Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
10/01/2016, 17:31 (Última modificación: 19/01/2016, 01:33 por Inuzuka Nabi.)
Debes conocer los origenes de tu sangre, el encuentro ha sido organizado, tanto tú como el otro venid solos. En los Templos Abandonados del País del Río, tan pronto como llegueis. Alli os espera la verdad.
Esta nota se coló por debajo de su puerta en plena noche. En un sobre cerrado con cera con un sello en forma de abanico tradicional de su clan. Al menos en esta no le insultaban. En menos de dos minutos, estaba preparado y saliendo por la puerta. Llovia, lo cual era extraño en Uzushiogakure. Era una tonteria. No podia desaparecer en plena noche sin dejar ni rastro de su paradero ni informar a nadie. Justo por detras suyo apareció su perro, como leyendo sus pensamientos.
El can se encontraria con su compañera peliazul por la mañana con un aviso de donde iba Nabi y que si lo iba a seguir no lo hiciera sola. Que informara a quien quisiera, los más fiables eran Kazuma y Juro. Para entonces, el rubio les habria cogido suficiente ventaja como para que si salian de la villa fuera para seguirle y no para traerle de vuelta.
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Llegó dias más tarde, casi dos semanas más tarde, en una noche tan lluviosa y oscura como la que habia salido de su villa. Habia tardado varios dias de más por su orientación, así que encontrar a alguno de sus compañeros de Uzu no seria una sorpresa. Sin embargo, lo único que se oia a su alrededor era la lluvia golpeando los edificios que ya de por si les costaba mantenerse en pie. Se cubrió en el primero que tuviera tejado y que pareciera que no se iba a caer en cualquier momento, tarde un buen rato en encontrar unos escombros con esas caracteristicas. Soltó la mochila en la que llevaba las provisiones y otras cosas de primera necesidad y se sentó, planteandose qué hacer ahora.
Antes de poder siquiera suspirar, su tunica de viaje se prendió fuego sola. Se levantó a la vez que se quitaba la prenda. La tiro al suelo y unos segundos despues ya no habia ni el menor rastro de ella, lo único que quedo en el seco suelo lleno de todo tipo de vegetación fue el maldito sobre, que parecia ser el origen del fuego. De nuevo, el fuego consumió el papel y dejo el sello, con el simbolo Uchiha mirando hacia el cielo. Como si no fuera a acabar nunca, otro fuego surgió, esta vez del interior del sello de cera, dibujando el simbolo de su clan en el suelo iluminando toda la estancia y volviendose más brillante por momentos.
De repente, el fuego desapareció. En el suelo, una pequeña joya de color rojo brillante. Necesitó un momento para que su vision volviera a acostumbrarse a la oscuridad. Se acercó. Cogió aquel pequeño rubi semitransparente, que parecia ser la mitad de una joya más grande, y pudo reconocer un breve brillo interior, algo en su cabeza le hizo moverse hacia atras y el breve reapareció con un brillo más fuerte, aún así era extremadamente debil. Reaccionó al instante. Salió a toda prisa, de tejado en tejado, en aquella dirección y el brillo creció exponencialmente. Se guardó la piedra y activó el sharingan, atento a quien pudiera aparecer ante él.
Nota de Yota
Las arañas estan en peligro, la amenaza en los Templos Abandonados del País del Rio necesita que lleves esta gema.
Junto a la nota, en el sobre hay una media gema de color blanca lisa y opaca. Sin cera ni nada.
Nota de Juro y Kazuma
Tu equipo va a morir si no te apresuras. En los Templos Abandonados del País del Rio, él necesita esta joya. O sera el fin de su existencia
Junto a la nota, en el sobre hay una media gema de color negro lisa y opaca. Sin cera ni nada.
Nota de Eri
He recibido un mensaje de alguien de mi clan, me cita en los Templos Abandonados del País del Rio. Si no vuelvo en un par de meses, diselo a nuestra kage. No me sigas. Cuida de Mike.
Junto a la nota, en el collar de Mike, hay una llave.
Nota de Mitsuki
Lo que tus queridas sacerdotisas te han estado ocultando lo encontraras en el País del Río. En los Templos Abandonados estan los secretos que no quieren que sepas.
Junto a la nota, en el sobre hay una media gema de color blanca lisa y opaca. Sin cera ni nada.
Nota de Datsue, exactamente la misma de Nabi, con los mismos efectos chachis al llegar al sitio. Pero la recibe más tarde, calculadamente para que lleguen al mismo tiempo.
Haruto no tienes nota porque eres de Taki, no necesitas mucha excusa para ir a los templos. Puedes inventarte lo que quieras, te queremos
Nota de Ritsuko
En los Templos Abandonados tus compañeros de villa van a verse en un aprieto en el que saldran sin vida, tal vez también podras recoger sus craneos como hiciste con el de tu madre QUE ESTA MUERTA.
Junto a la nota, en el sobre hay media esfera de un zafiro semitrasparente. Sin cera ni nada.
Nota de Karamaru, NO HAY
Nota de Kaido
En el País del Río todos saben que los Hozuki no son más que unas princesas sin ningún tipo de utilidad para el mundo. En las paredes de los Templos Abandonados esta más que retratado, allí sera donde uno de los vuestros vea el fin de su vida llegar
Junto a la nota, en el sobre hay media esfera de un zafiro semitrasparente. Sin cera ni nada.
ORDEN DE POST: Datsue, Eri, Haruto, Juro, Kaido, Kazuma, Mitsuki, Ritsuko, Yota, Karamaru, Kunie el que jodio el orden alfabetico.
10/01/2016, 19:19 (Última modificación: 10/01/2016, 19:27 por Uchiha Datsue.)
Debes conocer los orígenes de tu sangre, el encuentro ha sido organizado, tanto tú como el otro venid solos. En los Templos Abandonados del País del Río, tan pronto como lleguéis. Allí os espera la verdad.
Datsue repasaba, una y otra vez, el mensaje que había recibido el día anterior. Lo había encontrado a media mañana junto a la puerta de su pequeño apartamento, poco después de haberse despertado, y se había pasado el resto de la mañana intentando encontrarle sentido a aquella nota.
Los orígenes de mi sangre, se repitió otra vez, igual de perdido que la primera vez que lo había leído. ¿Sería aquello una trampa? ¿Un ingenioso ardid para atraerlo a una emboscada? Pero, ¿por quién...? O, más importante aún, ¿por qué?
Mientras saltaba entre los árboles de camino a su objetivo, la mente de Datsue volvió a pensar en la misma respuesta: La Ribera del Sur. Echó un gargajo al aire. Cuando algo olía mal, era porque uno de esos malnacidos no andaba lejos. Y aquello olía muy pero que muy mal.
—Malditos sureños —murmuró, echando otro escupitajo. Como escupir era gratis, escupía siempre que maldecía o pensaba en alguien de La Ribera del Sur.
El sombrero cónico de bambú que había comprado en su viaje a Shinogi-to le protegía de la tromba de lluvia que caía en aquella noche sin luna. Quizá, lo único bueno que había conseguido de aquella infructuosa travesía.
Dio una rápida cabezada, como queriendo sacarse aquellos pensamientos de la cabeza. Lo verdaderamente importante estaba frente a él: los Templos Abandonados.
Al fin. Para vergüenza suya, se había perdido en más de una ocasión. ¡Perdido en su propio País! Por suerte, había hecho caso a la nota y había acudido solo. Mientras nadie se enterase, su dignidad permanecería intacta.
Pasó a través de los templos derrumbados, enormes edificaciones abandonadas y carcomidas por el tiempo y la naturaleza. El musgo y la hiedra cubrían las paredes como una alfombra, e incluso la hierba se había atrevido a crecer en las edificaciones sin techo.
Datsue buscó dónde resguardarse de la lluvia mientras volvía a pensar en la carta. Tanto tú como el otro venid solos... Pero, ¿quién es el otro? ¿Un Uchiha como yo? Era lo más probable y, lo más probable también, era que su compañero de clan no había sido tan idiota como él como para dejarse atrapar por las peligrosas garras de la curiosidad.
Sin embargo, no había sido del todo descuidado. Había avisado a Haruto. Él era su as en la manga por si algo salía mal. Tras descartar a Ritsuko por, digamos, inestable personalidad, y a Noemi por no saber dónde residía, había acudido al hogar de Haruto, dejando bajo la puerta una breve y escueta nota.
