Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
La llamada de atención del escualo no hizo sino exaltar a los más experimentados, que voltearon hacia él en la búsqueda de aquel que no se encontraba entre ellos. Kaido continuó urgando la pequeña cueva submarina con la esperanza de encontrar a su compañero, pero lo cierto es que Mogura no había salido nunca a la superficie junto a ellos. Y lo peor, fue que debían haberse dado cuenta al segundo de pisar la cueva. Pero la falsa Ayame y el resto de los enemigos probablemente fueron el impedimento para que se percataran de la falta del médico más prometedor de Amegakure.

Kaido maldijo para sus adentros, y bufó enervado. Luego, fijó su mirada en Ayame, quien sollozaba como bien sabía hacerlo ella. Pero se trataba sólo de una buenísima actuación. Una que fue rota nada más y nada menos que por Zetsuo, quién a grito de ¡Corte! obligó a quién fuera que intentara engañarles, a mostrar su verdadera identidad.

Después de todo, no había manera de negar que había cometido el error de transformarse en Ayame con la bandana. Una que se había dejado en la playa, antes de todo.

—Oh... Parece que te han pillado, Mohōshō.

—Ay... Qué se le va a hacer..., Waniguchi.

Cualquiera de ellos podría haber esperado un puff, de aquellos cuando se rompe un Henge. No obstante, cuando aquella mujer fue tomando su verdadera forma, no hubo puff que valga, sino más bien una especie de mutación corpórea que fue moldeando su cuerpo hasta tomar una apariencia distinta, la de una mujer mucho más alta, indudablemente mayor y con una voz, además, más grave. Vestía un conjunto con lunares azules como estampado, y ahí en donde debía estar su cadera, quizás un poco más arriba; yacía un par de brazos adicionales moviéndose ansiosos junto a sus otras extremidades.

Séis manos se abalanzaron gráciles, y de pronto desenvainaron séis espadas. Séis malditas espadas.

—Señores, no sé ustedes, pero mientras estos cabrones nos entretienen aquí, quién sabe a dónde puedan estar llevándose a Ayame y a Mogura. ¿Seríais tan amables de ayudarme a deshacerme de mamá araña y sus amiguitos? —exclamó, envalentonado, con su kodachi en una mano. La otra, señalándole con el puño cerrado y con sus piernas listas para abalanzarse hacia su oponente.

Sus ojos aguamarina, sin embargo, buscaban certeros una salida que les pudiera dar paso a pie hasta otra sección de la cueva. Quizás, si los jonin se encargaban de entretener al trío de Kajitsu, Daruu y Kaido podrían adelantarse y tratar de encontrar a Ayame antes de que el mar se la tragara. Para siempre.
Responder
#62
Sus ojos volvieron a abrirse, había recuperado la consciencia. Su mirada se balanceó de un lado a otro observando, aun desde el piso, el lugar.

«¿Dónde estoy...?»

Se preguntó mientras comenzaba a ponerse de pie para luego toser y escupir un poco de agua. Sería ese el momento en el que recordaría que había sucedido con él. Como había sido sacado del túnel solo para perder nuevamente el respirador, y como el agua comenzaba a ingresar en su cuerpo provocando que perdiera el conocimiento.

«Tch...»

Chasqueó la lengua. Había caído nuevamente en el mismo truco de los Kajitsu, y esta vez si había perdido el respirador. Por un momento pareció estar ajeno a la realidad pues lo que más le preocupó sería que tendría que comprar uno para reponerlo a Kiroe.

Recupero la postura y, con una seria mirada dibujaba en su rostro, observó la habitación nuevamente. Constatando primero que nada que no había nadie ahí, ni aliados ni enemigos, solo él.

«Rocas.»

Pensó mientras descansaba ligeramente su brazo izquierdo sobre la vaina de la espada que cargaba consigo. Miró una pared y luego la otra, y así con todas, tomándose un par de segundos en cada una.

«No hay entrada ni salida de este lugar.»

Determinó, al menos a simple vista. ¿Cómo se suponía entonces que habría terminado ahí? ¿Cómo lo dejaron dentro? Los Hōzuki podían volverse agua y todo eso, pero no parecía haber espacio entre las rocas del muro como para pasar através de ellas y aún así Mogura no tenía esa capacidad.

«Hubiese sido sensato despojarme de mis armas.»

Señaló mentalmente mientras giraba su brazo para tomar la vaina de la espada con su mano izquierda y desenfundar a Hane con la derecha.

A menos que estas no sean reales.

Exclamó y entonces, procedió a concentrar chakra elemental de Fūton en la hoja negra de la espada.
Hablo - Pienso

[Imagen: tumblr_n5t2e2FGOB1qdlh1io1_400.gif]
Responder
#63
La falsa Ayame dio un salto hacia un lado para esquivar los senbon, pero enseguida el padre de la verdadera apareció a su lado y la golpeó con fuerza. Pese a que sabía que era una fachada, a Daruu le dolió aquél golpe, y quién sabe lo que aquella harpía podría haber jugado con su cabeza sólo imitando el sonido de la voz de su pareja en otras circunstancias. Se dijo a sí mismo que el Byakugan era una bendición, y que no volvería a forzar la vista a riesgo de quedar expuesto a tales engaños.

De pronto, sin embargo, Kaido hizo una pregunta que rasgó su tranquilidad recién adquirida como una katana atravesaría una pared de papel tradicional. Mogura. Mogura no estaba. Se lo habían llevado. Quizás...

