Juro se preocuparía un poco. Una mujer borracha al cargo de un ejercito de soldados-servilleta no era una buena idea. Podría decapitarlos a todos, mismamente.

« Dejando a un lado eso, las posibilidades son enormes. Puede hacer cualquier cosa »

Era un poder increible. Ella misma se lo confirmó.

—Ciertamente... puedo manipular cualquier tipo de papel, pero si no lo creo yo misma, necesita una mayor concentración.

Juro soltó al caballero al tiempo que Aiko volvía a ejectuar su extraña técnica. Este comenzó a bailar, dando vueltas sobre sí. Aiko junto la palma de su mano y las separó, creando dos bailarinas gemelas que danzaban sin parar. Juro aplaudió otra vez, maravillado.

— Es increible. Lo moldeas como si fuese goma, prácticamente — murmuró —. En el taller yo también creo cosas con metales, madera y hierbas, pero nada que ver con esto. Lo mio es trabajo humano, lo tuyo... es casi mágico.

Volvió a usar esa palabra, pues le parecía muy adecuada. ¿Qué otra acepción podría utilizar con alguien que hacía cosas así? Igualmente, estaba pecando de necio.

— Perdona. Me emocioné un poco — murmuró, con otra sonrisa —. Por ese punto de vista, todos los ninja seríamos magos. Pero nunca había visto una manera de utilizar el chakra así. Es algo raro.