Cuando al fin encontró un techo bajo el que guarecerse de la inclemente lluvia, echó el sombrero hacia atrás, dejando que colgase del cordel atado bajo su cuello, y…
—¡¿Pero qué cojones…?! —exclamó, atónito, al prenderse de golpe su vieja túnica de viaje. Se deshizo de ella con un hábil movimiento y la tiró al suelo, todavía perplejo, mientras se palpaba el resto de la ropa para comprobar que el fuego no se había extendido más allá. Cuando volvió a echar la vista sobre la túnica, ésta había desaparecido. Consumida, como si nunca hubiese existido. En su lugar, el condenado sobre que lo había traído hasta allí reposaba sobre el agrietado suelo del templo.
Acercó la mano para recogerlo, pero se detuvo a medio camino. El fuego resurgió de nuevo, consumiendo el sobre, luego el sello de cera y, finalmente, extendiéndose por el suelo y formando el símbolo de su clan.
La luz del fuego, roja y amarilla, se reflejaba en los maravillados ojos de Datsue, que esbozaba una mueca a medio camino entre el asombro y la desconfianza. Las cosas parecían estar a punto de ponerse muy pero que muy interesantes...
Si no tienes noticias mías en una semana, busca mi cadáver en los Templos Abandonados de nuestro País.
Tu amigo más leal y devoto,
Uchiha Datsue.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
10/01/2016, 20:00 (Última modificación: 10/01/2016, 20:03 por Uzumaki Eri.)
Unos arañazos provenientes de la puerta de su pequeño piso le habían sacado de su letargo más pronto de lo habitual, y es que era una hora más temprano cuando la joven kunoichi del remolino, ataviada en una pequeña bata siendo lo primero que encontró en su corto camino; fue a abrir a la insufrible criatura que la había despertado. Así, una vez la puerta fue abierta, un gran perro de pelaje oscuro saltó sobre ella mientras le lamía la cara de forma ansiosa. Eri suspiró y apartó al can con cara de pocos amigos. Pero Mike, lejos de resignarse, se sentó sobre sus dos patas traseras mientras movía su cola de lado a lado con rapidez y ladraba a la kunoichi, quien se sentó sobre sus piernas y observó detenidamente al animal.
-Vaya, por la Uzukage, lo que hay que ver - Susurró mientras tomaba la nota y la llave que adornaban junto al collar lleno de abanicos blancos y carmesíes. - Ya ni se digna a venir a decirme las cosas en persona, será... - Se ahorró un insulto recordándose mentalmente que su amigo Uchiha era especial y abrió la nota en la posición que se encontraba, mientras Mike aprovechaba la situación y colocaba la cabeza entre sus piernas para que la huérfana lo acariciase, cosa que hizo por inercia más que por otra cosa.
''He recibido un mensaje de alguien de mi clan, me cita en los Templos Abandonados del País del Rio. Si no vuelvo en un par de meses, diselo a nuestra kage. No me sigas. Cuida de Mike.''
''Ha progresado, vaya, ha puesto una de las tres tildes que se necesitan en este texto... Espera un momento...''
-¡Pero qué demonios, a este chico lo van a matar antes de decir trás! - Gritó alarmando al pobre animal que ya comenzaba a dormitar en sus piernas, pero a la chica eso no le importó en ese momento, ya que, como siempre; Nabi se había ido sin llevarla a ella con él de nuevo. Le importaba un pimiento que le dijera que no le siguiese. Era un caraculo y la iba a escuchar, y si no era a base de palabras, era a base de Ōkashōs. Rápidamente se vistió con sus prendas habituales, más la túnica de viaje ya que, por muy difícil que fuese, llovía en su pequeña aldea. Tomó las provisiones necesarias para el viaje que iba a realizar y dejó a Mike con su vecina, que era mejor que nada, suponía.
Suspiró una vez se encontraba en las puertas de su aldea, pensando en si el rubio había decidido avisar a alguien más de Uzushiogakure o no, llegando a la conclusión de que seguramente Juro y Kazuma se habrían enterado, y quizás en persona al contrario que ella. Frunció el ceño claramente disgustada por aquellos pensamientos y se alejó de la aldea con el propósito de traer de vuelta a Uchiha Nabi de los pelos y con la nota y la llave metidas en su portaobjetos.
Semana y media es lo que tardó en llegar a los Templos Abandonados del País del Río, habiendo viajado con un único pensamiento que la alentaba a seguir adelante y no mirar atrás, aunque podría haber tardado menos si no se hubiese parado en Kuroshiro a admirar los fantásticos animales que allí residían, ¿quién no se puede resistir a los pandas? Se había preguntado para excusarse de su retraso temporal. En fin, retomando el tema, llegó al noroeste del País del Río donde encontró las ruinas de los templos que se encontraban en medio del bosque, llegando cuando estaba anocheciendo en una tarde con nubes llorosas y oscuras. Buscó un lugar para acobijarse y recobrar el aliento que encontró al cabo de unos minutos por suerte debajo de algunas ruinas de un templo y allí quedó hasta el anochecer.
En la oscuridad y en el silencio de la noche, una llama a pocos metros de ella la sacó de sus pensamientos. Al principio se asustó porque la pillaba desprevenida, más no tardó ni un segundo en recoger sus cosas y salir corriendo hacia lo que podía ser el Uchiha perdido.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
El viaje de regreso a casa había sido mas largo que cuando partí; pasaron casi dos meses desde que salí de la aldea con mi padre a entrenar al país de la tierra, aprendí mucho en ese viaje y ademas hice nuevas amistades, algo que nunca pensé que fuera a obtener. Llegar al país del rio no fue una alegría para mi, tendría que volver a la realidad; mi hermano denigrando mi existencia y ademas pasar días sin que nadie mas de mi padre me dirigiera la palabra, no era un chico popular que mas da esta es mi vida y así tengo que asumirla.
Al llegar a casa mi padre abrió la puerta y dejo sus zapatos ninja en la entrada y se agacho a levantar un tipo de carta, al parecer, era para mi, pues se dio al vuelta inmediatamente y me la entrego,¿una carta? ¿para mi?, a decir verdad nunca recibí una carta en mi vida, era una simple hoja doblada en dos y decía "Haruto..." .
Si no tienes noticias mías en una semana, busca mi cadáver en los Templos Abandonados de nuestro País.
Tu amigo más leal y devoto,
Uchiha Datsue.
Pero que ,era una carta de Datsue uno de los chicos que conocí en mi viaje, pero decía que buscara su cadáver, pero en que tipo de problemas estaba metido,¿o sera una simple broma?; llanamente no sabia ni que hacer, me quede parado por minutos en la entrada de la casa mirando al vació y pensando.
¿Debo avisarle a mi padre? ¿y si ya esta muerto?trague saliva en ese momento ¿Que debo hacer?....
Salí de nuevo a la calle y empece a correr con la carta en la mano, tenia que asistir de inmediato a el lugar, no sabia cuanto tiempo había estado esa carta en el suelo de mi casa, pues al parecer ni mi hermano estaba allí, seguro estaba en alguna misión.
No tuve tiempo de cambiar mi agujerada capa de viaje, ni de re abastecerme de alimentos, al llegar a la salida de al aldea un guardia me dijo — ¿de salida otra vez haruto? —— si, es algo importante —. Baje por el ascensor en medio de la cascada y me diriji hacia el norte saltando entre arboles, ya había visitado los templos una vez, y no es que fuera un lugar muy amigable ademas de los secretos que allí se escondían,al llegar al sitio todo parecía calmado, no se escuchaba mas que la lluvia caer en los arboles y en los piedras antiguas llegar de maleza y musgo;bien y ahora, ¿por donde empiezo?.
"Tu equipo va a morir si no te apresuras. En los Templos Abandonados del País del Rio, él necesita esta joya. O sera el fin de su existencia"
Eso decía la nota que Juro había descubierto en su puerta tras despertar. Juro se quedó de piedra al leerla. ¿Por que le tenía que pasar esto a él? ¿Habia hecho enfadar a alguien de ahi arriba? Cada vez que leía una nota, algo malo se avecinaba. Y obviamente, esto no era excepción.
"Decidido. La próxima vez que me manden una nota, la pienso quemar sin leerla"
No supo si reír o llorar. ¿Que iba a hacer? Sus compañeros estaban en peligro, aunque fijándose bien, en la nota se refiere a una sola persona al decir él. El problema seguía siendo el mismo. Pensó en avisar a las autoridades, ellos sabrían que hacer. Pero... Las palabras de esa nota le escamaban. Si no iba pronto, Kazuma y Nabi morirían, y quizá alguien más.
Como una broma cruel, a su lado, había una piedra lisa y opaca, de color negro. Más bien media piedra. ¿Que significaba? ¿Faltaba otra media? Era obvio que querían que llegase personalmente, sino, el misterioso anónimo habría llevado la piedra personalmente...
