3/03/2017, 05:05
De manera súbita, comenzó la comparación de fuerzas. Al Hakagurē le basto con el primer tirón para sentir que, aunque fuera por muy poco, su grupo tenía la ventaja en cuanto a potencia se referiría. Su confianza fue en aumento, más un cuando escucho un quejido que parecía provenir de alguno de los integrantes del otro equipo. No alcanzo a ver que había pasado, pues estaba de último y sus compañeros le bloqueaban la visión, pero si sintió como la cadena se desplazaba con mayor facilidad hacia su lado, como si alguien hubiese roto el equilibrio a favor de su bando.
«No se qué ha pasado, pero por lo visto parece que es ventajoso para nosotros. Hay que aprovechar la oportunidad.» pensó mientras se mantenía tirando con todas su fuerzas.
Puede que fuese debido a que era un poco más fuerte que los demás, pero sus manos comenzaban a arder, como cuando pasaba todo el día practicando con la espada. Sobraba decir que pronto las cosas se harían incomodas; las manos comenzarían a sudarle y los dedos, y otras extremidades, a entumecerse. Aquello convertiría la prueba en algo más de resistencia que de fuerza.
«Estos eslabones son demasiado incómodos, son como para retener algún tipo de bestia o algo similar, no para sostenerlos con las manos desnudas —se quejo mentalmente—. Es como las cadenas que usaban para unir a los bueyes mas fuertes con sus respectivos arados.»
En aquel instante una idea cruzo por su calmada mente; un recuerdo de la forma en que mantenían a sus temperamentales bestias de tiro sin necesidad de quitarles los férreos grilletes que les mantenía sumisas.
Se quedo tirando con un solo brazo, mientras que su mano libre buscaba el mango de su espada para desenvainarla rápidamente. Al mismo tiempo, se mantuvo observando el suelo a traves de uno de los eslabones, como buscando algo que se le hubiese perdido con una calma un tanto preocupante.
De pronto, escucho un grito que contradictoriamente le decía que se arrojara al suelo pero que no soltara algo, la cadena suponía él. Ni siquiera se tomo la molestia de prestar atención a la advertencia pues su mente estaba ocupada en algo más: Soltó la cadena por completo, justo a tiempo para no notar que uno de sus adversarios también había hecho los mismo, retrocedió unos pasos, confiando en que la ventaja les pertenecía, y atravesó uno de los enormes eslabones con su katana, la cual fue a enterrarse en el suelo, justo en la parte de tierra blanda que había entre los adoquines, utilizando toda su fuerza para que perforara lo más profundo posible, intentando sumergirla hasta la guarda para que quedase ajustada entre la piedras circundantes.
Su intención era mantener una ventaja insalvable, utilizando su espada como una especie de clavija, como la de los escaladores, de manera que, al menos en esa parte, la cadena quedase bien anclada. Con aquello la cadena no podría avanzar hacia el otro lado, y ellos podrían tirar sin temor a que los oponentes pudiesen recuperarse. Claro, someter a un sable a semejante maltrato provocaría que se quebrara inevitablemente, pero con Bohimei aquello era algo que le preocupaba muy poco.
«Con esto no ganaremos, pero mantendremos la ventaja y asegurara que no perdamos… creo.» Se permitió sonreír por debajo de la máscara mientras observa los pies de sus compañeros.
El enmascarado iba a volver a sujetar la cadena cuando todo se torno en una locura absoluta.
Hubo un fuerte brillo que le cegó, seguido de un ruido atronador y de una oscuridad casi absoluta. Todo aquello basto para mandarle al suelo, que por alguna razón se encontraba cubierto por una desagradable sustancia pegajosa que le impedía el moverse con normalidad.
«No se qué ha pasado, pero por lo visto parece que es ventajoso para nosotros. Hay que aprovechar la oportunidad.» pensó mientras se mantenía tirando con todas su fuerzas.
Puede que fuese debido a que era un poco más fuerte que los demás, pero sus manos comenzaban a arder, como cuando pasaba todo el día practicando con la espada. Sobraba decir que pronto las cosas se harían incomodas; las manos comenzarían a sudarle y los dedos, y otras extremidades, a entumecerse. Aquello convertiría la prueba en algo más de resistencia que de fuerza.
«Estos eslabones son demasiado incómodos, son como para retener algún tipo de bestia o algo similar, no para sostenerlos con las manos desnudas —se quejo mentalmente—. Es como las cadenas que usaban para unir a los bueyes mas fuertes con sus respectivos arados.»
En aquel instante una idea cruzo por su calmada mente; un recuerdo de la forma en que mantenían a sus temperamentales bestias de tiro sin necesidad de quitarles los férreos grilletes que les mantenía sumisas.
Se quedo tirando con un solo brazo, mientras que su mano libre buscaba el mango de su espada para desenvainarla rápidamente. Al mismo tiempo, se mantuvo observando el suelo a traves de uno de los eslabones, como buscando algo que se le hubiese perdido con una calma un tanto preocupante.
De pronto, escucho un grito que contradictoriamente le decía que se arrojara al suelo pero que no soltara algo, la cadena suponía él. Ni siquiera se tomo la molestia de prestar atención a la advertencia pues su mente estaba ocupada en algo más: Soltó la cadena por completo, justo a tiempo para no notar que uno de sus adversarios también había hecho los mismo, retrocedió unos pasos, confiando en que la ventaja les pertenecía, y atravesó uno de los enormes eslabones con su katana, la cual fue a enterrarse en el suelo, justo en la parte de tierra blanda que había entre los adoquines, utilizando toda su fuerza para que perforara lo más profundo posible, intentando sumergirla hasta la guarda para que quedase ajustada entre la piedras circundantes.
Su intención era mantener una ventaja insalvable, utilizando su espada como una especie de clavija, como la de los escaladores, de manera que, al menos en esa parte, la cadena quedase bien anclada. Con aquello la cadena no podría avanzar hacia el otro lado, y ellos podrían tirar sin temor a que los oponentes pudiesen recuperarse. Claro, someter a un sable a semejante maltrato provocaría que se quebrara inevitablemente, pero con Bohimei aquello era algo que le preocupaba muy poco.
«Con esto no ganaremos, pero mantendremos la ventaja y asegurara que no perdamos… creo.» Se permitió sonreír por debajo de la máscara mientras observa los pies de sus compañeros.
El enmascarado iba a volver a sujetar la cadena cuando todo se torno en una locura absoluta.
Hubo un fuerte brillo que le cegó, seguido de un ruido atronador y de una oscuridad casi absoluta. Todo aquello basto para mandarle al suelo, que por alguna razón se encontraba cubierto por una desagradable sustancia pegajosa que le impedía el moverse con normalidad.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)