—¿Y si todavía está allá abajo, en el océano? —preguntó, con preocupación—. Podría estar...

—La cabeza fría, Daruu. Si está muerto, no puedes hacer nada por él. Si está vivo, tenemos que buscarlo. En cualquiera de los dos casos, si se nubla tu juicio puede que muera alguien más. Mira con atención lo que tienes delante.

Daruu se puso en guardia de inmediato, pero no pudo dejar de pensar en el joven médico. Todo ello mientras la que había dicho ser Ayame sufría una transformación grotesca, apéndices adicionales incluídos, y desenvainaba no una, no dos, no tres, no cuatro, no cinco... ¡seis espadas! Tragó saliva.

—Señores, no sé ustedes, pero mientras estos cabrones nos entretienen aquí, quién sabe a dónde puedan estar llevándose a Ayame y a Mogura. ¿Seríais tan amables de ayudarme a deshacerme de mamá araña y sus amiguitos?

—Kaido-kun, ¿tú estás viendo lo que tenemos delante? Por favor, precaución —advirtió, en un susurro—. Confiemos en el buen juicio de nuestros mayores.

Se mantuvo en un lugar desde el que pudiera obtener una cobertura considerable por parte de los demás miembros del equipo, y comenzó a rastrear la guarida con el Byakugan para averiguar su estructura y contenido: quién, quién no, y dónde.
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
Responder
#64
—Señores, no sé ustedes, pero mientras estos cabrones nos entretienen aquí, quién sabe a dónde puedan estar llevándose a Ayame y a Mogura. ¿Seríais tan amables de ayudarme a deshacerme de mamá araña y sus amiguitos?

Waniguchi volvió a soltar una larga carcajada, pero Mohōshō no parecía tan contenta. Había apoyado el dorso de sus manos de los brazos inferiores en sus caderas y torcido el gesto en un mohín de desagrado.

—¿Araña? ¿Qué clase de insulto es ese? ¡No soy un asqueroso bicho, soy un pulpo! ¡La mejor pulpo imitadora del mundo!

Pero Kaido parecía muy confiado. Quizás peligrosamente confiado. Daruu, sin embargo, más prudente, se había retraído hasta verse cubierto por los demás integrantes del grupo. Kaido pudo ver que tras la posición de ambos Hōzuki había un hueco entre las rocas. Una nueva entrada tenuemente iluminada. Pero para los ojos del Hyūga había más.

Aún no se había recuperado del todo de su anterior colapso, por lo que sintió un leve pinchazo al activar el Byakugan. Sin embargo, y aunque no llegó tan lejos como le gustaría, sí fue capaz de expandir su vista hasta los 135 metros. Más allá de la entrada que se podía ver a simple vista tras la espalda de los Hōzuki, la cueva se partía en tres caminos excavados en la cueva e iluminados con lámparas de aceite que colgaban de la pared: uno central y otros dos que se abrían a partir de este en forma de arco. En los dos caminos laterales había múltiples puertas hacia salas contiguas, pero o bien estaban vacías o bien no tenían ningún valor añadido. Daruu no pudo llegar más lejos con sus ojos, pero también pudo darse cuenta de algo más. Debajo de los tres pasillos se abría un gran espacio vacío bajo el suelo de roca, como si de un piso inferior se tratara. Y ese piso estaba completamente encharcado y también iluminado con lámparas de aceite.

—¡Cuidado! —bramó la voz de Zetsuo.

Mohōshō había tomado aire y, antes de que nadie pudiera hacer nada por evitarlo, exhaló desde sus propios labios una nube de tinta negra vaporizada que inundó la sala como una cortina de humo que les cegó durante unos instantes. En aquellos segundos de ceguera se escuchó una exclamación ronca y después un escandaloso chapoteo.

—¡Maldita sea! ¿Qué es esto? —exclamaba Mohōshō, profundamente irritada. Las rocas por debajo de la Hōzuki se habían visto cubiertas por un manto cristalino y sus pies habían quedado atrapados bajo una gruesa capa de hielo. Con un agudo aullido de molestia, la mujer zarandeó su brazo inferior derecho, clavando el filo de la katana que sostenía repetidas veces en el hielo, intentando picarlo para liberarse. Y, a juzgar por las esquirlas congeladas que brotaban con cada movimiento, no tardaría mucho en hacerlo.

Kōri, aún con sus escarchados ojos entrecerrados por la molestia, se había agachado y tenía las manos apoyadas en el suelo manteniendo la técnica activa.

Zetsuo y Wanaguchi habían desaparecido. Sólo Daruu sería capaz de verlos, a varios metros de profundidad bajo el agua, forcejeando entre sí.



. . .



Los pies de Mogura repiquetearon contra alguna que otra piedra suelta en su intento por levantarse y sus tosidos hicieron eco entre las cuatro paredes que le encerraban. Ahora que observaba con detenimiento el espacio en el que estaba encerrado, se dio cuenta de que una de las paredes, al contrario que el resto, era completamente lisa y no estaba construida con las rocas de la cueva, sino por un material grisáceo aunque igual de pesado y sólido.

Con un ligero siseo metálico, el médico desenvainó su espada y el susurro del viento le devolvió el saludo cuando acumuló el chakra en su filo azabache.

Fue entonces cuando le escuchó:

—Aaahhh... mi querida Hane, cuánto te he echado de menos...

