— N-No, es igual. A-Aquí se esta bién

— ¿Que tomareís de bebida?

— Oh yo... Uuuhm... Me gustaría un refresco de naranja

— Yo igual.

Una vez el camarero se marchara, Hana miraría, esta vez de verdad, la carta del lugar. Pasando página tras página hasta haberlas visto todas.

— No sé qué pedir, me gustaría uno de los platos más grasientos y con más carne del menu, pero Eri-sensei no para de decirme que tengo que llevar una dieta más equilibrada o sino el entrenamiento no servirá para nada. Pero es mi día libre. Aunque tampoco quiero que me veas comer como cinco personas y tres cerdos, y eso no tendría que haberlo dicho en voz alta. — Hana se escondió tras su carta tras cerrar la boca.

Estaba tan nerviosa y tan contenta que se le estaban empezando a cruzar los cables cada vez que abría la boca.

—No sé qué pedir, me gustaría uno de los platos más grasientos y con más carne del menu, pero Eri-sensei no para de decirme que tengo que llevar una dieta más equilibrada o sino el entrenamiento no servirá para nada. Pero es mi día libre. Aunque tampoco quiero que me veas comer como cinco personas y tres cerdos, y eso no tendría que haberlo dicho en voz alta. — Hana se escondió tras su carta tras cerrar la boca.

Bajo la suya para mirar a Hana, aunque lo único que pudo apreciarse fueron sus dedos sosteniendo el papel y un poco de su cabeza; Ren estaba algo extrañada por lo que acababa de decir. Pensaba que era mucho más delicada, del tipo de gente que pedía una ensalada y/o algún complemento con un nombre difícil de pronunciar. Agitó su cabeza en un suave gesto, intentando aclararse, cerró la carta y se decidió pedir algo que nunca fallaba.

— Ramen de pato y algo de arroz blanco con tempura. No me aclaro con tantos nombres; y eso seguro que no falla — suspiró recostandose sobre la mesa, y cruzando los brazos para apoyar su mentón, esperando la respuesta de Hana. — Y... ¿Ese festival en el que lo conociste? A ese chico ¿Como era? — preguntó con inocente curiosidad

— Ramen de pato y algo de arroz blanco con tempura. No me aclaro con tantos nombres; y eso seguro que no falla

Hana cerró la carta también, observando a Ren de nuevo, intentando descubrir qué había cambiado en ella desde su último encuentro que la tenía tan fascinada.

— Supongo que yo pediré un shio ramen. Algo sencillo así no tengo que martirizarme después.

— Y... ¿Ese festival en el que lo conociste? A ese chico ¿Como era?

— Ah, en el festival de Uzushiogakure. Fue precioso, tendrías que haber venido, Ren-chan. A ver si algún año puedes, no sé cómo irá el permiso para esas cosas, pero seguro que hay algo pensado para que gente de otras villas pueda acudir. Estaban todos los cerezos en flor y cantamos y bailamos, también había puestos de juegos y Eri-sensei me obligó a jugar a uno, yo no quería, a esos puestos los carga el demonio. — se cruzó de brazos, claramente contrariada con el recuerdo de su Ren-chan peludita.

— Ah, en el festival de Uzushiogakure. Fue precioso, tendrías que haber venido, Ren-chan. A ver si algún año puedes, no sé cómo irá el permiso para esas cosas, pero seguro que hay algo pensado para que gente de otras villas pueda acudir. Estaban todos los cerezos en flor y cantamos y bailamos, también había puestos de juegos y Eri-sensei me obligó a jugar a uno, yo no quería, a esos puestos los carga el demonio. — se cruzó de brazos, claramente contrariada con el recuerdo de su Ren-chan peludita.

—¡¡Ooooooooh!! ¿¡Con Yukatas y demás!? — respondió completamente ilusionada, inclinándose por encima de la mesa; sus ojos abiertos de par en par brillantes. — ¡Me encantaría ir a uno así! Nosotros tuvimos el anual espectáculo de luces; subimos a los edificios más altos y vemos como los fuegos artificiales iluminan el cielo.