Suspiro. Si al menos estuviera Katsue... Pero no, como era habitual, estaba en una misión, y no sabía ni cuando volvería. Juro suspiró, no tenía otra opción. En una precipita decisión, recogió la piedra y la nota y la guardó en su bolsillo. Debía vestirse y preparase. Partía hacia el dichoso templo.
Casi dos semanas fue lo que le costo llegar, teniendo en cuenta que fue preguntando a cada persona que encontró por su camino para no perderse. Quizá hubiese tardado menos, pero a algún gracioso se le ocurrió mandarle en dirección contraria. En fin... Todo lo hacia por su equipo. Y más les valía estar en peligro después del viaje que estaba haciendo. Si no los salvaba, los mataría él.
"Apresurate en venir... Si, claro, como si fuera tan fácil..."
Dejando a un lado las quejas, no pudo evitar fijarse en el paisaje. El país del río era increíble, vegetación, ruinas ancianas... No fue difícil llegar a los templos, aunque le costo bastante atravesar toda la vegetación y no quedarse por el camino. Pero allí estaba. Era de noche, y casi ni se podía ver absolutamente nada, así que no pudo apreciar con detalle las ruinas y los grabados, para su disgusto. Para colmo, llovía.
"Bueno, he llegado... ¿Ahora que?" - de lamento, viendo que no tenía ni idea.
Echó en falta otra vez a su hermana. Ella sabría que hacer. Le había dejado una nota por el volvía antes que el. Esperaba que no fuese así.
Sumergido en sus pensamientos, casi le da algo cuando vio, a lo lejos una potente luz. El corazón le latió a toda velocidad. Estaba seguro de que, fuese lo que fuese, estaba relacionado con la piedra. Se acerco velozmente, con algo de cautela, hacia esa extraña luz.
11/01/2016, 03:14 (Última modificación: 11/01/2016, 03:15 por Umikiba Kaido.)
—¡Kaido, tienes correspondencia! —gritó alguien fuera de su habitación.
El tiburón frunció el ceño y levantó una ceja.
«¿Yo, correspondencia?»
Ante el llamado del mensajero, se vio obligado a dejar el confort propinado por su cama y mover su perezoso trasero hasta la entrada de su cuarto. Mosqueado, abrió la puerta de un manotazo e hizo que la manilla se estampara con el otro extremo de la pared, demostrando así su evidente molestia ante lo que parecía ser una broma pesada. Porque lo cierto era que en su vida había recibido una carta, no había nadie que necesitara usar ese canal para comunicarse con él. No tenía amigos en tierras lejanas, Yarou siempre estaba cerca y los Hozuki que le controlaban desde las sombras no parecían muy interesadas en saber cómo estaba su apuesto amigo azulado.
Kaido tomó el sobre y volvió a cerrar la puerta sin mediar palabra. Lo abrió en cuanto pudo, esperando algún mensaje-parodia que hiciera burla a su apariencia. Pero encontró algo totalmente distinto. Algo más enigmático, sin duda alguna.
"En el País del Río todos saben que los Hozuki no son más que unas princesas sin ningún tipo de utilidad para el mundo. En las paredes de los Templos Abandonados esta más que retratado, allí sera donde uno de los vuestros vea el fin de su vida llegar."
El gyojin se vio un poco desconcertado. No podía concebir de dónde provenía la supuesta advertencia ni tampoco sabía si darle veracidad al escrito. ¿Estaría alguien de su clan en peligro realmente?... y... ¿¡le habían llamado princesa?
—Princesas tu puta madre, capullo. —dijo, tirando el sobre al suelo.
Fue en ese instante que descartó prestar atención al contenido, no perdería su tiempo en semejante chiste de mal gusto. No obstante, un diminuto brillo fugaz llamó su atención apenas soltó el envoltorio de la carta. De él salió despedida una pequeña roca, similar a un zafiro, cuya apariencia sí que lucía real. La piedra, escondida con la carta, le dio cierta veracidad al mensaje que antes no le había encontrado.
Porque... ¿quién dejaría algo tan valioso si se trataba de una broma, cierto?
Finalmente su curiosidad picó el anzuelo. Tendría que viajar al país del río y encontrar al gracioso que le había insultado.
...
Todo muy verde, frondoso. El país del Río parecía ser todo un edén de vegetación al que Kaido no estaba acostumbrado. Existía una severa dicotomía entre su aldea —cuyos cimientos no eran más que edificios bañados en metal— con el resto del mundo y ese día quedaba más claro que nunca. Pudo contemplarlo durante todo el viaje hasta que la luz del sol se fue perdiendo en el horizonte, coincidiendo así con su llegada a los misteriosos templos abandonados que habían sido mencionados en la carta.
Pero no pensaba adentrarse sin tener como moverse libremente por la zona. Sin luz diurna o una antorcha, era imposible encontrar nada allí adentro. Y no es que no pudiera hacer fuego, sino que la incesante lluvia no le dejaría mantenerla encendida.
O eso pensaba él.
A unos cuantos metros, hacia el interior de un par de estructuras raídas y quebradas por la voluntad del tiempo; una ligera luz se abría ante sus ojos. Era similar a una llama, lo que sin duda lucía extraño teniendo en cuenta la llovizna que caía sobre él.
Sí había un lugar al que dirigirse, sería hacia allí, desde luego.
Había sido un día difícil, como solía ser cada vez que tenía un encargo por parte de su maestro, por lo que se encontraba ansioso de tomar un baño, comer algo y descansar. Entró a su habitación arrastrando los pies, ansioso por quitarse aquellos trapos húmedos por el sudor. Se encontraba a punto de ir a bañarse, cuando sobre el escritorio noto algo fuera de lugar; un sobre con sello de cera, lo tanteo y pudo sentir que tenía algo pesado dentro. En aquel instante su curiosidad pudo con él y procedió revelar su contenido.
“Tu equipo va a morir si no te apresuras. En los Templos Abandonados del País del Río, él necesita esta joya. O sera el fin de su existencia”
«Me hubiera gustado hacer mis cosas antes de leer esto —pensó pesaroso—. Por lo que veo, parece que capturaron a alguien, a Nabi o quizás a Juro. No quiero tener que pasar por esta situación otra vez, así que haré las cosas como se debe.»
En aquel momento llamo a una de las criadas y le pidió que buscara a su guardiana.
—¿Sabes que puede ser o si significa algo?
—Me parece que solo es media gema, mi señor —dijo observando aquel cristal negro—. Puede que sea una especie de pista o algo similar.
—Esto no es bueno… —dijo entre dientes—. Naomi, necesito que llames a algunos de los vigilantes del viejo, mándalos a comprobar la situación tanto en casa de Uchiha Nabi como en la de Eikyu Juro. También necesito que envíes alguien a localizar a Kureji Shiori, pero que sea un mensajero, no quiero que lo confunda con un enemigo. Para dentro de una hora o menos ¡vamos!
—A la orden mi señor —asintió con una expresión solemne y salió del cuarto a toda velocidad.
El Ishimura decidió tomarse la situación con cautela, pues aún no sabía qué era exactamente lo que sucedía. Tomo un baño caliente y una cena abundante, de modo que cuando el informe de su enviada llegará, estuviera en condiciones óptimas para actuar.
—Dime —pidió en cuanto la joven regresó con noticias.
—Mi señor, Ni el Uchiha ni el Eikyu se encuentran en sus respectivos hogares. A, Kureji Shiori, se nos hizo imposible localizarla… Sin embargo recibimos información fiable de que a sus dos compañeros se le vio saliendo de la villa.
—Entiendo… —dijo suspirando— Naomi, necesito que me tengas lista ropa de viaje, provisiones y un buen caballo. Lo suficiente como para ir al país de la cascada y pasar uno días allá.
—Entendido… Pero, Kazuma-sama, el maestro va a pedir muchas explicaciones.
—Las tendrá. Pero cuando vuelva luego de resolver este asunto —aseguró arrugando la carta en su puño.
Con los primeros rayos del sol despuntando en el horizonte, Kazuma, partió a toda prisa hacia su destino. Llevaba un caballo fuerte y veloz, casi demasiado para un joven como él, pero ya tenía bastante experiencia manejando las riendas. Se permitió sentirse cómodo, pues las ropas que Naomi le había dado resultaban ideales para aquel viaje tan largo; Un pantalón deportivo negro que le llegaba hasta la pantorrilla, una guarda camisa negra y encima una chaqueta sin manga color kaki con ribetes negros. También llevaba vendas negras en los antebrazos y en las pantorrillas, un gran sombrero de paja y una capa negra que ondeaba al viento, haciendo un gran contraste con aquel caballo color gris ceniza.