La voz provenía del otro lado de la pared lisa. Era una voz masculina, suave pero anhelante. Una voz que Mogura no reconocería, aunque quedaba claro que su poseedor sí conocía la espada que llevaba consigo.

—¿Qué clase de modales os enseñan en la Academia estos días? ¿Acaso no sabes que coger las cosas de los demás sin su permiso no está bien? —Mogura pudo escuchar el sonido de varios pasos alejándose antes de que llegara hasta sus oídos una última frase—: Bueno, no importa. No tengo prisa. La recuperaré después de tu cadáver.

Un chasquido. Y en las tres paredes de roca y el techo se abrió un mecanismo, un pequeño hueco a partir del cual comenzó a salir agua a presión casi de forma inmediata. Uno de los cañones acertó a Mogura en la espalda, que pudo sentir su fuerza al verse estampado contra la pared contraria. Y tal era la potencia y el caudal de aquellos cañones, que la sala comenzó a inundarse como si de una bañera se tratara.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder
#65
Y en el momento de la verdad...

La pluma se volvió un ala.

No era una ilusión. El filo azabache de la espada se había envuelto en chakra elemental sin ningún problema.

Y entonces alguien rompió el silencio, tomando la palabra.

—Aaahhh... mi querida Hane, cuánto te he echado de menos...

Mogura llevó sus ojos hasta la pared diferente a las demás, detrás de esta se encontraba la fuente de aquella voz.

«¿Acaso... Hōzuki Marun...?»

Frunció su ceño claramente. Prácticamente nadie sabía sobre la espada que el médico cargaba además de él y algunos más que no se encontrarían presentes en la escena. Pero si realmente era él, de una cosa podía estar seguro, no esperaba encontrarse con él de esa forma, no en ese momento.

—¿Qué clase de modales os enseñan en la Academia estos días? ¿Acaso no sabes que coger las cosas de los demás sin su permiso no está bien?

Cerró los ojos un segundo e hizo un esfuerzo por recuperar su mirada habitual. Fue entonces que se escucharon pasos alejándose.

Bueno, no importa. No tengo prisa. La recuperaré después de tu cadáver.

¿Qué?

Mogura abrió los ojos y miró en todas direcciones buscando el origen del chasquido. En el techo y en todas las paredes menos una se había abierto una muesca por la cual había comenzado a salir agua con mucha presión. Y antes de que el joven médico pudiese llegar a hacer algo al respecto, uno de los chorros de agua le dio en la espalda, empujándolo contra el muro.

¡¡Argh...!!

Hane habría golpeado contra el muro también provocando que su filo volviese a la normalidad. El joven médico sacudiría la cabeza mientras daba un golpe con su mano contra la pared. Llevaría esa mano libre hasta su cabeza para arreglarse el cabello solo para ver que el agua que estaba ingresando en el lugar era demasiada. Iba a ahogarse si no salía de ahí.

«No hay que perder tiempo.»

Susurró mientras enfundaba su espada. Apreció un instante más la habitación.

«Toda esta agua...»

Tendría que salir por algún lado después de llenada la habitación. Mogura elevó su seria mirada por encima de su hombro, como si en caso de que no estuviese aquella pared lisa, pudiese ver al Hōzuki alejarse. Entonces, su puño comenzó a golpear la pared como si estuviese desesperado por salir.

«Debería haber una salida para toda esta agua...»

Pensaba mientras miraba el suelo del lugar.
Hablo - Pienso

[Imagen: tumblr_n5t2e2FGOB1qdlh1io1_400.gif]
Responder
#66
Daruu sintió un leve pinchazo en los ojos al activar su dōjutsu, pero trató que la máquina, sin forzarla, consiguiese al menos arrancar. No pudo utilizar sus ojos con la eficacia que se esperaba de él, pero al menos se permitió registrar un poco los alredores. La cueva se sumergía en la longitud y se separaba en tres vías iluminadas con lámparas de aceite. En los dos caminos laterales habían sendas ristras de puertas que llevaban a habitaciones vacías, sin contenido, o sin nada remarcable. Entrecerró los ojos. «¿Qué es eso?», se preguntó, al descubrir además un piso inferior encharcado, también iluminado. «No veo a ningún otro enemigo cerca, pero tampoco veo a Ayame, ni a Mogura. ¡Deben de estar más al interior, maldita sea!»

—¡Cuidado! —bramó Zetsuo. Daruu volvió a la realidad, tomó aire y cerró los párpados justo al tiempo que una nube de tinta negra les envolvió y les cegó.

En ese tiempo, Kōri-sensei había utilizado una de sus técnicas para congelar los pies de Mohōshō. La mujer ahora trataba de librarse del hielo picándolo con una de sus espadas.

Daruu se movió, ágil, y se puso al lado de su madre.

—Mamá, soy yo. Escucha atentamente —susurró, y con las manos, la cogió de los brazos y la obligó a girarse hacia la Hōzuki—. Lanza un ataque potente hacia allá antes de que se libre: Kōri la tiene atrapada.

—Entendido. —Kiroe sonrió y formuló un único sello del Tigre, disparando un Teppōdama hacia la posición de Mohōshō: una contundente bala de cañón acuática.

Entre tanto Zetsuo y Wanaguchi forcejeaban abajo, en el agua. Daruu estaba preocupado, si nadie hacía nada Zetsuo tenía las de perder.

