8/04/2017, 15:16
El plan del joven peliblanco no había resultado como quería, quizás por que otros planes se concretaron primero y chocaron con el suyo, que yacía en pleno desarrollo. Una luz cegadora, un estruendo ensordecedor y un humo asfixiante bastaron para mandarlo al suelo antes de completar su cometido. Su espada, que había quedado mal clavada, salió despedida hacia un costado.
“Debo reponerme pronto; levantarme y tirar de la cadena.” Sabía que aquello era obra del equipo rival, y que por tanto aprovecharían cualquier abertura que les dejaran.
Trato de erguirse, pero apenas si logro arrodillarse con sus temblorosas piernas. La nube de humo ya se estaba disipando cuando logro tomar una gran bocanada de aire que debía de llenarle de vigor. Sin embargo fue en aquel momento que los oponentes continuaron su ataque, una especie de lluvia viscosa cayó sobre su equipo, dejandolos a ellos y a la cadena parcialmente pegados al suelo.
En un acto reflejo, el Hakagurē trato de levantarse pero sus piernas yacían adheridas a los adoquines hasta el nivel de las rodillas.
“No puedo dejar que me ganen sin haber ofrecido toda la pelea que me sea posible.”
Motivado por aquel valeroso pensamiento, tomo con sus manos el tramo de cadena que estaba cerca de él y comenzó a halarlo con todas su fuerza, tirando hacia atrás y haciendo uso de su peso mientras los músculos de sus brazos se tensaban. Ni siquiera era consciente de si la cadena se movía o no, pues solo sabía que debía tirar de ella hasta que consiguiese la victoria.
“Debo reponerme pronto; levantarme y tirar de la cadena.” Sabía que aquello era obra del equipo rival, y que por tanto aprovecharían cualquier abertura que les dejaran.
Trato de erguirse, pero apenas si logro arrodillarse con sus temblorosas piernas. La nube de humo ya se estaba disipando cuando logro tomar una gran bocanada de aire que debía de llenarle de vigor. Sin embargo fue en aquel momento que los oponentes continuaron su ataque, una especie de lluvia viscosa cayó sobre su equipo, dejandolos a ellos y a la cadena parcialmente pegados al suelo.
En un acto reflejo, el Hakagurē trato de levantarse pero sus piernas yacían adheridas a los adoquines hasta el nivel de las rodillas.
“No puedo dejar que me ganen sin haber ofrecido toda la pelea que me sea posible.”
Motivado por aquel valeroso pensamiento, tomo con sus manos el tramo de cadena que estaba cerca de él y comenzó a halarlo con todas su fuerza, tirando hacia atrás y haciendo uso de su peso mientras los músculos de sus brazos se tensaban. Ni siquiera era consciente de si la cadena se movía o no, pues solo sabía que debía tirar de ella hasta que consiguiese la victoria.