El viaje fue largo y lleno de molestias, pero finalmente llegó al lugar que buscaba. Le sorprendió encontrarse casi al extremo opuesto del continente, pero tenía sentido tomando en cuenta lo extenso del recorrido.
«Así que estas son los dichosos templos abandonados —Miró a su alrededor mientras bajaba del caballo—. Es una lástima que no venga como turista, y que las condiciones no sean las mejores —La lluvia caía fuertemente y el que fuera de noche lo empeoraba todo—. Cielos, de verdad le agradezco a Naomi por este sombrero y esta capa impermeable.»
—Lo siento compañero. Me has servido bien, pero temo llamar la atención si entro a caballo —le dijo a su animal de viaje mientras lo amarraba en una estructura que aún conservaba un techo decente, para luego comenzar a explorar la zona en busca de alguna pista.
Entre la lluvia y la oscuridad la encontro, un repentino fogonazo se manifestó. Fue efímero pero estuvo en aquel lugar, a lo lejos entre unas estructuras de roca. Sin duda era la pista que buscaba y el lugar por donde debía comenzar. Así, con su sombrero cubriéndole la cara y la capa ocultado su silueta, cual fantasma irreconocible, comenzó su sigilosa marcha hacia donde había estado la luz.
La lluvia arreciaba sobre Uzushiogakure como nunca antes había visto la joven Hyuga. Minetras observaba la lluvia desde la puerta trasera de su pequeña casa, atendía el cuidado del pequeño bonsai que le había regalado el señor Hayashi Shoko el día de año nuevo. Se encontraba en el salón, junto a la puerta que conducía a un pequeño jardín, sentada en seiza frente a una pequeña mesita donde tenía el arbolito al que podaba cuidadosamente. Acompañada tan sólo por el sonido de la lluvia, la joven echaba de menos tener algo de compañía para hacer más llevadero el tiempo con una conversación.
Dejó la tijerita de poder sobre la mesa, antes de levantarse perezosamente a cerrar la puerta de papel de arroz que daba acceso al patio. La hora del Jabalí debía de estar apunto de llegar a su fin, por lo que Mitsuki decidió que era el momento de irse a la cama. Sin embargo, cuando estaba apunto de sacar la cama desde el fondo de un armario que había en el salón un fuerte golpe en la puerta principal la sobresaltó. Lo primero que pensó fue que quizás fue le viento, pero había sido tan fuerte y tan directo que esa opción debía de ser descartada casi por obligación.
La Hyuga dejó el fardo que sotenía en el suelo, para después dirigirse mientras bordeaba la mesa central hasta un pequeño perchero donde tenía la parte exterior de su kimono de noche.
Suponía que alguien debía de haber llamado a su puerta, y fuese quién fuese tenía poco modales tanto por la forma como por la hora.
Sin dudarlo ni un momento se dirigío hasta el pequeño pasillo de no más de tres metros de largo que conectaba la entrada principal con el salón, llegó hasta el escalón que precedía al descansillo de la entrada donde descansaba su calzado. Se detuvo sobre el borde del escalón y dijo con voz fuerte y clara —¿Quién va?— el silencio y la lluvia fueron sus únicas respuestas, la chica volvío a repetir el interrogante pasado un minuto pero la respuesta fue la misma, tras una tercera pregunta al aire, Mitsuki bajo el escalón y se dirigió hacia la puerta.
De un fuerte tirón la abrió de par en par, frente a ella se extendía un pequeño caminito que separaba la casa del muro exterior. Justo delante, la cancela estaba cerrada, tal y como ella la había dejado al entrar. Miro a ambos lados y no diviso a nadie, extrañada y confundida temió que fuese quién fuese hubiese rodeado la vivienda o tal vez acechase el tejado. La Hyuga activbo su Byakugan para cersiorarse de que estaba sola y así fue.
Aún extrañada, pero más tranquila por no haber encontrado ningún intruso la joven volvió al interior cerrando la puerta tras de sí. Suspiro aliviada, al final quizás había sido solo el viento... sin embargo algo a sus pies le llamó la atención. Aparto su pie derecho con el que estaba pisando parcialmente aquella cosa blanca y pudo comprobar que era un sobre. Sin remitente ni destinatario. Con cuidado, se agacho para recogerla. Al sosternerla en su mano pudo notar que había algo en su interior, algo liso que terminaba abruptamente como si no estuviese completo.
Mitsuki recupero la verticalidad y abrió el sobre, lo primero que pudo comprobar era que lo que había notado era una especie de gema de color blanca lisa y opaca, que parecía estar rota o al menos ser solo una parte de una de mayor tamaño. Aquello intrigo a la de Kusabi, ¿Quién diablos iba dejar una carta a las tantas de la noche en medio de una tormenta y encima con un trozo de gema en su interior? No le veía ningún sentido.
Pensando que la nota que acompañaba al extraño presente podría aclararle más las cosas, la saco del sobre para después desdoblarla y disponerse a su lectura
Cita:Lo que tus queridas sacerdotisas te han estado ocultando lo encontraras en el País del Río. En los Templos Abandonados estan los secretos que no quieren que sepas.
Lejos de disipar sus dudas, lo que hizo fue aumentarlas. ¿Aqué se refería con lo que te están ocultado? ¿Qué tenía que ver Kusabi o su templo con Los Templos Abandonados en el continente? Demasiadas incógnitas y ni una sola respuesta posible. La muchacha devolvió carta y gema a su sobre y desando el camino hasta el salón. Tomó asiento junto a la pequeña mesa tradiconal que presidía el salón y dejó el sobre frente a ella, sobre el mueble. Allí se quedó un rato, sentada y mirando fijamente el sobre mientras meditaba que hacer ¿Creer o no creer? ¿Dudar? ¿Sería algún tipo de prueba que debía de pasar como shinobi? ¿O en realidad había algo oculto en aquel lugar? La lógica le decía que lo mejor sería no ir, permanecer allí sentada e informar al día siguiente a la Uzukage... pero su corazón le decía que debía de ir, no podía quedarse con la duda.
El debate interno le llevó hasta el inicio de la Hora del Tigre. Mitsuki se levantó de un salto, como si se hubiese activado mediante un resorte. Acababa de decidir seguir a su corazón, tal y como su maestra le habría aconsejado, esperando no haberse equivocado. Rápidamente se deshizo de su kimono quedando tan sólo con ropa interior, se dirigió al armario y tomó unas ropas que le habían regalado el primer día que llego a Uzushio. Al contrario que su vestimente habitual, estaba conformada por una camiseta negra de manga corta, un sueter de cuello alto negro sin mangas, unos pantalones de cuero negro y una gabardina negra de cuello alto con mangas anchas. Era la primera vez que usaba aquellas ropas shinobi, de colores oscuros para no llamar la atención el noche al contrario que su habitual ropa blanca. Pensó que sería lo más ideal para abandonar la aldea sin incovenientes aprovechando la oscuridad y la lluvia. Se dirgió con resolución hasta la mesa, cogió el sobre y lo guardo en su portaobjetos junto a sus pocos pertrechos de viaje y unas pocas provisiones. Tras esto, encaro el pasillo hasta la puerta de salida, se colocó sus tabi ninja y abrió la puerta.
Una vez puso los pies en la calle, lo único que lamentaba era no tener un buen paraguas o una capucha... y no haber dejado una nota avisando de su paradero
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Una semana y tres días más tarde, la Hyuga se detenía sobre un viejo pilar caído bajo el yugo de la alianza entre el musgo y una planta enredadera. La noche le había sorprendido antes de encontrar alguna pista que le indicase al lugar que se refería la nota y había tenido que resguardarse bajo aquella planta.
En su trayectoria había visto muchos restos de construcciones, pero ninguna lo suficientemente bien conservaba para ser considerada un templo. Empezaba a pensar que alguien debía de haberle gastado algún tipo de broma o se había metido de lleno en una prueba shinobi sin saberlo, quizás incluso había fracasado al abandonar la aldea sin dar explicaciones. Sea como fuere, ya estaba hecho se repetía así misma. Así que lo único que le quedaba era seguir un par de días más antes de volver con el rabo entre las piernas y esperar no haber quebrantado ninguna norma. Shiona-sama había sido muy explícita con ese tema...
Mitsuki suspiró desanimada, perdida en aquel lugar, casi sin provisiones y sin material para poder hacer un fuego le esperaba una noche muy larga... otra más. Además estaba esa lluvia insesante que no paraba desde que había llegado a aquel lugar. Vaya suerte.