—¡Kaido, bajo el agua! ¡Ayuda a Zetsuo-san!
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
Responder
#67
Movido por la desesperación, Mogura envainó de nuevo a Hane y comenzó a mirar a su alrededor. Sus ojos buscaban algún tipo de resquicio, un desagüe por el que todo aquel agua debiera salir. Sin embargo, pasaban los segundos de forma inexorable mientras el agua seguía subiendo su nivel y la visibilidad entre aquellas homogéneas tres paredes además de la lisa, donde la luminosidad era más bien escasa, se hacía terriblemente difícil.

En un último momento, y cuando el nivel del agua ya le llegaba por la cadera, Mogura atisbó un pequeño desnivel en las rocas del centro de la sala. Parecía algún tipo de losa móvil, pero sin duda alguna era demasiado pequeña como para pasar a su través o para tragar toda aquella agua a fin de evitar que la habitación siguiera inundándose sin que se detuviera el mecanismo de los cañones.



. . .



Mientras Mohōshō se afanaba en liberar sus pies del hielo, Daruu se colocó rápidamente junto a su madre. La nube de tinta ya casi se había disipado, pero gracias a su Byakugan, el chico fue capaz de mantener el ojo sobre la Hōzuki. Sigiloso y ágil, se colocó junto a su madre y la volvió hacia Mohōshō.

—Mamá, soy yo. Escucha atentamente —susurró—. Lanza un ataque potente hacia allá antes de que se libre: Kōri la tiene atrapada.

—Entendido —sonrió la pastelera, y sus manos formularon un único sello.

Tras una fuerte inhalación, Kiroe expelió una auténtica bala de cañón de agua que recorrió a toda velocidad la distancia que los separaban de su enemigo. La mujer fue pillada desprevenida, y exhaló una maldición justo antes de que la bala de agua la engullera y la tirara hacia atrás. Sus pies se despegaron de la prisión de hielo pero, en el último momento, Mohōshō deshizo de nuevo su cuerpo en agua y cayó al suelo con un sonoro chapoteo.

—Malditos... idiotas... —farfullaba el pulpo, recuperando su forma corpórea—. Ese chico de ojos raros y esa zorra...

Daruu se estaba dirigiendo hacia su otro compañero para que acudiera al rescate de Zetsuo, pero Kaido se había quedado paralizado aún empuñando la kodachi. ¿Acaso le estaban invadiendo las dudas sobre si debía atacar a sus congéneres?

Fuera como fuese, Mohōshō no perdía el tiempo. Mientras Daruu se dirigía hacia Kaido, la mujer, sin soltar las espadas, extendió los dedos índice de sus manos superiores hacia el chico y su madre. Aquellos dos eran los mayores estorbos para su misión. Lo mejor sería deshacerse de ellos cuanto antes. Y, como si de dos pistolas se trataran, se produjo un potente cañonazo y sus dedos dispararon dos balas de agua directas hacia la familia Amedama.

Se produjo una potente explosión de agua en el momento del impacto, y Daruu y Kiroe sintieron un potente dolor. Kōri había aparecido en el último momento entre ambos con las manos extendidas, pero no había conseguido formar el iglú completo a tiempo. El hielo apenas pudo desviar las balas y mermar su potencia, pero Daruu recibió de igual manera el disparo en el hombro izquierdo y su madre en la pierna derecha. Al menos, no había acertado en su pecho, como era su intención inicial.

—Lo siento, no he podido llegar a tiempo. ¿Estáis bien? —se excusó Kōri, con la vista aún clavada en el frente—. Tenemos que acabar con esto cuanto antes, pero acercarse a ella sería un suicidio...

Y mientras tanto, a sus espaldas, el agua se tiñó súbitamente de rojo.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder
#68
—Kaido-kun, ¿tú estás viendo lo que tenemos delante? Por favor, precaución —advirtió, en un susurro—. Confiemos en el buen juicio de nuestros mayores.

Kaido bufó, y lucía poco convencido. Poco convencido de confiar en el buen juicio de un padre enardecido de ira y de un hermano que, aparentemente, carecía de sentimientos. Teniendo en cuenta que su rostro calmo e inmutable no había mostrado un atisbo de absolutamente nada incluso desde que partieron de la playa. Era una roca, una pared de hielo inquebrantable e infranqueable. Koori, ese era su nombre.

—¿Araña? ¿Qué clase de insulto es ese? ¡No soy un asqueroso bicho, soy un pulpo! ¡La mejor pulpo imitadora del mundo!

Kaido hizo un ademán de taparse la boca, como si fuese a soltar la más grande carcajada de todas. ¿Un pulpo? ¡Por favor! ¿y qué era un pulpo comparado con el magnánimo rey del océano?; así que le miró desafiante y tan sonriente como sólo él podía estarlo. Sus ojos, sin embargo, se habrían desviado un instante hacia el agujero que por suerte había divisado. El espacio que les permitía salir a una posible caverna contigua.

Mohosho cogió una soberana bocanada de aire, y ...

—¡Cuidado!

La condenado pulpo sí que resultó ser un pulpo, pues de entre sus fauces salió una nube de humo concentrada de tinta que les cegó a todos y cada uno de los presentes. Supondría ser una técnica ejecutada para hacerle ganar el elemento sorpresa y atacar, probablemente, a uno de ellos; pero antes de que pudiera hacer nada, el mismo Kaido sintió el frío recorrer los linderos de la caverna en ipso facto. También, a su diestra, un forcejeo momentáneo, y luego, la nada.

