— Juraría que Ayame; oh y también me sonó haber visto a Daruu. Vi también a Kisame... Y alguno más, pero o no lo recuerdo bien, o no sé quién era.

A Hana se le heló la sangre un segundo.

— Pero, pero, Ayame está en la liga alta ¿no? Nosotras en la baja, ¿no? ¿NO? No nos podemos pegar con jinchurikis, al menos eso creía yo. Que yo aún soy joven, Ren.

Se había asegurado de que tanto Ayame como Datsue estuviesen tan lejos de su alcance como fuese posible antes de bajar la guardia sobre el torneo y sus posibles adversarios. Aún tenía muy presente la última edición del Examen de Chunin. No estaba preparada para eso, si es que algún día llegaba a estarlo.

— Pero, pero, Ayame está en la liga alta ¿no? Nosotras en la baja, ¿no? ¿NO? No nos podemos pegar con jinchurikis, al menos eso creía yo. Que yo aún soy joven, Ren.

— Si, si. Tengo entendido que está en otra distinta — suspiró, llevándose una mano a la cabeza; recordando el susto que ella se llevó también en su momento de cuando se inscribió no fue algo que siquiera pensó. Aunque cuando supo que competían en "ligas" diferentes, suspiró aliviada. — Es una alegría en verdad ¿te imaginas que nos tocara contra alguien así de buenas a primeras? Sin una especie de diferencia de niveles; solo un idiota pensaría o votaría por algo así.

— Es una alegría en verdad ¿te imaginas que nos tocara contra alguien así de buenas a primeras? Sin una especie de diferencia de niveles; solo un idiota pensaría o votaría por algo así.

Hana sintió que podía respirar de nuevo cuando Ren le confirmó que Ayame estaba lejos de su alcance. Además, soltó en voz alta los pensamientos de Hana.

— Me muero, pero antes del combate, es decir, jounin y además jinchuriki, me llega a tocar contra Datsue y no llego a la arena, me tienes que arrastrar tú. Que acabo de salir de la academia, solo he hecho misiones D. — un escalofrío recorrió toda su espalda. — Bueno, ¿vamos a por algún postre?

— Me muero, pero antes del combate, es decir, jounin y además jinchuriki, me llega a tocar contra Datsue y no llego a la arena, me tienes que arrastrar tú. Que acabo de salir de la academia, solo he hecho misiones D. — un escalofrío recorrió toda su espalda. — Bueno, ¿vamos a por algún postre?

— Me parece bien — alzó la mano para llamar la atención del camarero que se acercó poco después. — Quiero un buen trozo de tarta de queso, y no escatimes en el sirope de fresa — dijo señalando la carta, casi babeando solo de ver la imagen. Tras tomar la orden de ambas, se marcharía. — Ese tal Datsue ¿es además un jinchuriki? Y un Jounin; joder, debe de ser realmente fuerte.

Hizo un gesto de disgusto en su rostro; si como decía era un oponente de armas tomar, era alguien más al que envidiar. ¿Tanta gente poderosa había por ahí suelta? En parte era escalofriante, pero se preguntaba si llegando a tener semejante potencial ¿Vería el mundo con otros ojos?

— Quiero un buen trozo de tarta de queso, y no escatimes en el sirope de fresa

— Yo lo mismo que ella, pero con el sirope normal.

Tras marcharse el camarero, Ren siguió.

— Ese tal Datsue ¿es además un jinchuriki? Y un Jounin; joder, debe de ser realmente fuerte.

— Sí, es el shinobi más poderoso que se ha presentado al torneo por parte de Uzushiogakure, siendo Eri-sensei la kunoichi más poderosa. Sin duda, será uno de ellos dos el que acabe ganando. Y no me gustaría enfrentarme a ninguno, la verdad. Pero yo he venido aquí a dejar en buen lugar a la villa, no a ganar. Si pierdo contra un rival poderoso haciendo un buen combate, me vale.

No lo había dicho hasta ese momento, pero Hana daba por sentado que Uzushiogakure iba a ganar por segunda vez consecutiva el torneo. No se planteaba que pudiese ser de otra forma. Kusagakure había perdido a su mejor ninja y a su kage, por lo que había ido al torneo ya mellada y Amegakure, bueno, estaba bien, pero no eran ni Eri ni Datsue.

— Sí, es el shinobi más poderoso que se ha presentado al torneo por parte de Uzushiogakure, siendo Eri-sensei la kunoichi más poderosa. Sin duda, será uno de ellos dos el que acabe ganando. Y no me gustaría enfrentarme a ninguno, la verdad. Pero yo he venido aquí a dejar en buen lugar a la villa, no a ganar. Si pierdo contra un rival poderoso haciendo un buen combate, me vale.