Se disponía a acurrucarse para tratar de descansar cuando una luminaría llamó su atención a lo lejos, fue un destello breve pero intenso. No pudo divisar su procedencia, solo que estaba más allá del denso follaje que tenía frente a ella. Pronto los interrogantes comenzaron a aparecer en su mente ¿Qué había sido eso? ¿Fuego... lucha? Nuevamente demasiadas dudas, sin embargo no estaba en situación de demasiados alardes de valentía y decidió esperar. Adentrarse en aquel bosque sin un rumbo fijo, sin visibilidad y sin saber lo que encontraría se le antojaba como poco menos que un suicidio. Así que permaneció sobre aquel pilar, pegada a un muerete bajo aquella frondosa parra atenta a lo que pudiese pasar.
Para la joven kunoichi de Taki aquel era un día completamente normal, deambulando sin objetivos claros por toda la aldea acompañada de su madre, la cual como siempre nadie aparte de ella misma podía vislumbrar, además que todo mundo seguía mirándola raro por pasearse hablando sola aunque los últimos días al llover de semejante manera no había podido mantener el maquillaje negro de su rostro y la máscara que solía utilizar tampoco la llevaba consigo, la había perdido en algún lugar de su casa y lejos de querer hacer otra, siguió buscándola por toda la casa sin éxito.
De cualquier manera, ese día estaba llegando a su fin y Ritsuko ya no tenía ningún motivo para seguir deambulando por aquellas calles por lo que se dirigió con mucha flojera hasta su hogar que estaba casi por las afueras de la villa, extrañamente en un terreno prácticamente abandonado y que incluso, parecía una especie de cementerio aunque este último estaba en la dirección contraria. - ¿Tienes idea de lo que harás mañana? - Consultó con una sonrisa cordial la fémina que la acompañaba a donde fuera. - Puede que me pida una misión… No sé, depende como me levante. - Fue la única respuesta que dio la pelirroja mientras giraba la llave para abrir la única puerta que conectaba con el interior de la pequeña casa que parecía más una cabina.
La idea que tenía la kunoichi era sencilla, comer algo e irse a dormir, era temprano si para ello pero de todas maneras, no tenía muchas ganas de seguir perdiendo el tiempo en cosas tan poco productivas así que aprovecharía para dormir unas cuantas horas extras pero claro, había alguien que no estaba de acuerdo con ello y le dejó un sobre allí en el piso frente a la puerta, como si lo hubiesen pasado justo por debajo de la misma. - Tienes que reparar eso… - Fue lo primero que se escuchó luego de que la joven levantase el sobre extrañamente pesado. Luego de ello cerró la puerta y se sentó mirándola notando como la parte inferior estaba algo dañada y permitía el paso de su propia mano incluso. - ¿Hace cuánto que está así...? - Preguntó la chica caprichosa que miraba semejante abertura entre la puerta y el suelo con las mejillas infladas.
De todas formas, eso tendría que esperar hasta otro día, si bien el agua de la lluvia entraba perfectamente por allí, no representaba ningún drama para la chica que se había levantado y dejó el sobre encima de la única mesa que había en esa casa, la prioridad no era aquel papel que probablemente terminaría insultándola, lo que a ella le importaba era cenar y no tardó en prepararse un pote de de ramen instantáneo mientras miraba con suma atención aquella nota que le habían dejado y de paso, se notaba que algo en su interior había, no solo por el peso, si no por lo abultado que se veía el sobre.
Una vez terminada su cena, Ritsuko se dio un baño rápido y ahora si, tomaría la carta y la leería echada en su cama, pero claro, al abrir el sobre lo primero que pudo notar fue como una piedra le cayó en la cara y por poco le da en el ojo. - P*ta mier*a… - Se quejó tras el leve golpe que se llevó y tomó la joya, o la mitad de esta para observarla con atención. - ¿Será de Reiji...? - Se preguntó la joven kunoichi sin despegar la mirada de aquel zafiro que parecía estar partido. - ¿No te había regalado ya un rubí completo? - Preguntó su madre que parecía estar sentada a un lado de la cama.
Efectivamente, el shinobi de Ame le había regalado un rubí que llevaba a donde fuere como un collar, pero resultaba extraño que enviase la mitad de la gema para colmo azul, aunque claro, el sobre posiblemente explique el por qué.
Ya sin más conclusiones que sacar de la piedra, la kunoichi tomó el sobre y lo abrió para encontrarse con suerte con dos líneas de texto para colmo mal escritas que hacía que la chica fuese incapaz de tomárselo en serio a excepción de las últimas tres palabras que estaban completamente en mayúsculas. - Muerta… ¿Eso crees...? - Susurró la kunoichi para si misma.
Sin decir nada más, se levantó y vistió con las prendas que habitualmente usa para los días fríos, la playera y los pantalones negros y por encima la infaltable gabardina roja. Luego claro, la bandana y el portaobjetos donde metió tanto el sobre como la gema. Ya sin más preparativos de por medio simplemente partió en dirección a los templos donde había estado hace muy poco.
- ¿Tanto te importan los cráneos de tus amigos...? - Consultó la fémina que le acompañaba. - Los cráneos me importan un bledo. - Respondió a secas la kunoichi que parecía estar a punto de escupir fuego por la boca, aunque realmente eso era posible. - Que se mueran, yo voy a matar a ese infeliz que dijo que estabas muerta. - Agregó al cabo de unos instantes.
Por fortuna, la orientación de la pelirroja no era tan mala y logró al lugar que la carta mencionaba, aunque puede que con un par de días de retraso por el simple hecho de haber ido caminando sin ningún apuro. ~ ¿Fuiste tú Reiji...? ~ Se preguntó la joven que había optado por tomar un baikunai con su diestra mientras que con la zurda apresó la pequeña gema partida que podría decirse, era la única pista que tenía la chica que ahora se mostraba completamente seria.
Aparte de la indicación de los templos no tenía nada más, no había nadie ahí a la espera, no habían marcas de nada, tan solo la acompañaba la lluvia y su propia madre que parecía sumamente preocupada a diferencia de la kunoichi que se mantenía cabizbaja ocultando así su rostro con la inmensa capucha de la gabardina. ~ ¿Dónde están...? ~ Pensaba la pelirroja constantemente mientras se encaminaba en dirección a aquellas construcciones en ruinas.
12/01/2016, 01:40 (Última modificación: 12/01/2016, 12:13 por Sasagani Yota.)
Truenos a lo lejos. Como si algún Dios estuviese cabreado. Y en Uzushiogakure caía una tromba de agua digna de Amegakure.
Al otro lado del cristal estaba yo, observando como las gotas se deslizaban por la superficie transparente, absolutamente aburrido y a ratos me iba embobando, aburrido a más no poder.
Pero mamá interrumpió aquel penoso ritual en el que me había visto sumido inconscientemente.
-Ha llegado esto, Yotita-
Era la voz de Sasagani Naomi, mi madre. Traía consigo una carta con mi nombre. La verdad es que no lograba dar crédito. Me di la vuelta y tomé la notificación con la diestra.
-Vaya... ¿De quién será?-
La verdad es que no tenía ni idea de quien podría ser. ¡Nadie me había enviado nunca una carta! En un primer momento parecía como si aquello fuese un regalo. Nada más palpar el sobre pude notar algo sólido en su interior, más allá de la carta o lo que fuera. La abrí ipsofacto bajo la atenta mirada de mamá. Acabó cayendo entre las sabanas aquella mitad de piedra blanca lisa.
*Qué cojones..*
alcé la ceja izquierda totalmente desconcertado. No podía esperar más a ver qué era lo que contenía la notificación en si. Con la diestra sujetaba el trozo de papel, con la zurda aquella mitad de la piedra blanca. apenas un par de frases, ni a eso llegaba. Pero basto para que me cabrease como nunca lo había hecho. La yugular se hinchó y adquirió el tamaño de un pequeño acueducto, los ojos se cargaron de rabia, los pómulos y la frente se tensaron y por la boca soltaba bocanadas violentas de aire.
-Yotita... ¿Qué ocurre, cariño?-
La miré con el mismo desprecio con el que estaba leyendo aquellas pocas letras. Lloviese o no iba a partir.
Las arañas están en peligro, la amenaza en los Templos Abandonados del País del Rio necesita que lleves esta gema.
-Me voy. No se lo digas a Setsuna-sensei. No se lo digas a Shiona-sama. Volveré-
Hablaba con toda la rabia que uno pudiese imaginarse. Tomé mi túnica carmesí y mi gorro de paja cónico, un puñado de ryos para el viaje y guarde tanto la mitad de aquella piedra como la nota en el portaobjetos, totalmente arrugada. ni me había molestado en dejarla de buenas maneras.
Ni siquiera me había parado a pensar si aquello era una trampa. Nada me importaba más en aquel momento que ponerme de frente ante el autor de aquello. Pagaría por su fechoría.