La nada a su alrededor, aunque podían haber estado ocurriendo mil cosas. Aquel momento de dubitativa se convirtió en unos cuantos segundos de catarsis en los que el tiburón quedó pasmado, sin mover un ápice de su cuerpo. Discerniendo, tratando de ignorar la enseñanza que sus congéneres trataron de hacerle entender a través de todos los medios. No dañarás a los Hozuki, dijeron. ¿Pero eran ellos sus Hozuki? no, no lo eran. No...

¡Kaido, bajo elagua! ¡Ayuda a Zetsuo-san!

Como si alguien le abriera los ojos, la voz de Daruu le sacó de su ensimismamiento y le hizo volver al ahora. Escuchó las perjuras del pulpo, y vio sus manos asmilarse al cañón de una pistola, de las que haría surgir sendas balas potentes que Koori no pudo parar a tiempo. Vio cómo los impacto, y vio de primera mano cómo el agua se tintaba de rojo.

No pudo hacer más que soltar su arma y arrojarse al agua de cabeza, esperando no encontrarse con lo peor.
Responder
#69
Tratando de convencer a cualquier que pudiese escucharlo, el puño del médico no paraba de golpear contra la pared lisa. Por dentro de su celda, sus ojos luchaban contra la poca luz que había tratando de encontrar aquello que buscaba. El nivel del agua subía cada vez más, el tiempo se estaba acabando.

Con el agua hasta la cintura, Mogura fue capaz de ver un pequeño desnivel en el centro de la habitación. Sin duda alguna podría llegar a servir para lo que tenía en mente, pero antes de eso sería necesario una pequeña modificación.

El golpeteo en la puerta se detendrían. El joven médico se acercaría lo más que pudiese a la muesca en el piso y entonces, echando mano a su mal llamada fuerza sobrehumana daría un fuerte pisotón en la losa.
Hablo - Pienso

[Imagen: tumblr_n5t2e2FGOB1qdlh1io1_400.gif]
Responder
#70
—¡Rápido, ayúda-UAAAAAAAGH!

—¡Daruu, UGH!

Sendas balas de agua golpearon de refilón el hombro izquierdo y la pierna derecha de Kiroe. Fue así gracias a Kōri, que había desviado los proyectiles casi de milagro. Si no, por lo que Daruu pudo ver gracias a su dōjutsu, les habrían atravesado de parte a parte. Allá atrás, dos bonitos agujeros adornaban las paredes.

Daruu se dejó caer al suelo, totalmente abatido, con un gran dolor en una herida que sangraba sin remedio. Su madre sangraba igual, pero podía resistir mejor el dolor. La mujer se acercó con dificultad.

—Da... ruu...

A Daruu se le había nublado la vista.

Eso era ser un ninja.

Ese era el mundo real.

Una vez más.
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
Responder
#71
POM. POM. POM.

Mogura golpeaba una y otra vez el puño contra la única pared lisa de la sala, en un intento superfluo por hacerse oír. Sin embargo, el único que podía escucharle, al otro lado de la misma, se limitó a soltar una seca carcajada de desdén.

"Toc. Toc. ¿Quién es?" —canturreó, con una suavidad escalofriante—. No te molestes, chico. Estás solo y nadie puede ayudarte.

Con el agua ya en la cintura, Mogura divisó el pequeño desnivel en el suelo del centro de la sala.

—¿Ya te has cansado, chico? —preguntó su captor, cuando los golpes en la pared se detuvieron.

Pero Mogura tenía un plan en mente. Luchando contra el agua, se acercó entre chapoteos al centro de la habitación, cargó chakra en una de sus piernas y liberó toda aquella energía con un potente pisotón. La ensordecedora explosión hizo eco entre las cuatro paredes y, como sacudida por un martillo gigante, el agua y las rocas salieron despedidas en todas direcciones. El suelo se resquebrajó bajo la fuerza del médico, y bajo sus pies se formó un cráter de un metro de diámetro en el que se podía adivinar un agujero de poco menos de medio metro de diámetro en el centro y que se perdía en las profundidades. Había conseguido liberar el desagüe. Llevada por la gravedad, el agua volvió a su estado normal entre ligeras sacudidas, y entonces comenzó a formar un remolino sobre la alcantarilla.

Sin embargo, tal y como debería haber previsto con anterioridad, no era suficiente.

La cantidad de agua que seguía entrando desde los cañones era notablemente superior a la que salía, por lo que el nivel del agua, aunque de forma más lenta, seguía subiendo. Por si no fuera poco, el remolino que había formado al liberar el desagüe estaba comenzando a cobrar fuerza.

Si no se daba prisa en hacer algo le arrastraría sin remedio y le dejaría prácticamente inmóvil.

—¿Sigues vivo, chico? —insistió el hombre de fuera.



. . .



La voz de Daruu, justo antes de recibir el disparo de la Hōzuki, pareció despertarle de su vacilación. De un momento para otro Kaido soltó su espada, que tintineó con un lamento metálico contra el suelo de roca al ser abandonada, y, como un tiburón atraído por el olor de la sangre, se arrojó de cabeza al agua.

La sangre se había convertido en una ligera neblina rojiza que había contaminado la pureza del agua, pero a Kaido no le costó atisbar su fuente. Allí abajo, a poco menos de unos siete metros de profundidad, dos hombres forcejeaban entre sí.

