10/02/2017, 18:28
Akame obedeció, diligente, cuando Okura asignó los equipos. A él le había tocado en el amarillo, con Sakamoto Noemi de líder y Hagakure Kotetsu de compañero. A ella no la conocía tanto; el Uchiha nunca había sido el chico más popular de la Academia y, además, Noemi era de esa clase de chicas en las que todo el mundo se fijaba. Sin embargo, sí que había hecho una misión con Kotetsu. Sabía que era un muchacho eficaz y poco problemático. «¿Por qué llevará esa máscara?», no pudo evitar preguntarse el Uchiha.
En el otro equipo, con Furukawa Eri de líder, estaban dos muchachos más. Senju Nabi —un chico rarito al que Akame nunca había prestado mucha atención— y Senju Riko, el guaperas de la promoción. Cada vez que Riko hablaba en clase, o era elegido para hacer alguna demostración de la técnica que estaban aprendiendo ese día, no era raro escuchar algún suspiro procedente de la bancada femenina. Akame nunca había tenido problemas con él por eso, al contrario que otros de sus compañeros que parecían arder en celos hacia él. Riko parecía un chico tranquilo, que nunca buscaba gresca con nadie y se dedicaba a ir a lo suyo. Exactamente como Akame.
Cuando Okura explicó la prueba y ambos equipos se hubieron colocado, Akame tomó lugar tras Noemi y agarró la cadena con fuerza. Estaba muy fría, y el acero bruñido chirrió ligeramente cuando la tensaron. El Uchiha afianzó los pies en el suelo, flexionó las rodillas y se preparó.
Nada más el chuunin viejuno diese la señal de salida, él tirararía y tiraría con todas sus fuerzas. No es que le hiciese especial ilusión ganar aquella prueba; o, siquiera, los Juegos. Simplemente estaba acostumbrado a recibir tareas. Y a cumplirlas con la máxima diligencia posible.
En el otro equipo, con Furukawa Eri de líder, estaban dos muchachos más. Senju Nabi —un chico rarito al que Akame nunca había prestado mucha atención— y Senju Riko, el guaperas de la promoción. Cada vez que Riko hablaba en clase, o era elegido para hacer alguna demostración de la técnica que estaban aprendiendo ese día, no era raro escuchar algún suspiro procedente de la bancada femenina. Akame nunca había tenido problemas con él por eso, al contrario que otros de sus compañeros que parecían arder en celos hacia él. Riko parecía un chico tranquilo, que nunca buscaba gresca con nadie y se dedicaba a ir a lo suyo. Exactamente como Akame.
Cuando Okura explicó la prueba y ambos equipos se hubieron colocado, Akame tomó lugar tras Noemi y agarró la cadena con fuerza. Estaba muy fría, y el acero bruñido chirrió ligeramente cuando la tensaron. El Uchiha afianzó los pies en el suelo, flexionó las rodillas y se preparó.
Nada más el chuunin viejuno diese la señal de salida, él tirararía y tiraría con todas sus fuerzas. No es que le hiciese especial ilusión ganar aquella prueba; o, siquiera, los Juegos. Simplemente estaba acostumbrado a recibir tareas. Y a cumplirlas con la máxima diligencia posible.