Estuve de viaje prácticamente dos semanas. Tuve que cruzar una buena parte del mapa. De hecho llegue a perderme en alguna ocasión, pero finalmente había llegado al lugar en el que se me había citado. La cara de imbécil debía ser de proporciones épicas. Nada ni nadie me esperaba allí, solo aquel montón de ruinas y el musgo que alimentaba la asquerosa humedad de aquel lugar dejado de la mano de Dios. Hasta que vi algo moverse. Era una chica de cabellos blancos y se estaba poniendo a cubierto, seguía lloviendo y yo tendría qué hacer lo mismo antes de que la noche se convirtiese en un peligro.
*¿Mitsuki-chan?*
Avancé hasta su posición con paso seguro.
-¡Mitsuki!-trataba de llamar su atención-Algún día tendremos una charla en Uzushiogakure, lo prometo-
Bromeaba, claro. Pero para aquella noche tendríamos que poner un poco de humor. Se antojaba una noche de aquellas verdaderamente largas.
Pero seguía pensando en las arañas. Y en la promesa que hizo Shizuka-dono en su día. Fallar no era una opción.
Hasta que caí en la cuenta de algo.
-Oye, oye, no me digas que...-Rebusqué en los bolsillos de la túnica y le mostré la mitad de mi piedra que aún mostraba su color nevado-No em digas que tu también tienes una de estas, Mitsuki..-
¿Qué otro motivo para que estuviese allí podría haber?
Los rumores, que de rumores tenían poco, habían llegado a los oídos del calvo uno de esos en el mercado. Takigakure se había formado en los territorios de la antigua y destruida Kusagakure. Le pareció un poco raro que al poco tiempo de que una aldea poderosa pereciera, nazca otra con un poder similar. Según sus revisiones en los mapas que poseía en su casa, el País del Río de encontraba en una zona limítrofe con el País de la Tierra. Exactamente al otro lado de su ubicación.
Como admirador de paisajes, sería interesante visitar las costas del país. Había presenciado el atardecer en sus tierras y en el País del Rayo y era algo que le fascinaba. Parecía como que cada ubicación generaba sentimientos diferentes y pintaba el cielo de un color distinto a cualquier otra parte del mundo. Era como que país tenía un atardecer diferente. Seguramente no fuese así, solo sería una locura de Karamaru, pero al le gustaba creer que así era, y era por eso mismo que se había puesto como objetivo pasar una noche en las costas del norte del País del Río y presenciar el atardecer. Quién sabe, tal vez algún día se decida a recrear esos paisajes en papel y con pintura. Aunque, a decir verdad, era un mal dibujante.
Con su sombrero cónico de paja, su túnica negra que cubría todo su cuerpo, y su mochila cuadrada y marrón equipada con millón de cosas, salió de su cosa una mañana de tormenta, para variar, de su casa. Su dirección era el este, cruzaría todo el País de la Tierra, de punta a punta, para pasar por el ya conocido Puente Tenchi. De ahí al norte, hasta llegar a las costas, y luego a una ubicación un poco más al este bordeando las playas del país para llegar a una zona en la que ya sabía que había un pueblo para hospedarse.
...
Dos, tres, tal vez cuatro días habían pasado, Karamaru no pensaba en el tiempo que le llevaba un viaje, ni siquiera le prestaba atención. Unas horas había perdido con un pequeño percance en un pueblo, pero ya hacia unas cuantas otras que había cruzado al Puente Tenchi y ahora se dirigía al norte hacia la costa. En las lejanías, tras los arboles, se erigían algunas puntas de lo que parecían ser edificios.
«No creo que un pueblo tenga algunas torres de esa altura, ¿Qué habrá allí?» se preguntaba a si mismo.
Pero para qué suponer cuando se puede comprobar. Se dirigió hacía ese lugar y en menos de una hora arribó a los parecían ser una ruinas. Las torres que veía no eran tan altas como parecían, pero una de ellas tenía un pequeño techo en la punta. La Luna estaba empezando a ganarle el territorio al Sol seguida de las estrellas, una batalla eterna que dejaba hermosos paisajes. El cielo estaba tomando su color habitual nocturno y Karamaru necesitaba un lugar donde descansar. Ese edificio daría una visión de la zona circundante y lo protegería si llueve por la noche.
Subió sin problemas, sacó su lámpara de la mochila y la colgó en un costado del techo. La encendió y se iluminó la pequeña zona que debía de tener unos tres metros cuadrados. Lo suficiente como para sentirse cómodo. Sin embargo, en ningún momento pensó que tal vez esa luz sirviera de faro para algún bandido, pero poco le importaba. No llevaba muchas de valor.
Iluminado por la luz de la vela miraba las ruinas que se alzaban alrededor cuando algo le llamó la atención. Una luz se generó a su derecha, unos cuantos metros alejado de la base del edificio. Se sorprendió y pensó en ir a ver que era, pero otra luz igual a la anterior, se localizo también en las ruinas. Algo lo acompañaba esa noche, algo había originado esos destellos, y por precaución decidió permanecer en la alturas, con su vela de compañera observando los alrededores. Si quería dormir, esas dos cosas no le ayudaron mucho.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
12/01/2016, 17:38 (Última modificación: 12/01/2016, 17:56 por Inuzuka Nabi.)
Aquella noche acababa de empezar. Cinco figuras se reunian en el edificio más alto de aquellas ruinas, cuatro de ellas encapuchadas y la quinta arrodillada con una bolsa en la cabeza. Como si la noche no les impidiera ver y la lluvia no les tocara se alzaban dichas sombras, a excepción del pobre hombre que se encontraba arrodillado que temblaba, de miedo o de frio, o de ambos.
Su vestimenta reconocible no eran más que largas tunicas azules tan oscuras como su corazón, eran anchas y carecian de mangas, ademas de tener la capucha mencionada anteriormente. Cada uno estaba a su bola, excepto el de la bolsa en la cabeza, que estaba cabizbajo esperando algo, pero los otros cuatros simplemente lo ignoraban.
Uno de ellos estaba en el borde de la cornisa, mirando a las inmensas ruinas que se encontraban ante él. Estaba atento, expectante, incluso tenso e impaciente. Aunque su presencia era inmutable. Otro encapuchado estaba sentado al lado del que dirigia su mirada a los edificios con los pies cruzados. Tenia los ojos cerrados pero era el que más veia de todos. Podia sentir todo ser viviente o cosa con chakra en kilometros a la redonda, mientras un fino hilo de sangre caia de uno de sus ojos.
El siguiente estaba asomado por uno de los lados del tejado, ni de lejos tan seriamente como los otros, se estaba dedicando a tirar piedras sobre un enorme charco que habia en el suelo y ver cuanto salpicaba cada una. Era el más entretenido del lugar, sin duda. El último estaba apoyado en un resto de columna que parecia que se iba a caer en cualquier momento, al igual que el edificio, pero no lo hacia y no lo iba a hacer.
Estan aqui. Los ocho orbes.
Susurró la mujer que estaba sentada vigilando el perimetro. Esto detuvo al tirapiedras, que ya habia cogido una de tamaño considerable, en vez de tirarla la dejo caer en el resquebrajado suelo como si tal cosa, haciendo que todos en la sala se sorprendieran del sonoro golpe resultante.
¡Por fin algo de diversión! Me estaba quedando sin rocas que tirar... y sin charco.
La ninja sensora suspiró, iba a cancelar el jutsu, que ya le estaba pasando mayor factura de la que deberia, cuando algo raro entro en su rango de sensorialidad.
Esperad, aparte de los ocho orbes hay tres chakras más. No son muy fuertes, pero no son simples civiles.
¡Me pido a esos!
La mujer ignoró por completo a su compañero, esperaba la respuesta del que se alzaba magnanimo ante las ruinas. Este, inalterable como era, apenas se inmutó ante la noticia, solo ensanchó su sonrisa ya de por sí ancha enseñando aún más una dentadura perfectamente blanca, reconocible hasta en aquella oscuridad.
No te alarmes, de hecho, contaba con que aparecieran más. Ishigaki, preparalo todo para cuando te de la señal. Chi, descansa. Nabiruto, ven conmigo. Hay que dar la bienvenida. Oh, es verdad. Casi me olvido de ti.
Al girarse para encarar a su equipo vio al hombre que habia permanecido en silencio y arrodillado en medio de la habitación. Este tambien pensaba que se habian olvidado de él, pero su lider se acordó para su desgracia.
¿Pensabas que porque habias completado tu trabajo podrias huir y no te buscariamos?
Claro que no, señor. No sé que me paso... por favor, no me mates... tengo familia...