Zetsuo parecía estar en clara desventaja, con el brazo izquierdo caído a lo largo del cuerpo y aparentemente sin vida. La manga había sido arrancada de cuajo, y, a lo largo de su bíceps, varias hendiduras afiladas dispuestas de forma paralela y de muy feo aspecto sangraba sin parar. Parecía una dentellada. El hombre hacía lo posible por aguantar con estoicismo el dolor, pero a aquel comenzaba a sumarse la imperiosa necesidad por subir a la superficie y respirar. Al contrario que su enemigo, no podría aguantar mucho más bajo el agua, y él lo sabía. Y Waniguchi no le ofrecía la oportunidad de hacerlo. Bajo la protección de su propio elemento y con la socarrona sonrisa de quien se ve vencedor en una batalla, el Hōzuki se desvanecía y volvía a aparecer entre las aguas, acosándole, golpeándole, hundiéndole cada vez más. Zetsuo hacía lo posible por defenderse con su único brazo viable, y conseguía bloquear la mayoría de los envites del Hōzuki, pero era como intentar golpear al agua...

Y el agua terminaría por devorarlo si Kaido no hacía nada por evitarlo.



. . .



Mientras, en la superficie, Daruu y Kiroe habían sido alcanzados por los disparos de Mohōshō en el hombro y la pierna, respectivamente. Las heridas de ambos sangraban profusamente, pero Kōri había conseguido evitar que les atravesaran de parte a parte desviando la trayectoria de las balas de agua y menguando su potencia. Y, sin embargo, Daruu se había dejado caer al suelo, incapaz de reaccionar a la violencia de la situación.

—¡Arriba, Daruu-kun! —le alentó el Hielo.

Y, desde su posición, Mohōshō soltó una larga y despectiva carcajada.

—¡Oh! ¿Y esto es lo mejor que tiene nuestra hermana Yui para salvar a su querida Jinchūriki? ¿Unos mocosos que ni siquiera saben luchar? ¡Qué ridiculez! ¡Esto no es ninguna excursión de la Academia! —exclamó, desdeñosa, y la sonrisa de sus labios se ensanchó aún más—. De todas maneras, perdéis el tiempo viniendo aquí. Ella desea estar con nosotros. ¡Nosotros somos ahora su familia!

Kōri entrecerró ligeramente sus ojos escarchados, pero no respondió de ninguna manera a la provocación.

De todos modos, tampoco hubo tiempo. Las seis katanas se iluminaron de repente, envueltos sus filos en un manto de energía amarillento con manchas azules que resultaba visible incluso a simple vista. La mujer se abalanzó sobre ellos, con las seis armas en ristre, dispuestos a ensartarlos, y a mitad de camino sacudió una de ellas hacia los tres. El haz de energía se desprendió de la katana y avanzó hacia el pequeño grupo con un peligroso silbido rasgando el aire. Kōri volvió a alzar las manos, y en aquella ocasión logró formar a tiempo la pared de hielo del iglú que les envolvió a los tres. Aunque no duró mucho tiempo. La media luna de energía chocó violentamente contra el hielo y este se resquebrajó con un escalofriante crujido antes de desplomarse entre incontables esquirlas brillantes.

Kōri entrecerró aún más los ojos con esfuerzo.

—¡Daruu-kun, Kiroe-san, necesito vuestra ayuda! —insistió el jonin, visiblemente fatigado ante el desgaste.

Mohōshō seguía corriendo hacia ellos, recortando las distancias que los separaban a toda velocidad, y con sus queridas katanas listas para ensartarlos.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder
#72
—¡Arriba, Daruu-kun! —Escuchó la voz de Kōri, que intentaba animarle a levantarse.

Daruu intentó hacer fuerza con los brazos y las piernas, pero la herida era demasiado dolorosa y su voluntad se vio doblegada rápidamente por una punzada justo donde se había producido. Cayó al suelo, dolorido.

—¡Ugh!

—¡Oh! ¿Y esto es lo mejor que tiene nuestra hermana Yui para salvar a su querida Jinchūriki? ¿Unos mocosos que ni siquiera saben luchar? ¡Qué ridiculez! ¡Esto no es ninguna excursión de la Academia! De todas maneras, perdéis el tiempo viniendo aquí. Ella desea estar con nosotros. ¡Nosotros somos ahora su familia!

—Cállate...

Los seis filos de Mōhōsho brillaron con asesina determinación, al tiempo que la mujer se lanzaba a por sus presas. A mitad de camino, sacudió una de ellas, y liberó una media luna de chakra que avanzó hacia ellos a toda velocidad. Kōri fue más rápido en esta ocasión, bloqueando el ataque. Pero Mōhōsho seguía corriendo hacia ellos, y pronto se hizo evidente de que el Hielo no podría sólo contra la Hōzuki.

—¡Daruu-kun, Kiroe-s...

Pero Daruu ya había dado una fuerte patada al suelo, que se había traducido en una corriente que avanzó hacia Mōhōsho y liberó un fortísimo géiser de agua que la engulló desde abajo. Kiroe, alarmada, tiró de la manga de Kōri, señalando con la otra mano al ataque.

—¡Kōri-kun...!

—¡CONGÉLALA!
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
Responder
#73
—¿Ya te has cansado, chico?

