3/02/2017, 18:04
Y allí estaba Akame, plantado como un pasmarote frente a los dos chuunin que habían sido elegidos para ejercer de presentadores de aquella ceremonia. Vestía con su sencillez habitual; pantalones cortos de color negro, camiseta de manga larga roja clara, sandalias ninja y su bandana del Remolino atada al brazo derecho. Llevaba su equipamiento ninja en el cinturón, acomodado como de costumbre, porque aunque no supiese de qué iba a tratar todo aquello de los Juegos, nunca estaba de más ir preparado. Dudaba que en un ambiente festivo como el de aquel día hubiese cabida para entrenamientos formales o pruebas de combate.
Mientras el rechoncho y ya entrado en años chuunin Okura anunciaba a viva voz los nombres de los participantes elegidos para formar equipo en los Juegos, Akame no perdía detalle. Su atenta mirada azabache recorría el público con cada nuevo gennin que era llamado a presentarse, sólo para luego volver a las dos figuras que permanecían en el centro de la plaza. «¿Qué criterio habrán seguido para admitir a los participantes? ¿Será realmente aleatoria esta selección? ¿Saldré elegido?», se preguntaba para sí el Uchiha mientras se arreglaba la cola baja y corta en la que estaba recogido su pelo negro.
No tuvo que esperar mucho más. Cuando el chuunin pureta pronunció su nombre, Akame se levantó como un resorte y empezó a avanzar hacia el centro de la plaza, esquivando como podía a la gente del público. No pudo evitar sonrojarse cuando Okura destacó el peculiar rellenado de su solicitud, arrancando algunas carcajadas entre los espectadores. «Qué falta de respeto, no sé cómo pude dejarme convencer por Haskoz-kun para poner eso...», se reprendió para sí.
—Uchiha Akame presente, Okura-kun, Sobokuna-kun —anunció, colocándose frente a los dos chuunin y haciendo una leve reverencia; lo suficientemente baja para reconocer su autoridad pero no tanto como para indicar sometimiento total a ella.
Mientras el rechoncho y ya entrado en años chuunin Okura anunciaba a viva voz los nombres de los participantes elegidos para formar equipo en los Juegos, Akame no perdía detalle. Su atenta mirada azabache recorría el público con cada nuevo gennin que era llamado a presentarse, sólo para luego volver a las dos figuras que permanecían en el centro de la plaza. «¿Qué criterio habrán seguido para admitir a los participantes? ¿Será realmente aleatoria esta selección? ¿Saldré elegido?», se preguntaba para sí el Uchiha mientras se arreglaba la cola baja y corta en la que estaba recogido su pelo negro.
No tuvo que esperar mucho más. Cuando el chuunin pureta pronunció su nombre, Akame se levantó como un resorte y empezó a avanzar hacia el centro de la plaza, esquivando como podía a la gente del público. No pudo evitar sonrojarse cuando Okura destacó el peculiar rellenado de su solicitud, arrancando algunas carcajadas entre los espectadores. «Qué falta de respeto, no sé cómo pude dejarme convencer por Haskoz-kun para poner eso...», se reprendió para sí.
—Uchiha Akame presente, Okura-kun, Sobokuna-kun —anunció, colocándose frente a los dos chuunin y haciendo una leve reverencia; lo suficientemente baja para reconocer su autoridad pero no tanto como para indicar sometimiento total a ella.