— No me lo había planteado de esa manera, la verdad — dijo algo sorprendida apoyada sobre su mano; poco volvió, dejando dos platos con sus respectivas cucharillas. Ren miraba el suyo con completo deseo. — E-Espero no llegar a meter la pata, y al menos dar algo de guerra —cortó un pequeño trozo por la punta, y se lo llevo a la boca, para dar un pequeño gemido seguido de un suspiro. — Mhmhm~ Está deliciosa

— E-Espero no llegar a meter la pata, y al menos dar algo de guerra

— Yo espero que cuando acabe esto no estemos en guerra. — comentó un poco al aire mientras cogía un trozo de tarta.

Le hubiera gustado saborearla, pero Ren soltó un gemido que caló en ella, haciendo que tragase de golpe y parte de la tarta se fue para donde no tocaba.

— Mhmhm~ Está deliciosa

Hana empezó a toser violentamente mientras se daba pequeños golpes en el pecho y la sangre le subía rauda a las mejillas. Por suerte, casi ahogarse le había hecho apaciguar el por qué la había sobresaltado tanto el gemido de Ren, que ahora no podía parar de repetir mentalmente. El gemido junto a la mirada de deseo de la morena a su postre. Negó rápidamente volviendo en sí.

— Estoy bien, estoy bien. — al final había conseguido quitarse la molestia con las toses.

— Estoy bien, estoy bien. — al final había conseguido quitarse la molestia con las toses.

— Vaya, y yo que pensaba que estaba siendo negativa — se llevó otro trozo, y sonrió tristemente por aquel comentario anterior. — Bueno, pase lo que pase. Siempre nos quedara Yukio ¿no? Todavía tenemos que ver esos pingüinos.

Parecía como una partida de ping-pong, pasándose la una a la otra el muerto continuamente pero aun así negándose a ambas a que la otra estuviera deprimida. Con suerte volverían a pasar otro buen rato agradable en aquellas gélidas tierras.

— Vaya, y yo que pensaba que estaba siendo negativa. Bueno, pase lo que pase. Siempre nos quedara Yukio ¿no? Todavía tenemos que ver esos pingüinos.

Ahora que pensaba en todas las implicaciones de una guerra, no le quedó más remedio que enfrentarse a ello de frente.

— Yo lo decía más que nada por Kusa, tal y como están las cosas... Dependiendo de como fuese el torneo podría escalar. Por suerte, Ame y Uzu están todavía en una alianza. Pero... — cogió un pequeño trozo más de la tarta y se lo llevó a la boca, tragandolo sin casi masticar. — Dime, Ren, ¿qué sería de nosotras si Ame y Uzu entrasen en conflicto? ¿Qué... qué harías tú?

— Yo lo decía más que nada por Kusa, tal y como están las cosas... Dependiendo de como fuese el torneo podría escalar. Por suerte, Ame y Uzu están todavía en una alianza. Pero...Dime, Ren, ¿qué sería de nosotras si Ame y Uzu entrasen en conflicto? ¿Qué... qué harías tú?

Aquella pregunta cayó tan tajantemente como el tenedor cuando hizo el siguiente corte sobre el trozo de tarta; se quedó inmóvil, observando el pastel. No se había hecho esa pregunta, de hecho si no llega a ser por ella, nunca se le hubiera pasado por la cabeza. Alzó la mirada dubitativa, sin perder la preocupación; y tras intercambiar miradas por un largo y tenso momento, volvió a su mirada al postre.

— Que... ¿Qué haría? ¿Qué haría? — la primera vez sonó como una repetición, pero la segunda, sonó mucho más interrogativa, pues se lo estaba haciendo a ella misma, y no repitiendo como un loro. — N-No lo sé... Me da miedo solo de pensarlo... Me siento muy unida a ti y eso significaría... Que si nos viéramos... — soltó el tenedor y se llevó la mano a la boca cerrada, en parte llena de ira; sabría que no tendría opción y serían ordenes de arriba; a quien le importaba los sentimientos de un par de peones.

La pierna derecha de ella comenzó a moverse por los nervios. ¿Qué haría? ¿Qué haría? No dejaba de preguntárselo una y otra vez en su mente

— Hana ¿Tú que harías? ¿Seguirías siendo tu misma después de una orden así? — creía haber encontrado la respuesta, pero quería saber que haría ella también.

— Que... ¿Qué haría? ¿Qué haría? N-No lo sé... Me da miedo solo de pensarlo... Me siento muy unida a ti y eso significaría... Que si nos viéramos...

Era la pregunta más complicada a la que se enfrentaba cada ninja, sin excepción, hasta los kages tendrían que pasar por ahí con más o menos decisión. ¿Qué hacer si, al final, por circunstancias, tienes que matar a quien crees familia? Amigos, incluso pareja. Si te aparece un jounin y te dice que hay pruebas de que tu sensei es una traidora, ¿qué haces? Y con gente de otras villas no había ni la cortesía de dudar, todos esperaban que barrieses siempre hacia el hogar.

— Hana ¿Tú que harías? ¿Seguirías siendo tu misma después de una orden así?

Se sorprendió, siempre le sorprendía cuando le devolvía sus mismas preguntas. Sin duda, los momentos en los que Hana parecería más estúpida, porque era obvio que le iba a devolver la pregunta. Torció el gesto y desvió la mirada.