Preguntaría el muchacho desde detrás de la pared una vez Mogura hubiese detenido su golpeteo. Pero no obtendría respuesta alguna por parte del joven médico.

«Debería haberlo previsto.»

Concluyó al ver que el tamaño del hueco no era lo suficientemente grande como para llevarse toda esa agua. Por si fuera poco, el desagüe comenzaba comenzaba a succionar el agua fuera del recinto, generando una corriente en dirección a ese punto. La posibilidad de escapar por ese lugar había quedado descartada.

—¿Sigues vivo, chico?

Al escuchar su voz nuevamente, el médico elevó su mirada por encima del hombro, observó la pared lisa un segundo y entonces se acercó hasta esta.

La barrera lo separaba de una persona sumamente peligrosa. Pero tenía que atravesarla para salir de ahí. Y eso significaba tener que estar a la altura de pelear contra una persona así, no había otra alternativa. Llevaría una generosa cantidad de aire a sus pulmones y lo dejaría escapar en la forma de un profundo suspiro.

«Sigo vivo.»

Con una determinada actitud, el médico de Amegakure se afirmaría lo mejor que pudiese sobre sus pies entonces levantaría su puño y, haciendo un ejemplar uso de su dominio del Okashō, estamparía sus nudillos en el centro de la pared lisa.


Okashō x3
Hablo - Pienso

[Imagen: tumblr_n5t2e2FGOB1qdlh1io1_400.gif]
Responder
#74
Así pues, el tiburón se sumergió nuevamente en su elemento; y atravesó los caudales de sangre que cubrían ligeramente la superficie, para encontrarse con el panorama de lo que estaba ocurriendo allí abajo:

Waniguchi, transmutando su cuerpo a velocidades sorprendentes, mientras un ataviado Zetsuo luchaba por detener todos sus ataques con un sólo brazo. El izquierdo, flotaba inerte y sin vida a su costado. Además, según los vestigios del rostro del patriarca de la familia Aotsuki, daba la impresión de que sus pulmones no aguantarían el paso del Kajitsu por mucho tiempo más, a no ser que...

A no ser que Kaido interviniese, y le ayudase a escapar.

¿Pero cómo?; se preguntó. Y le bastó, quizás, un par de segundos para comprender que su mejor opción era discernir los márgenes de tiempo en los que Waniguchi deshacía y reconvertía su cuerpo de líquido a sólido, y encontrar el momento exacto en el qué atacar. Su velocidad de trasmutación era sorprendente, una capacidad innata que sólo los mejores usuarios del Suika pueden manejar. Iba a ser difícil, pero no imposible.

Entonces, sus manos se unieron en un único sello, el del tigre.

«¡Suiton: Suigadan!»

El chakra actuó a su voz y comando, y las mareas que se paseaban cautelosas por el costado de Waniguchi cobraron una sorpresiva voluntad que les instó a arremolinarse en un potente torbellino presurizado que se alzó como un poderoso tifón. Un tifón cuyo único objetivo sería extenderse sorpresivamente hasta los linderos de Waniguchi, quién además de verse ocupado con Zetsuo, tendría, quizás, dos opciones:

O recibir el ataque en su estado físico, o dejar que la potencia del remolino le absorbiese en su estado líquido. De una forma u otra, la potencia con la cual el Suigadan había absorbido el agua a su alrededor, crearía la oportunidad que Zetsuo necesitaba para recobrar la compostura y buscar la tan ansiada superficie.

El gyojin, no obstante, pensaba hacer de aquel mar algo suyo. Waniguchi era, ahora, su oponente. No de Zetsuo, no de Koori, no de Mogura. Suyo y de nadie más.
Responder
#75
A Mogura le costó un soberano esfuerzo luchar contra la corriente de agua que ahora le empujaba hacia el remolino de agua que había formado con la liberación del desagüe. Sin embargo, y aunque en más de una ocasión estuvo a punto de tropezar y verse arrastrado hacia el que podría ser un fatídico final para él, al final consiguió llegar hasta la pared de lisa.

Sin responder a las provocaciones de Marun, el médico alzó el puño, acumuló toda la energía que fue capaz de reunir en él, y lo estampó con todas sus fuerzas contra el muro. La liberación de energía provocó un potente estallido que resonó por todas las paredes de la guarida de los Hōzuki. La piedra pareció convertirse en papel ante la fuerza inhumana de Mogura. El muro estalló hacia delante y el agua clamó su libertad inundando la habitación contigua. A través de la nube de polvo levantada, el chunin sería capaz de escuchar la exclamación de alerta de Marun antes de un estrépito y un último chasquido. Los cañones de agua se detuvieron cuando el Hōzuki cayó sobre la palanca que debía haber empleado para activar la trampa y el sumidero, ahora sí, comenzó a drenar todo el agua a toda velocidad hasta que apenas tuvieron un charco bajo sus pies.

—¡Maldito... mocoso... entrometido! —exclamó un airado Marun, reincorporándose con sus ojos destilando puro odio hacia el médico—. ¿No podías ahogarte y ya está? ¡Bien! ¡Tú lo has querido! ¡Te arrancaré a Hane de las manos! ¡No eres digno de ella!

Alzó las manos y diez burbujas de agua surgieron del mismo agua que se encontraba bajo sus pies. A una simple señal, los globos de agua se abalanzaron sobre Mogura desde diferentes direcciones: cuatro de ellas en línea recta hacia él, y las seis restantes trazando una amplia parábola desde ambos flancos.