Oh, ¿te refieres al pequeño Nise y tu amada Uso? ¿Crees que no lo sé? ¿Crees que hay algo que escape de nosotros? Es hora de que recuerdes quienes somos y quien eres tú.
La bolsa que separaba su cabeza de la lluvia salió despedida a toda velocidad. El hombre inconscientemente levantó la mirada y antes de que pudiera suplicar desapareció del lugar. No quedo ningún rastro de su presencia más allá de la bolsa que ahora volaba libre donde el viento se la llevara. Nadie pareció sorprendido por lo que acababa de pasar, excepto por...
¡Es que mola un montón, joder!
Se acercó a toda prisa donde instantes antes habia un hombre de pleno derecho, con toda su biologia y sangre por las venas y ahora no quedaba más que la lluvia y el suelo agrietado. Pasó la mano como esperando que solo hubiera sido un genjutsu, a pesar de que sabia que eso no era posible.
Que alucine, tio. Bueno, a dar la bienvenida, ¿no?
Sí, quiero ver con mis propios ojos al Fenix y al Lobo
Dijo la Mariposa.
Te mataré.
Ambas figuras saltaron de edificio en edificio hasta desaparecer.
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Cuando el brillo de la semi esfera alcanzaba un nivel cegador incluso a traves de sus ropas, el fuego surgió de uno de los edificio cercanos. Al entrar, se encontró lo que ya veia venir. Un muchacho que observaba atento el vaiven de su elemento, y el simbolo Uchiha inscrito en llamas. Su gema rompió el bolsillo que la retenia para chocar a toda velocidad con la que se encontraba en el suelo.
¡CORRE!
Al colisionar, una gran luz cayó del cielo, llamalo relampago, cegando a ambos y desatando una fuerte onda expansiva que los mando volando. Las paredes intentaron pararlos, pero casi que no se aguantaban ellas mismas como para pararles a ellos. Nabi atravesó un par de ellas, quedando enterrado en un montón de escombros. Pasaron unos segundos tensos, el rubí, ahora completo, parecia estar totalmente cargado de electricidad y de otra cosa, ¿chakra? No, parecia más... consciente.
Los escombros se empezaron a mover segundos despues, y un brazo brotó de ellos, despues otro y finalmente, el rubio se levantó quitandoselo de encima. Se paró un momento para reconocer en qué dirección estaba la joya y el otro Uchiha, pero el orbe fue más rapido que él. Moviendose por voluntad propia se plantó ante la mirada incredula del muchacho.
Tú... No... Demasiado rubio para mi...
Y se fue a tal velocidad como habia venido. Nabi salió detras de aquella esfera tan rapido como pudo.
¡EH! Espera.
Siguió el mismo procedimiento con el otro Uchiha, se plantó ante él y lo evaluó.
Esto ya parece más un Uchiha
Y sin previo aviso, atravesó al pobre Datsue a la altura del pecho alojandose en su interior. Podia sentir, un gran poder recorriendole cada minusculo nanometro de su cuerpo, se sentia renovado, en calma. Hasta que de repente, como un remolino descontrolado, todo su chakra, hasta la parte más insignificante de energia que poseia su cuerpo se concentro en un solo punto. Dejandole vacio y totalmente extenuado cuando la esfera salió de su cuerpo. Antes de que el pobre y drenado Datsue pudiese alzar la mano hacia aquella maldita joya que le habia robado lo que era suyo, recibió una patada en el costado apartandolo.
Dos hombres encapuchados aparecieron en el edificio que se habia caido anteriormente encima de Datsue. Uno miraba apasionado el orbe flotante que ya parecia haber perdido su libre albedrio, el otro observaba al joven que acababa de patear como quien mira a un cachorro que no le hace caso cuando le pides la pata.
¿Este es el Fenix? Patetico. Nabiruto, llama al resto de orbes.
Tus ordenes son deseos, Mariposa-chan
Seras gilipollas.
Nabiruto se quitó la extraña tunica sin mangas que llevaban ambos dejando ver su ropa y su rostro. Llevaba una camiseta con una manga larga y una corta, la larga era de color rojo carmesí y la corta amarilla, el resto de la pieza de ropa era amarillo chillón. Al igual que su pelo, puntiagudo y amarillo como el de nuestro heroe. Sus pantalones negros y holgados apenas le llegaban hasta las rodillas y calzaba unas sandalias shinobi de color amarillo tambien. Sin dudar un segundo, extendió la mano y agarró el orbe flotante sin titubear.
Una capa de chakra de color negro cubrió todo su brazo, así como la canica flotante. El restro de su cuerpo estaba cubierto por un chakra amarillo que parecia intentar echar atras el negro, encarnando una lucha epica. En ese momento, apareció Nabi, que observó incredulo la escena.
Por fin haces acto de presencia, Lobo.
¿Quien demonios eres? ¿Y qué es ese orbe?
Yo no soy nadie, y si yo no soy nadie, imaginate lo que eres tú.
Sea lo que sea lo que estais haciendo, no lo voy a permitir.
Tras una breve secuencia de sellos, una gran bola de fuego surgió de sus labios en dirección al muchacho rubio que aguantaba el orbe. Sin embargo, una bola de mayor tamaño salió de los labios del misterioso encapuchado empujando su jutsu hacia un edificio cercano.
Tú, no es que no te haya visto hacer sellos... Es que no los has hecho.
Estalló en una risotada de un tono muy grave al oir las palabras del joven.
Sorprendentemente perspicaz. Aunque en verdad no es muy dificil cuando el sharingan lo hace todo por ti. Vosotros, malditos Uchihas, no haceis más que destruir, es el único proposito de vuestra existencia. Mi proposito es acabar con vuestro clan y el mal que representa.
Sus ojos eran igual de carmesies que los de Nabi, lo cual no hacia más que confundir aún más al pobre genin. Aunque poco iba a retroceder.
¿Qué clase de cuento me estas contando? ¡Tus ojos son tan rojos como los mios y tus manos estan tan manchadas de sangre como las mias!
Una hilera de dientes blancos salieron a la luz bajo su capucha dibujando un cierra parentesis vertical lleno de autosuficiencia.
Esto yasta.
Interrumpió el otro rubio, soltando la gema maldita, que se mantuvo en el mismo lugar levitando en el que habia estado desde el principio. Efectivamente, alrededor del lugar habia ido apareciendo gente, sus medias gemas se habian visto atraidas por la roja de la colección e inevitablemente la habian seguido. O de gente que habia seguido su instinto.
En eso te equivocas, muchacho. Yo...
Su tunica salió despedida dejando ver su figura bajo ella. Se echaba en falta algo en su silueta, no tenia brazos.
¡No tengo manos que ensuciarme!
Y desapareció sin dejar rastro. Lo único que quedo de él, fue la tunica oscura que cayó segundos más tarde al lado de Datsue.
Sigue siendo impresionante. ¿A que sí, chavales? Bueno, yo no puedo desaparecer de forma tan guay. Pero no esta de más intentarlo ¿no?
Tras una serie de sellos plantó sus manos en el suelo y una pared de fuego apareció entre él y los genin, y a traves de dicha pared, todos pudieron ver al hombre rubio irse saltando de edificio en edificio. Nabi se quedó helado, con los puños apretados de pura rabia. Tenia que ir a ver como estaba el pobre muchacho que se encontraba tendido en el suelo bajo la lluvia. ¿Pero para qué? ¿Qué iba a hacer por él? Nada, que era lo único que sabia hacer.
Me he tomado varias demasiadas concesiones. Datsue, tienes 5 CK, justos, ni uno más ni uno menos, pero el drenaje inmediato de tanta energia te ha dejado hecho un flan. Durante este turno apenas puedes maldecir y poco más. Soy consciente de tu VG, eso lo hace más epico.
Los demás, los que teneis gemas, la gema intentara ir al lugar a partir de que el chico coge el orbe flotante, podeis aparecer en cualquier momento de todas formas. No es como que un rayo y una onda expansiva no llamen la atención. A partir de que estais en rango de visión de la escena las gemas se quedan quietas.
Por el rabillo del ojo, vio movimiento a su derecha. Alguien había entrado en el templo desvencijado, y una gema gemela a la suya salió disparada contra la que estaba en el suelo, provocando una explosión de luz y una fuerte onda expansiva, que impactó en su cuerpo como un martillazo. Salió despedido contra las endebles paredes del templo, atravesándolas como si no fueran más que telas de araña viejas e impactando contra los sólidos cimientos de un pilar.