— Depende de la situación, si se declara la guerra y nos encontramos por casualidad en un pueblo remoto, huiría, lejos, rápido y me convencería de que no eras tú, de que me lo imaginé. Me sentiría culpable si después me enterase de que tú has hecho cosas contra la villa. Pero si fuese una orden directa, diciéndome, específicamente que fuese a por ti... No... No lo sé, no me siento capaz de hacer ninguna de las dos cosas, ni de cumplir dicha orden ni de no hacerlo.

Solo de imaginarse en tal situación estaba al borde de las lágrimas, se dejaría la piel y la voz en no llegar jamás a tal punto. Uzushiogakure y Amegakure serían aliadas, ella se aseguraría de ello. Solo tenía que empezar a ganarse la confianza de todos los amejin y uzujin que participasen y obligarles a ser amigos.

— Depende de la situación, si se declara la guerra y nos encontramos por casualidad en un pueblo remoto, huiría, lejos, rápido y me convencería de que no eras tú, de que me lo imaginé. Me sentiría culpable si después me enterase de que tú has hecho cosas contra la villa. Pero si fuese una orden directa, diciéndome, específicamente que fuese a por ti... No... No lo sé, no me siento capaz de hacer ninguna de las dos cosas, ni de cumplir dicha orden ni de no hacerlo.

Ren extendió las manos sobre la mesa lentamente, hasta alcanzar las de Hana y entrelazar los dedos con delicadeza, pero con aún más dulzura. Comenzaba a acostumbrarsé a aquella expresión, empezaba a saber cuando Hana estaba al borde de las lágrimas y aunque debiera decirle algo para calmarla, siempre intentaba que esas palabras fueran algo que pensaba de verdad desde lo más profundo de su ser. Si le mentía, solo serviría para que cuando descubriera la verdad, fuera mucho peor y más doloroso, fuera cual fuera la circunstancia.

— Yo sería incapaz de alzar mi espada contra tí — su voz sonaba distinta, demasiado melosa y dulce para ser la de aquella joven medio macarra. — Nos vamos a un pequeño pueblo y vivimos la vida de hermanas que queremos. — pasado unos momentos después, arrancaría una carcajada para volver a su tono habitual. — ¡Si no te doy una paliza antes! ¡Jajaja!

— Yo sería incapaz de alzar mi espada contra tí Nos vamos a un pequeño pueblo y vivimos la vida de hermanas que queremos. ¡Si no te doy una paliza antes! ¡Jajaja!

La morena había estirado sus manos sobre la mesa hasta encontrar las de Hana, en un gesto mucho más delicado de lo que era la kunoichi de Amegakure. Después entrelazo los dedos con una dulzura digna del bollito de chocolate más azucarado de Onindo, para después decirle las palabras más bonitas que se le podían ocurrir a la rubia, que ya se imaginaba la escena.

Podían vivir en un pueblo perdido de la mano de Kami-sama perfectamente. Ella podía hacer bollería de cualquier tipo o pan y Ren podía usar su conocimiento sobre armas para hacerse herrera y afilar las herramientas de los locales, después pasar las tardes en algún lago cercano, viendo como el sol se ocultaba para dar por finalizado el día. Aquella era una vida a la que no podía decirle que no.

Pero entonces Ren soltó que le iba a dar una paliza y se rió, yendo directa la orgullo de la rubia.

— ¡Perdona! — le dijo Hana indignada, apretando el agarre. — Pero creo que deberías temer tú que yo te diese una paliza.

— ¡Perdona! — le dijo Hana indignada, apretando el agarre. — Pero creo que deberías temer tú que yo te diese una paliza.

Agitó las manos con suavidad para soltarse sin mucho esfuerzo, acompañándolo de una risa. Dio un largo suspiro, y para después dirigir la mirada hacia la ventana. Todavía les quedaba algo de tiempo, era medio día pero tampoco tenía mucha idea de a donde ir. Poco después de que terminaran los postres, les trajeron la cuenta pagando a medias con alguna que otra pequeña trifulca. Cuando salieron del local, Ren descansó su espalda sobre la pared colindante de las escaleras para subir al restaurante.

— Bueno ¿y qué hacemos ahora?

— Bueno ¿y qué hacemos ahora? — preguntó Ren apoyándose en la pared.

Hana aprovechó para estirarse un poco.

— Pues lo que quieras. ¿Tienes que hacer algo esta tarde? Si no podíamos ir a ver algún sitio o dar un paseo.

Tampoco tenía ningún plan en mente, con tal de estar con Ren, no se había planteado planear nada. Tal vez no debería ser tan laxa con esas cosas. ¿Y si su hermana acababa aburriéndose de los paseos y las charlas estúpidas?

— Lo siento, me he plantado en tu habitación sin ningún tipo de plan para pasar la tarde. Igual debería pensar un poquito más en lo que hago. — se llevó la mano a la mejilla, rascandosela con el indice.