¤ Mizu Fūsen no Jutsu
¤ Técnica de las Bolas de Agua
- Tipo: Ofensivo
- Rango: B
- Requisitos:
  • Hōzuki 50
  • Suika no Jutsu
- Gastos: 6 CK por bola (máximo 10)
- Daños: 10 PV por bola
- Efectos adicionales: -
- Sellos: -
- Velocidad: Rápida
- Alcance y dimensiones: 10 metros
Tras utilizar el Suika no Jutsu para formar un charco de agua bajo sus pies, el usuario produce varias burbujas que flotan sobre el suelo y son arrojadas a los objetivos con tanta velociad y fuerza que pueden llegar a ocasionar traumatismos por contusiones e incluso cráteres. Estos globos de agua pueden variar ligeramente su trayectoria tras ser arrojados; e, incluso, trazar parábolas para embestir a sus objetivos.



. . .



Ante el comando del tiburón, el agua se arremolinó repentinamente en la distancia cuando el Hōzuki volvió a surgir para asestar un nuevo embite a Zetsuo. Sin embargo, el remolino se había producido a unos dos metros de distancia de él, y Waniguchi pudo verlo venir a tiempo de impulsarse hacia atrás y evitar que le perforara el torso. Aunque sí logró su segundo cometido, pues Waniguchi se había vuelto hacia Kaido con una burlona sonrisa, interesado por la repentina invasión, y Zetsuo pudo aprovechar la oportunidad.

El jonin estableció contacto visual con Kaido y alzó el pulgar de su único brazo viable hacia arriba en una clara señal. Se impulsó hacia arriba, y según nadaba dejó caer algo. Un pequeño frasco que comenzó a verter un líquido oscuro en el agua y que no tardó en expandirse, diluirse, y envolver a Waniguchi, que se llevó las manos al pecho en un profundo gesto de dolor que se vio acompañado de un fino hilo de sangre de entre sus labios.

Pero la nube oscura seguía expandiéndose, y si Kaido no hacía algo pronto podría verse envuelto en ella también.



. . .



Afortunadamente, Daruu no necesito oír la orden completa de Kōri. Con una renovada determinación, pegó un pisotón en el suelo y una corriente de agua pasó por el lateral del jonin, fragmentando y resquebrajando las rocas a su paso, y avanzó a toda velocidad hacia Mōhōsho. La mujer pulpo ensanchó aún más su sonrisa al ver venir aquel ataque tan directo y, confiada, no dudó en saltar en el momento en el que pasaba justo por debajo de sus pies y soltó una carcajada.

—¿Pero qué clase de chiq...? —comenzó a decir, pero ni siquiera le dio tiempo a finalizar la frase.

Porque, tal era la seguridad que sentía en sí misma, que nunca podría haber previsto que aquel ataque tan directo y simple escondía una terrible sorpresa. Como un géiser, la corriente de agua estalló repentinamente hacia arriba, engulléndola entre sus fauces sin que pudiera hacer nada por evitarlo.

—¡Kōri-kun...! —llamó Kiroe.

—¡CONGÉLALA! —completó su hijo.

Pero Kōri no necesitaba ninguna instrucción para saber lo que debía hacer. Antes siquiera de que Daruu terminara de hablar ya había levantado la mano y sus ojos de escarcha destellaron un breve instante cuando abrió la puerta al invierno. La temperatura bajó varias decenas de grados súbitamente, condensando el vaho entre sus labios, pero él no parecía notar el frío que había invadido el espacio y que incluso sacudía su bufanda detrás de su espalda.

Después de todo, él era El Hielo.

—Shiomizu Tsurara: Shi no Hyōshi.

Kōri apoyó su mano humeante sobre la corriente de agua, y esta se fue congelando a toda velocidad, tejiendo una telaraña de escarcha que seguía el curso de la anterior técnica de Daruu. Al momento de llegar al géiser, el hielo se alzó y lo encerró en un perfecto pilar congelado, con Mōhōsho petrificada en su interior como una perfecta estatua con el rostro inerte para siempre desencajado por la sorpresa y los ojos fijos en el vacío.

El frío se fue, tan repentino como había aparecido, y Kōri, tras tambalearse un instante, cayó al suelo entre esforzados resuellos de cansancio y la vista borrosa. El uso de su técnica definitiva requería de mucha energía, y él ya había creado dos iglús de hielo para proteger a la familia Amedama.

El agua estalló repentinamente a sus espaldas y una figura emergió. Zetsuo tomó la primera bocanada de aire, como si de agua en el desierto se tratara, y después exhaló un ahogado gemido de dolor. El hombre subió a tierra como pudo, apoyándose en un brazo mientras dejaba el otro inerte a la gravedad, pero se quedó de rodillas. La herida era terriblemente desagradable a la vista, le recorría casi toda la longitud del bíceps en forma de profundas hendiduras paralelas que no dejaban de sangrar y que dejaban a la vista parte del músculo.

—Maldito... cocodrilo... —farfulló, entre continuos siseos de dolor.

El médico aguantaba el sufrimiento con todo el estoicismo que era capaz de reunir, pero aún así su mano tembló ligeramente cuando la alzó y la envolvió en un manto de chakra verdoso que aplicó sobre las heridas para comenzar a sanarlas.

De repente, a lo lejos en la entrada que había quedado libre, se escuchó una explosión.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder



This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.