22/04/2017, 12:32
—¿Te has fijado en ese chico? —preguntó Sobokuna, en voz baja, a Okura, mientras no perdía ni por un instante la atención de lo que estaba ocurriendo con su único ojo.
—¿El que casi se parte el brazo? —Okura trató de susurrar, pero aquello estaba muy lejos de ser un simple susurro—. Joder, y tanto. ¡Menudo pal…!
—Genio —le interrumpió—. Sí, estoy contigo. Yo también lo creo.
—¿¡C-cómo!? —Por un momento, Okura perdió de vista la cuerda. No así Sobokuna, cuya concentración parecía inalterable.
—¿Recuerdas la única regla que pusiste? —explicó—. Queda terminantemente prohibido dañar al equipo contrario… ¿No ves lo que ha hecho? A provocado que, de manera indirecta, el Equipo Amarillo le dañase al tirar de la cadena, y por tanto…
Okura abrió tanto los ojos que parecía fuera de sí.
—¡Pero cómo voy a dar por válido semejante…! —Okura clavó la mirada en Nabi, esta vez con los ojos muy abiertos, como desencajados. ¿Y si de verdad lo había calculado todo desde el principio? ¿Y si de verdad…?—. ¡Menuda locura!
—Quizá —corroboró Sobokuna, en voz baja, contrastando con el vozarrón de su compañero—. ¿Pero acaso no tienen algo de locura todos los genios? Y fíjate en las tres bombas de después. Alguien poco avispado podría creer que lo hizo sin pensar o a la desesperada… —negó con la cabeza—. Nada más lejos de la realidad. Estoy convencido que, en milésimas de segundo, analizó la situación, la fuerza de cada uno de sus compañeros y adversarios y, viendo que el eslabón rojo iba a sobrepasar el límite, lanzó una bomba de luz y de humo no para el equipo contrario, sino para mí. Para que no pudiese ver como el eslabón rojo sobrepasaba la línea por unos instantes y, aprovechando el efecto de la bomba sonora, recuperar esos centímetros que le permitiesen seguir luchando por unos segundos más.
Okura miraba a Sobokuna incrédulo, con la boca entreabierta como un bobo que no hubiese entendido un carajo. Tras unos segundos, en el que pareció rebobinar y repasar mentalmente cada frase que había soltado su compañero, sus ojos emitieron el brillo de la comprensión. Entonces, emitió un silbido prolongado, como de admiración.
—Así que tenemos un verdadero genio compitiendo en los Juegos —dijo, y, por primera vez en su vida, casi no le salía la voz.
—Eso creo, Okura. Eso creo. Un verdadeeero genio.
Parte del público, sin embargo, no estaba tan entusiasmado como estos veteranos Chunnins. La masa viscosa de Riko impedía que la cadena se moviese a favor de su equipo, y el Equipo Amarillo, con pies o cuerpo adheridos a la técnica de su compatriota, era incapaces de imprimir la suficiente fuerza a la cadena como para que se desplazase hacia su lado. No al menos en aquella mala postura.
En definitiva, la gente veía desde hacía un rato como la cadena se mantenía inmóvil y no ocurría nada. Absolutamente nada.
—Okura, creo que la gente está empezando a marcharse… —comentó, aun sin quitar el ojo de la disputa de los Gennins.
—¿Ehm? —Okura miró hacia atrás y comprobó, consternado, que era cierto. Varios grupitos, especialmente los formados por la gente mayor, se estaba disgregando—. ¡Me cago en...! ¿Cómo es posible?
—Deberíamos haber puesto un tiempo límite, como sugería en los pergaminos Dat…
—¡No menciones su maldito nombre! —le interrumpió, súbitamente rojo por la cólera. Se rascó el sarpullido del cuello y, ceñudo, volvió a exclamar:—. ¡Lo haremos a mi modo y se acabó!
Pero al ritmo en que la gente se iba, pronto el gran tumulto que conformaba el público apenas serían cuatro gatos mal contados. Y eso era algo que no podía permitirse… Alzó las manos para llamar la atención del público y dio la espalda a los Gennins. Entonces, con voz atronadora, anunció:
—¡¡¡DAMAS Y CABALLEROS, VISTO QUE LA CADENA NO PARECE MOVERSE MÁS DE SU SITIO, DECLARO VENCEDOR AL EQUIPO QUE HA LOGRADO ACERCARLO MÁS A SU LÍNEA!!! ¡DECLARO VENCEDOR AL EQUIPO…! ¡¡¡AMARILLO!!!
La reacción del público no se hizo esperar. Una mezcla de vítores, sorpresa, desaprobación y alguna que otra palabra malsonante.
—¡Pero si Riko ya los tenía! —gritó una muchachita con pecas.