—¡¡Ooooooooh!! ¿¡Con Yukatas y demás!? ¡Me encantaría ir a uno así! Nosotros tuvimos el anual espectáculo de luces; subimos a los edificios más altos y vemos como los fuegos artificiales iluminan el cielo.

— Sí, nos reunimos todos en el Jardín de los Cerezos a pasar la tarde y después también tenemos fuegos artificiales. Normalmente vas con la familia y haces picnic pero... — hizo una breve pausa sin saber muy bien como acabar la oración cuando algo llegó a su mente — ¡Ah! ¡Claro! Iba con un kimono de soltera, por eso Jiro ha pensado que estaba buscando... Ay, Shiona-sama, ¿cómo no me he dado cuenta antes? Aunque, claro, estar soltera, lo estoy, pero no busco nada. Tendría que decírselo antes de que se haga ideas. Solo llevaba ese kimono porque me lo regaló una vecina.

Tampoco es que no buscase el amor, sino que por parte de Jiro no sentía nada. Era buen chico y bailaba como un verdadero angel, al igual que cantaba, bueno, igual sí que podía llegar a sentir algo por él. Su experiencia en el amor era nula, así que no sabía si lo estaba planteando del modo correcto.

— Ren-chan, ¿tú te has enamorado alguna vez? — Hana pensaba que amor verdadero solo había uno, pero sabía que podías tener amores pasajeros mientras eras joven, o eso le explicaba su padre para chinchar a su madre.

Igual Ren estaba enamorada de alguien de Amegakure y ella ni lo sabía, y no le gustaba la idea. Ni que estuviese enamorada ni no saberlo.

— Ren-chan, ¿tú te has enamorado alguna vez?

— ¿Enamorarme? — se llevó una mano al mentón, frunciendo el ceño en un intento profundo de recapacitar por aquella pregunta. Estaba segura de que nunca antes se había enamorado, ni siquiera sabía como se sentía aquello.

— ¿Habéis pensado ya lo que queréis? — volvió a hacer aparición, dejando dos largos vasos de color anaranjado para tomarles nota.

— Oh, pues. Yo quiero un ramén de pato, y tempura con arroz — respondió señalando en la carta.Tras tomar nota a Hana, asentiría y se marcharía, llevándose todas las cartas excepto la de Hana. — Sinceramente, no. Estoy bastante segura. — alzó la mirada al techo, cruzada de brazos algo pensativa.

No es algo que se le hubiera pasado alguna vez por la cabeza; quería intentar ser la mejor espadachina de Oonindo, viajar al país de los samurais, acabar sus colecciones de mangas... Pero conseguir pareja era algo que nunca se le paso por su cabecita.

— ¿Habéis pensado ya lo que queréis?

— Oh, pues. Yo quiero un ramén de pato, y tempura con arroz

— Un shio ramen para mi, por favor.

— Sinceramente, no. Estoy bastante segura.

Hana plantó ambos codos en la mesa, apoyando la barbilla en sus manos, soltó un breve gruñido de concentración. Pues si Ren no sabía nada del tema, ella tampoco, solo le quedaba una persona en este mundo a la que recurrir para aclararse en ese tema, pero Eri ya le había confesado que su amor no había salido bien. ¿Hasta que punto iba a meter el dedo en la llaga por su curiosidad?

— Entonces, ¿cómo sabes si estás enamorada o no? Todo esto es muy confuso. Si no se puede saber, ¿cómo lo hace la gente para estar segura?

Ese rompecabezas acabaría por provocarle dolores de cabeza, pero ahora no se lo podía quitar de encima.

— Entonces, ¿cómo sabes si estás enamorada o no? Todo esto es muy confuso. Si no se puede saber, ¿cómo lo hace la gente para estar segura?

Mantuvo su postura, con los brazos cruzados; y arqueó un poco su cuerpo hacia delante, frunciendo el ceño.