El dolor le recorrió el costado como una serpiente que estuviese reptando dentro de su carne. Dejó escapar una bocanada de aire, seguido de un prolongado y agudo quejido, no muy alto. Pese a que su cuerpo, tirado entre los escombros, no parecía haber sufrido ni un mísero golpe, sus nervios le decían —le chillaban—, que mas bien era todo lo contrario.
Estaba en peligro. Su intuición se lo decía. Su lógica se lo decía. Los escombros tirados sobre él y la gema que de pronto estaba flotando ante él, como evaluándole, se lo decía. Toda célula de su ser, todo rincón de su alma, le decía que o reaccionaba, o moriría.
—Esto ya parece más un Uchiha.
No tuvo tiempo a esquivarlo. Cuando logró ponerse en pie, la pequeña gema había traspasado su pecho como si tuviese aire por carne. Y entonces…
Datsue siempre había sabido, muy en el fondo, que era bueno. Pero nunca se había imaginado que lo fuese tanto. Sentía la agudeza de un águila, la agilidad de una mosca, la fuerza de un oso. Las costillas habían dejado de dolerle, las dudas, dejado de atosigarle, y todo asomo de miedo se había esfumado. Era indomable, imparable, incomparable. En lugar de sangre, su corazón bombeaba el fuego del Amateratsu, y sus pulmones tomaban aire de las nubes.
Un ser insignificante estaba frente a él. Un rubio escuchimizado que le miraba con ojos asombrados. No era para menos.
Alzó las manos y miró al cielo: su hogar. Pues él era un Dios. Un Dios atrapado en un cuerpo humano, como el Juubi había sido sellado en Rikudo. Él era…
—Mierda…
… un desastre. El dolor volvió a penetrarle por el costado y le dejó sin aliento. Sus rodillas se pusieron a temblar. Se sentía extenuado, mareado, hueco por dentro. El mundo se había convertido en una mancha borrosa y el simple hecho de mantenerse en pie le suponía un enorme esfuerzo que dudaba poder mantener durante mucho más tiempo.
Como si alguien le leyese el pensamiento y tuviese un humor muy perverso, recibió una patada en el costado que le ahorró dicho esfuerzo, tirándolo al suelo semiinconsciente.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
12/01/2016, 22:05 (Última modificación: 12/01/2016, 22:07 por Uzumaki Eri.)
Llegó más pronto de lo esperado sin saber por qué, aunque quizás hubiese deseado todo lo contrario al ver lo que allí estaba sucediendo. Una esfera de color carmesí brillaba de manera cegadora después de que un relámpago impactase contra ella, haciendo que dos de las personas que allí se encontraban volasen hacia las ruinas de los templos. Incluso ella había volado hacia atrás unos cuantos metros y había caído de culo, sin embargo no era nada comparable con lo que habían sufrido las dos siluetas que se hallaban en ese lugar. Dudó por un segundo, lo que le costó levantarse del húmedo suelo y acercarse cautelosamente hacia unos arbustos que podían actuar como escondite, donde podía sentir de forma débil dos esencias como bien había aprendido a lo largo del año que llevaba graduada, aunque difícilmente las podía apreciar, ahí estaban.
-Esto ya parece más un Uchiha. -
''¿Pero qué...?'' Sin que se lo esperase, la joya que brillaba en lo alto se coló en uno de los jóvenes que allí se encontraban, hasta que después escapó de su cuerpo, haciendo sentir a Eri como ese joven se quedaba sin algo vital en él, sin la esencia que antes había percibido débilmente ''No puede ser...'' Pensó la kunoichi del remolino observando el cuerpo del joven que yacía inerte en el suelo tras una patada de uno de los dos hombres que acababan de aparecer, cosa que la joven peliazul pasó por alto, ya que como buena ninja médico que era, se había fijado únicamente en quién había sufrido un ataque directo, esta vez de la gema maligna carmesí.
Los oyó hablar con el otro joven, que ahora había llamado la atención de la pequeña huérfana. Era rubio, era rubio de ojos oscuros. Con una vestimenta ya muy conocida por ella. ¡Era Nabi! ¡Por fin daba con él! Pero... ¿Qué tenía que ver él con todo esto? ¿Acaso ellos eran...? Vio como el más estúpido de los dos y el más parecido a su amigo Uchiha manipulaba la gema con un chakra que sobrepasaba los límites del conocimiento de Eri y, los otros dos restantes se fundían en una conversación. Pero no tardó mucho en ser apagada por una gran bola que fuego, que fue abatida por otra más grande aún.
No dudó en saltar e intentar ayudar a su amigo colocándose a su lado, olvidándose por completo que estaba enfada con él - como era habitual -, pero la bola de fuego no impactó contra él, sino que se fue hacia otro lado. ''Uchihas...'' Resonó el apellido por las paredes del cráneo de Eri, mientras negaba con la cabeza. Entonces, vio como el que más imponía de todos se quitó la túnica que llevaba cubriéndole, dejando ver que no tenía brazos. Eri abrió los ojos como platos y se llevó una mano a la boca, demasiado impactada por la imagen tan inesperada que tenía enfrente. Luego desapareció.
-Sigue siendo impresionante. ¿A que sí, chavales? Bueno, yo no puedo desaparecer de forma tan guay. Pero no esta de más intentarlo ¿no?. -
Y este también se fue, pero de forma menos épica, y el silencio reinó en la estancia por un minuto. La poseedora de los ojos esmeralda parpadeó varias veces, saliendo de su trance y sin pararse a ver quién había llegado y quién no, se acercó al chico seminsconsciente que yacía en el suelo. Allí lo encontró, y, sin dudarlo por un segundo, acercó las manos a su cuerpo, apoyándolas sobre él, comenzando a traspasarle parte de su chakra, con suerte de que no se desmayara antes de que terminase con su cometido.
• CK: 100 - 25 = 75
¤ Chakura Tensō no Jutsu ¤ Técnica de la Transferencia de Chakra - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Iryō-Nin 20 - Gastos: (X+5) CK (máximo 40) - Daños: - - Efectos adicionales: Transmite X CK a un compañero - Sellos: - - Velocidad: Variable - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
El usuario apoya la mano sobre un aliado, moldea su propio chakra para adaptarlo al del receptor y le transfiere una cantidad determinada. El objetivo, tras la recepción, será capaz de moldearlo a su propia necesidad o simplemente almacenarlo para reponer las fuerzas. Durante el proceso, las manos del usuario se ven rodeadas de un aura azulada. Por cada 20 CK, el usuario tarda un turno en transmitírselo al objetivo. Si la cantidad es menor a este número, la transferencia se hace de forma instantánea. Después del uso de la técnica, el usuario estará agotado, y no podrá usar la técnica en los siguientes 2 turnos.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
La fuerte lluvia no paraba y mi capa rota, estaba totalmente empapado y el frió ya empezaba a cumplir con su cometido, pero que frió del demonio, lo mas eficas sera hacer una fogata para calentarme; baje del árbol en el que estaba y me dispuse a tratar de encontrar algunas ramas "secas"¿sera posible encontrar alguna en ese bosque empapado por la lluvia?,bueno tenia que intentarlo o mi segunda opción seria buscar una estructura para protegerme de la lluvia.
Mi búsqueda no dio resultado pues para colmo todo estaba muy oscuro, apenas se podía divisar mas de dos metros adelante,sinceramente por un instante ni recordaba por que estaba en ese lugar y no en casa descansando; el recuerdo de datsue se me vino a la cabeza en un instante, si el confiaba en mi dejando esta carta en casa tengo que hacerle merito, pues vamos era lo mas cerca que tenia a un amigo.
Mientras tomaba algo de aire debajo de una estructura que tenia aun algo de techo, algo interrumpió el "silencio" ya que lo único que se escuchaba era la lluvia y el viento congelando mis mejillas y hasta mis cojones. Fue un estruendo como si destruyeran rocas con una fuerza descomunal, estaba a unos metros míos, no creo que fueran mas de veinte a mi costado derecho.
— ¡es allí! —
tome acción y fui hacia el lugar a toda velocidad saltando entre los arboles, iba tan rápido que las gotas de la lluvia golpeaban mi rostro como si fueran agujas heladas; justo antes de llegar al sitio de donde había oído el estruendo, ami lado paso un sujeto a gran velocidad, no pude darme cuenta de quien se trataba, pues mi mente estaba enfocada en encontrar a datsue. Segui saltando hasta llegar a las estructuras de los templos antiguos donde alcance a notar que habían tres personas, una de ellas era datsue y había alguien encima de el.
Que ha pasado aquí tome rápidamente una kunai de mi porta objetos y salte hasta donde estaba datsue, allí pude ver que una chica le estaba propinando atención medicavaya era primera vez que veía a una ninja medico en acción— Que el ha pasado a datsue — pregunte intrigado .