—¡Ánimo Eri, la próxima será la vencida! —gritó otro, pelirrojo y de cabellos rizados. El hecho de que estuviese animando no parecía impedirle de sacar cuantiosas fotos con su vieja cámara que tenía colgada al cuello.
—¡ESTO ES UN TONGO! ¡ES INJUSTO!
Okura hizo caso omiso a los comentarios y se dirigió a su grupo de participantes:
—La vida ninja es injusta y cambiante, y como tal debe estar preparado para todo. Hoy habéis aprendido una valiosa lección. No lo olvidéis. —y se quedó más pancho que un Kusareño tras plantar un huerto entero de hortalizas.
Cinco minutos más tarde, los preparativos para la segunda prueba ya estaban listos. Sobokuna había extraído seis mesas de un pergamino con el Kanji “Inteligencia” escrito en él, junto con una pila de folios. Colocó un folio y un lápiz sobre cada mesa, repartidas en dos filas y tres columnas, separadas a tres metros entre cada una. En la carilla visible de cada folio, tan solo se veía una letra escrita en grande: “A”, “B”, o “C”.
Los Gennins, ya liberados de la trampa de Riko y que habían tenido un ratillo para descansar o intercambiar opiniones, ya estaban listos para seguir las instrucciones del nuevo juego.
—¡DAMAS Y CABALLEROS, la segunda prueba de los Juegos de Uzushiogakure no sato está a punto de comenzar! ¡Un juego que pondrá a prueba la inteligencia de nuestros concursantes y llevará su mente al límite! Equipo Amarillo, colocaos en estas mesas de aquí —Okura señaló la fila derecha—. Equipo Rojo, vosotros en las otras. La prueba es de lo más sencilla: cuando diga YA, podréis darle la vuelta a la hoja y empezar a responder las complicadas preguntas de lógica que están escritas. Ganará el equipo que más respuestas correctas haya dado. En caso de empate, gana el que lo hizo en menos tiempo. Por eso es importante que si termináis antes del tiempo límite, volváis a darle la vuelta a la hoja para que sepamos que habéis finalizado.
»Y por si se os ocurre hacer trampas, como copiar, he de deciros que se os descontará una respuesta buena por cada vez que se os pille, ¡así que mejor no probéis esa suerte! Ah, y el tiempo límite es de… ¡Quince minutos! ¡Que nadie siga escribiendo después de que dé el alto o no se le tendrá por válida ninguna respuesta!
Sobokuna, en frente de ellos, extrajo un cronómetro de su bolsillo y colocó un pulgar sobre el botón.
—¡YA!
—¿El que casi se parte el brazo? —Okura trató de susurrar, pero aquello estaba muy lejos de ser un simple susurro—. Joder, y tanto. ¡Menudo pal…!
—Genio —le interrumpió—. Sí, estoy contigo. Yo también lo creo.
—¿¡C-cómo!? —Por un momento, Okura perdió de vista la cuerda. No así Sobokuna, cuya concentración parecía inalterable.
—¿Recuerdas la única regla que pusiste? —explicó—. Queda terminantemente prohibido dañar al equipo contrario… ¿No ves lo que ha hecho? A provocado que, de manera indirecta, el Equipo Amarillo le dañase al tirar de la cadena, y por tanto…
Okura abrió tanto los ojos que parecía fuera de sí.
—¡Pero cómo voy a dar por válido semejante…! —Okura clavó la mirada en Nabi, esta vez con los ojos muy abiertos, como desencajados. ¿Y si de verdad lo había calculado todo desde el principio? ¿Y si de verdad…?—. ¡Menuda locura!
—Quizá —corroboró Sobokuna, en voz baja, contrastando con el vozarrón de su compañero—. ¿Pero acaso no tienen algo de locura todos los genios? Y fíjate en las tres bombas de después. Alguien poco avispado podría creer que lo hizo sin pensar o a la desesperada… —negó con la cabeza—. Nada más lejos de la realidad. Estoy convencido que, en milésimas de segundo, analizó la situación, la fuerza de cada uno de sus compañeros y adversarios y, viendo que el eslabón rojo iba a sobrepasar el límite, lanzó una bomba de luz y de humo no para el equipo contrario, sino para mí. Para que no pudiese ver como el eslabón rojo sobrepasaba la línea por unos instantes y, aprovechando el efecto de la bomba sonora, recuperar esos centímetros que le permitiesen seguir luchando por unos segundos más.
Okura miraba a Sobokuna incrédulo, con la boca entreabierta como un bobo que no hubiese entendido un carajo. Tras unos segundos, en el que pareció rebobinar y repasar mentalmente cada frase que había soltado su compañero, sus ojos emitieron el brillo de la comprensión. Entonces, emitió un silbido prolongado, como de admiración.
—Así que tenemos un verdadero genio compitiendo en los Juegos —dijo, y, por primera vez en su vida, casi no le salía la voz.