— Mhmhmhm.... Supongo que cuando te ocurra, lo sabras ¿no? — volvió a alzar la cabeza; no sonaba muy convencida, pero era lo que ella creía. El amor y el romanticismo no era lo que más destacaba en sus historias de samurais; siempre eran algo secundario y muchas veces forzado.

— Mhmhmhm.... Supongo que cuando te ocurra, lo sabras ¿no?

La simplicidad de Ren siempre era refrescante para una persona que le da tantas vueltas a las cosas como Hana. Se le ocurrió una metáfora sobre otra cosa que no sabes como es hasta que simplemente te llega, pero estaban a punto de comer y pensó reservarsela para cuando estuviesen en otra situación. Sonrió a la morena y se echó hacia atrás, apoyando la espalda en el respaldo del sillón.

— Sí, supongo que sí. Bueno, cuéntame qué has estado haciendo estos meses, yo te he explicado el festival. — le exigió la rubia.

Estaba claro que a Ren el tema del amor le traía sin cuidado, en general, parecía que había poco que llamase su atención aparte de los samurais y el pato. ¿Por qué demonios pedía pato cada vez que se encontraban? Si era como el pollo pero en malo. Además, los patos eran bonitos, ¿qué clase de loca se los comía todos los días?

— Sí, supongo que sí. Bueno, cuéntame qué has estado haciendo estos meses, yo te he explicado el festival. — le exigió la rubia.

Apoyándose todavía en la misma pose, intento hacer memoria ¿que había hecho últimamente? Ayudar a Nanashi en su pequeño local, hacer el vago en su habitación, saltarse entrenamientos constantes para luego recibir una buena bronca ya que se había comprometido para el torneo. Nada de eso era bonito, ni serviría para impresionarla o agradarla; la última vez que se pusieron al día los alabos de Hana le reconfortaron, haciéndola sentir un suave y dulce sentimiento que todavía no comprendía.

— Oh es verdad... Me encontré una de esas desagradables criaturas... — se les escapó en voz alta mientras hacía memoria, llevándose una mano a donde meses atrás, había recibido un desagradable golpe.

— Oh es verdad... Me encontré una de esas desagradables criaturas...

Al principio, pensó que Ren estaba haciendo algo de teatro para verla sobre reaccionar y reírse un rato. Después le diría que era una cucaracha del tamaño de su brazo y ella quedaría como la típica hermana sobre protectora que no entiende que su hermana es una kunoichi preparada. Sin embargo, Hana se retractó rápidamente de ese pensamiento.

No solo Ren era incapaz de actuar tan bien, sino que no parecía haberlo dicho del todo conscientemente, de verdad lo acababa de recordar.

— ¿Qué criaturas? — Hana tenía sus sospechas pero... no, no podía ser.

Sintió que le temblaba la mano solo de pensarlo.

— ¿Qué criaturas? — dijo una miedosa Hana.

— Uuuhmm... — se arqueó un poco y su rostro se ensombreció, acariciando ambos hombros con las manos opuestas a cada uno, desviándole la mirada a la rubia de Uzu con una mezcla de miedo y preocupación. — Supongo que lo sabes; sobretodo por eso creo que hay tanto alboroto... Son como unas especies de monstruos... Dicen que tienen como partes de varios animales; el que yo encontré era como un felino. Pero exageradamente desagradable, todo en él tenía un aspecto... No se como describirlo...

Ahora la atención de ella cayó sobre la calle. Si una criatura así, o varias de estas, sin importar la escala asediaran aquellas calles ¿Que sería de los habitantes? Si, todos los cuerpos y rangos militares actuarían en seguida, pero seguiría sin haber respuesta del precio a pagar. El leve pensamiento de aquello, él daba escalofríos y le podía llegar a quitar el sueño si seguía dándole vueltas. ¿Que sería de ella? ¿Y que sería de Hana? La miró preocupada, nunca la había visto combatir, no tenía ni la más remota idea de que habilidades para el combate tenía. La última vez estaba desvalida y dolorida, y haciendo memoria del combate con aquella criatura, Ren sabía que no sería capaz de ocuparse de un monstruo como aquel por su cuenta; Hana le parecía tan frágil y delicada, como una gentil rosa.

— Supongo que lo sabes; sobretodo por eso creo que hay tanto alboroto... Son como unas especies de monstruos... Dicen que tienen como partes de varios animales; el que yo encontré era como un felino. Pero exageradamente desagradable, todo en él tenía un aspecto... No se como describirlo...

Ahí fue cuando se dio cuenta de lo engañada que había estado. ¿Hermanas? Ja. Ren podía haber muerto hace meses y ni se hubiera enterado. Ya no ayudar, NI ENTERARSE. Hana sintió que se le helaba el cuerpo, de dentro hacia fuera, como si acabase de tragar un vaso de agua fresca en ayunas. ¿Cuanto hubiese tardado en enterarse de que Ren había sido atacada? Ahora estaba claro que en el torneo se hubiese enterado, hubiese preguntado a algún amejin hasta que, con suerte, alguno le hubiese confesado la verdad.

Pero... ¿y si no hubiera torneo? ¿Cuantas estaciones? ¿Años? Sin saber nada de ella, pensando que simplemente se había olvidado, que se había retirado tal vez. ¿Y qué había hecho ella para remediarlo? Darle una broma de daga.

La uzujin sintió tantas cosas en su corazón que volvió a lo más inmediato.

— Pero, ¿estás bien? ¿Qué pasó? ¿No harías ninguna locura? — por un breve momento se le ocurrió que Ren era la típica inconsciente ante el peligro.

— Pero, ¿estás bien? ¿Qué pasó? ¿No harías ninguna locura? — por un breve momento se le ocurrió que Ren era la típica inconsciente ante el peligro.

— Me ofrecí voluntaria a ayudar a un pastor junto a otro genin de mi aldea. Fue idea mía desde un principio; decían que era bastante molesto, protestaba por ayuda cada poco tiempo pero ya todos empezaban a rechazarle, al parecer era bastante mentiroso. Pero si tenía un problema de verdad... No podia negarle la ayuda... — aquel hombre se había aprovechado de su buena voluntad, y estuvo a punto de llevarla a la muerte; si no llega a ser por Kisame, no hubiera salido viva de aquel bosque; tragó saliva, y se llevó la mano al pecho recordando el dolor. — Me golpeó directamente con algo raro; pero sigo pensando que lo peor era su aspecto...

Tembló ligeramente.

— Me ofrecí voluntaria a ayudar a un pastor junto a otro genin de mi aldea. Fue idea mía desde un principio; decían que era bastante molesto, protestaba por ayuda cada poco tiempo pero ya todos empezaban a rechazarle, al parecer era bastante mentiroso. Pero si tenía un problema de verdad... No podia negarle la ayuda... Me golpeó directamente con algo raro; pero sigo pensando que lo peor era su aspecto...

La parte de ser tan buena que parece tonta era muy de Ren. A ella la había ayudado sin pensárselo dos veces cada vez que se habían visto, incluso la hubiese acompañado en el viaje en tren si no la hubiese detenido. La mirada de Hana no podía expresar más que preocupación por la morena.

— Pero, ¿te lo has mirado? Que no tuviese nada raro la herida. — se mordió el labio para no seguir hablando, todo lo que le venían eran las típicas cosas de sobre protección.

'Deberías tener más cuidado' y 'Tú si ves algo así sal corriendo'. ¿Cómo le iba a decir eso a Ren? En el mejor de los casos se enfadaría, en el peor la mandaría a la mierda para siempre. ¿Quien era ella para decirle que abandonase su deber como ninja? Ella misma se pondría frente al peligro en cuanto tuviese que hacerlo. Pero no podía hacer nada por impedirlo.

— Por favor, ten cuidado, Ren-chan. Sé que no te puedo pedir que te preocupes más por ti que por otra gente, pero... Ten cuidado, ¿vale?