—Eso creo, Okura. Eso creo. Un verdadeeero genio.
Parte del público, sin embargo, no estaba tan entusiasmado como estos veteranos Chunnins. La masa viscosa de Riko impedía que la cadena se moviese a favor de su equipo, y el Equipo Amarillo, con pies o cuerpo adheridos a la técnica de su compatriota, era incapaces de imprimir la suficiente fuerza a la cadena como para que se desplazase hacia su lado. No al menos en aquella mala postura.
En definitiva, la gente veía desde hacía un rato como la cadena se mantenía inmóvil y no ocurría nada. Absolutamente nada.
—Okura, creo que la gente está empezando a marcharse… —comentó, aun sin quitar el ojo de la disputa de los Gennins.
—¿Ehm? —Okura miró hacia atrás y comprobó, consternado, que era cierto. Varios grupitos, especialmente los formados por la gente mayor, se estaba disgregando—. ¡Me cago en...! ¿Cómo es posible?
—Deberíamos haber puesto un tiempo límite, como sugería en los pergaminos Dat…
—¡No menciones su maldito nombre! —le interrumpió, súbitamente rojo por la cólera. Se rascó el sarpullido del cuello y, ceñudo, volvió a exclamar:—. ¡Lo haremos a mi modo y se acabó!
Pero al ritmo en que la gente se iba, pronto el gran tumulto que conformaba el público apenas serían cuatro gatos mal contados. Y eso era algo que no podía permitirse… Alzó las manos para llamar la atención del público y dio la espalda a los Gennins. Entonces, con voz atronadora, anunció:
—¡¡¡DAMAS Y CABALLEROS, VISTO QUE LA CADENA NO PARECE MOVERSE MÁS DE SU SITIO, DECLARO VENCEDOR AL EQUIPO QUE HA LOGRADO ACERCARLO MÁS A SU LÍNEA!!! ¡DECLARO VENCEDOR AL EQUIPO…! ¡¡¡AMARILLO!!!
La reacción del público no se hizo esperar. Una mezcla de vítores, sorpresa, desaprobación y alguna que otra palabra malsonante.
—¡Pero si Riko ya los tenía! —gritó una muchachita con pecas.
—¡Ánimo Eri, la próxima será la vencida! —gritó otro, pelirrojo y de cabellos rizados. El hecho de que estuviese animando no parecía impedirle de sacar cuantiosas fotos con su vieja cámara que tenía colgada al cuello.
—¡ESTO ES UN TONGO! ¡ES INJUSTO!
Okura hizo caso omiso a los comentarios y se dirigió a su grupo de participantes:
—La vida ninja es injusta y cambiante, y como tal debe estar preparado para todo. Hoy habéis aprendido una valiosa lección. No lo olvidéis. —y se quedó más pancho que un Kusareño tras plantar un huerto entero de hortalizas.
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Cinco minutos más tarde, los preparativos para la segunda prueba ya estaban listos. Sobokuna había extraído seis mesas de un pergamino con el Kanji “Inteligencia” escrito en él, junto con una pila de folios. Colocó un folio y un lápiz sobre cada mesa, repartidas en dos filas y tres columnas, separadas a tres metros entre cada una. En la carilla visible de cada folio, tan solo se veía una letra escrita en grande: “A”, “B”, o “C”.
Los Gennins, ya liberados de la trampa de Riko y que habían tenido un ratillo para descansar o intercambiar opiniones, ya estaban listos para seguir las instrucciones del nuevo juego.
—¡DAMAS Y CABALLEROS, la segunda prueba de los Juegos de Uzushiogakure no sato está a punto de comenzar! ¡Un juego que pondrá a prueba la inteligencia de nuestros concursantes y llevará su mente al límite! Equipo Amarillo, colocaos en estas mesas de aquí —Okura señaló la fila derecha—. Equipo Rojo, vosotros en las otras. La prueba es de lo más sencilla: cuando diga YA, podréis darle la vuelta a la hoja y empezar a responder las complicadas preguntas de lógica que están escritas. Ganará el equipo que más respuestas correctas haya dado. En caso de empate, gana el que lo hizo en menos tiempo. Por eso es importante que si termináis antes del tiempo límite, volváis a darle la vuelta a la hoja para que sepamos que habéis finalizado.
»Y por si se os ocurre hacer trampas, como copiar, he de deciros que se os descontará una respuesta buena por cada vez que se os pille, ¡así que mejor no probéis esa suerte! Ah, y el tiempo límite es de… ¡Quince minutos! ¡Que nadie siga escribiendo después de que dé el alto o no se le tendrá por válida ninguna respuesta!
Sobokuna, en frente de ellos, extrajo un cronómetro de su bolsillo y colocó un pulgar sobre el botón.
—¡YA!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado